¿Qué es la literatura para mí? (varios autores)

El motivo de esta publicación

Recientemente, he publicado el artículo número 150 de esta página web dedicada a la literatura. Se ha llegado a ese número a través de las tres secciones con las que la página cuenta en la actualidad, estas son, la sección con la que la web nació en el año 2018, Artículos de País, la que fue incorporada en 2020 (Artículos de Literatura Comparada) y la que nació en 2022 (Artículos de Especialista, o de Colaboración). Para conmemorar el hito, como promotor, autor y gestor de la página web Literatura del Mundo, he decidido publicar un artículo que celebre el logro, pero que sobre todo homenajee a la auténtica protagonista de la web, la literatura. Para ello, algunos amigos a los que he pedido colaboración, así como yo mismo, trataremos de exponer lo que para nosotros supone y significa la literatura.

La literatura para Sergio Gonzalo Rodrigo, autor y gestor de la web Literatura del Mundo

¿Qué es la literatura para mí? Pues no me cabe duda de que ha supuesto y supone muchas cosas, y muy relevantes, en mi vida, pero he de confesar que me pongo a escribir esto sin haber pensado ni estructurado antes lo que voy a contar. Así que, se tratará de lo que me vaya saliendo sobre la marcha. Pero el cariz de este nuevo contenido en la web demandaba eso, porque ya bastante preparación previa, trabajo de documentación, y labor de estructuración hago para el resto de los artículos de la web.

Lo primero que me sale decir es que la literatura es tal vez la única manera de vivir muchas vidas dentro de la real que nos ha tocado vivir, ya que, cuando leemos, somos capaces de al menos sentir las sensaciones de lo que sería ser otras personas, tener otra personalidad, dedicarnos a otra cosa para ganarnos la vida, vivir en otro lugar geográfico, desarrollar nuestra existencia en otros momentos del tiempo, y un largo etcétera. La literatura es, también, aprendizaje, puesto que no hay libro que no deje alguna enseñanza o conocimiento nuevo. Supone capacitación, puesto que no son pocas las habilidades y destrezas a las que se puede acceder leyendo (una mejor capacidad de redacción, un vocabulario más rico o la capacidad de imaginar y recrear situaciones son solo algunas de las que se me vienen a la cabeza tras pensar en ello unos segundos). Es también la literatura, claro, entretenimiento, tal vez uno de los mejores que existen. Y me parece una de las mejores cosas que se pueden compartir, no solo por lo gratificante y enriquecedor que puede resultar comentar con otras personas las impresiones y las interpretaciones que la lectura de una obra literaria nos suscita, sino que además, al menos a mí me fascina el hecho de saber que, cuando leo un clásico, estoy accediendo a la misma historia a la que han accedido millones de personas en otras partes del mundo y en otros momentos del tiempo. No se me ocurren muchos medios mejor, por tanto, para acercar y unir personas, culturas y generaciones. Creo, de hecho, que la literatura podría ser considerada la plasmación material, y el legado, de lo mejor que el ser humano como especie ha podido construir a lo largo de su historia. Y por ello, es también el mejor instrumento a partir del cual mejorar, crecer y progresar juntos.

La literatura para algunos amigos

Vayamos ahora con la visión acerca de la literatura que me han ofrecido algunos amigos a los que he pedido su opinión con motivo de este artículo. Con el fin de no variar ni en lo más mínimo lo que quieren transmitir, he copiado íntegro el texto que me enviaron. Vayamos, en primer lugar, con la postura acerca de la literatura de Maribel Moreno, licenciada en periodismo y en historia y bibliotecaria de la madrileña Biblioteca Conde-Duque:

Lo que nos contamos, lo que leemos de otros, lo que escribimos… Así discurren nuestras vidas.

Recuerdos, afectos, epifanías, huellas…

Juegos, emociones, pasiones…

PALABRAS y PALABRAS.

Palabras sonoras y mudas. Palabras y silencios.

Palabras inquietas, que salen de su casa, trascienden el texto y vuelan hasta su destino. Y los lectores las acogen, según su capacidad, gustos y deseos.

La literatura sí ocupa un lugar importante en mi casa: vivo con, en y para los libros; ellos me han hecho. Y cada noche, algunas palabras saltan desde las estanterías, y se acomodan en mi cama, al resguardo de mis sueños, o de mi insomnio. SOÑAR los libros podría ser una solución al problema del espacio, pero, claro, si no los veo o los toco, echaría de menos los vestigios de mi vida. Son mi savia, mis lilas de abril.

¿Qué es para mí la literatura? Aquí dejo unas respuestas tópicas, pero muy sentidas:

-Un viaje sin fin.

-Una felicidad inexplicable.

-Un lugar que calma el dolor, como diría César Antonio Molina.

-Una infinita fuente de conocimiento.

-Una amistad continua, porque un libro te presenta a otro.

-El cuento de nunca acabar, en palabras de Carmen Martín Gaite.

-Una cosa ‘muy pa por dentro’, como dice Mabel, mi amiga de Jaén.

Saborear un libro, degustarlo, digerirlo, sentirlo, besarlo... Meternos en él y leerlo es una experiencia física y química. Y como diría Paul Valéry: “¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?”.

Por su parte, esta es la aportación de Álvaro López del Río, poseedor de un Máster en Filología Hispánica, actualmente profesor de lengua y literatura castellana en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tianjin (China), y también ferviente amante de la literatura:

Diría que la literatura es cultura o, mejor dicho, es una forma de expresión artística por la cual se transmite ―y se preserva― cierta cultura, evidentemente, no es la única manifestación para divulgar una cultura ―ni salvaguardarla―, pero, sí distinguiría a la palabra como el ingenio más enriquecedor a través del cual podemos humildemente aspirar a comprender con mayor detalle y profundidad tanto el mundo multicultural y multilingüe de antaño, aquel de difícil entrada, y el mundo multicultural y multilingüe de nuestros días, todavía extraño, pero menos lejano por la ruptura de ciertas barreras de movilidad en algunos casos y fronteras geográficas en otros.

En mi día a día, leer literatura es un magnífico hábito que trae consigo conocimiento y aprendizaje, es decir, conocer y aprender más de mi propia realidad, así como de realidades más distantes. Sin embargo, más allá del conocimiento en sí, leer literatura a lo largo de los años ha desarrollado y fortalecido mi inquietud cultural, bien sea en aspectos que atañen a mi cultura, bien sea en aspectos que conciernen a otras culturas. Doy clases de español fuera de España rodeado de aprendientes y profesores de distintas nacionalidades, y diría que la literatura me ha aportado sobre todo esa sensibilidad cultural necesaria para que el diálogo con los otros en el ámbito personal y laboral en los que mi vida se encuentra inmersa sea más gratificante, atractivo, deferente y motivador.

Teresa Castells, amante de la literatura como pocas he conocido, y colaboradora habitual de esta página web, nos dice...

La literatura es la presencia más fiel y constante en mi vida, en todas sus variantes y formatos. Siempre he sido una lectora omnívora, desde la niña, que en una caja atesoraba cuentos -incluidos los de Calleja que salían al abrir el chocolate Tárraga- y tebeos: los del gato Pumby, Pulgarcito, TBO…-, los de mis hermanos -Capitán Trueno, Jabato, El Guerrero del Antifaz…- y hermana -Azucena, Mercedes, Rosas blancas…-; hasta llegar a la lectora -casi compulsiva- que soy en este momento de mi vida. Siempre he vivido rodeada de libros, si entro en una librería soy como un goloso en una pastelería, sé que voy a salir con algo.

Mi biblioteca me protege, acompaña y sostiene y, además, tiene vida propia. Cuando me pongo a investigar sobre autores concretos encuentro hasta lo que no recordaba que tenía de ellos, ni dónde lo tenía. Aparecen libros, relatos, revistas con artículos suyos   -que no tenía localizados- y se producen coincidencias felices, como si se buscaran y hablaran entre ellos.  Siempre la estoy recolocando en función de esos diálogos.

Durante la pandemia rememoré el germen de la biblioteca en común -que Luis, mi marido, y yo alimentamos juntos durante 35 años- en un poema en alejandrinos, Viaje recluido:

Me propuse un gran viaje, mientras me recluía / que me llevó a lo alto de mis estanterías. // Territorios ignotos, tiempo ha soslayados / que alumbraron sorpresas, propiciaron hallazgos. // En cada libro hallé su historia bien precisa / en dónde lo compramos, aquella librería… // Los hay de San Ginés y los hay de Moyano / de Vips y Bob´s también y de segunda mano. // Círculo los traía, edición esmerada / bellamente ilustrados, la compra era obligada. // Los libros iniciales, con los que comenzamos, / algunos repetidos, nos gustaban a ambos. // De Carpentier y Poe, de Cortázar y Sábato / García Márquez y Rulfo, Aub y Martín Santos. // De Cela y de Delibes, de Lope y de Cervantes / de Quevedo y Machado, García Lorca y Hernández. // Astérix y Tintín, maravillosa Alicia / Cuentos, Tebeos, Cómics, Humor y Poesía. // De Arte, tu carrera, extensa colección / también Novela negra, tu gran predilección. // Narrativa e Historia, Ensayos y Teatro, / Viajes y Economía, siempre complementados. // Un completo periplo -que resume mi vida- / memoria y añoranza de que fue compartida.

Como dice Alberto Manguel en Una historia de la lectura: “Ante la amenaza del diluvio, un libro es un arca”.

En cuanto a la impresión de Rosa López (enciuadernadora, bibliotecaria y poeta, además de amante de los libros) acerca de la literatura, es esta:

En un país en el que todo el mundo escribe robando palabras, inventándose historias vacías, adornando sus memorias con un glamour vacuo y mediocre, narrando experiencias chabacanas, utilizando la basura de la sociedad como inversión; aún queda la literatura, ese vaso de agua con mucho hielo en un verano de Madrid.

Cuando madrugo el lunes y el día enfila tan igual y tan entero, y me levanto mecánicamente, desayuno, me visto y tomo el autobús hacia el trabajo, busco el último asiento y abro el libro, y me sumerjo entre sus líneas, buceo en apnea. Esa hora de viaje, es una hora de viaje, auténtica, emocional, vital, redentora. Me olvido de la soledad, las perezas, el hastío, la existencia.

La literatura es el azul, el viento, las gotas de lluvia sobre una amapola. La literatura es un inmortal método de supervivencia.

Y para el escritor y periodista Antonio Picazo, en cambio:

La literatura en esencia tiene un doble carácter, o mejor, una doble personalidad, o mejor, un componente bipolar: por un lado, debe tener una historia que contar, sea real o ficticia, o ambas cosas a la vez. Y por otra parte, y al mismo tiempo, debe contar con dos componentes creativos y recreativos fundamentales: la analogía y el adjetivo. Si se consiguen aplicar bien y adecuadamente ambas piezas a la historia, uno, como diría Josep Pla, ya puede irse a cenar y tomarse su sopa y su tortilla.

Para mí, la literatura es un tránsito hacia otra realidad, y ese camino hacia otro estado de consciencia suele agradecerlo mucho la parte reptiliana del cerebro, por eso la literatura tiene tanto éxito entre los homínidos y posiblemente entre los primates.