La literatura de Albania


País: 
Albania

La literatura de Albania

La primera forma de literatura en Albania fue oral, con una serie de mitos y leyendas generalmente organizados en torno a la dicotomía del bien y el mal, siendo el paradigma de todos ellos el que mostraba el conflicto entre las divinidades conocidas como drangue (que cumple el rol del héroe, está caracterizada físicamente por sus alas y solía ser asociada con el clima) y kulshedra (una especie de demonio hecho de agua, tormenta y fuego entre otros elementos, capaz de escupir fuegos y causas desastres naturales de tremendas consecuencias contra la humanidad). Otros personajes característicos del folclore albanés, como los ora –tal vez asimilables a los ángeles de la guarda de la religión cristiana- y los fati –con un rol parecido pero con respecto a todo el universo y no solo con respecto a una persona- también contaban con protagonismo en las historias. Otro motivo muy común en la oralidad albanesa era el de la metamorfosis, con frecuentes conversiones de hombres en animales y viceversa. Las historias, por lo demás, trataban de explicar los fenómenos físicos y los elementos de la naturaleza, generalmente a través de la intervención de seres sobrenaturales como los descritos (por ejemplo, el conflicto entre el drangue y el kulshedra generaba una suerte de renovación cósmica y de renacimiento del mundo conocido). Por último, merece la pena destacar que las historias orales eran con frecuencia acompañadas por cantos e instrumentos por una suerte de rapsodas, y que muchas de ellas han sido recopiladas con posterioridad, incluso en el siglo XX.

En cuanto a la variante escrita de la literatura, el primer texto en albanés apareció hacia 1450, y se trataba de una forma bautismal del autor Pal Engjelli; poco después le iban a seguir un fragmento del Evangelio de San Mateo y el primer diccionario albanés, ya hacia finales del siglo XV y recopilado por el alemán Arnold von Harff. La literatura del siglo XVI iba a tener un eminente carácter religioso, como bien demuestran las principales obras como el “Misal” de Gjon Buzuku y la “Doctrina cristiana” de Leke Matrenga, pero no será hasta 1685 cuando sea imprimido el primer libro en albanés, el “Cuneus prophetarum”, de Pjeter Bogdani. El siglo XVII iba a tener la peculiaridad de que los principales escritores en lengua albanesa no vivían en Albania, sino en Italia en el seno de comunidades arberesches o italo-albanesas, con protagonismo para figuras como Gjul Variboba (considerado por muchos el primer poeta albanés) o Nezim de Frakull (pionero en el bejtexhinj -un género lírico propio de Albania y escrito en albanés aunque con alfabeto árabe- y autor de varios divanes o recopilaciones de poemas), aunque también en el propio territorio albanés aparecieron escritores como Hasan Zyko Kamberi o Muhamet Kycyku.

En cualquier caso, es el siglo XIX el del indiscutible renacimiento de la literatura nacional, con creación de centros literarios en escuelas de franciscanos y jesuitas, con abundantes publicaciones en Albania y con aportaciones de albaneses que vivían en Grecia (principalmente a través de  la revista “La voz de los albaneses) y en Italia. Son nombres destacados del período Gjergj Fishta (poeta y escritor considerado uno de los impulsores de ese rilindja o renacimiento), Ndre Mjeda (sacerdote que se dedicó a la filología y la poesía), Bernardino Palaj (músico además de literato), Ieronim de Rada (de notable influencia en otros autores), Sami Frasheri (escritor y activista), Naim Frasheri (hermano de Sami y poeta romántico), Midhat Frasheri (sobrino de los dos anteriores e inmerso en labores políticas además de literarias –de hecho, es considerado el padre del nacionalismo albanés-), Filip Shiroka (poeta de tendencias nacionalistas) o Andon Zako Cajupi (dramaturgo de orientación realista).

Por su parte, el siglo XX iba a comenzar con fragmentación política y con continuación de las revistas albanesas en diversas partes de Europa, para después dar paso a una serie de autores que fueron teniendo protagonismo en cada una de las etapas históricas por las que el país atravesó tanto en ese siglo XX como en el XXI; entre ellos merece la pena destacar principalmente a Ismail Kadare (sin ninguna duda el escritor albanés más conocido a nivel internacional, autor de decenas de novelas y ganador de prestigiosos premios a nivel internacional), Dritero Agolli (poeta traducido a diversos idiomas), Pero Marko (considerado uno de los padres de la prosa albanesa moderna), Ernest Koliqi (poeta que se vio forzado al exilio en Italia), Martin Camaj (novelista también forzado al exilio italiano), Teodor Laço (novelista que ha ganado varios premios), Dhimiter Shuteriqi (novelista centrado en el género histórico), Sulejman Mato (también novelista, traducido a varios idiomas), Spiro Comore (dramaturgo), Fatos Kongoli (novelista de amplia obra), Bashkim Shehu (hijo del destinado a suceder al dictador Enver Hoxha y que actualmente vive en Barcelona), Agron Tufa (poeta de proyección internacional), Luljeta Lleshanaku (una de las poetisas albanesas más aclamadas en la actualidad), Ridvan Dibra (principalmente novelista,que suele apostar por las obras innovadoras) o Ben Blushi (que ha contado el proceso de islamización de los albaneses, ha tenido éxito comercial y ha ganado premios literarios continentales).

La literatura sobre Albania

No es fácil encontrar testimonios de pasos por Albania entre los más célebres viajeros de la Antigua Grecia, pero Iliria, una región histórica que comprende parte del territorio de Albania, fue provincia romana, por lo que pudieron ser cronistas romanos los primeros encargados de escribir sobre el país llegando del extranjero. Varios siglos después, en concreto en el siglo XV, se tiene constancia de que el viajero alemán Arnold von Harff viajó por el país y dejó testimonios sobre él.

Tampoco en época moderna es Albania uno de los destinos más visitados y contados, aunque destacan las aportaciones de la polaca Margo Rejmer (con “Barro más dulce que la miel. Voces de la Albania comunista”) y del español Miquel Silvestre (con “Europa nómada. Cabo Norte, Albania, Irlanda y otras aventuras cercanas y posibles”). Otra obra no ya tan enmarcada en la literatura de viajes, sino en el terreno del ensayo, es “Las tribus de Albania. Historia, sociedad y cultura”, del canadiense Rober Elsie (quien, de hecho, se especializó en literatura y folclore albaneses).

Lecturas propuestas

El general del ejército muerto (Ismail Kadaré)

En este libro del que sin duda es el escritor albanés de mayor proyección internacional, se cuenta la historia de un veterano general italiano que recibe como cometido la misión de viajar a Albania para recuperar los cadáveres de sus compatriotas caídos en la guerra que se desarrolló en el país que visita. Tras la llegada a Tirana del protagonista y del sacerdote que le acompaña, ambos inician una peregrinación por el interior del país que les va a llevar a conocer tanto la sencillez de la vida rural como la dureza que los albaneses tuvieron que soportar tanto con la guerra como en la nada sencilla vida del tiempo posterior. Sin embargo, entre toda esa dificultad, también se abre paso la humanidad, y de ello dan buena cuenta varios pasajes del libro.

Tirana Blues (Fatos Kongoli)

En esta novela, el autor plantea un comienzo que da vértigo, con una sucesión de acontecimientos llamativos como la aparición de un cadáver y la interrupción de dos historias de amor, tras los cuales un inspector se pone a tratar de recolocar las piezas de lo que en ese momento es un auténtico puzzle. Toda la acción transcurre en Tirana, la capital del país, de la que el autor consigue mostrar diversas caras sin que ninguna de ellas pueda escapar a la complejidad, y sin duda, tras la narración de las historias principales de las que la novela consta no hay sino una profunda crítica social y política del siempre complicado país que es Albania.

Barro más dulce que la miel (Margo Rejmer)

En este libro, la reportera polaca viaja por distintos lugares y rincones de Albania buscando testimonios de personas que conocieron el régimen político del dictador Enver Hoxha, sin duda uno de los más autoritarios y crueles que la humanidad ha sido capaz de generar. Buscando el equilibrio entre indagar lo máximo que puede y ser respetuosa con las dramáticas experiencias vividas por la mayoría de los interlocutores, Rejmer se adentra en trágicas historias personales, absurdas y enrevesadas doctrinas, recuerdos de crueles disposiciones y maniobras del gobierno y, en definitiva, inverosímiles vivencias en las que el miedo y el horror se erigen en protagonistas incluso por encima de las personas que las vivieron en primera persona y las cuentan.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Albania es un país situado en el sureste de Europa, entre los países de la Antigua Yugoslavia y Grecia, que a lo largo de la historia ha pertenecido a diversas regiones históricas, países e imperios, pero que también tuvo una época de esplendor que llevó a hablar de una Gran Albania cuyas fronteras aún son reivindicadas hoy por algunos sectores radicales del país. El país tiene un territorio muy montañoso, una costa accidentada y un buen número de parques naturales, y cuenta con una base económica muy centrada en el sector primario.

El pueblo más antiguo conocido en habitar el hoy territorio albanés era el de los ilirios, antes de que la región cayese bajo el dominio de grandes imperios como el romano y, varios siglos después, el otomano. Tras la independencia de este segundo imperio, el territorio del país fue escenario de batallas de las dos guerras mundiales, y en 1941 se instituyó en el país una república socialista bajo el liderazgo de Enver Hoxha, con un régimen tan radical que incluso llegó a romper relaciones con la URSS –hubo un acercamiento, en cambio, a China-. Desde 1990, Albania se ha orientado más hacia Occidente y ha experimentado una transición hacia el capitalismo, aunque en 1997 se estuvo cerca de una guerra civil y se ha atravesado más de un período de descontento generalizado.

Un amplio 82% de la población es de etnia albanesa, aunque en el país también hay cabida para minorías como las de griegos, macedonios, montenegrinos, romaníes o arumanos.  A pesar de que Albania es un país secular sin una religión oficial, alrededor de un 60% de la población se declara musulmana (hay tanto suníes como bektashis, una cofradía sufí procedente de Turquía), aunque los cristianos constituyen un nada desdeñable 17% del total de habitantes del país.

 



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