La literatura de Alemania


País: 
Alemania

La literatura de Alemania

Los pueblos godos, que parecen haber sido los primeros en poblar el territorio de la actual Alemania, supuestamente procedentes de Escandinavia, no gozaban de una fuerte tradición literaria, más allá de inscripciones hechas a partir de runas, unos símbolos dotados por los antiguos alemanes de propiedades místicas. Pudo existir una tradición oral similar a la de otros pueblos de Europa, pero no se recopiló. Todo apunta a que la primera obra literaria propiamente dicha nacida en suelo alemán fue la traducción de la Biblia a cargo del obispo Ulfilas en el siglo IV, de la que se han conservado algunos fragmentos, en lo que fueron los primeros pasos de la conversión de los pueblos godos al cristianismo. Más adelante, cuando en la Alta Edad Media (siglo VIII) se crea lo que ya es el boceto del idioma alemán actual (desde su primer precedente, el gótico), tiene lugar –primero en forma oral, después también escrita- una literatura conocida como Minnesang, consistente en canciones y poemas de carácter tanto épico como lírico, con algunas obras relevantes como los “Encantamientos de Merseburg” en el ámbito lírico y el “Cantar de Hildebrando” en el lado de la épica. No obstante, esta literatura en lengua local sigue coexistiendo con otra en latín centrada en temas religiosos y filosóficos (no se escribiría de asuntos religiosos en alemán hasta la aparición de hagiografías y textos dogmáticos en el siglo XI). La Baja Edad Media se caracteriza por una mayor variedad en los temas y en las formas, aunque destacaron por encima de otros los géneros de la épica histórica (con obras como el “Kaiserchronic” –con trece mil versos sobre los emperadores romanos- o el “Cantar de Roldán” –sobre Carlomagno-) y de la literatura cortés (en la que se debe mencionar el “Romance de Eneas”, de Heinrich von Veldeke).

No tardaron en llegar influencias de reinos vecinos, siendo las primeras de ellas las venidas de Italia en la forma del Humanismo, encabezadas por una serie de escritores que, escribiendo principalmente en latín, promovieron la Reforma Protestante de la religión cristiana (destaca sobre todo Martín Lutero), aunque ello no impidió que en la época floreciesen otros géneros como los poemas rebeldes de Ulrich von Hutten o el Volksbuch, un tipo de folleto que trataba sobre temas populares. Otro movimiento, el Barroco, supuso la imitación de modelos de la Antigüedad por un lado, pero también la llegada de nuevas modalidades literarias como la lírica sobre experiencias personales, la bucólica pastoril, el teatro jesuita, la ópera barroca o la novela picaresca, entre otras, destacando nombres como los de Andreas Gryphius en lírica y teatro y Hans von Grimmelshausen en novela. Siguieron las tendencias de la Ilustración (con su autor más relevante, Christian Gellert) y el movimiento de reacción a esta, conocido como Sturm und Drang, que criticaba su ausencia de sentimientos, y que dio paso al clasicismo imperante en la época de Weimar, cuando surgió  la figura de Friedrich Schiller, uno de los dramaturgos más importantes de la historia de Alemania.

Ya en el siglo XIX llegaría el turno para el Romanticismo, con protagonismo sobre todo para Johann W. von Goethe (gran inspirador del movimiento y para muchos el más grande escritor que ha dado el país), y del Realismo poético, en el que los autores evitaron los problemas de la sociedad y se orientaron a la patria y sus paisajes y personajes. Como en el resto de Europa, el primer tercio del siglo XX fue el momento de auge de las vanguardias, con papel preponderante para el Simbolismo (destacan el poeta Rainer Maria Rilke y Stefan George), para el conocido como Heitmatkunst (que defiende la vida en el campo) y para el Expresionismo, considerada la última gran corriente literaria alemana, que roza con la literatura del absurdo. Más allá de tendencias, fue un período prolífico en escritores brillantes como Theodor Mommsen (centrado en Historia Antigua, Nobel de Literatura en 1902), Rudolf C. Eucken (filósofo además de escritor, Premio Nobel en 1908), Paul von Heyse (genio lírico, Nobel en 1910), Gerhart Hauptmann (dramaturgo, novelista y poeta de tendencia naturalista; Nobel en 1912) o Thomas Mann (uno de los escritores europeos más relevantes de su generación y Nobel en 1929).

Y después se llega a la oscura época del nacionalsocialismo, en la que la literatura independiente y crítica desapareció, dándose el exilio de muchos escritores (destacan el genial dramaturgo y poeta Bertolt Brecht y Hermann Hesse, con una obra masiva y de gran calidad y Nobel en 1946) y surgiendo la habitual literatura de entretenimiento. Las consecuencias de la guerra trajeron una literatura separada entre ambas Alemanias; sin diferenciar entre la producción de ambas, destacan los nombres de Nelly Sachs (poetisa ganadora del Nobel en 1966), Heinrich Boll (maestro del relato corto que expresó el horror de la guerra y Premio Nobel en 1972), Gunter Grass (Premio Nobel en 1999), Walter Kempowski (uno de los autores contemporáneos más relevantes, que innovó con una especie de collage literarios) y Siegfried Lenz (autor de novelas y relatos).

La literatura sobre Alemania

Diversos textos romanos ya hablan, por supuesto, del territorio de la actual Alemania y de los acontecimientos que allí tenían lugar (uno de los mejores exponentes es la obra de Publio Cornelio Tácito, quien escribió sobre las costumbres de los germanos), pero no sería hasta la llegada de Benjamín de Tudela hasta cuando pueda hablarse de literatura de viajes propiamente dicha, entendiéndola como testimonio de una persona de una región o país que visita otra.

Después de la lógica etapa en la que interesaron más el viaje y el testimonio por otros continentes, ya en el siglo XX sería Patrick Leigh Fermor quien decidiese hacer de Alemania uno de los países protagonistas de lo que es todo un clásico de la literatura de viajes, “El tiempo de los regalos”, en el que el autor narra su viaje desde Londres hasta Estambul en la década de los años treinta. De un poco después (mediados de siglo) son “El gitano que hay en mí”, del británico Ted Simon, que viaja de Alemania a Rumanía persiguiendo sus orígenes, “Los diarios de Berlin”, una visión del país llegada desde el Este de Europa a cargo de Marie Vassiltchikov, y “De viaje por la Europa del Este”, de un viaje de García Márquez que comienza en Alemania. Más reciente es “Noticias de Berlín. Crónicas de Alemania antes y después de la caída del Muro”, del neerlandés Cees Nooteboom. Como no podía ser de otra forma tratándose de un país tan relevante en todos los ámbitos en los últimos siglos, multitud de novelas han sido situadas y ambientadas allí.

Lecturas propuestas

Confesiones del estafador Félix Krull (Thomas Mann)

Con este libro del genial autor alemán, prototipo del tan exitoso género conocido como novela de formación –con el que se pretendía demostrar cómo el desplazamiento por el mundo podía llegar a enriquecer sobremanera a los jóvenes-, no paramos de sorprendernos con las geniales ocurrencias de un pillo, de un ladronzuelo, y en definitiva, de un personaje que tiene un morro que se lo pisa y al que todo le sale bien. Dando sus primeros pasos en su Alemania natal, su inteligencia y su desparpajo le sirven para llegar a otras capitales europeas, como París o Lisboa, y mientras el lector no deja de reírse con las ocurrencias del personaje, va conociendo el ambiente de esas ciudades a principios del siglo XX.

Cuentos maravillosos (Hermann Hesse)

Aunque Hermann Hesse tuvo producción literaria en diversos géneros, es este un libro de relatos cortos que, no obstante, es una buena muestra de las señas de identidad del autor, que bien pudiera decirse que son el romanticismo y la magia con los que trata de impregnar a sus textos. Las historias describen lugares maravillosos, algunos perfectamente ubicables en la verde Alemania, otros que claramente se encuentran muy lejos de allí, y todas tienen el denominador común de la peripecia, de la aventura y de ser capaces de fascinarnos como a niños a pesar de no tratarse de literatura infantil.

Madre coraje y sus hijos (Bertolt Brecht)

Se trata de una obra de teatro que es un escalofriante testimonio de la guerra -en concreto de la que enfrentó a católicos y protestantes en el siglo XVII-, en la que una madre que se ha visto obligada a dejarlo todo, o mejor dicho, a llevar consigo lo poco que le queda –sus hijos y unos pocos trastos- por culpa de un conflicto bélico, da una lección de supervivencia, de picardía, y de saber buscarse la vida en un entorno en el que nada es favorable. La imagen de la mujer tirando del carromato que es su casa, es una de las imágenes de la historia del teatro.

Holocausto (Gerald Green)

Aunque el autor no es alemán, no hay muchos libros mejores ni más conocidos que este para relatar lo que fue el horror de la Alemania nazi. A lo largo de sus páginas, el lector tendrá acceso a la doble cara de la moneda que fue el genocidio nazi: de un lado, la exitosa y prometedora carrera de un oficial alemán de la policía SS, del otro el horror de una familia rota, de una vida destrozada, de una muestra de lo que puede suponer la barbarie humana. La historia paralela de ambos personajes, que se conocían de la época en la que la vida en Alemania era normal, nos muestra cuán diferente puede ser una realidad dependiendo del lado de una línea en el que se esté.

El tiempo de los regalos (Patrick Leigh Fermor)

En este libro que el autor utiliza para narrar las vivencias de un viaje desde Londres hasta Estambul, una buena parte de las páginas transcurren en Alemania, pero no en cualquier Alemania, sino en la Alemania nazi de los años treinta del siglo XX, en la que un incipiente ambiente nacionalista podía hacer presagiar lo que iba a venir poco después. El libro, que tiene mucho valor como documento histórico, narra y describe encendidas veladas en cervecerías alemanas, caminatas invernales por el entorno rural del país, y visitas a aristócratas –para conocer a los cuales el joven protagonista había recibido una recomendación- en lujosos castillos.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Alemania es un país de la Europa Occidental, con una posición privilegiada en la región que durante mucho tiempo ha sido el centro del mundo, Europa. Se trata de un país grande para los estándares europeos, en el que siempre se han dado las condiciones naturales (clima templado, relieve relevante solo en el sur con los Alpes, ríos que han facilitado las comunicaciones, etc) excelentes para alcanzar un alto grado de desarrollo en todos los ámbitos.

El Imperio Romano consiguió controlar por un tiempo la zona que hoy es Alemania y que para ellos estaba habitada por auténticos bárbaros que en realidad eran diversos grupos (los burgundios o los vándalos eran solo algunos de ellos), aunque a ese período le siguió otro de dominio de gran parte de Europa por parte de los pueblos germánicos propiamente dichos (la presencia de los visigodos en España y de los ostrogodos en Italia son buena prueba de ello). Después vendrían épocas de gran fortaleza (sobre todo la de dominio del Sacro Imperio Romano-Germánico) y de indefinición, sin constituir un territorio unificado, y con la presencia de varios estados, destacando algunos como Prusia, hasta que en el siglo XX el país se configuró como una de las potencias del continente europeo y del mundo, condición que sigue ostentando en la actualidad. Merece la pena destacar que tras la Segunda Guerra Mundial el país estuvo dividido en dos repúblicas separadas por un muro en Berlín, la conocida como Federal, alineada con Occidente, y la Democrática, del lado de la Unión Soviética.

Alemania es un país con una fuerte personalidad europea, lo cual no es óbice para que en el país se dé cabida a algunas minorías étnicas (un buen ejemplo es el de los sorabos) o a corrientes migratorias de gran relevancia, como la protagonizada por el pueblo turco. Todo ello hace de Alemania un país multicultural y cosmopolita, en el que la convivencia entre distintas comunidades es un ejemplo para el resto del mundo, En cuanto a la religión, la mayoritaria es el cristianismo, con bastante igualdad entre las variantes católica y protestante.

 



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