La literatura de Argelia


País: 
Argelia

La literatura de Argelia

En Argelia hubo, antes de la llegada de cualquiera de los pueblos venidos de fuera, una literatura bereber con abundante producción de poesía, cuentos, leyendas, adivinanzas y enigmas, que eran transmitidos de pueblo en pueblo por bardos. Se trataba de una literatura oral que era diferente en función de la etnia y del dialecto, por lo que se ofrecerá aquí una visión de dos regiones que se consideran representativas. Por un lado, la literatura oral tuareg, del sur del país, se generaba en reuniones alrededor del té, por parte de un cuentista generalmente designado a instancias del público, con presencia de varios géneros: tesaweyt (poesía), emay (cuento) o iggi (enigma) entre otros, que trataban temas tan variados como la manera de vivir y de desplazarse por el desierto de estas gentes, la fauna y la flora que encontraban, las relaciones dentro de un hogar o de la comunidad en la que vivían y sus creencias, supersticiones y ritos. Recitar estos textos era todo un juego intelectual que a veces terminaba en una competición entre varios narradores, rodeados por una numerosa audiencia. Por otro lado, en la literatura kabilia, de la región del mismo nombre en el norte del país, había un fuerte énfasis en la poesía, con poemas compuestos para ser cantados con melodías ya existentes, ya que la música popular era una especie de ritual ligado a ciertos acontecimientos de la vida del pueblo. Es una poesía que intenta ser expresada a través de imágenes, y en ella tuvo un especial protagonismo la mujer, sobre todo con el género conocido como izli, que cuenta con las características de ser creado anónimamente por mujeres y de tratar de temas sentimentales o eróticos.

Los romanos fueron los primeros en visitar y colonizar al pueblo bereber en territorio argelino, y en su época destaca el papel literario de Apuleyo de Madaura, orador, novelista y filósofo que actualmente es reivindicado como una gloria nacional en el país. Su obra “El asno de oro” es considerada la primera novela de la literatura argelina. Aún más relevante es la figura de Agustín de Hipona, más conocido como San Agustín, nacido en el este del país, con una amplia obra literario-filosófica. Tras la conquista del Magreb por los musulmanes en el siglo VII, la Edad Media y la Edad Moderna trajeron una literatura erudita a cargo de árabes, bereberes arabizados y andalusíes, con protagonismo para una poesía que gozó de gran arraigo popular y que contó con matices de las distintas influencias recibidas. El protagonismo de la poesía continuó durante la época colonial francesa, con papel destacado para la producción del Emir Abdelkader; sin embargo, también fueron llegando las primeras novelas argelinas modernas en lengua francesa, con la corriente literaria del “argelianismo”, principalmemte a cargo de franceses como Louis Bertrand, Ferdinand Duchene, Louis Lecoq y Robert Randau, aunque acompañados de autores propiamente argelinos como Chukri Khodja o Mohamed Ould Cheikh, quienes defendían la asimilación y la modernización del país.

Ya en los años 30 del siglo XX llega el momento de la denominada Escuela de Argel, encabezada por Albert Camus (probablemente el escritor argelino más célebre, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957, con varias obras que transcurren en Argelia a pesar de su condición de franco-argelino y de la universalidad que caracteriza su obra), y también compuesta por nombres como Gabriel Audisio o Emmanuel Robles, quienes expresaban sentimientos transnacionales con un marcado sello de pertenencia al mundo mediterráneo. Desde la guerra de la Independencia, tiene lugar una auténtica explosión de jóvenes autores árabes y bereberes con géneros y estilos muy variados, entre los que destaca el de la novela argelina en lengua árabe. En esta última etapa que llega hasta nuestros días, destacan autores como Kateb Yacine (que cultivó la poesía y el teatro), Ahmed Reda Houhou (que fue el precursor de esa novela en lengua árabe), Assia Djebar (que hizo crítica social y ganó varios premios en el ámbito internacional) y Yasmina Khadra (que también ha alcanzado gran aceptación internacional).

La literatura sobre Argelia

Argelia es uno de los territorios que recorre el viajero medieval Ibn Battuta, por lo que hay un primer testimonio escrito sobre el país en su obra “A través del Islam”. De un momento posterior, y gracias a la presencia española en algunas zonas de la actual Argelia, son las aportaciones de auténticos genios de la historia de la literatura como Miguel de Cervantes y Lope de Vega, con sus obras “Los tratos de Argel” y “Los cautivos de Argel” (probablemente la segunda llegó por la amistad que Lope tuvo con Cervantes).

Destacan también las aportaciones, ya en el siglo XIX, de Charles de Foucauld (que halló refugio en el desierto argelino y convivió con los tuareg), con varios textos centrados en aspectos etnográficos y lingüísticos, así como en el folclore de los tuaregs, de Isabelle Eberhardt (huyó con su madre de Suiza a Argelia y ambas se convirtieron al Islam), con su “Diarios de una nómada apasionada”, y de Jules Verne con la novela “La invasión del mar” protagonizada por el pueblo tuareg. En 1922 publicó Lady Warren su “De Argelia a Túnez en moto", y aún más recientes son las narraciones de grandes figuras de la literatura de viajes contemporánea como Ryszard Kapuscinski (en “Viajes con Heródoto) o Manu Leguineche (en “El camino más corto) -en ambas obras se habla de Argelia, entre otros países-.

Lecturas propuestas

El extranjero (Albert Camus)

El célebre escritor franco-argelino ambientó esta obra, como también otras, en Argelia. Camus narra de manera magistral la concatenación de situaciones y circunstancias que llevan a la comisión de un crimen, sin que el hecho de que ese crimen sea conocido por el lector reste un ápice de interés a la historia. El libro tiene la siempre importante virtud literaria de contar con un inicio que capta la atención al momento, y en el trasfondo de la historia están el ambiente de la Argelia del tiempo del autor y la siempre espinosa cuestión de la convivencia entre los colonos franceses y los árabes.

El hombre de las dos patrias (Javier Reverte)

El autor viaja a Argelia en busca de las huellas de su admirado Albert Camus. Para ello, visita algunos de los lugares más conocidos de la vida de este, así como varios escenarios de las obras que escribió. Entre ellos destaca precisamente la playa en la que tiene lugar el acontecimiento clave de la obra “El extranjero”. A diferencia de lo que ha hecho en otros viajes, el autor va acompañado por un guía que no siempre actúa como mejor le parecería a él, y de esa convivencia también se generan unas cuantas anécdotas interesantes que quedan plasmadas en el libro.

El camino más corto (Manu Leguineche)

Un joven Manu Leguineche emprende en los años 60 del siglo XX, y acompañado de un original y variopinto grupo de viajeros, una vuelta al mundo, en la expedición conocida como TransWorld Record. Poco tiempo después de salir de España, llegan a Argelia y la atraviesan de Oeste a Este, con el fin de continuar viaje por Oriente Próximo. Con su ingenio habitual, el autor describe un Sáhara diferente al que presentan las películas  (con menos dunas y más formaciones de tierra y rocas de diversa índole) y que es testigo de una agitada situación política entre franceses (pied noirs) y argelinos independentistas (muyahidines). 

Explora (Diego Cortijo)

Diego Cortijo es un explorador español que ha hecho expediciones a distintos lugares del planeta para investigar diferentes aspectos de los mismos. Uno de los capítulos de este libro trata sobre una enigmática y fascinante región del sur de Argelia, en concreto la meseta conocida como Tassili N`Ajer, que tiene el privilegio de ser el lugar del mundo con mayor concentración de arte rupestre. En ese capítulo, el autor nos ofrece su interpretación acerca de esas pinturas rupestres y nos cuenta cómo es la convivencia con los tuaregs, así como varias vivencias y experiencias de su viaje por Argelia.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Compartiendo el norte de África con Marruecos, Túnez, Libia y Egipto, Argelia es el décimo país del mundo por superficie, y gran parte de ese territorio se encuentra ocupado por desierto. A pesar de ese hecho, el país presenta una buena combinación de mesetas, formaciones montañosas y lagos salados, y cuenta con generosos recursos naturales como petróleo, gas, hierro o fosfatos.

En territorio argelino se han encontrado algunas de las más tempranas pinturas rupestres –entre otras, aquellas de las que habla Diego Cortijo en su libro-, lo que da cuenta de la antigüedad de su poblamiento. Su ubicación en el corazón del Mar Mediterráneo ha hecho que por su territorio hayan pasado varios de los imperios que se formaron en el ámbito de dicho mar o que llegaron a él (son ejemplo los romanos, los árabes o los franceses), lo cual ha traído mezcla y riqueza cultural, aunque también conflictos y enfrentamientos. El país obtuvo su independencia de Francia, quien lo ocupó durante más de un siglo- entre los años 1954 y 1962-, a través de una cruenta guerra

En la actualidad, Argelia es un país de clara preeminencia musulmana (en concreto, con predominio de la variedad suní), aunque aún hay un buen contingente de colonos franceses o descendientes de estos y de bereberes, este último grupo con importantes variaciones regionales. Entre los pueblos que habitan el desierto destaca el de los tuaregs, con su propio idioma y con un pasado en el que fue protagonista del comercio llevado a cabo con caravanas a través del desierto.

 

 

 



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