La literatura de Argentina


País: 
Argentina

La literatura de Argentina

Diversos pueblos se encontraban en territorio hoy argentino cuando los europeos llegaron al para ellos nuevo continente, y entre esos pueblos se ha seleccionado, con el fin de conocer algo de su literatura oral, a los tehuelches (de la Patagonia) y los selknam o yamana (de la Tierra del Fuego). La literatura tehuelche transmitía una serie de mitos en los que los animales tenían un papel muy destacado, ya que se creía que eran antepasados y que convivían con el héroe mítico Elal, quien según su cosmogonía ordenó el mundo y marcó las pautas culturales. Eran temas frecuentes el origen del orden cósmico, la sucesión de las estaciones, la originación del fuego, las relaciones interétnicas con otros pueblos y los roles de género de varones y mujeres. Ratas, zorros, perdices, liebres, caranchos –un ave rapaz- y ñandúes –un ave parecida al avestruz- eran protagonistas habituales de las historias. Por su parte, en la literatura selknam o yamana, las narraciones tenían un carácter didáctico, ya que servían para dar explicación a los fenómenos naturales y cósmicos, y se articulaban en torno a ciertos ritos frecuentemente acompañados de cantos y discursos. Las relaciones amorosas y los problemas que podían derivarse de estas eran un tema o un hilo conductor recurrente en las historias, con frecuente papel perverso reservado para las mujeres.

La llegada de los europeos y su asentamiento en diversos puntos de la geografía argentina, trajo en los siglos XVI, XVII y XVIII la producción de la primera poesía, tanto a cargo aún de autores nacidos fuera (como Luis Pardo) o ya naturales de Argentina  (como Luis José de Tejeda y Guzmán), así como de obras de otros géneros que tenían que ver con el teatro (en él destacó Manuel José de Lavardén), con la historia o con la demostración de méritos y servicios. También se desarrolló una literatura local de cartas y epístolas a cargo de la creciente población criolla. Hay que avanzar algo más, hasta el siglo XIX, para encontrar la primera literatura más desvinculada de la influencia europea, como es el caso de la literatura gaucha, desde la considerada obra fundacional (el cuento “El matadero”, de Esteban Echeverría) hasta llegar a las obras maestras del subgénero, que son “Martin Fierro”, de José Hernández y “Facundo”, de Domingo Faustino Sarmiento. Esta literatura se caracteriza por intentar recrear la manera de vivir y el lenguaje del gaucho, transcurrir en espacios abiertos, exaltar lo folclórico y lo cultural y tener un componente de crítica social.

En el siglo XX, la literatura argentina se hace más compleja y cosmopolita, con el surgimiento de diversas ramas para la poesía (como la suntuosa y la sencillista) y para la literatura gaucha (con la obra “Segundo Sombra, que evoca al gaucho como personaje legendario, además de reivindicarlo socialmente) y con la aparición de las primeras vanguardias, debido a la influencia del surrealismo europeo. Son autores destacados en este período Ricardo Güiraldes (el autor de la mencionada “Segundo Sombra”), Gustavo Martínez Zuviría (con gran producción de novelas y artículos), Roberto Arl (novelista, cuentista y dramaturgo), Ezequiel Martínez Estrada (quien hizo agudas reflexiones sobre la realidad nacional) y los poetas Juan Filloy y Juan L. Ortiz. Será en la segunda parte de este siglo XX cuando tenga lugar lo que se ha dado en llamar boom latinoamericano, al que contribuye de manera relevante y activa la literatura argentina, por mediación de los años de mayor esplendor de autores como Julio Cortázar (el abanderado del movimiento en Argentina, destacando con la novela “Rayuela” y con varios libros de cuentos), Jorge Luis Borges (cuentista, ensayista y poeta de éxito internacional), Ernesto Sábato (con solo tres novelas, pero con afán renovador de las técnicas narrativas), Adolfo Bioy Casares (con una amplia gama de estilos), Alejandra Pizarnik (con poesía sobre diversos temas), Rodolfo Walsh (especialista en novela testimonial), Antonio di Benedetto (que intentó adoptar posturas diferentes a las comunes en el movimiento del boom), Sara Gallardo (quien cultivó la novela) o Juan Gelman (destacó en poesía), entre muchos otros. Ya en el siglo XXI, se ha ido consolidando una nueva generación de escritores, que se dio en llamar Nueva Narrativa Argentina, con escrituras algo más breves y experimentales, a cargo de autores como Samanta Schweblin, Patricio Pron o Pedro Mairal.

La literatura sobre Argentina

La conquista por parte de los europeos trajo consigo las primeras crónicas sobre acontecimientos, paisajes e indígenas, que se extenderían durante los siglos siguientes. Una de las primeras y más relevantes fue la de Antonio Pigafetta, cronista de la expedición de Magallanes y Elcano, que escribió sobre el Estrecho de Magallanes y la Patagonia en su “Relación del primer viaje alrededor del mundo”. También destacan las crónicas del alemán Ulrico Schmidl, que formaba parte de la expedición de Juan Díaz de Solís al Río de la Plata, de Martín del Barco Centenera (con su poema “Argentina y conquista del Río de la Plata”), de Ruy Díaz de Guzmán (con “La Argentina o Historia del Descubrimiento”) o de Samuel Haigh (con “Bosquejos de Buenos Aires”). Un apartado especial dentro de las crónicas merecen aquellas hechas en el seno de las expediciones científicas del siglo XIX, ya que por Argentina pasaron las expediciones de Charles Darwin (que dio como fruto el libro “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”) y de Alejandro Malaspina (de ella quedó, por ejemplo, el diario de Antonio de Tova Arredondo, uno de los miembros de la expedición).

De un momento posterior, ya más alejadas del género cronístico y encuadradas en el  de la literatura de viajes, son las aportaciones de William Henry Hudson (nacido en Argentina, aunque la vio con prisma estadounidense, la nacionalidad de sus padres, con sus obras “Allá lejos y tiempo atrás” y “Días de ocio en la Patagonia”), a finales del siglo XIX, y en el siglo XX, de Bruce Chatwin (con “En la Patagonia”) y Paul Theroux (que, tras cruzar América de norte a sur, finaliza en Argentina el viaje que dio lugar a “El viejo expreso de la Patagonia”), entre otros. También, se da la circunstancia de que, teniendo el país regiones tan extensas y remotas, los propios autores argentinos han viajado con una "mirada de fuera”, tal y como han hecho autores como Mempo Giardinelli o Martín Caparrós con libros sobre la Patagonia.

Lecturas propuestas

Rayuela (Julio Cortázar)

Aunque solo la mitad de la historia transcurre en Argentina –en Buenos Aires-, ya que el resto se desarrolla en París-, no hay muchos libros más argentinos que este, pues argentinos  son sus personajes –con excepción de uno, uruguayo-, y con ellos, su cultura, su mentalidad, sus costumbres y sus conversaciones. Su pasión por la cultura y el arte, su vida bohemia, sus reuniones con aire semi-clandestino en torno al mate, y sus formas de ganarse la vida, van configurando una historia maestra de la literatura universal. Porque el libro abandera como pocos el tan sudamericano género del realismo mágico.

El aleph y otros cuentos (Jorge Luis Borges)

Se trata de otro ejemplo de realismo mágico, en este caso en forma de cuentos o relatos cortos. A pesar del sello de globalidad y del enorme componente histórico, literario, mitológico y filosófico de muchas de las situaciones que se dan en los relatos, argentinos son la mayoría de los personajes que las protagonizan y de los lugares en los que transcurren. El buscado surrealismo lleva al autor a hablar de, entre otras muchas cosas, cárceles, bibliotecas, laberintos, e incluso mecanismos con los que ver todo el universo al mismo tiempo, como ocurre en el cuento que da nombre al libro.

Todos los fuegos el fuego (Julio Cortázar)

Y este un tercer ejemplo de ese género tan sudamericano y argentino, también en forma de relatos cortos, a cargo de Cortázar. En este caso, diría que es un realismo mágico más enmascarado en realismo puro, al no estar tan presentes ese disparate y esa extravagancia tan comunes en los cuentos de Borges. Los relatos abordan situaciones bastante reales, como un atasco de domingo por la tarde en la vuelta a París, la asistencia cotidiana de un hombre al teatro o el rutinario trabajo de un azafato de avión al sobrevolar todos los días a la misma hora una isla determinada, que no obstante cuentan con alguna derivación que les hace salirse de lo normal para buscar lo extraordinario.

En la Patagonia (Bruce Chatwin)

El mítico escritor de literatura de viajes británico visita, en este caso, la Patagonia, y como es habitual en él, su paso por allí no está exento de polémica, pues no han sido pocas las voces que le han acusado de haber inventado algunas de las personas que conoció y de las vivencias que experimentó. En cualquier caso, pocos libros como este para conocer la Patagonia desde el prisma de un visitante. Yermos paisajes, desoladas ciudades, descendientes de pioneros europeos, delincuentes exiliados, remotas granjas o autocares locales, entre otros cuantos elementos de la vida patagónica, son examinados y descritos con suculenta precisión por Chatwin.

Final de novela en Patagonia (Mempo Giardinelli)

Este autor argentino emprende un viaje por la Patagonia, con una capacidad de asombro similar a la que tendría cualquier visitante extranjero. Con la compañía de un amigo, y a bordo de un viejo automóvil, completan un viaje por tierra, primero en dirección sur, y después de regreso hacia el norte. Por el camino se empapan de cultura gaucha, interminable estepa, remotas ciudades y desangelados bares de carretera. Con tanto contraste, al autor la comparación con su Chaco natal se hace inevitable. Mientras el viaje se desarrolla, Giardinelli va buscando posibilidades de ambientación para una novela que está escribiendo –de ahí el nombre del libro-.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Argentina es un gigantesco país que ocupa prácticamente la totalidad de la superficie de la parte más meridional del cono sur que dibuja el continente americano. En su territorio se alternan selvas como las del norte del país, regiones montañosas como la de Los Andes, llanuras como La Pampa y estepas semidesérticas como las de la Patagonia. El país cuenta con un extenso litoral en el Océano Atlántico.

La llegada de los europeos supuso una brusca interrupción del modo de vida tradicional que habían seguido los indígenas de la región. España se hizo cargo del control y de la gestión del territorio a través de diversas figuras como las de la gobernación y el virreinato, hasta que tuvo lugar la independencia en 1816. Siguió un período marcado por las guerras civiles y por los enfrentamientos entre los descendientes de los europeos y los indígenas, con gran y lógico dominio por parte de los primeros. Después de esa época, el país ha atravesado por distintos momentos de estabilidad y crecimiento económico, que le han hecho oscilar entre ser uno de los países más emergentes del mundo y atravesar profundas crisis económicas.

La sociedad argentina es un conglomerado de descendientes de culturas tan diversas como las indígenas americanas (desde los guaraníes de las selvas del norte hasta los selknam o yamanas de Tierra del Fuego pasando por los pampas de la Pampa y los mapuches y tehuelches de la Patagonia) y los emigrantes europeos (aunque predominan los descendientes de españoles, abundan los de italianos, y los hay de franceses, irlandeses, ingleses, galeses o alemanes, entre otros muchos). Todo ello ha dado lugar a una población mestiza con diversidad de influencias, que ha ido adaptándose a los distintos momentos vividos en la historia del país, aunque se da una mayor homogeneidad que en otros países de Sudamérica por las campañas llevadas a cabo contra los indígenas en siglos anteriores (muchos pueblos se extinguieron, y en la actualidad ninguno conserva su modo de vida tradicional).



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