La literatura de Australia


País: 
Australia

La literatura de Australia

La literatura oral de los aborígenes australianos era contada y cantada en los distintos pueblos o etnias que estaban presentes en el continente, con el fin de que el conocimiento y la sabiduría se transmitiesen de generación en generación. Merece la pena destacar el hecho de que se trata del conjunto de comunidades humanas que más tiempo lleva viviendo de forma continuada en un territorio (parece que los aborígenes, junto a los melanesios, descienden del denisovano, un homínido que habría emigrado de África antes que el homo sapiens sapiens –del que desciende el resto de la humanidad), por lo que, con las lógicas reservas que un asunto de este cariz requieren, podríamos estar hablando de la literatura oral más antigua y practicada durante más tiempo. Un rasgo especialmente particular es de la fuerte presencia de la canción, una herramienta mediante la que los pueblos aborígenes contaban historias o incluso cartografiaban el territorio o se daban indicaciones para moverse sobre este.

Se trataba de una literatura de cierto carácter divulgativo, que portaba nociones de historia, geografía, o cultura, entre otras disciplinas (incluso algunos autores han acuñado para ello el término de biblioteca oral), así como mitos que narran hechos o situaciones del pasado de la comunidad (por ejemplo, cambios en paisajes, litorales o cursos de ríos). El asunto más importante que aborda esta literatura es el del Tiempo del Ensueño, que es el del origen de los pueblos aborígenes, cuando los antepasados espirituales dieron forma al universo y a las distintas manifestaciones del entorno físico (el desierto, las rocas, los ríos, los animales, etc). Hay otra serie de mitos comunes a las distintas comunidades, como el de la existencia de una enorme serpiente relacionada con los espacios acuáticos, y el de la llegada de un personaje exótico, por lo general de raza blanca, trayendo dichas o desgracias para el pueblo local. Después, existe una muy amplia variedad de mitos e historias en las diferentes comunidades que estaban –y, aunque en mucha menor medida, siguen- establecidas en el país.

A ese trasfondo es al que llegaron los primeros europeos, españoles, holandeses y británicos principalmente, aunque habría que esperar hasta el siglo XIX para que apareciesen las primeras obras escritas por colonos llegados de fuera. Las obras iniciales tenían los temas del outback –el inhóspito interior del continente-, de la vida en las colonias penales que constituyeron inicialmente el país, y de las condiciones en los asentamientos rurales. La literatura australiana escrita que se desarrolla a partir de este momento destaca por la unidad de la lengua y por la poca permeabilidad a nuevas corrientes, debido a la lejanía geográfica y cultural. Destacan en este primer momento autores como Rolf Boldrewood, Marcus Clarke y Joseph Furphy, y merece la pena destacar que la primera novela australiana, “Quinton Servinton: Un cuento basado en incidentes de ocurrencia real”, escrita en Tasmania por el convicto Henry Savery (“El guardian”, de Anna María Bunn, tiene el honor de ser la primera novela escrita en el continente australiano, y por una australiana). Poco después, incluso se desarrolló el pseudo-género conocido como “baladas del bush” –el bush es el medio salvaje del país-, encabezado por Henry Lawson o Andrew Banjo Paterson.A comienzos del siglo XX, la literatura australiana se orientó a la poesía, con protagonismo para nombres como Christopher Brennan, Rex Ingamells o Judith Wright. Aparecían también los primeros autores de literatura escrita aborígenes, como en el caso de la poeta Kath Walker. El esplendor de esa poesía llegaría con las figuras de Kenneth Slessor y A.D. Hope. En el ámbito de la novela, por su parte, se daría paso a una progresión que culminaría con los que, sin duda, son los grandes nombres de la corta historia literaria australiana, entre los que destacan los de Patrick White (único escritor del país galardonado con el Premio Nobel de Literatura), Colleen McCullough (escritora de novelas románticas e históricas, y autora del célebre libro “El pájaro espino”), Thomas Keneally (especializado en temas históricos y autor de la obra de la que se hizo la conocida película “La lista de Schindler”), Germaine Greer (muy orientada a la reivindicación del género femenino) o más recientemente el novelista Richard Flanagan, el novelista y cuentista Peter Carey, el dramaturgo David Williamson o David Malouf, que ha trabajado diversos géneros.

La literatura sobre Australia

La primera literatura de viajes sobre Australia pudo estar en los documentos e informes de la expedición del español Luis Váez de Torres, el primer europeo que atravesó el estrecho que separa Australia de la isla de Nueva Guinea, en 1606. Más tarde, en el siglo XVIII, fueron auténticos best sellers de su época los diarios del navegante británico James Cook. En el siglo XIX se da una literatura que está en la frontera entre ser literatura de o ser literatura sobre Australia (es decir, de formar parte del primer o del segundo epígrafe de este artículo), puesto que se trata de obra literaria escrita por personas nacidas fueras de Australia, aunque llegadas allí y establecidas; un caso es el de la figura de Adam Lindsay Gordon, nacido en las Islas Azores. Ya en el siglo XX, llegará la literatura de viajes propiamente dicha sobre el continente australiano. Por encima de todos los demás títulos sobre “Los trazos de la canción”, de Bruce Chatwin, en un viaje muy orientado al conocimiento de la cultura aborigen. Otros libros que destacan son “Las voces del desierto”, de Marlo Morgan (aunque es narrativa, la autora es estadounidense y tiene cierto componente divulgativo), “En la barrera”, del español Gabi Martínez, “Australia, un viaje”, de Jorge Carrión, “La memoria de la tierra”, de Rafael Manrique o “En las antípodas”, de Bill Bryson. También escriben sobre Australia, entre otros países o lugares, Paul Theroux, en su “Las islas felices de Oceanía” y Josep A. Pujante, con “Rumbo a las siete islas”.

Lecturas propuestas

Voss. Tierra ignota (Patrick White)

En esta novela del Nobel australiano, Voss, un explorador extranjero se propone el reto de llegar al interior de la isla-continente, en una expedición de lo más variopinto, formada por miembros de las más diversas profesiones, algunos ex convictos, e incluso dos aborígenes que están llamados a ser importantes en la supervivencia en un medio hostil que ellos conocen mejor. Y en el trasfondo de la expedición, una historia de amor, la de Voss con la sobrina del principal patrocinador de la expedición, a quien conoce apenas unos días antes de partir, y con quien mantendrá una tortuosa relación epistolar mientras la expedición se desarrolla.

Las voces del desierto (Marlo Morgan)

Una estadounidense se traslada a la otra parte del mundo para conocer más sobre una comunidad a la que admira: la de los aborígenes australianos, con quienes emprende una marcha por el desierto que le lleva a conocer sus medios de vida, sus hábitos y sus costumbres, y en última instancia, a ser capaz de valorar lo que de verdad es (y termina siendo para ella) importante en la vida. Se trata de una experiencia personal vital en la que las incomodidades se traducen en sabiduría y el desconcierto inicial en la más profunda de las realizaciones personales.

Los trazos de la canción (Bruce Chatwin)

Tanto el autor como el libro son indiscutibles clásicos de la literatura de viajes, con un Chatwin interesado en esta obra en la cultura aborigen, que estudia y transmite mediante los desplazamientos acompañando a un inmigrante ruso que debe negociar con los aborígenes, las conversaciones, sus apuntes sobre la historia y la cultura de otras comunidades del planeta -con las que establece comparaciones- y sus propias reflexiones. Sin duda, se trata de una espectacular fotografía de la Australia de los años 80 del siglo XX

En la barrera (Gabi Martínez)

El autor español emprende un viaje por la costa de Queensland, con un fuerte enfoque en la naturaleza. El problema del crecimiento desmesurado de la población de ciertas especies animales –como el conejo- y el problema que esto conlleva, el asunto del deterioro de la Gran Barrera de Coral o la vida rural en las granjas del país son solo algunos de los temas que el autor expone. Se trata de un libro que plasma perfectamente la idiosincrasia australiana en aspectos tan característicos como la aceptación de la distancia y el vacío -tan comunes e inevitables en la isla- o como la enorme biodiversidad que esta presenta.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Hay que elegir entre considerar a Australia la más grande de las islas o el más pequeño de los continentes. En cualquier caso, se trata de una vasta extensión de superficie –el sexto país más grande del mundo- que presenta unas condiciones notablemente hostiles para la vida, debido a que gran parte del territorio es desértico y obliga a la población a concentrarse en una costa que se reparten entre los océanos Pacífico e Índico. El país alberga desde el clima tropical hasta un clima parecido al de las islas británicas que se da en el Sureste, y merece la pena destacar la existencia de una fauna y una flora notablemente diferentes a la que puede encontrarse en otros continentes, y la destacada presencia de la Gran Barrera de Coral en la costa Noreste y de la isla de Tasmania en el sur.

Tras la llegada de los primeros europeos a una isla-continente poblada por infinidad de comunidades aborígenes fragmentadas, aunque con cierta identidad común, Australia se constituyó como una colonia penitenciaria a partir de la cual comenzaron a desarrollarse actividades que serían clave en el futuro de la nación, como la minería o la ganadería. Con la independencia conseguida a principios del siglo XX, y con la participación en las dos guerras mundiales, el país entró en un panorama internacional en el que ocupa una posición destacada gracias a la prosperidad que tuvo lugar en la época de la posguerra.

La australiana es una sociedad variada, moderna y cosmopolita, integrada por las generaciones que descienden de los primeros colonos que se asentaron en la isla, por inmigrantes de prácticamente todo el mundo (aunque principalmente llegados desde Europa y desde Asia) y de unos aborígenes que, históricamente, han tenido que pelear por sus derechos. Las características del medio en el que vive y la lejanía con respecto a los centros de poder del mundo han moldeado una cultura con un toque de personalidad propia, con dinamismo, vitalismo y amor por la naturaleza.

 



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