La literatura de Botsuana


País: 
Botswana

La literatura de Botsuana

El tswana es el pueblo principal de cuantas comunidades componen la población de Botsuana (el nombre del país, de hecho, significa “el país de los tswanas”), por lo que nos dedicaremos en primer lugar a la literatura oral que ese pueblo practicaba antes de la llegada de los europeos -y, por supuesto, aún mucho después; de hecho, ha llegado hasta nuestros días- (también sería interesante, en el caso de Botsuana, tratar la literatura de los pueblos khoisan o bosquimanos, que si bien no relevantes en términos de porcentaje de la población que suponen, sí lo son por lo que respecta a lo que han aportado a la identidad del país, y en especial a la icónica región del Desierto del Kalahari, pero para saber más sobre su literatura se remite al artículo “La literatura de los pueblos pigmeos del continente africano”, de la sección Artículos de Literatura Comparada de esta misma web). Volviendo a los tswana, aunque han estado tradicionalmente divididos en distintas sub-etnias o morafe, los rasgos generales de las literaturas orales de todos ellos presentan notables similitudes, por lo que se hará una única exposición que se podría referir a todas ellas.

Fue, la de los tswana, una literatura oral articulada mediante cuentos populares que recibían el nombre de dinaane, consistentes principalmente en mitos, fábulas y leyendas que solían contar con el denominador común de la importante presencia y protagonismo de los animales; de hecho, en ocasiones los seres humanos aparecían como personajes secundarios, siendo algunos de los animales que más presencia tenían el león, el conejo, la liebre o el chacal. Había un interés en presentar los principales rasgos y características de esos animales, y estos pensaban, se comportaban y hablaban como los seres humanos (con frecuencia, el animal supuestamente considerado más débil era capaz de engañar o convencer a los de mayor poderío, representándose así el triunfo de la inteligencia y de la astucia). En cualquier caso, también aparecían en las historias otros tipos de personajes, como por supuesto los ya mencionados seres humanos (las historias en las que estos eran protagonistas solían tratar sobre el modo de vida cotidiano de los tswana o explicar el establecimiento en el poder de una dinastía determinada), y también héroes, fantasmas, hadas, brujas y otros seres sobrenaturales. Por lo demás, esos cuentos e historias aludían a momentos diferentes del tiempo (algunos se retraían al momento en el que el mundo surgió o fue creado, mientras que otros prácticamente representaban el propio momento en el que las comunidades vivían), solían contar con los ineludibles componentes de la magia y el misterio, trataban de dar a conocer ciertas virtudes o defectos (entre las primeras, la inteligencia, el amor, la persistencia o la animosidad; entre los segundos, la glotonería o los celos), eran por lo general contados por narradores que se dirigían a una audiencia, presentaban una moraleja o enseñanza, y cumplían importantes funciones sociales entre las que se cuentan las de entretener, validar y confirmar los principales aspectos de la cultura tswana, educar a través de lo que se consideraban comportamientos correctos e incorrectos y resolver enigmas concernientes al origen que tenían como pueblo.

Con la llegada de los europeos apareció una literatura de tintes claramente coloniales practicada principalmente por misioneros británicos que conceptualmente tiene más cabida en el siguiente epígrafe (de hecho, se habla de ella ahí), y también aparecieron una serie de autores locales que publicaron su obra bajo la entidad política conocida como Bechuanalandia (un protectorado que los británicos establecieron en el territorio del país, como parte de sus posesiones e intereses en el sur de África)). Destaca en esa etapa, sobre todo y por encima de otros nombres, el autor Leetile Disang Raditladi, poeta y dramaturgo de obra prolífica que se volcó con el ideal nacionalista y que fue censurado por las autoridades del protectorado británico. Y ya formando parte de la última etapa que ha vivido el país, quedaría hablar de autores botsuaneses ya de la época en la que el país ha sido independiente, y entre ellos sobresalen nombres como los de Bessie Head (con frecuencia considerada la escritora botsuanesa más influyente, por sus trabajos en novela, relatos cortos y autobiografía), Barolong Seboni (poeta que se dio a conocer por la traducción de proverbios tswana al inglés), Unity Dow (autora que comenzó escribiendo ficción y continuó con ensayos sobre el pasado y el futuro de África en general y de Botsuana en particular), Andrew Sesinyi (que se convirtió en el primer novelista en lengua inglesa del país), Mositi Torontle (novelista y poetisa), Donald Molosi (que se ha dedicado principalmente al género del teatro), Tlotlo Tsamaase (poetisa que ha ganado diversos premios) y Siyanda Mohutsiwa (autora reconocida fuera de Botsuana que ha escrito sobre todo en favor del activismo).

La literatura sobre Botsuana

Los primeros misioneros europeos que se establecieron en el territorio del país desde el siglo XVIII fueron los primeros en emitir testimonios y crónicas de todo aquello que encontraban en lo que constituía un nuevo mundo para ellos. Entre ellos se puede destacar sobre todo al escocés John Mackenzie, misionero que participó en la creación del protectorado de Bechuanalandia y que dejó una extensa obra que recogía las principales experiencias e incidentes allí vividos. Posteriormente, en la época dorada de la exploración británica por el sur del continente africano, algunos viajeros de renombre dejaron escritos sobre el territorio botsuanés, sobresaliendo entre ellos David Livingstone, que estableció misiones en el país y dejó la obra “Viajes y exploraciones en el sur de África”.

En época más moderna, destacan los libros dedicados al país por el sudafricano Laurens van der Post (con una excelente obra como “El mundo perdido del Kalahari”), por el español Xavier Moret (con su “A la sombra del baobab”) o por el británico Will Randall (con “La hora de Botswana” -solo disponible en inglés-). También hablan sobre Botsuana, aunque en compañía de otros países africanos, libros como ”Latidos de África”, de Antonio Picazo, o “Crónicas desde el sur de África”, de Francesc Castanyer Castellví.

Lecturas propuestas

El mundo perdido del Kalahari (Laurens van der Post)

En este fantástico libro, el autor sudafricano analiza y disecciona al misterioso e interesante pueblo de los bosquimanos, que aún habitan con sus tradiciones más antiguas en algunos de los más remotos rincones del Desierto del Kalahari. En una expedición ambiciosa y no exenta de problemas cuyos preparativos y pormenores también cuenta Van der Post en el libro, el sudafricano y sus compañeros terminan cumpliendo el objetivo y teniendo una convivencia muy gratificante con un grupo bosquimano auténtico, de los que aprenden su extraordinaria habilidad para extraer recursos del hostil medio que les rodea, la relación sostenible que tienen con todos los elementos de la naturaleza y su rica e ingeniosa cosmogonía.

A la sombra del baobab (Xavier Moret)

Xavier Moret realiza, en compañía de un amigo, un viaje por Botsuana, con la intención de ver algunos de los ejemplares más espectaculares y legendarios de ese árbol tan impresionante por su tamaño como africano por su esencia, que es el baobab. Siempre con el hilo conductor que suponen las sensaciones que la majestuosidad y la solemnidad del baobab producen en ambos viajeros, Moret va relatando con detalle la expedición que les llevará por diversos lugares del país y que por supuesto les va a permitir conocer otros atractivos que el país le ofrece al visitante. El autor también echa la vista hacia atrás, para recordar pasajes de otros viajes por África, con frecuencia también relacionados con ese árbol que se erige como protagonista indiscutible del libro.

Latidos de África (Antonio Picazo)

Se trata de un libro de viajes, que en concreto acumula vivencias y experiencias que el autor ha vivido en África (tiene otros libros dedicados a los otros continentes). Una parte de ellas se refieren a Botsuana, y más concretamente a lugares como las Colinas de Tsodilo, en pleno Desierto del Kalahari, o la capital, Gaborone. El autor cuenta vivencias tan fascinantes como las de visitar poblados locales, disfrutar de maravillosos crepúsculos, ver cómo se desarrolla una boda local, encontrarse con los inigualables bosquimanos, avistar animales en su medio natural o dormir en el coche que les servía como medio de transporte en la expedición, todo ello con su característico estilo que le lleva a desafiar todas las leyes del viajero convencional y a tirar de sentido del humor a la hora de contar todo lo que le ocurre.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Botsuana es un país ubicado en el sur del continente africano que tiene un tamaño que se podría considerar entre mediano y grande dentro del estándar de los países africanos. Se trata de un territorio que se caracteriza por la riqueza de sus recursos naturales (han destacado en la extracción de diamantes, una actividad económica que ha llevado al país a un nivel de desarrollo superior al de la mayoría de los países africanos). Por lo demás, merece la pena destacar que gran parte de la extensión del país está ocupada por inhóspito y fascinante Desierto del Kalahari.

Los pobladores iniciales del territorio recibieron la llegada de los europeos en un tardío siglo XIX, pero no sería hasta finales, en concreto en 1885, cuando se constituiría el conocido como Protectorado de Bechuanalandia, perteneciente a la Corona Británica y completamente inserto en las posesiones británicas en África en general y en el sur del continente en particular. En 1960, Botswana adquiriría la independencia y se constituiría como el estado que es hoy, llegando a ser uno de los países más estables del continente (es, de hecho, el único país africano en el que no ha habido golpes de estado).

Tal y como sucedió en el caso del territorio de otros países del sur del continente africano, los pueblos bantúes procedentes del norte fueron desplazando a etnias que estaban en el territorio con anterioridad, como los pueblos khoisan. Como se decía al inicio de esta entrada, es el pueblo tswana el más presente en el país con cerca del 80% de la población, pero ello no es óbice para que también habiten y tengan relevancia en él otros grupos étnicos como los kalanga o los basarwa o bosquimanos. En el ámbito religioso, domina el Cristianismo, con la adhesión de algo más de dos tercios de la población.

 



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