La literatura de Brasil


País: 
Brasil

La literatura de Brasil

Antes de la llegada de los europeos, tenía lugar en Brasil una literatura oral mitológica que tenía como objetivo principal el de explicar el funcionamiento de los fenómenos de la naturaleza y de la vida. Debido a la enorme variedad étnica y antropológica de los diferentes grupos indígenas, resulta muy difícil abarcar toda la tipología de mitos y leyendas, por lo que se ha optado por hablar sobre una a modo de ejemplo, en concreto, sobre la mitología tikuna, la etnia más numerosa del Amazonas. Se trata de una literatura basada en los géneros de los cuentos y de las leyendas, que expone que el mundo en general, y la selva en particular, son el resultado de la acción de seres inmortales antiguos y de árboles primigenios que se quemaron. Las comunidades reunían a la gente en un patio, y los abuelos contaban estas historias, que solían ir acompañadas de danzas y ceremonias. Son característicos de esta literatura la presencia de seres fantásticos o que se transforman en otros seres, de hechiceros y encantamientos, de caciques, de promesas y supersticiones en el caso de que esas promesas no se cumplan, y de sacrificios para conseguir la fertilidad. Algunas de las leyendas más conocidas son la que explica el nacimiento de Yoi e Ipi –los creadores y protectores de la selva y de los seres que la habitan- o la que narra y describe el origen del maíz.

No es hasta el siglo XVII cuando, después de la producción literaria de los primeros europeos, comienza a haber una generación sólida de obras por parte de autores brasileños. En ese momento comienza el período barroco, una época marcada por los conflictos y por las contradicciones espirituales, con obras marcadas por la angustia y la melancolía y con las figuras destacadas de Gregório de Matos Guerra, Bento Teixeira y el Padre António Vieira. En el siglo XVIII llegaría el Neoclasicismo, que siguiendo el movimiento europeo del mismo nombre intentó recuperar los ideales de la Antigüedad Clásica (es una época de ascenso de los valores burgueses y de nacimiento de un movimiento protonacionalista en la región de Minas Gerais, una territorio en el que apareció el grupo llamado de los poetas mineiros). También se potenció el género pastoral y, por lo general, fueron figuras destacadas Cláudio Manuel da Costa, Tomás Antonio Gonzaga o Basilio da Gama. El siglo XIX, con la llegada de la familia real portuguesa y con la correspondiente modernización, trae la necesidad de una literatura que ayude a la inserción del país en el orden político mundial. En el movimiento conocido como Romanticismo, se producen obras caracterizadas por el espíritu idealista y soñador, la potenciación de valores como el individualismo y el nacionalismo, la puesta en valor del pasado histórico local (el indianismo) y la valoración de la libertad. Los principales representantes de la época son José de Alencar (con obra en prosa que muestra al indio como héroe nacional, destacando “El guaraní”), el poeta Álvares de Azevedo o Castro Alves. En la segunda mitad del siglo, se da un giro hacia el realismo, y con él irrumpe el que probablemente es el escritor más célebre del país: Machado de Assis, con una literatura que buscaba indagar acerca de la verdad y de la realidad social, con obras como “Memorias póstumas de Brás Cubas” o “Don Casmurro”. Antes de que el movimiento derivara en la variante del naturalismo o ultrarrealismo, también destacó Euclides da Cunha, con su principal obra, “Los sertones”.

El siglo XX llegó de la mano del modernismo y su combinación de tendencias nacionalistas con un interés por las vanguardias europeas, con papel relevante de Oswald de Andrade (poeta, ensayista y dramaturgo que es uno de los nombres destacados del modernismo brasileño), de Vinícius de Moraes (destacado poeta que sobresalió en la composición de canciones) y de Carlos Drummond de Andrade (dedicado principalmente a la poesía), y con presencia de inquietud filosófica y religiosa y de conciencia crítica. Más adelante en el siglo, destacarán otros autores ya más difíciles de encuadrar en un movimiento concreto, como Jorge Amado (escritor muy reconocido y autor de varias obras que se consideran clásicos de la literatura brasileña), Hilda Hilst (autora muy experimental con bagaje en varios géneros), Paulo Coelho (novelista de gran éxito internacional), Guimaraes Rosa (escritor cuya principal obra es "Gran Sertón"), Nelson Rodrigues (escritor que destacó principalmente como dramaturgo, con un fuerte componente de crítica social) o Rubem Fonseca (escritor de amplio reconocimiento), entre otros. En el siglo XXI despuntan figuras como Bernardo Carvalho o Adriana Lisboa.

La literatura sobre Brasil

Desde la llegada de los primeros europeos, comienza a producirse literatura en forma escrita. Después del primer registro literario en tierras brasileñas, la “Carta de Pero Vaz de Caminha” a Manuel I de Portugal para explicar cómo es la tierra recién conquistada, hay una producción de casi dos siglos dominada por los diarios de los navegantes y por la literatura jesuita, con autos, cartas, himnos, poemas y sermones que ayudaban en la labor de catequización de los indios. En el primero de los ámbitos, destacan las aportaciones del Padre Gaspar de Carvajal, cronista de Francisco de Orellana, descubridor europeo del Amazonas, Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de Vicente Yañez Pinzón –el más pequeño de los hermanos Pinzón, que descubrió las costas de Brasil tres meses antes de la llegada de Pedro Alvares Cabral- y Antonio de Herrera, cronista de Juan Díaz de Solís -considerado el primer europeo en llegar al Río de la Plata-.

En un momento posterior, hay que resaltar las aportaciones sobre el país del escritor austriaco Stefan Zweig, con su “Brasil. País de futuro”, del uruguayo Eduardo Galeano, con “Las venas abiertas de América Latina”, del español Javier Nart con "Viaje al otro Brasil" y del hispano-brasileño Bernardo Gutiérres con "Calle Amazonas. De Manaos a Belem por el Brasil olvidado". Ya en el ámbito de una ciencia concreta, como la antropología, es digna de mención la aportación del antropólogo francés Claude Levi-Strauss con la obra “Tristes trópicos”.

Lecturas propuestas

Vamos a calentar el sol (José Mauro de Vasconcelos)

Se trata de una novela en la que un adolescente con origen amazónico cuenta en primera persona una etapa de su vida en Natal, tras haber sido acogido por un adinerado médico –es la continuación de una primera novela titulada “Mi planta de naranja lima”, que habla de la infancia del protagonista en Río de Janeiro-. La imaginación del niño produce a una serie de personajes que le ayudan interpretar los designios que le van trayendo la vida en la casa en la que ha terminado recalando, el día a día en un colegio religioso, y los primeros vientos de atracción por el género opuesto. La amistad y la ternura terminan por imponerse como protagonistas en el final de la historia.

El imperio eres tú (Javier Moro)

Pedro IV de Portugal y I de Brasil llega al ardiente territorio que el país europeo tenía en ultramar huyendo de la invasión napoleónica, para comenzar una nueva vida en compañía de su mujer, una archiduquesa de Austria con la que no siempre es sencillo compartir las vivencias que la vida les va deparando, y para avanzar hacia la independencia del país, del que se proclamará emperador. Las excentricidades y los escarceos amorosos de este personaje, capaz de lo mejor y de lo peor, salpimientan el relato con unas dosis muy adecuadas de realidad humana.

No duermas, hay serpientes (Daniel L. Everett)

Un misionero y lingüista estadounidense aterriza en una comunidad perdida de la selva amazónica para tratar de propagar la fe cristiana y para estudiar la lengua de la comunidad que allí habita, la piraha. Se trata de un idioma en el que no existen los números, no se utilizan tiempos verbales ni en pasado ni en futuro y no se habla de colores. El autor se esfuerza por demostrar cómo por detrás de lo puramente lingüístico se esconde una configuración mental y cultural que se materializa en una forma de entender la vida totalmente diferente a la que tenemos en Occidente. Por el camino, el autor habla sobre animales de la selva, sobre la austera vida en una cabaña y sobre los problemas para evacuar a una persona enferma de la selva.

La serpiente líquida (Alfonso Domingo)

El viajero y escritor español narra un viaje por el río más caudaloso del planeta, con el fin de acercarse a la sabiduría tradicional de los chamanes y de acumular experiencias de toma de la enigmática sustancia de la ayahuasca. A lo largo del libro, y mediante la conversación y la observación, ofrece una buena imagen de las gentes que viajan en los barcos amazónicos por las más diversas razones, con sus situaciones, sus problemas, sus proyectos y sus sueños, y también de las por lo general poco estéticas ciudades de la región.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Brasil es el quinto país más grande del mundo en superficie, y su territorio se extiende mayoritariamente entre el Ecuador y el Trópico de Capricornio. La selva amazónica cubre algo menos de la totalidad de ese área y aporta varias cuencas hidrográficas de relevancia, una enorme biodiversidad y una ingente cantidad de recursos naturales, mientras que la parte oriental del país se asoma al Océano Atlántico.

Desde la llegada de los europeos en 1500, Brasil quedó en manos de Portugal en virtud de lo establecido en el Tratado de Tordesillas, y se fue constituida como colonia para pasar a ser el indiscutible motor de Sudamérica mientras atravesaba una serie de períodos marcados por la forma política adquirida en cada momento, como las de la monarquía y la república, que desembocaron en la independencia adquirida en 1822 tras una serie de conflictos con Portugal. Tras la independencia, el país ha continuado siendo referencia en la región. 

Destaca la enorme variedad étnica del país, configurando una sociedad mestiza, con la confluencia de los orígenes de tres continentes diferentes, pues a la mezcla de europeos y americanos hay que añadir la importante presencia del contingente africano que, lamentablemente, llegó al país para ejercer la esclavitud. De la misma forma, la apertura de fronteras a finales del siglo XIX propició la llegada de numerosos inmigrantes de diversas zonas del mundo.

 

 



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