La literatura de Camboya


País: 
Camboya

La literatura de Camboya

El pueblo jemer es el que mayoritariamente ha ocupado el territorio del país que hoy es Camboya desde la Antigüedad, ya que se estima que los jemeres llegaron al Sudeste Asiático al menos en el año 2.000 a.C. También tuvo lugar muy pronto la llegada de influencias desde países vecinos, sobre todo de la India, ámbito en el que nacieron corrientes culturales, filosóficas y religiosas como el Budismo y el Hinduismo, de tremendo impacto en el pueblo jemer.

La primera literatura generada por los jemeres fue de naturaleza oral, en lo que constituye el folclore tradicional de ese pueblo, aunque hay una presencia temprana también de la literatura escrita en la forma de inscripciones epigráficas realizadas en piedra (no en vano el jemer es el alfabeto aún en uso más antiguo del Sudeste Asiático). En lo que respecta al folclore, podemos decir que era rico y variado, consistiendo principalmente en cuentos, leyendas y canciones protagonizados por héroes, príncipes y seres sobrenaturales como los fantasmas. Por lo general, los cuentos y leyendas eran largos, estaban construidos con versos que rimaban, y trataban de transmitir normas y valores (por ejemplo, la resolución pacífica de conflictos era una de las enseñanzas que más presente estaba en las historias). Hay algunas historias que, habiendo nacido en tiempos antiguos, han sido muy populares y han llegado hasta nuestros días, han sido puestas por escrito e incluso en algunos de los casos han sido representadas; es el caso de los relatos de “Vorvong y Sorvong” (en el que los dos príncipes jemeres que dan nombre al relato cayeron en desgracia y consiguieron recuperar su estatus anterior luego de haber llevado a cabo una serie de hazañas) o de “Tum Teav” (una historia de amor trágico). Por lo demás, merece la pena destacar que, más allá de la tradición puramente local, también hubo en la literatura oral una temprana influencia de leyendas indias y budistas. Por su parte, en lo que se refiere a las manifestaciones escritas, es importante resaltar que las inscripciones epigráficas mencionadas eran realizadas en columnas, muros y estelas y que consistían principalmente en exposiciones de los linajes reales, en edictos religiosos, en explicaciones de las conquistas que se iban efectuando y en detalles de la organización interna que los jemeres tenían como pueblo. Después de esa primera forma de literatura escrita, no tardó en aparecer la influencia india ya comentada en el caso de la literatura oral, que en este caso se materializó en traducciones y adaptaciones de textos budistas e hinduistas (un ejemplo de los primeros sería la traducción de la célebre obra conocida como “Tripitaka”, mientras que en el caso de los segundos destacaría el “Reamker”, que no es otra cosa que la versión camboyana del “Ramayana”, la famosa epopeya india, producida en un ya tardío siglo XVI -o al menos es de ese momento la versión más antigua que se conserva-).

A partir del siglo XVII se desarrolló la conocida como literatura de la corte, en la que predominó por encima de otras formas literarias el verso, ya que fueron cuentos poéticos y poemas épicos los géneros que más se dieron (en esta etapa, la influencia pasó a ser más siamesa que india o budista, y de hecho muchos de los poemas o bien eran traducidos del tailandés original o bien seguían la tradición poética tailandesa). No obstante ese predominio del verso, también se desarrolló la prosa, y tanto fue así que de hecho es en ese campo en el que destacó el que tal vez fue el nombre propio literario más relevante de la época, Ang Duong, un noble que se dedicó a la escritura y que en el siglo XIX legó novelas que tratan sobre amores y desamores pero que, por encima de esas historias, dejan lecciones morales. De algo después son las famosas “Crónicas reales de Camboya”, una colección de manuscritos históricos de los siglos XVIII y XIX, que cuentan la historia del reino en los siglos XIV y XVI.

En lo que respecta a la literatura de los siglos XX y XXI, hay que destacar el impacto en la literatura de la dominación francesa bajo la forma del protectorado (aunque las influencias india y siamesa no se perdieron de forma abrupta), en la que los franceses se interesaron por la cultura de Camboya (destacó en ese campo Adhemard Leclere, promotor de la obra “Las recomendaciones de Old Mas”, basada en la sabiduría tradicional jemer -fue este el primer libro en escritura jemer sacado de una imprenta-). Por lo demás, en la primera parte del siglo XX destacaron autores como Preah Botumthera Som (considerado uno de los escritores más relevantes en lengua jemer), Sou Seth (novelista que destacó con la obra “Lamentación de Bimba”) o Nou Kan. Más adelante, en el período del régimen comunista de los jemeres rojos -en el que, bajo el mando de Pol Pot, el país recibía el nombre de Kampuchea- iban a aparecer las habituales dificultades en este tipo de regímenes (con escritores exiliados o no pudiendo dedicarse a la literatura), y después iban a aparecer nombres como los de Pich Tum Krovil (que reunió obras perdidas y comenzó con la conocida como nueva poesía jemer), Vatey Seng o Navy Phim (los dos últimos escribieron sobre sus experiencias bajo el régimen de Pol Pot), y Somaly Mam (que ha ganado reconocimiento internacional).

La literatura sobre Camboya

No estuvo Camboya entre los destinos ni las zonas de paso principales de los europeos durante la Edad Media, ya que el territorio del país quedaba fuera -más al sur- de las principales rutas comerciales que conectaban Europa con Asia, y tampoco después, cuando los viajes a Asia se vieron desplazados por las expediciones que las naciones europeas efectuaban a América, África y Oceanía. Así, una de las primeras visiones sobre Camboya ofrecida por alguien llegado de fuera es la de Zhou Daguan, un diplomático chino del siglo XIII que dejó la obra “Las costumbres de Camboya”, un valioso testimonio sobre los pormenores del Imperio Jemer. Y, aunque poco conocidos incluso en España, también merece la pena destacar los textos de Fray Gabriel Quiroga, el cronista de las expediciones de Blas Ruiz y Diego Velloso, dos españoles que estuvieron cerca de conquistar Camboya para la corona española en el siglo XVI (de ese contexto, el de las expediciones españolas a Camboya desde Filipinas, es también el “Breve y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Cambuja”, de Pedro Lasso).

En lo que se refiere a los tiempos modernos, en literatura de viajes sobre Camboya merece la pena destacar los títulos “Un dragón latente” (de Norman Lewis) o “Viaje al Mekong” (de Javier Nart) -ambos cuentan viajes por otros países del Sudeste Asiático además de Camboya- y “Perdidos en Camboya. Armas, sexo y marihuana en el lado oscuro”, de Amit Gilboa, mientras que en el género del ensayo estarían “Camboya. El legado de los jemeres rojos”, de Mark Aguirre, y “El infierno de los jemeres rojos”, de Denise Affonço.

Lecturas propuestas

La eliminación (Rithy Panh)

Es este un duro, cruel y por momentos escalofriante libro, escrito por una víctima de tanto del opresivo sistema comunista implantado por los jemeres rojos en la parte final del siglo XX, como de los despiadados procedimientos y métodos que estos emplearon para controlar, y sin duda aterrorizar, a toda la población del país (el propio autor lo sufrió en sus carnes, con una trágica historia familiar). Treinta años después del momento que supuso el punto y final del régimen de Pol Pot, Panh vuelve al país para entrevistar y recoger declaraciones de representantes de las dos partes implicadas, aunque sin duda, el testimonio estrella es el de Duch, uno de los principales responsables del genocidio que los jemeres rojos llevaron a cabo, que continúa teniendo una particular visión de todo lo que sucedió.  

Viaje al Mekong (Javier Nart)

Se trata de un libro de literatura de viajes sobre el Sudeste Asiático que cuenta con el hilo conductor del Río Mekong (que atraviesa casi todos los países de la región), y en él el autor dedica casi un tercio de las páginas a Camboya, para relatar sus vivencias sobre todo en la capital Phnom Penh y en el fantástico complejo histórico de los Templos de Angkor, pero también en otros lugares como el Lago Sap. Por el camino, Nart describe con detalle el aspecto que presentan las ascuas que aún quedan del terrible fuego que ocasionó el régimen polpotiano, y cuenta algunos pormenores de la que era la actualidad del país en el año del viaje (2001), aún con una complicada situación política, aunque todo ello sin olvidar ensalzar la grandeza que una vez llevó al Imperio Jemer a construir la maravilla que es Angkor.

Un dragón latente (Norman  Lewis)

También perteneciente al género de la literatura de viajes, y también dedicado a los distintos países del Sudeste Asiático, este libro cuenta las vivencias del autor en el país en la época del protectorado francés. Lewis visita los icónicos puntos de Phnom Penh, Angkor y el Lago Sap, aunque también, gracias a su prolongada estancia en el país, a rol como periodista y a su curiosidad, consigue profundizar bastante más de lo habitual en el conocimiento del país, llegando por ejemplo a entrevistarse con distintas personalidades (entre ellas el rey del país o al general francés al mando de las tropas en el país) y a conocer muchas de las costumbres y hábitos propios de la cultura camboyana.

El camino más corto (Manu Leguineche)

En esta biblia de la literatura viajera, en la que Manu Leguineche cuenta sus peripecias por medio mundo, hay un espacio dedicado al paso del notable periodista por Camboya. Los temas principales que Leguineche cuenta en el libro son la complicada situación que el país vivía en el momento del viaje -los años 70 del siglo XX-, las maravillas arquitectónicas de Angkor y las expediciones españolas de los siglos XVI y XVII desde la base de Filipinas, aunque también habla de experiencias más mundanas y de su día a día en el país vividas en los hoteles de la capital del país, en trenes que atraviesan estaciones desangeladas y campos de cultivo, en aduanas o en auténticos antros, lugares todos ellos que le permiten descubrir la auténtica realidad del país.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Camboya se sitúa en la Península del Sudeste Asiático, rodeado de vecinos de mayor tamaño como Thailandia o Vietnam que, salvo en momentos puntuales, históricamente han tenido una mayor importancia política y económica en el contexto de la región (estando todos ellos, por supuesto y a su vez, a la sombra de gigantes como China e India). El territorio del país está dominado por masas de agua como el Río Mekong (que atraviesa varios países de la península y articula la vida a su alrededor) y por el Lago Sap (el mayor lago dulce del Sudeste Asiático). Por lo demás, el país cuenta con un clima tropical.

El pueblo jemer fue uno de los primeros pueblos de la región en constituir ideas e instituciones políticas avanzadas tomadas de la cercana India -fue por ejemplo uno de los primeros reinos centralizados de la Península del Sudeste Asiático, destacando los períodos de los reinos de Funan y Chenla-, aunque sin duda iba a haber que esperar hasta el siglo IX para que comenzase la etapa de mayor esplendor del país, en lo que constituyó el Imperio Jemer, cuya vigencia duró hasta el XIII. Después iban a venir las etapas del dominio tailandés y del protectorado francés, y una independencia que iba a llevar al país a sufrir una auténtica pesadilla, con la constitución de uno de los regímenes políticos más crueles y despiadados que han existido a lo largo de la historia, el de los jemeres rojos comandados por el revolucionario y dictador Pol Pot.

En lo que concierne a lo cultural, si bien es cierto que la mayoría de la población del país -en torno al 95%- es de etnia jemer, también están presentes un buen número de minorías étnicas, como los pueblos pnong, charai, kachork o bunong, entre otros, que tienen más presencia en las zonas selváticas y montañosas. En lo religioso, la religión principal es el budismo, aunque es de destacar la alta medida en la que ese sistema de creencias está mezclado y el hinduismo.



Comparte el artículo en las redes sociales