La literatura de Chile


País: 
Chile

La literatura de Chile

Los pueblos de etnia mapuche son los que habitaban en el territorio que hoy constituye Chile antes de la llegada de los conquistadores españoles (aunque había otros grupos indígenas ajenos a  la familia mapuche, estos predominaban), por lo que suya fue la primera literatura, oral, que se produjo en el país. Esa literatura se estructuraba y se basaba en distintos formatos, entre los que destacan los ul –cantos-, los nútram -relatos conversados-, los epew –eran relatos míticos con una enseñanza ética- y los piam –narraciones de personajes legendarios-. Todos ellos solían ser reproducidos y transmitidos por los ancianos de cada comunidad, y aunque muchos de ellos constaban de hechos sucedidos en la realidad –la temática sobre la que versaban estaba constituida con frecuencia por las actividades y avatares de la vida cotidiana-, eran considerados ficción por el sencillo motivo de que los mapuches sostenían que el lenguaje alteraba lo acontecido. En cualquier caso, también trataban temas ajenos a esa realidad, como por ejemplo el del viaje al más allá, es decir, el viaje de un vivo al mundo de los muertos.

Todo cambió con la llegada de los españoles, cuando después de la primera etapa en la que ellos mismos escribían sobre Chile –tratada en la segunda sección de este artículo, aparecen los escritores ya nacidos en el país, de los que son de alguna forma abanderados Pedro de Oña –el primer poeta nacido en Chile, que describe la guerra entre españoles y mapuches en “Arauco domado”- o Diego Arias de Saavedra –que escribió “Purén indómito”- (merece la pena destacar que, aunque ya se trata de una literatura propiamente chilena, en esas primeras fases aún se dirigía principalmente al pueblo español). También fue relevante, desde ese primer momento y hasta varios siglos después, la literatura escrita por monjas de los conventos del país en forma de diarios, cartas espirituales, autobiografías y epistolarios, con algunos nombres propios destacados como los de Josefa de los Dolores, Úrsula Suárez o Tadea de San Joaquín.

En el siglo XIX iban a llegar distintas corrientes europeas, entre las que destacan el Romanticismo y el Realismo, que provocaron el surgimiento de generaciones o grupos de escritores que adaptaban esas ideas llegadas de fuera con un enfoque o estilo propio. Por ejemplo, en el Romanticismo se distinguen una corriente costumbrista y otra –más radical- romántico-social (son escritores del Romanticismo José Victorino Lastarria, Mercedes Marín del Solar o José Joaquín Vallejo, y del Realismo Alberto Blest o Baldomero Lillo). En el siglo XX iba a llegar el turno del Criollismo (en realidad una extensión del Realismo, que pretendía describir la vida rural, destacando en él Mariano Latorre), el Modernismo (muy orientado a la poesía, con papel destacado para Ambrosio Montt y Montt o Alberto del Solar, entre otros muchos), o el Vanguardismo (también centrado en poesía, y en cuyo seno iban a surgir algunas de las más destacadas figuras de la literatura chilena, como Pablo Neruda –poeta de renombre mundial y Nobel en 1971-, Gabriela Mistral –ganadora del Nobel de Literatura en 1945- o Vicente Huidobro –fundador de una vanguardia conocida como creacionismo-). También son de la primera parte del siglo XX el denominado Grupo de los Diez, con varios ganadores del Premio Nacional de Literatura (como Pedro Prado, Augusto D´Halmar o Eduardo Barrios), y el de La Mandrágora, compuesto por poetas surrealistas, ambos en el seno de esas corrientes llegadas de Europa. Más autóctonos y ajenos a lo llegado de fuera son los movimientos del Imaginismo (contrario al Criollismo y basado en la imaginación y la fantasía con un fin hedonista y recreativo, con relevancia de Ángel Cruchaga y Salvador Reyes Figueroa) o del Neocriollismo (que pretendía representar el mundo popular en su dimensión social y humana, todo ello desde una postura política cercana al marxismo, con aportación destacada de Nicomedes Guzmán o Gonzalo Drago).

En cualquier caso, ha habido una serie de autores menos adscritos a movimientos aunque también relevantes, como Nicanor Parra (poeta de gran influencia en la literatura hispanoamericana), Gonzalo Rojas (poeta ganador de diversos premios), Pablo de Rokha (considerado también de los grandes de la poesía chilena), Isabel Allende (que participó en el movimiento del Realismo Mágico), Jorge Teillier (creador del estilo propio de la poesía lárica –que trata sobre la vuelta a un paraíso pasado basado en lo cotidiano-), Roberto Bolaño (con tremenda influencia en narrativa y poesía) o José Donoso (que también formó parte de ese boom latinoamericano). En las últimas décadas, merece la pena destacar la concurrencia de generaciones, o al menos grupos de escritores, conocidos como Nueva Narrativa Chilena de los Noventa (con novelistas y cuentistas como Gonzalo Contreras, Alberto Fuguet o Ana María del Río, entre otros) y Literatura de los Hijos (que ofrecen una mirada infantil o adolescente sobre complicados sucesos de la historia reciente del país, destacando Alejandro Zambra o Lina Meruane). También es relevante la aparición de una serie de poetas mapuches contemporáneos, que a veces escriben en la lengua indígena mapudungun (son algunos Lorenzo Aillapán, Elicura Chihuailaf o Rosendo Huenumán García).

La literatura sobre Chile

Como no podía ser de otra forma, la primera literatura de personas llegadas de fuera que se conoce para el caso de Chile es la de los cronistas que describían a la corona española el proceso de colonización de las nuevas tierras. Son relevantes a ese respecto las obras “Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile”, de Jerónimo de Vivar, "Crónica del Reino de Chile", de Pedro Mariño de Lobera, “Historia Geográfica e Hidrográfica del Reino de Chile”, de José Perfecto de Salas, e “Historia general del Reyno de Chile”, de Diego de Rosales, por mencionar solo algunas (fueron numerosas y se sucedieron en los siglos XVI, XVII y XVIII). En otros géneros más allá de la mera crónica, destaca la aportación de Alonso de Ercilla con el poema “La Araucana”. También escribieron sobre el país los científicos y naturalistas Charles Darwin y Alejandro Malaspina, cuando sus expediciones pasaron por territorio chileno.

En literatura de viajes contemporánea sobre el país se pueden mencionar los títulos “Viaje a los Andes Australes”, de Sergi Lara, “Viaje en bicicleta por la Patagonia chilena”, de Juanjo Jiménez y “De Santiago de Chile a Puerto Williams”, de Ángeles Doñate y Anna Guerrero. También han hablado sobre Chile en sus libros –aunque no de forma exclusiva, pues también lo hacen de otros países- Antonio Picazo (con “Un viaje lleno de mundos”) y Javier Reverte (en “Confines”). También hay títulos exclusivos de la Isla de Pascua, como el libro de Alfred Metraux que precisamente comparte nombre con la isla.

Lecturas propuestas

Casa de campo (José Donoso)

En este libro, visto por muchos críticos como una alegoría sobre la dictadura que hubo en el país, una extensa familia se dispone a pasar el verano, como cada año, en una casa de campo ubicada en un lugar remoto –allí suelen pasar tres meses y obtener los réditos de un negocio mediante el cual explotan a los indígenas del lugar-. Aunque el verano transcurre con normalidad, todo cambia cuando los mayores de la familia deciden hacer una excursión de un día dejando a los niños en la casa, lo que ocasionará que estos se hagan dueños del espacio e incluso del tiempo, para darle la vuelta a la historia como ni en sus más optimistas sueños habrían podido aproximar, aunque no todo va a terminar resultándoles tan idílico como les parecía.

El gaucho insufrible (Roberto Bolaño)

Es este un libro de relatos, en el que además del que tiene el título que da nombre al libro, hay cuatro más, además de dos conferencias que impartió el autor. “El gaucho insufrible” cuenta la historia de un abogado y padre de familia que decide dejarlo todo para comenzar una nueva vida en las llanuras, y junto al resto de textos, forma un libro en el que queda patente ese toque fantástico que la literatura ha alcanzado en Latinoamérica mejor que en ningún otro sitio, llegando a hacer posible que por ejemplo el lector pueda llegar a asimilar como cuasi-verídica una historia protagonizada por ratas, como ocurre en “El policía de las ratas”, otro de los relatos que componen el libro.

Un viaje lleno de mundos (Antonio Picazo)

Este es el libro que el autor dedica a América –tiene otros para África y Asia-, y en él va insertando fragmentos en los que va hablando de forma alterna de distintos países del continente. En el caso de Chile, es en el Desierto de Atacama y en los pequeños pueblos de esa región por los que se desplaza (San Pedro de Atacama, Calama, Monte Grande o Algarrobito, entre otros) donde transcurren las andanzas del viajero y escritor. Las huellas de Gabriela Mistral, conjuntos de ruinas incas o los mayores géiseres del hemisferio sur –los de Tatio- son algunos de los componentes presentes en el viaje y que se cuentan al lector.

Confines (Javier Reverte)

En este libro el autor se propone vivir y contar experiencias en los extremos norte y sur del planeta. En la segunda parte se habla sobre Chile, ya que es allí y en Argentina donde se desarrolla lo contado sobre el extremo sur, y es que lo que Reverte hace es atravesar el conocido como Canal d Beagle, en la parte sur de Tierra del Fuego. El autor llega a Santiago de Chile, una ciudad en la que no había estado a pesar de su amplio currículum viajero, y desde allí se desplaza a Punta Arenas (en la Patagonia chilena) para embarcarse en una nave que le va a llevar a rememorar los periplos por la zona de algunos de los más célebres viajeros de la historia.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Chile es un país que extiende su territorio por el lado occidental de gran parte de Sudamérica (ocupa el estrecho territorio que separa Argentina y al Océano Pacífico). La peculiaridad de constituir un territorio tan estrecho no le impide –incluso, tal vez le ayuda a- tener una diversidad que conoce desde el Desierto de Atacama en el norte, a las montañas y lagos de la Patagonia y de Tierra del Fuego, en el sur. También pertenecen al país la polinesia Isla de Pascua, otras islas del Pacífico e incluso una porción de territorio antártico.

La historia del país viene marcada, obviamente, por la conquista española producida en el siglo XVI a cargo de Pedro de Valdivia, que originó la nueva situación en la que Nueva Extremadura pasaba a ser una posesión española más. La emancipación tuvo lugar a principios del XIX, un momento a partir del cual el país iba a forjar tanto sus fronteras como su identidad, que no sin episodios difíciles en forma de guerras civiles, dictaduras y disputas territoriales, le iban a llevar a ser uno de los países más estables de Sudamérica.

La población chilena actual es una mezcla de descendientes de españoles y de indígenas principalmente de la familia mapuche (aunque también hay otros como los aimaras, los diaguitas, los quechuas, los atacameños, los kawéskar, los yagán o los kolla). El Catolicismo es la corriente religiosa a la que se adscriben la mayoría de los chilenos.



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