La literatura de China
La literatura de China
La literatura china es, no solo una de las más antiguas del mundo, sino la que probablemente más continuidad ha tenido desde que comenzó y una de las que más diversidad de géneros ha mostrado. Los primeros testimonios literarios se realizaron en caparazones de tortuga y consistían en inscripciones utilizadas para adivinar y en oraciones, que ya estaban escritas en un prototipo de caracteres chinos que, no obstante, presenta notables diferencias con los caracteres que se utilizan hoy. De la misma época, y de algo después (ya en período de las dinastías Zhou y Qin), son una serie de textos de tema histórico, filosófico y religioso, cuyos mejores ejemplos es “El corazón de la literatura y el cincelado de dragones” –una obra de crítica literaria-, así como los textos que sirvieron como base para los sistemas de principios, creencias y valores que implantaron personas tan influyentes y relevantes como Confucio, Laozi, Zhuangzi, Mencio y Mozi (los dos primeros fundaron sendos sistemas filosófico-religiosos –el confucianismo y el taoísmo- que aún hoy siguen siendo la base del pensamiento y el comportamiento chino). También se habla de lo que se ha dado en llamar “los cinco clásicos”, dedicados a la poesía, a la historia, a los cambios, a los ritos y a la música, y no se puede cerrar la exposición de esta primera etapa sin mencionar el mítico libro “El arte de la guerra” (de Sun Tzu), un manual militar con gran valor literario.
La llegada de la dinastía Han, en el siglo III a.C., trae consigo una serie de textos dedicados a temas políticos –pretendían aconsejar a los gobernantes-, centrados en el género del fu (consistente en un poema de prosa de tema descriptivo) o ubicados en escuelas poéticas de carácter realista y romántico. La obra más destacable del período es “Las memorias históricas”, de Sima Qian. Pero es la época de la dinastía Tang (entre los siglos VII y X de nuestra era) la que es considerada la más brillante culturalmente de la historia de China, con producción destacada en poesía (destacan las figuras de Li Bai y de Du Fu –ambos escribieron, entre otros asuntos, sobre la guerra- y hay proliferación de versos pentasílabos y heptasílabos, de poemas de ocho versos y de recopilaciones de poemas) y en prosa (con una corriente que pretendía la vuelta al estilo literario de la época Han, más claro y preciso, y con protagonismo del ensayo). La dinastía Song, que se mantuvo en el poder entre los siglos X y XIII, trajo la popularización de la literatura de los viajeros (que tuvo gran alcance entre la población china) y el impulso definitivo de la poesía (destacaron los poetas Lu, con una producción masiva de más de 10.000 poemas, y de Sun Tungpo, considerado el poeta más grande del período). Algo más habría que esperar hasta que en tiempos de las dinastía Yuan y Ming surgiesen el teatro (abanderado por el dramatugo Guan Hanging, escrito en un chino vernáculo no clásico y con el género chuan-qi o teatro del sur como uno de los principales exponentes) y la novela, cuya primera manifestación se da en el siglo XIV, abriendo a paso las que se conocen como las cuatro novelas clásicas chinas: “Romance de los tres reinos” (1330, de Luo Guanzhong), “A la orilla del agua” (de 1573), “Viaje al Oeste” (1590, atribuido a Wu Chengen) y “Sueño en el pabellón rojo” (1792).
La transición hacia la literatura moderna viene de la mano de la última dinastía que existió, la Qing, que ocupó el trono imperial entre los siglos XVII y XX, un período en el que aparecieron obras célebres como la "Colección completa de las obras escritas repartidas en cuatro almacenes" (una recopilación llevada a acabo por iniciativa oficial de los emperadores), "Qing. Sueño del pabellón rojo" o "Cuentos fantásticos del estudio de Lao" y en el que la principal novedad fue el hecho de que el pueblo chino entró en contacto con la literatura extranjera, de cuyas influencias bebió para plasmarlas en el siglo XX, en el que ha tenido lugar una literatura más occidentalizada y una mayor presencia de la libertad de expresión y de la igualdad de género (no hace falta mencionar, no obstante, que el régimen político comunista ejerció desde su entrada una fuerte influencia y un rígida censura en cuanto texto se escribía y se intentaba publicar). Muchos son los nombres destacados en el siglo XX, pero tal vez destaquen por encima los de Mo Yan (con gran influencia de la literatura occidental y Premio Nobel de Literatura en 2012), Gao Xingjian (novelista y dramaturgo Premio Nobel en el año 2000), Liu Zhenyun (que ha explorado sobre la evolución del país con la llegada del capitalismo), Chi Zijian (una novelista que se centra sobre todo en la vida urbana en China), Jia Pingwa (escritor de novela y relato frecuentemente censurado), Wang Anyi (gran ilustradora de la vida de Shanghai y de los sentimientos de sus personajes) o Xu Zechen (especialista en retratar la sociedad urbana).
La literatura sobre China
Es China uno de los lugares que han fascinado en Occidente, lo cual no puede sino traducirse en que ha sido destino de multitud de viajeros que fueron en busca de lo desconocido y plasmaron sus experiencias por escrito. Los más notables viajeros medievales, entre los que destacan Marco Polo, Benjamín de Tudela o Ibn Battuta, pasaron por China en sus periplos y plasmaron sus impresiones en sus archiconocidos libros (“El libro de las maravillas”, “Libro de viajes” y “A través del Islam” respectivamente). Antes incluso, en el siglo IX, el viajero árabe Soliman ya había llegado hasta el Mar de China.
Después de los siglos en los que el interés del viaje y de su literatura se centraron en otros continentes, ya en el XX ofrecen valiosas visiones de la China de la época “Pekín, locura en China” (de Albert Londres, 1922) o “Historias de Pekín” (de David Kidd, mediados de siglo). De época reciente son algunos libros que tienen pinta de poder convertirse en clásicos modernos de la literatura sobre el país; es el caso de “En el gallo de hierro” (del estadounidense Paul Theroux), de “China para hipocondríacos” (del español José Ovejero), o de “La sombra de la ruta de la seda”, del británico Colin Thubron.
Lecturas propuestas
El pequeño guardia rojo (Wenghuang Huang)
El libro relata la infancia, la adolescencia y la madurez de un chino de familia humilde, que tiene la suerte de poder estudiar y de salir al extranjero para poder valorar la situación de su familia y de su país desde otra perspectiva. El libro es una excelente fotografía del modo de vida de una familia de clase media-baja en los tiempos en los que Mao Zedong intentaba poner su orden en el país. Las supersticiones de la abuela, los esfuerzos del padre por satisfacerlas y las disputas que como consecuencia de ellas se generan entre el padre y la madre son solo algunas de las situaciones que se describen en la historia.
Balzac y la joven costurera china (Dai Sijie)
Dos jóvenes son enviados a una remota aldea de las montañas para comenzar, como tantos otros de su edad, su proceso de re-educación. La llegada y la adaptación no resultan fáciles, y tanto es lo sorprendente para una de las partes que protagonizan el encuentro como para la otra. La entrada en las duras condiciones del flujo de trabajo de la comunidad local, el completo aislamiento de las grandes ciudades y de todo aquello a lo que estaban acostumbrados en su vida, y la irrupción de una joven que cambiará sus vidas, son algunos de los vericuetos que van definiendo las peripecias de los dos protagonistas.
Kowloon Tong (Paul Theroux)
Se trata de una novela ambientada en el barrio de Hong Kong que tiene como nombre el título del libro. Una familia británica, que mantenía en gran medida su modo de vida originario, ve alterada su tranquilidad cuando Hong Kong deja de pertenecer al Reino Unido y pasa a ser parte de China. Una serie de disputas empresariales –con intervención de la mafia china incluida- y de desventuras por distintos prostíbulos y salas de juego van complicando una historia que los protagonistas de la historia ni podían imaginar a su comienzo.
China para hipocondríacos (José Ovejero)
Un magistral libro de literatura de viajes a cargo de este escritor español que también se ha prodigado en la novela. El autor comienza describiendo una estancia de dos meses en la ciudad de Nanjing, antigua capital del país, y continúa describiendo algunos lugares que fue conociendo en un viaje posterior por el país. Mientras narra su periplo por ciudades como Xichang, Lijiang, Dali o Kunming, cuenta curiosidades de algunas de las minorías étnicas del país y desvela sus propias sensaciones y miedos durante el viaje, que al fin y al cabo son los que puede experimentar todo viajero.
Shangrilá: viaje por las fronteras chino-tibetanas (Pedro Ceinós Arcones)
Este libro es una detallada relación del periplo que llevó al autor a un largo viaje por una zona periférica del vasto país chino: la que la separa de la región autónoma del Tíbet, en la que viven distintas minorías étnicas. Es, la que conoce Ceinós, una china rural, sencilla –aunque no fácil de entender- y alejada de la imagen que Occidente tiene del país. Los espectaculares paisajes de montaña, los entresijos de la religión budista tibetana y de sus templos, y las reacciones que el viajero va provocando en la gente a la que encuentra, son algunos de los componentes más presentes en la narración.
Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura
China es un gigantesco país situado en el corazón de Asia. Es el país más poblado del mundo, y uno de los mayores por superficie. Alberga dentro de sus fronteras a parte de la cordillera del Himalaya, a algunos de los ríos más conocidos del planeta y a hostiles desiertos –entre los que destaca el del Gobi-, pero sobre todo a fértiles llanuras que desde época temprana han permitido una alta densidad de población y un extraordinario desarrollo como civilización. En cualquier caso, las diferencias y desigualdades entre las distintas partes del país son, como no podía ser de otra forma con ese tamaño, notables.
Desde los primeros tiempos en China ha tenido lugar un sistema de dinastías que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo. Algunas de las más conocidas han sido la Qin, la Han o la Tang, ya que en sus períodos el gigante asiático ha conocido sus principales momentos de esplendor, en los que el país ha llegado a estar a la cabeza del mundo y a desarrollar algunos de los principales avances de cada momento. El proceso de ampliación del territorio que quedaba bajo su influencia y las tensiones con algunos de los países vecinos –como Mongolia en la antigüedad y Japón en tiempos más modernos- han marcado el devenir del país hasta la llegada, en el siglo XX, del sistema político comunista -que impregnando todos los estamentos y ámbitos de la sociedad, vendría para cambiarlo todo- y del momento en el que China se iba a configurar como una de las potencias de la economía mundial, destinada a sustituir a Estados Unidos en la ostentación de la supremacía en el planeta.
China ha seguido en las últimas décadas un proceso de homogenización cultural que, sin embargo, no le ha permitido terminar con la fantástica variedad étnica que puede encontrarse en un territorio tan extenso y accidentado. La etnia han es la mayoritaria en el país, pero junto a ella conviven otras minoritarias que profesan las religiones islámica –la más presente de ellas es la etnia hui- o budista, y que habitan en entornos tan hostiles como el desierto o el altiplano. Los elementos de las distintas religiones se entremezclan en las creencias y valores de las personas como ocurre en muy pocos lugares. En la actualidad, el régimen comunista pelea con la tendencia capitalista de una buena parte de la población.