La literatura de Colombia


País: 
Colombia

La literatura de Colombia

Fueron diversos los pueblos indígenas que poblaban el territorio de la actual Colombia antes de que llegasen los europeos, por lo que me centraré solo en algunos de ellos para tratar de ilustrar el tipo de literatura que producían. El pueblo muisca contaba con una tradición oral consistente en relatos transmitidos por las mujeres que, mediante la concurrencia de acciones de ciertos seres míticos y de determinados acontecimientos, ofrecen una explicación de los elementos naturales y a la formación de su civilización. Por su parte, el pueblo guajiro generó narraciones, cuentos y canciones con temática centrada en los eventos del viaje o de la muerte, que le sirvieron para hablar de seres sobrenaturales, transmitir mensajes y creencias o traspasar tradiciones, en unas representaciones en las que podían actuar dos o tres cuentistas y en las que el público tomaba un papel activo. Por último, el pueblo kogui o tayrona contaba con una literatura oral que le ayudaba a comprender la formación del mundo y de la vida a partir del mar –el cual tenían cerca, pues vivían en el norte del país- en un tiempo sagrado, tras un período de oscuridad previo, así como a hacer una correcta lectura de la naturaleza y del cosmos. También hubo una notable producción de mitos entre las comunidades que vivían en el Amazonas, entre los que destaca la Leyenda de Yuruparí, una de las obras literarias más antiguas del país de la que se tiene conocimiento.

En el siglo XVI comienza la que se ha dado en llamar literatura colonial, con una serie de autores de ese siglo y del siguiente nacidos en España –cuya producción se aborda en el segundo apartado de esta entrada- y de otros ya nacidos en Colombia, como Juan Rodríguez Freyle (autor de la crónica “El carnero”), Hernando Domínguez Camargo (propulsor del estilo conocido como Barroco de Indias), Fernando Fernández de Valenzuela (autor de las primeras obras de teatro colonial), Pedro de Solís y Valenzuela (autor de la primera novela hispanoamericana) y Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla (considerado el primer poeta americano). Ya en los siglos XVIII y XIX surgen otras figuras como las de Francisca Josefa del Castillo (una de las autoras místicas más destacadas de América), Luis Vargas Tejada (el más reconocido dramaturgo de su época) o José Joaquín Ortiz (que comienza a escribir sobre la patria y sus símbolos).

De forma paralela a como surgía esa literatura más autóctona, iban llegando movimientos artísticos desde Europa, entre los que destacan el Romanticismo (con numerosos escritores, especialmente poetas, que llevan la esencia del movimiento al ideal patriótico y al valor cívico de la nueva sociedad), el Costumbrismo (en el que se señalaban los rasgos del pueblo a través de los relatos) y el Modernismo (caracterizado por el refinamiento y el cosmopolitismo), en el seno de los cuales sobresalieron Jorge Isaacs (novelista y poeta romántico), Candelario Obeso –considerado uno de los primeros poetas negristas-, Rafael Pombo –uno de los poetas más importantes del continente- o José Eugenio Díaz Castro –autor de la célebre novela “Manuela”, considerara novela nacional de su época). Además, florecieron y alcanzaron relevancia géneros como la novela folletín (que llegaba por entregas) y el relato de viaje (con cartas y diarios que relatan experiencias en el extranjero).

En el siglo XX hubo varios movimientos que intentaron modernizar la literatura, y entre ellos se destacan el nadaísmo (a cargo de personas que decían no creer en nada y que pretendían que la poesía se comunicara con la gente), los nuevos (que utilizaron la ironía para contestar al Romanticismo y al Costumbrismo), el piedracelismo (inspirado en la tradición clásica española), la generación del boom (que hace parte del fenómeno más amplio del Realismo Mágico, que abarca a gran parte de Latinoamérica), la generación desencantada (caracterizada por el escepticismo) y el de la literatura del narco o del sicariato (que pone el foco en la violencia en las ciudades). Muchos son los nombres que destacan en el seno de esos movimientos, pero por encima de otros destacan los de Gabriel García Márquez (Premio Nobel de Literatura en 1982 y gran impulsor del Realismo Mágico en todo el continente), Gonzalo Arango o Eduardo Escobar como precursores del nadaísmo, Andrés Caicedo (novelista y cuentista de notable éxito), Albalucía Ángel (vinculada con el boom, aunque con estilo independiente), Álvaro Mutis (uno de los escritores hispanoamericanos más relevantes del siglo) o los poetas Harold Alvarado Tenorio o José Manuel Arango como miembros de la generación desencantada.

La literatura sobre Colombia

La primera literatura hecha sobre Colombia por gente venida de fuera es la de los exploradores y colonizadores españoles y sus cronistas, destacando sobre otras las figuras de Gonzalo Jiménez de Quesada (conquistador del territorio colombiano para la corona española y cronista de sus propias expediciones), Fray Pedro Simón (que escribió cuatro tomos sobre las noticias de la conquista), Fray Alonso de Zamora (que se encargó de la historia general de las provincias del norte del país) y José Celestino Mutis (conocido por sus estudios botánicos y lingüísticos). Posteriores, aunque también relevantes, son las aportaciones del célebre biólogo Alfred Russel Wallace, quien visitó Colombia en sus viajes de investigación y plasmó sus experiencias en (“Una narrativa de los viajes por el Amazonas y el Río Negro”) y del naturalista Alexander von Humboldt en varios de sus ensayos y escritos, ambas del siglo XIX.

Como se ha señalado en el primer apartado, es característico de la literatura hecha por colombianos el relato de viaje, por lo que de forma excepcional se ofrecen aquí obras hechas por propios colombianos sobre viajes por su país, como “Viaje a pie” de Fernando González o “Cuatro años a bordo de mí mismo” de Eduardo Zalamea, ambas de principios del siglo XX. De época contemporánea, y escritas por extranjeros, son “El ladrón de recuerdos. Viaje por río a través de Colombia”, del británico Michael Jacobs, “El viejo expreso de la Patagonia” (en el que Paul Theroux habla de su paso por el país en su viaje de una punta a otra de América).

Lecturas propuestas

El amor en los tiempos del cólera (Gabriel García Márquez)

Es probablemente la historia de amor más bella que jamás se ha escrito. Ambientada en el ciertamente asfixiante ambiente del norte de Colombia -donde la cercanía al Ecuador y la Ciénaga afectan a todo y a todos- y protagonizada por personajes inolvidables, nunca una historia amorosa había dado un giro tan brusco desde el planteamiento y sensaciones iniciales hasta el desenlace que probablemente es el que el lector ha imaginado como deseable pero a la vez imposible desde el principio del libro. En definitiva, una obra fantástica sobre el paso del tiempo y sobre los vericuetos que el amor puede tomar en este.

Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)

Para muchos la obra maestra del genial escritor colombiano, se trata de una obra compleja, casi imposible seguir sin recurrir con frecuencia al árbol genealógico de la familia protagonista de la historia –que suele venir al principio del libro-, entre cuyas generaciones el autor va saltando para contarnos tanto sus aspectos más cotidianos como los hechos más rocambolescos y originales que les acontecen. Y es que, no hay que olvidar que pocas obras literarias pueden superar a esta como representantes de ese magnífico género, tan americano, que se ha dado en llamar Realismo Mágico, y del que García Márquez fue un auténtico maestro.

El olvido que seremos (Héctor Abad Faciolince)

Se trata de una obra biográfica que el autor escribe sobre su padre, sin duda una figura de gran relevancia y carisma en la convulsa Colombia cafetera de su tiempo. Es el padre de Héctor Abad un hombre de sólidos principios y voluntad inquebrantable, que persigue sus ideales como si solamente ellos existieran en el mundo, sacrificando todo lo que sea necesario para acercarse a la posibilidad de materializarlos. Sin embargo, nada ni nadie parece poder contra la cruel violencia que asola al país en la época ni contra los que, teniendo también unos objetivos que cumplir, no van a pararse a pensar en los escrúpulos que deben tener.

El viejo expreso de la Patagonia (Paul Theroux)

Por Colombia pasan también los trenes que llevan a Paul Theroux desde su Estados Unidos natal hasta el último confin al sur de América. Y por varias regiones del país, atravesando tanto montañas como plantaciones de café o plátanos viaja en ellos para, como siempre hace en sus viajes, charlar con los locales, leer el periódico o mirar por la ventanilla, siempre con el fin de alcanzar un notable conocimiento de los países que visita. Bogotá, Cali o Armenia son algunas de las ciudades que visita, en un viaje en el que, más que en otras ocasiones, al autor le preocupa la seguridad, por la fama que el país tiene y por los testimonios a los que en su periplo va accediendo.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Colombia es un país ubicado en la parte norte de Sudamérica, y tiene un tamaño moderado dentro de su continente aunque elevado para lo que serían los estándares europeos. Encajonado entre el Océano Pacífico y el Mar Caribe, en su territorio hay espacio para territorios inhóspitos y complicados como la cordillera de los Andes o la Selva Amazónica. El país es atravesado por el Ecuador, por lo que todo su territorio se sitúa entre este y los trópicos.

Diversas comunidades indígenas habitaban territorio colombiano cuando llegaron los españoles, y aunque tal vez no llegaran a alcanzar la sofisticación que sí tuvieron incas, mayas o aztecas en otras partes de América, parece que el pueblo muisca sí tenía un desarrollo mayor del que hasta hace poco se venía aceptando. La fundación del Reino de Nueva Granada dio paso a una época de estabilidad que terminaría con la independencia conseguida a principios del siglo XIX, tras una guerra que duró nueve años. El país comenzó su andadura individual junto a tantos otros países americanos, llegando a finales del siglo XX con un clima de violencia que parece haberse atemperado de forma notable en los últimos años.

Siempre ha sido, y sigue siendo, un país diverso, en el que se mezclan la sangre indígena sudamericana, la europea y la africana, con lo que eso conlleva en cuanto a mestizaje, diversidad y espontaneidad. Se da un claro predominio de la religión católica. En cualquier caso, existen notables diferencias entre regiones, y en definitiva, entre grupos conocidos como los costeños, los vallunos, los llaneros o los paisas, entre otros, en función de la región y del tipo de medio en el que viven.



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