La literatura de Corea del Norte


País: 
Corea del Norte

La literatura de Corea del Norte

Corea del Norte es un país joven, que no ha aparecido en los mapas hasta mediados del siglo XX, cuando la frontera con el vecino del sur fue creada arbitrariamente por Estados Unidos y la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría, aunque ya existió un precedente de separación de las dos Coreas en el período de los Estados del Norte y del Sur que se extendió entre los siglos VII y X de nuestra era. En cualquier caso, el largo tiempo que ambos países han constituido un único estado implica que difícilmente pueda hablarse de una historia literaria norcoreana separada de la de lo que hoy es Corea del Sur, por lo que las formas, las manifestaciones, los estilos y los rasgos literarios son comunes.

La primera forma de literatura que se dio en la península coreana fue, como es frecuente y casi inevitable en prácticamente todos los países del mundo, oral, con historias transmitidas de generación en generación que adoptaban distintos formatos como leyendas, baladas y cuentos, llamando la atención el hecho de que lo puramente literario era acompañado con otros componentes como el musical (muchos de los cuentos eran cantados) y el teatral (las historias se representaban, y se les daba más fuerza acompañándolas de elementos como marionetas o máscaras). Más tarde, y ya coincidiendo con la época a partir de la cual sí iba a quedar un registro escrito de la literatura, iba a adquirir protagonismo la poesía, de nuevo vinculada al componente musical, como queda patente si se traduce literalmente lo que significa la palabra que designa a cada uno de los estilos o formas de poesía que se dieron y sucedieron a lo largo de los siglos: el estilo hyangga se puede traducir como “canciones nativas”, el pyolgok como “canciones especiales”, el sijo como “melodías actuales” y el akchang como “palabras para cantar”.

Más allá de estilos y géneros, y por poner algunos nombres propios, en la época del Reino de Gojoseon –que englobaba a las dos Coreas y en el que, durante un período, la capital estuvo en Pyongyang- destacó la figura de Yeo Ok, una de las primeras poetisas coreanas que dejó la obra lírica “Gonghuin”, y también obras como el “Gyunyeojeon” (con once poemas que constituyen biografías de monjes) o las conocidas como “Canciones de Goryeo” (una serie de poemas anónimos con temática amorosa y que contaban con un estribillo que trataba de transmitir un estado de ánimo). Más tarde apareció la prosa, que por un lado supuso una continuación al conjunto de cuentos y leyendas que se venían transmitiendo de forma oral y de las que a partir de ese momento quedaba registro escrito, y por otro lado se plasmó en obras que pasaron a la posteridad como algunas de las de mayor importancia de las letras coreanas, como en el caso de las recopilaciones de cuentos conocidas como “Samguk Sagi” y “Samguk Yusa” (son cuentos que recogen vidas de reyes y de santos, relatos de milagros, historias relacionadas con elementos de la naturaleza como el sol o la luna, etc) o de la obra de ficción “Geumo Sinhwa”.

Entrando ya en lo que sería la literatura del período en el que Corea del Norte existe como el estado que es hoy en día, se debe mencionar que de acuerdo a las Directrices de la Literatura Juche (este último es el término que recibe la ideología norcoreana y que se podría traducir por “autosuficiencia”), toda literatura debe ensalzar y enfatizar la figura del líder del país. En ese contexto, adhiriéndose a esas directrices en la mayoría de los casos o tratando de eludirlas en los menos, ha destacado la aportación de una serie de autores como Cho Ki-chon (que ensalzó como pocos la figura de Kim Il-sung), Han Sorya (que apostó en mayor medida por el nacionalismo étnico), Jang Jin-sung (considerado novelista del estado y ganador por ello de varias condecoraciones), Baek Seok (principalmente poeta, aunque también con producción en otros géneros como el ensayo y las historias tradicionales), Kim Tu Bong (nacido en Corea del Sur, pero con nacionalidad norcoreana cuando ambos países se escindieron, cuya obra ha estado intrínsecamente relacionada con los asuntos políticos), Hong Myong-hui (novelista que ha sido traducido al ruso y al chino), Hong Sok-chung (uno de los pocos escritores norcoreanos conocido fuera de sus fronteras, autor de la novela “Hwangjini” que trata sobre el personaje legendario-histórico de Hwang Jin-i, una suerte de geisha a la coreana), Kang Chol-hwan (periodista además de escritor, que ha sido activista por los derechos humanos y fue encarcelado primero y obligado a marcharse al exilio después), Paelk Nam-nyong (novelista que ha sido traducido a idiomas europeos) y Bandi (autor que utiliza este pseudónimo que significa “luciérnaga” y que consiguió eludir la censura del gobierno y sacar del país textos que terminarían siendo publicados fuera, dando a conocer la dura vida a la que los norcoreanos llevan décadas viéndose sometidos).

La literatura sobre Corea del Norte

Corea estuvo fuera de los circuitos viajeros en los primeros siglos de historia de nuestra era, lo que seguramente se debe a los hechos de que estaba demasiado lejos del territorio europeo como para que viajeros de ese continente llegasen hasta allí y de que era una civilización muy parecida a la china como para despertar la curiosidad de los no pocos viajeros notables que se forjaron en esa civilización. Pudo ser el portugués Fernao Mendes Pinto el primero en llegar y contarlo, aunque existen dudas de si los territorios descritos en su obra “Peregrinación” eran realmente los de Corea o los de algún otro rincón del continente asiático.

Distinta ha sido la situación desde el momento en el que Corea del Norte se configuró como un estado independiente, ya que la heterodoxia y la excentricidad que han caracterizado al país y a sus líderes ha llamado la atención de no pocos viajeros occidentales, si bien también han encontrado notables trabas para poder viajar por él. Algunas de las obras más conocidas son “Cerrado 24 horas. Crónica de un viaje a Corea del Norte”, de Beatriz Pitarch, “Querido líder. Vivir en Corea del Norte”, de la estadounidense “Barbara Demick, “Dentro del secreto”, del portugués José Luis Peixoto, “En Corea del Norte. Viaje a la última dinastía comunista”, de Florencia Griego,  “Dos caras de una misma Corea” (fruto de sendos viajes de los argentinos Daniel Wizenberg y Julián Varsavsky a las dos Coreas por separado y contándose las experiencias al final del viaje), “El lugar más feliz del mundo”, de David Jiménez, o “Diario de Corea del Norte”, del británico Michael Palin.

Lecturas propuestas

La acusación (Bandi)

Se trata de un libro de relatos cortos a cargo de un autor norcoreano conocido como Bandi, que no es más que el pseudónimo que tuvo que utilizar ante la imposibilidad de darse a conocer por las seguras represalias del régimen en caso de que hubiese sido así (el pseudónimo es la palabra que en coreano significa luciérnaga). Los textos, que por supuesto tuvieron que ser sacados del país de forma clandestina para su publicación, hablan de ciudadanos completamente sometidos a los designios marcados por los sucesivos líderes del país, de vidas totalmente dedicadas a la consagración de las figuras de esos líderes, de sentimientos de puro miedo ante lo que puede ocurrir si se contravienen las normas y de pueblos y zonas rurales alejados de todo y de todos en los que la vida es menos apacible de lo que parece a primera vista.

Dentro del secreto (José Luis Peixoto)

El autor portugués cuenta los pormenores de un viaje a Corea del Norte, desde que concibió la idea de hacerlo –era un viejo anhelo-, transmitiendo la inquietud que generó el viaje en sus seres más allegados, y por supuesto, contando cada detalle que le pareció relevante en el viaje. Peixoto muestra, durante todo el viaje, una actitud de desconfianza, por lo que le cuesta desde un primer momento discernir lo que es la realidad de lo que es la versión que los guías oficiales tratan de transmitir, y, haciendo gala de una notable sensibilidad, consigue contagiar al lector las sensaciones de opresión y de agobio a las que todo viajero se puede ver expuesto en un ambiente y una atmósfera tan forzados y manipulados como los norcoreanos.

Diario de Corea del Norte (Michael Palin)

En este libro también del género de la literatura de viajes, el actor y escritor británico Michael Palin realiza un viaje de trabajo al país norcoreano que le va a servir para publicar un libro en el que recoge sus impresiones y experiencias. Con una actitud por lo general curiosa que le lleva a intentar aprender cuanto puede sobre el país asiático, Palin también se acerca a veces a la conducta desafiante, por cuanto se permite contravenir en cierto modo las estrictas normas que les imponen los guías que les acompañan en todo momento e intenta interactuar con los locales que se va encontrando más de lo que suele ser habitual en los extranjeros que visitan el país. El libro cuenta también con un buen número de documentos gráficos con los que Palin intenta aportar más información sobre el país.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Corea del Norte es el país que ocupa el territorio norte de la península que, como un apéndice, sale hacia el mar desde la región china de Manchuria. Tras la delimitación de Estados Unidos y de la Unión Soviética de dos zonas de ocupación separadas por el paralelo 36, Corea del Norte y Corea del Sur comenzaron caminos paralelos, y nunca mejor dicho teniendo en cuenta que dos líneas paralelas son aquellas que no se tocan nunca, ya que las diferencias en todos los aspectos y niveles entre ambos países no podrían haber sido mayores en las décadas siguientes.

Más allá de los distintos períodos de la historia en los que ambas Coreas han estado unidas, en ocasiones formando poderosos reinos como el de Gojoseon o el de los Tres Reinos de Corea, en la parte norte de la península coreana existió entre los siglos VII y X d.C. el estado conocido como Balhae, que ocupó territorio tanto de Corea del Norte como de Manchuria y que tuvo períodos expansivos que incrementaron su poder. Ya en el siglo XX, desde que a mitad de siglo se crease el estado tal y como se le conoce hoy en día, el gobierno se fue acercando a potencias como Rusia o China y fue perfilando una forma de gobierno cada vez más autocrática, hasta llegar a ser el país más autoritario del mundo y uno de los que mayores recelos despierta en el tablero de la geopolítica mundial.

La población coreana –tanto la del Norte como la del Sur- es una de las más homogéneas del mundo, y en el caso del estado del norte, no solo a nivel étnico sino también cultural, social e ideológico, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta el tipo de régimen en el que llevan décadas viviendo, con un total sometimiento y adoración del líder que en cada momento está en el poder (Kim il-Sung primero, Kim Jong-il después y Kim Jong-un en la actualidad) y con una política de homogeneización que, sin duda, es lo que más conviene a los intereses de esos gobernantes. En lo religioso, Corea del Norte es un estado ateo en el que las creencias religiosas son profundamente desalentadas, aunque aún permanecen tradiciones relacionadas con el chamanismo y con el cheondoismo (un movimiento religioso puesto en marcha en el seno de ciertas rebeliones campesinas del siglo XIX).

 

 



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