La literatura de Corea del Sur


País: 
Corea del Sur

La literatura de Corea del Sur

Corea del Sur tiene unos 1.500 años de historia literaria, un largo período en el que ha habido literatura oral y se  ha escrito tanto en coreano como en chino clásico, debido a la influencia que China ha ejercido históricamente sobre el territorio (hay, además, una serie de cuestiones adicionales sobre los distintos alfabetos que se han utilizado que están fuera del alcance de este artículo). La literatura oral consistía en baladas, cuentos cantados, textos de marionetas, juegos de máscaras y leyendas, quedando patente ya desde un primer momento la relevancia que van a tener la melodía y el canto en la literatura del país. Todas esas formas literarias primitivas estaban basadas en las creencias que imperaban en el pueblo coreano, estaban protagonizadas principalmente por dioses y animales personificados y trataban temas como el origen del universo o los asuntos cotidianos de los seres humanos.

Las primeras manifestaciones escritas, aún en chino y surgidas en torno al siglo I a.C., pertenecían al ámbito de lo que se ha dado en llamar poesía clásica, que contaba con una variedad y una cantidad de matices tales que se puede hablar de la presencia de hyangga –canciones-poema con una métrica determinada y con temática budista-, changga –poemas largos con un estribillo que transmite un estado de ánimo o espíritu y que generalmente tratan sobre el amor-, pyolgok – canciones especiales-, sijo             -melodías que también cuentan con una métrica preestablecida y que tratan sobre la lealtad- o kasa –versos que, con tratando sobre temas como el amor, la virtud o la naturaleza, trataban de transmitir un sentimiento o una advertencia moral-. En cualquier caso, dicha heterogeneidad no impedía que existiese un denominador común, que era el de la ya antes adelantada intención melódica, al tratarse de nuevo de  formas literarias destinadas a ser cantadas. Por poner algunos nombres propios sobre la mesa, se pueden destacar obras como el Samguk Yusa y el Samguk Sagi (ambos reúnen diversos hyanggas del período de los Tres Reinos que, en cualquier caso, fueron compilados mucho después, en los siglos XII y XIII por los monjes Il-yeon y Kim Bu-sik), el Gyunyeojeon (una agrupación de biografías de monjes) o la canción “Gonghuin” (obra de la poetisa Yeo Ok), siempre dentro del temprano período histórico en el que por el territorio coreano se sucedieron distintos reinos, como el de Goryeo, el de Gojoseon, o los conocidos como Tres Reinos. La influencia de estas primeras manifestaciones literarias iba a ser tal que, en siglos posteriores, iban a aparecer nuevas variantes de ellas, como ocurriría con el akchang –palabras cantadas- en el siglo XV.

Posterior fue el desarrollo de la prosa -aún con presencia importante de los caracteres chinos-, con algunas tempranas manifestaciones en el siglo XII y con posteriores cuentos y leyendas que versaban sobre actos y virtudes humanas y sobre seres y fenómenos sobrenaturales. Impulsados por esa actividad inicial, en los siglos siguientes se iban a elaborar obras consideradas clásicas como el “Geumo Sinhwa” (un conjunto de novelas cortas de ciencia ficción del siglo XV del autor Kim Si-seup), “El sueño de la nube de los nueve” (una novela que satirizaba temas políticos a través de los asuntos de una familia, de Kim Manjung en el siglo XVII) o el Chunhyangjeon (una historia de amor también del siglo XVII). No se abandonaron, sin embargo, la poesía y la tradición musical que habían protagonizado la etapa anterior, ya que en el siglo IX destacó el poeta Choe Chiwon, y en los siglos posteriores se elaboraron y cantaron los pansori, cantos narrativos basados en las formas desarrolladas antes.

En lo que se puede considerar literatura moderna, podemos hablar de un siglo XX con protagonismo para autores como Choj In-hun (que trata el dolor que sufrían los ciudadanos coreanos con la separación en dos países, de quien destaca la obra “La plaza”), Ko Un (exmonje budista que escribió una poesía que le valió para que se hablase de él como aspirante al Nobel de Literatura), Kim Young-ha (autor de novela negra y novela histórica que ha sido comparado con Kafka), Chunsu Kim (poeta de obra muy original), Choi Young-mi (novelista y poetisa que escribió con marcada presencia de lo político y lo ideológico), Park Wan-suh (que intentó principalmente profundizar en los efectos devastadores de la guerra), Oh Jung-hee (que se caracteriza por tratar temas oscuros y sombríos, como la muerte), Choe Yun (que trató acontecimientos históricos y políticos), Krys Lee (que presenta personajes a la deriva y devorados por la soledad), Yun Ko-eun (de obra con tintes un tanto extraños e incluso considerados absurdos), Hwang Sok-yong (autor comprometido con la democratización y la unificación), Gong Ji-young (novelista de amplio reconocimiento), Kim Im-suk (ganadora de varios premios a nivel nacional que trata sobre la Corea de su tiempo), Kim Chae-won (pintora además de escritora, también ganadora de premios nacionales) o Shin Kyung-sook (novelista que ha alcanzado notable éxito con alguna de sus obras).

La literatura sobre Corea del Sur

No ha sido, Corea del Sur, ni en época antigua ni en tiempos modernos, un territorio sobre el que haya proliferado la literatura de viajes. Las primeras referencias a Corea de autores extranjeros llegaron, seguramente, de la mano de los primeros viajeros chinos, primero de quienes con motivo de su ocupación eran destinados a ese territorio, y después de viajeros ya con una mayor intención de conocimiento y exploración (aunque merece la pena destacar que los  viajeros más conocidos, como Zheng He, gran viajero chino del siglo XV, apenas prestaron atención ni a Corea ni a, de hecho, nada que estuviese más al norte de Nanjing, la capital china de la época).

En siglos posteriores, se cree que el portugués Fernao Mendes Pinto pudo ser en torno a 1542 uno de los primeros europeos en describir Corea en su obra “Peregrinación”, aunque existen dudas al respecto debido a la dificultad de identificar los territorios que visitó. En el siglo XX, la célebre viajera Alexandra David-Neel visitó Corea, aunque no fue, ni mucho menos, el destino al que más atención le prestó en sus libros. Y en época reciente, merece la pena destacar los libros “Crónicas de la era K-Pop”, del español Fernando San Basilio, "Crónicas coreanas", del también español José Maria Contreras Espuny y “Corea: apuntes desde la cuerda floja”, del colombiano Andrés Felipe Solano.

Lecturas propuestas

Actos humanos (Han Kang)

Se trata de un libro duro, que narra acontecimientos de una etapa complicada en la historia coreana, el que siguió  al régimen despótico implantado por el dictador Park Chung-hee en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX. La autora transmite los hechos utilizando la perspectiva de hasta siete personajes diferentes, y el lector se sumerge en un asfixiante y opresivo mundo en el que los protagonistas, más allá de personas sin rostros ni nombre, son los intentos de reforma política, los movimientos populares, los actos represivos, y en definitiva y por desgracia, las masacres que tuvieron lugar por aquellos desafortunados días.

Kim Ji-young, nacida en 1982 (Cho Nam-joo)

A través de esta novela, que trata sobre la vida de la protagonista que da nombre al libro, la autora consigue hacer una defensa tremendamente sutil y elegante de la igualdad de género. Cho Nam-joo narra las dificultades e impedimentos que, a lo largo de las distintas etapas de su vida, la protagonista va encontrando por el mero hecho de ser una mujer, las cuales marcan irremisiblemente su momento presente, que solo puede calificarse de complicado. El libro le sirve al lector para darse cuenta de que, a pesar de la imagen de progreso que con frecuencia se tiene de Corea del Sur en Occidente, ni es oro todo lo que reluce, ni se han superado ciertas marcas ancestrales de la sociedad.

El camino a Soradan (Yun Heung-gil)

En este libro, los antiguos alumnos de un colegio vuelven al lugar en el que crecieron y estudiaron, un pueblo llamado Soradan que está a solo unas pocas horas de Seúl, la capital. Ahora rondan los 60 años, pero se han reunido con la intención de recordar y rememorar aquella lejana época. Sentados alrededor de una hoguera, y durante toda una noche, unos y otros van contando historias que recuerdan de un momento nada fácil, pero del que, sin embargo, consiguen extraer cuestiones, personajes, matices y detalles tremendamente humanos.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Corea del Sur es un país que se ubica en la parte inferior de una península que, como un apéndice, sale del territorio que conforma el gigante que es China –el territorio septentrional de esa península pertenece a Corea del Norte, con el que Corea del Sur mantiene una tensa relación desde que se separaron a finales de los años 50 del siglo XX). Actualmente Corea del Sur es uno de los estados que cuenta con un mayor nivel de desarrollo económico, social y cultural en el mundo, de alguna forma siguiendo la estela de su vecino Japón.

En la antigüedad se configuró el reino de Gojoseon, que iba a ser precursor de otra serie de reinos que o bien agrupados (como en los casos del período de los Tres Reinos de Corea) o bien por separado (como en la etapa de los Estados Norte y Sur) iban a resistir, al menos en ciertos momentos de la historia, los embates de grandes imperios como el chino o el mongol, que no obstante iban a ejercer una notable influencia sobre el país –sobre todo el chino-. El estado de Corea del Sur nació en 1948, un momento desde el que no han cesado las rivalidades y las disputas con el vecino del norte, con uno y otro siguiendo caminos muy diferentes.

Si bien históricamente ha existido una notable influencia china en el territorio del país,  Corea también muestra una marcada personalidad, con tradiciones, creencias y valores que datan de tiempos ancestrales. El país tiene, además, un papel muy activo a todo lo que concierne a la generación de contenidos culturales modernos, destacando en cine, música, literatura, etc. Una amplia proporción de los habitantes del país no profesa ninguna religión, siendo el Cristianismo y el Budismo las que más adeptos tienen entre los que sí lo hacen.



Comparte el artículo en las redes sociales