La literatura de Croacia
La literatura de Croacia
Las primeras formas de literatura que se dieron en el territorio de lo que hoy es Croacia tienen estrechos vínculos con la tradición oral eslava -no hay que olvidar que yugoslavo no significa otra cosa que “eslavo del sur”-, aunque también gozaron de ciertos rasgos y particularidades propias, sobre todo en lo que concierne al tipo de personajes que protagonizaban los mitos y las leyendas. Así, y aunque también eran personajes frecuentes muchos que eran comunes con otros pueblos europeos, como las hadas, también aparecían tipos de personajes más específicos como los moras (una especie de espíritus malignos que chupaban la energía de sus víctimas), los krsnik (una suerte de vampiros), las striga (unas brujas capaces de transformarse en animales), los vukodlak (unos hombres lobo también asociados con fuerzas malignas) o los divovi (unos gigantes crueles y grandes como montañas), entre otros. Más allá de los personajes, y en cuanto a los temas, las historias versaban sobre asuntos tan diversos como el amor, las peripecias de antiguos reyes o la manera en la que algunos accidentes naturales (como cuevas o cursos de agua) se habían formado, aunque según la historia iba avanzando, nuevos tópicos se fueron incorporando (por ejemplo, los ataques de los turcos dieron lugar a la aparición de no pocas leyendas). Por último, merece la pena destacar el hecho de que alguna de esas leyendas han llegado vivas a nuestros días, e incluso dan lugar a celebraciones anuales, como en el caso de la Picokijada, una festividad anual que se basa en la historia de un gallo que tuvo un papel decisivo en la lucha contra los turcos.
Tras la llegada de la Edad Media, aparecieron en el país entre los siglos XI y XIII los primeros textos escritos, en concreto en forma de traducciones de textos litúrgicos y hagiográficos de orígen eslavo y bizantino (son ejemplos el “Misal de Kiev”, la “Tabla de Baska” o la “, Ley Vinodol”), aunque se puede decir que la primera obra propiamente croata es “Rumanac Trojski”, que apareció en torno al año 1300. A partir del siglo XV, los textos iban a aumentar tanto en cantidad como en variedad, pasando a formar parte del repertorio también los textos didácticos e históricos; también merece la pena destacar la presencia de una mayor influencia extranjera -sobre todo italiana- y el hecho de que es en ese momento en el que la literatura croata se desdobla en dos variantes diferenciadas principalmente por el idioma en el que se producían: por un lado la literatura dálmata-ragusea (en el dialecto chacaviano) y por otro la literatura de la Croacia continental (en lo que ya era el precedente del idioma serbocroata actual, aunque también en el dialecto kaykaviano). Esta distinción tuvo relevancia entre los siglos XV y XVIII, y mientras en la literatura dálmata-ragusiana se notó más el influjo italiano y adquirieron protagonismo autores como el poeta lírico Vladislav Sisko Mencetic, el humanista Ludvik Crijevic, el historiador Anselmo Banduri o el poeta barroco Dzivo Gundulic, en la literatura croata continental se apostó más por la tradición eslava y se adoptaron tintes más nacionalistas, de la mano de escritores como Stjepan Konzul -que tradujo el Nuevo Testamento al croata-, Fran Krsto Frankopan -que se dedicó a la poesía lírica y tal vez fue una excepción a la menor influencia italiana-, Juraj Krizanic -que difundió ideas paneslavistas-, Pavao Ritter-Vitezovic -que defendió los derechos históricos del pueblo croata- o Tito Brezovic -autor de comedias en dialecto kaykaviano-.
La llegada del siglo XIX supuso el principio del fin de esa separación tan radical que había existido con anterioridad, con papel relevante inicial de autores como Ljudevit Gaj (que sentó las bases de la unificación lingüística en el país) y Ivan Mazuranioc (poeta considerado uno de los padres de la literatura croata moderna), antes de que a finales de siglo llegase la reacción nacionalista croata, de la que formaron parte escritores como Ante Starcevic -principal ideólogo del movimiento-, Vjenceslav Novak -autor realista considerado autor de la novela social croata- o Josip Kozarac -iniciador de la novela psicológica en el país-. El siglo XX comenzó de la mano del Modernismo (en el que destacaron Antun Gustav Matos en narrativa y Ljubo Wiesner en poesía) y siguió con las vanguardias (principalmente con el Expresionismo, con Antun-Branko Simic a la cabeza), antes de llegar al período de entreguerras, en el que tuvieron protagonismo Miroslav Krleza (novelista crítico que tuvo gran influencia en otros autores), August Cesarec (que se prodigó en diversos géneros ) o Mile Budak (que con sus novelas y obras de teatro trató de glorificar la vida rural del país). Por fin, después de la Segunda Guerra Mundial, se iba a erigir como protagonista la literatura social, y más concretamente el realismo socialista, en el que destacaron el novelista Petar Segedin, el dramaturgo Ranko Marinkovic o el poeta Marin Franicevic. Más adelante, y ya fuera de esos límites del realismo social, también se han erigido como protagonistas de las letras nacionales otros autores como Slavko Mihalic (que se ha prodigado en varios géneros), Vesna Parun (poetisa que ha llegado a ser propuesta para el Nobel de Literatura), Antun Soljan (principalmente novelista), Dragutin Tadijanovic (poeta que ha ganado diversos premios) y Dubravka Ugresic (novelista que ha sido traducida a otras lenguas europeas).
La literatura sobre Croacia
Fueron múltiples los testimonios que ya desde la Antigüedad fueron llegando sobre el territorio croata, ya que la región fue objeto de interés de Alejandro Magno e Iliria se constituyó como una provincia romana, por lo que los cronistas griegos y romanos fueron emitiendo los mencionados testimonios, más allá de que algunos de los más relevantes viajeros de la época, como Heródoto, también escribieron sobre él. Mención aparte merece, ya en época medieval, la cuestión de Marco Polo, croata de nacimiento (aunque en aquella época el territorio pertenecía a la República de Venecia), y que obviamente también atravesó parte del hoy territorio del país en el comienzo de sus míticos viajes a Asia.
Si en el primer tercio del siglo XX había escrito sobre algunas ciudades croatas Ewelyn Waugh en su “Etiquetas. Viaje por el Mediterráneo”, son de época más moderna son las aportaciones de Manu Leguineche (que dedica una parte de su “Yugoslavia kaputt” a Croacia), Tamara Djermanovic (una serbia que cuenta una visita a Croacia en su “Viaje a mi país ya inexistente) o Goran Vojnovic (un esloveno que pretendió algo parecido con “Yugoslavia, mi tierra”). Como no podía ser de otra forma, más allá de la literatura de viajes se han escrito numerosos libros sobre la Guerra de Yugoslavia o incluso sobre la idiosincrasia de la región ex yugoslava en los que aparecen secciones o referencias de Croacia (destacan en ese sentido los libros de Miguel Roán “Balcanismos” y “Maratón balcánico”).
Lecturas propuestas
Al filo de la razón (Miroslav Krleza)
Es Krleza uno de los escritores más prestigiosos e influyentes de Croacia en el siglo XX, y esta es una obra con lo que saca lo mejor de su pluma para retratar de manera magistral a la sociedad del país en su época. La historia cuenta el caso de un ciudadano croata cualquiera que, cierto día, decide salirse de los cánones establecidos para comportarse de una forma políticamente incorrecta, aunque honrada, ya que lo que hace no es más que expresar su opinión, así como decir la verdad, en relación al caso de un noble que se jacta de haber cometido un asesinato cuádruple. Desde ese momento, todo cambia en la vida del protagonista, ya que todas las personas, instituciones y esferas sociales de su ciudad pasarán a perseguirle y acosarle de forma implacable, a pesar de que nadie es capaz de asegurar que lo que había dicho no fuese cierto.
Yugoslavia kaputt (Manu Leguineche)
En este mítico libro del que es considerado padre literario de muchos de los nombres relevantes en la literatura de viajes española contemporánea, se cuenta con todo lujo de detalles -no en vano Leguineche ejerció como corresponsal en la zona- el proceso de desmembramiento de lo que una vez fue la Antigua Yugoslavia. En el caso de Croacia, el libro es un excelente documento con el que el lector puede interiorizar las diferencias culturales que separan al país -junto a Eslovenia- del resto de países que conformaron Yugoslavia o la crueldad de ese fascismo croata que, guiado por Ante Palevic y articulado a través de las milicias de los ustachas y de horribles campos de concentración, dio servicio a los intereses de Hitler.
Viaje a mi país ya inexistente (Tamara Djermanovic)
Se trata de un libro clásico de literatura de viajes que presenta la peculiaridad de que la autora, que nació en la Belgrado que fue capital de Yugoslavia, viaja a los territorios que constituyeron su país de origen, ya inexistente. Los recuerdos y la nostalgia son los ejes principales a través de los cuales transita la narración, y en el caso de Croacia, la autora centra sus andanzas -y, por tanto su relato-, en lugares como Zagreb, Split, Krajina, Plitvice o Hvar, entre otros. A través de interesantes entrevistas, Djermanovic consigue testimonios locales con los que consigue entretejer un lienzo en el que plasma a la perfección tanto el paso del tiempo como las acciones -a veces atroces- cometidas por los seres humanos.
Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura
Croacia es una nación centroeuropea que, aunque culturalmente ha existido durante siglos, debe su autonomía y estatus actual a la independencia obtenida a principios de los años 90 del siglo XX, dentro del proceso de desmembramiento del estado que fue la Antigua Yugoslavia. Parte del país está conformado por regiones relevantes en términos históricos y geográficos como Iliria -que fue provincia romana-, Dalmacia o Istria. Los Alpes Dináricos son el principal accidente geográfico de un país que tiene una alta proporción del territorio cubierta por relieve kárstico. Junto a la parte continental, destaca el gran número de islas que se extienden en cadena frente a la costa.
Los griegos establecieron colonias en la actual Croacia, y los romanos incluso constituyeron la provincia de Iliria, aunque los ascendientes de los croatas actuales llegaron al territorio después -al menos en el siglo VI d.C-. A la llegada del Cristianismo le siguió la constitución del primer Reino de Croacia tras la expulsión de húngaros y búlgaros, pero los imperios otomano y austrohúngaro y la ciudad-estado de Venecia no dejaron de anhelar los territorios croatas, de plantear batallas y de conseguir algunas conquistas. Las tendencias nacionalistas que aparecieron en el siglo XIX fueron cortadas con la constitución de Yugoslavia, un estado al que Croacia pertenecería hasta la década de los 90 del siglo XX (años después del desmembramiento, Croacia pasaría a formar parte de la Unión Europea).
En lo cultural, merece la pena destacar la presencia, junto a la mayoría de población croata (90%) de minorías procedentes de países vecinos como Serbia, Bosnia y Croacia. Como ya se ha mencionado, los croatas, como los eslovenos, guardan mayor similitud cultural con Centroeuropa que con la Europa del Este, al contrario de lo que ocurre en los casos de Serbia, Bosnia o Macedonia. En lo religioso, destaca la abrumadora mayoría de población cristiana católica (también en esto se diferencian las dos amplias marcadas partes de lo que era Yugoslavia, ya que los países del otro bloque se decantaron por el Islam o por el Cristianismo Ortodoxo).