La literatura de Ecuador


País: 
Ecuador

La literatura de Ecuador

En el territorio de Ecuador, como en el del resto de países de la región andina, antes de la llegada de los conquistadores españoles ejercía un fuerte dominio el imperio inca, pero aún antes de que la influencia de esa civilización llegase, se habían desarrollado algunas culturas preincaicas y ya en su seno habían florecido algunas manifestaciones literarias de las que quedó constancia para la posteridad. Tal vez el mejor ejemplo lo constituyan las culturas huancavilca y manteña; los huancavilcas eran un grupo autóctono que aún pervivía a la llegada de los españoles (y, según algunos expertos, hasta aún hoy) y de él es originaria la conocida como “Leyenda Posorja”, que trata sobre una célebre adivina que apareció en la comunidad a bordo de una balsa para tratar de anticipar los sucesos trágicos que habían de acontecerle a la comunidad -incluso los reyes tenían muy en cuenta todas las predicciones que hacía- . Por su parte, en el seno de la cultura manteña también se generaron mitos y leyendas que trataban sobre la vida cotidiana (el mar, la actividad de la pesca y la familia eran asuntos protagonistas) o sobre los dioses en los que aquellos grupos creían.

Ya en la época de los incas, se desarrolló una literatura que no se registraba con nada similar a lo que hoy se entiende por escritura, pero de la que sí quedaba constancia mediante el sistema de almacenamiento de información conocido como quipus, un conjunto de cuerdas de lana o algodón capaces de almacenar información  a través del significado de los nudos que en él se hacían (eran los guardianes de esos quipus quienes transmitían las historias de forma oral, y de quienes después comenzaron a recopilarlas los cronistas que fueron siendo capaces de conocer la lengua quechua). Esa literatura consistía principalmente en relatos sobre la vida cotidiana, poemas épicos que principalmente describían el origen de los incas como civilización, leyendas protagonizadas por los principales dioses en los que creían y cantos amorosos también conocidos como arawy. Otros rasgos de esa literatura eran que casi siempre se trataba de obras que permanecían en el anonimato, que en ella tenían un especial protagonismo la música, el canto y el baile y que, además de para entretener, era muy valorada como medio de transmisión de conocimientos.

La época de la literatura colonial se inaugura con la producción de algunos autores autóctonos en quechua a finales del siglo XVII, entre la que destaca la “Elegía a la muerte de Atahualpa” atribuida al cacique Jacinto Collahuazo. Ya en el siglo XVIII, iban a tomar el testigo del liderazgo en las letras nacionales autores como Juan Bautista Aguirre (poeta cuya obra se centró en la temática religiosa y siguió modelos españoles), Eugenio Espejo (que en su obra plasmó una actitud de rebeldía hacia la ocupación española) o José Joaquín Olmedo (poeta de orientación neoclásica, algunas de cuyas obras han pasado a la posteridad). Y en el siglo XIX, como también ocurriera en la mayoría de los países vecinos, iban a llegar desde la lejana Europa una serie de movimientos literarios que iban a calar en el continente americano, siendo el que más lo hizo un Romanticismo que fue representado en el país por Dolores Veintimilla (en cuya obra los temas principales fueron el amor y la melancolía), Numa Pompilio Llona (poeta muy laureado tanto en Ecuador como en otros países del continente –también fue filósofo-), Juan León Mera (novelista considerado uno de los clásicos de las letras del país) y Juan Montalvo (ensayista cuya obra pretendía la movilización del pueblo contra la tiranía).

Por último, el siglo XX continuó con protagonismo de los movimientos llegados de Europa, primero con el Modernismo (en el que destacaron Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa o Humberto Fierro) y poco después con el Realismo, en la que sobresalieron los escritores pertenecientes a la conocida como Generación del 30 como Luis Alfredo Martínez (considerado el fundador del movimiento), los autores pertenecientes al llamado Grupo de Guayaquil (Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert, entre otros, que con sus cuentos trataron temas de índole social) y sobre todo Jorge Icaza (tal vez el mayor referente de la literatura ecuatoriana del siglo, con obras notables como “Huasipungo” y “El chulla Romero y Flores”, ambas de contenido principalmente social). Por último, en la segunda mitad del siglo XX, y en el XXI, han destacado otros escritores como Alicia Yañez Cossío (poetisa, novelista y cuentista que en su obra ha tratado sobre todo de plasmar la identidad femenina), Jorge Enrique Adoum (ensayista y poeta que también trató temas sociales), Pedro Jorge Vera (que trabajó distintos géneros y ganó premios nacionales), Jorge Dávila Vázquez (principalmente cuentista, pero que también se interesó por el teatro), Eliécer Cárdenas (sobre todo novelista), César Dávila Andrade (poeta de orientaciones neorrománticas y neosurrealistas) y Mónica Ojeda (novelista que ha obtenido reconocimiento internacional).

La literatura sobre Ecuador

Fueron los españoles los primeros extranjeros en llegar a Ecuador y en dejar constancia de ello a su llegada al actual territorio del país a principios del siglo XVI, y lo hicieron de la mano de Francisco de Orellana y de Gonzalo Pizarro, por lo que fueron los cronistas de esas expediciones los autores de esos textos (entre ellos destacan  Fray Gaspar de Carvajal o Gonzalo Fernández de Oviedo). Destaca también la aportación, algo posterior, del viajero italiano Girolamo Benzoni, que en sus escritos hizo referencia a comunidades huancavilcas (a ellas se refirieron también otros cronistas como Fray Reginaldo de Lizárraga). Ya del siglo XIX es el “Las encantadas. Derivas por Galápagos”, de Herman Melville, y en ese siglo también escribió sobre el país Charles Darwin en algunas de sus obras consagradas al estudio de la evolución de las especies.

De época reciente son las aportaciones de Iñaki Vergara Pérez (“Ecuador. Pequeñas historias”), de Gustavo Rosemffet (“Cuaderno de viaje. Ecuador”), de Antonio Cisneros (“Un crucero a las Islas Galápagos”) o de Josep Maria Fericgla (“Jíbaros, los cazadores de sueños” y “Al trasluz de la ayahuasca”). Otros autores, como Paul Theroux, Antonio Picazo, Sergi Lara García o Alfonso Domingo también hablan sobre Ecuador en libros de literatura de viajes que, no obstante, también abarcan a otros países, o en novelas ambientadas en el país.

Lecturas propuestas

El chulla Romero y Flores (Jorge Icaza)

Este libro del autor ecuatoriano es un fantástico ejemplo de novela picaresca, si bien completamente adaptada a una época más moderna de aquella en la que ese género tuvo esplendor en España, y a la realidad sociocultural ecuatoriana de mediados del siglo XX. El encargo de un trabajo peliagudo al protagonista de la historia –el que da nombre también al libro- va a originar una serie de acontecimientos y aventuras que el autor, mediante una serie de saltos en el tiempo que ayudan a articular la novela, consigue transmitir al lector. Un lector que conseguirá una profunda inmersión en la cultura ecuatoriana, ayudado por el hecho de que en el libro se vierten una buena cantidad de jerga y de palabras locales que, en cualquier caso, podrá ir entendiendo gracias a las anotaciones a pie de página. La obra es una excelente fotografía de la sociedad ecuatoriana de la época.

El crimen tropical del señor obispo (Antonio Picazo)

Se trata de la primera novela de un autor que con anterioridad se había dedicado a la literatura de viajes, y con ella rescata el suceso histórico del asesinato de dos religiosos a manos de la comunidad amazónica no contactada de los tagaeri (perteneciente al grupo de los huaoranis). Con el fin de investigar lo sucedido, llega al país ecuatoriano un abogado español que, no obstante su buena voluntad de cumplir con su cometido, desde un primer momento se ve avasallado por ese formidable enemigo que es la selva. Picazo ofrece un buen catálogo documental de ese medio, así como de las gentes que en él viven, sus animales y sus árboles y plantas más característicos, pero sobre todo de su crueldad, esa que le lleva a dormirte con su abrumadora monotonía para, en el momento más inesperado, asestarte un golpe que bien puede ser mortal.

La serpiente líquida (Alfonso Domingo)

Es este un libro una herramienta excelente para adentrarse en el apasionante mundo amazónico, ya que es lo que hace el propio autor, comenzando su viaje en territorio ecuatoriano. Centrándose sobre todo en el entorno del Río Napo, uno de los principales afluentes directos del Amazonas, el autor va a conocer y transmitir testimonios de primera mano de un chamán (el chamanismo es, sin duda, uno de los elementos de la cultura amazónica que más pretende conocer en su viaje), va a entrevistarse con el alcalde de la localidad de Sarayacu y va a contar algunos pormenores del modo de vida de los grupos indígenas locales. No obstante su interés en la selva, también tiene tiempo para hablarnos del fascinante entorno del altiplano andino del país.

El viejo expreso de la Patagonia (Paul Theroux)

En este clásico de la literatura de viajes, una de las obras más destacadas de este autor que tan prolífico ha sido en ese género, se cuenta de inicio a fin un viaje que Theroux comienza saliendo de la ciudad en la que vive con un tren de cercanías y empalmando trayectos en tren hasta llegar hasta la otra punta del extenso continente que es América. Quito y Guayaquil fueron las principales ciudades ecuatorianas que visitó y en las que pasó un tiempo que le dio para escribir sobre su clima, sus monumentos y sus gentes. Aunque, sin duda, los momentos estrella de su estancia en Ecuador son el encuentro que tiene con el escritor Jorge Icaza y la visita a unos lejanos parientes suyos en la ciudad de Guayaquil.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Ecuador es un país situado en la parte norte del subcontinente sudamericano, en concreto en la región andina que es atravesada por el conocido paralelo central que además da nombre al país. Además de por la cordillera de los Andes, el territorio del país (pequeño para los estándares de su subcontinente) está ocupado por la selva amazónica y por una región costera. Pertenecen a Ecuador, además de la principal parte continental, algunos archipiélagos, entre los que es especialmente conocido el de las Islas Galápagos, y el país tiene el honor de tener en su territorio el punto más alejado del centro de la Tierra, que no es otro que la cima del volcán Chimborazo (también es muy conocida la montaña Cotopaxi, uno de los volcanes activos más altos del mundo).

Con anterioridad a la llegada de los españoles, en el territorio hoy ecuatoriano se habían desarrollado culturas como las preincaicas (entre las que destacan algunas como la manteña o la huancavilca) o como la constituida por los incas. Tras la llegada de los conquistadores europeos, el territorio ecuatoriano iba a formar parte primero del Virreinato del Perú y después de la Gran Colombia, antes de obtener la independencia en 1830. A partir de ese momento, la instauración de una República, las dictaduras y gobiernos militares y la democracia se iban a ir sucediendo en el tiempo para conformar el estado que Ecuador es hoy en día.

La etnia mayoritaria en Ecuador es la quechua, es decir, la descendiente de los incas, un rasgo que el país comparte con vecinos como Perú o Bolivia (todos ellos tienen una mayor proporción de población indígena o mestiza que otros países sudamericanos vecinos). No obstante lo anterior, existen otras etnias minoritarias entre las que destacan la montubio (que llega a constituir casi el 8% de la población) o la shuar (originaria del Amazonas). En lo religioso, algo más del 90% de la población es cristiana, aunque en algunas de  las etnias minoritarias aún se practican creencias más relacionadas con el animismo y el chamanismo.



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