La literatura de Guatemala


País: 
Guatemala

La literatura de Guatemala

El territorio de Guatemala es, junto al de México, aquél en el que principalmente se asentó la civilización maya, por lo que es en el seno de esa cultura donde surgen las primeras manifestaciones literarias del país. Algunos de los mitos y leyendas más conocidos se encuentran en la obra “Popol Vuh”, una recopilación de narraciones míticas, legendarias o históricas –la frontera entre realidad y mito es imposible de establecer- del pueblo quiché –uno de los nativos y más relevantes del país-, contadas a través de las peripecias de los héroes gemelos Hunapú e Ixbalanqué (aunque las leyendas venían siendo contadas desde tiempos ancestrales, fueron recopiladas en el siglo XVIII por Francisco Jiménez, y trataban principalmente sobre la creación del mundo y de los seres humanos). Por lo demás, y ya hablando de forma general sobre los mitos mayas, y no solo sobre los recopilados en el “Popol Wuh”, se puede decir que las leyendas originarias de la región del Petén, comparten características con las de territorio mexicano, de las que ya se habló en el artículo dedicado a ese país (esas características son la relevancia de la naturaleza, la religiosidad y el clasismo, y la presencia de personajes que portan nombres de animales o elementos de la naturaleza). En el siglo XV, tal vez a modo de despedida de la etapa pre-colonial, aparece la relevante “Rabinal Achí”, obra dramática que mediante textos y bailes narra el origen del pueblo kekchi –otro grupo indígena del país- y sus relaciones con pueblos vecinos

A partir del siglo XVI, y hasta el XVII, se da la que se ha dado en llamar literatura colonial, a cargo de autores aún más enraizados en la cultura española que en una guatemalteca (es también difícil establecer la frontera entre ellos y los españoles o pseudo-españoles que escriben sobre Guatemala desde un punto de vista externa, de los que se habla en la segunda sección), siempre bajo la fuerte influencia de la Iglesia Católica. Son nombres destacados del período Sor Juana de Maldonado (considerada primera poetisa y dramaturga de Centroamérica) en el siglo XVI, Manuel José de Quirós y Pedro Nolasco Estrada Aristondo, por mencionar a un par, en el siglo XVII (fueron poetas que generaron formas literarias con un componente musical, como villancicos, sainetes, cantatas o jácaras) y Rafael Landívar (otro de los primeros grandes poetas guatemaltecos) y Rafael García Goyena (poeta con obra didáctica y satírica) en el siglo XVIII. El país se iba a librar del yugo tanto de la metrópoli como del catolicismo en el siglo XIX, cuando precisamente aparece un movimiento literario anticlerical encabezado por Lorenzo Montúfar y Rivera, en el que también destacaron María Josefa García Granados, José Batres Montúfar (los dos anteriores escribieron de forma conjunta el “Sermón para José María Castilla”, una obra escandalosa en su época) y José Milla y Vidaurre (considerado padre de la novela guatemalteca). A finales del siglo, iba a llegar al país la influencia del modernismo hispanoamericano, que tomó ideas del simbolismo y el parnasianismo europeos y fue promovido por Rubén Darío, de la vecina Nicaragua, con aportaciones guatemaltecas de Domingo Estrada o María Cruz en poesía y de Enrique Gómez Carrillo en prosa.

En el siglo XX, aparecen varias generaciones de escritores que, generalmente agrupados en generaciones que más o menos se suceden cada diez años, van a llevar al país a un nivel literario superior; entre ellos sobresale Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura en 1967 y autor de diversas novelas de indudable nivel literario y prestigio. Junto a su figura, merece la pena destacar las de Elisa Hall de Asturias (escritora autodidacta que buscó explorar en el origen del apellido Asturias en el país), Flavio Herrera (novelista y poeta experimental y de gusto exótico que cultivó el género del Haikai japonés, en una adaptación que terminó en una suerte de minificción), Virgilio Rodríguez Macal (novelista muy popular en Centroaméricas de estilo criollista, con realce de las culturas populares), Ramón Aceña Durán (poeta y dramaturgo de generosa obra), Alaíde Foppa (poetisa de orientación feminista), Humberto Akabal (poeta de etnia quiché muy reconocido y traducido a diversos idiomas), Rafael Arévalo Martínez (poeta, ensayista y dramaturgo considerado precursor del Realismo Mágico), Manuel Francisco Galich López (dramaturgo que participó en asuntos políticos), Víctor Hugo Cruz (dramaturgo ganador de varios premios), Claudio Valerio (también dramaturgo, que tiene más de 1.500 obras escritas) y Rodrigo Rey Rosa (escritor ya con obra en el siglo XXI que ha ganado premios). También han alcanzado prestigio diversos historiadores, como Juan José Arévalo, Federico Hernández de León o Virgilio Rodríguez Beteta.

La literatura sobre Guatemala

Las primeras referencias escritas sobre el territorio guatemalteco son las de los cronistas de Pedro de Alvarado, a quien se puede considerar conquistador de Guatemala y de otros países de Centroamérica. Le siguieron obras escritas por escritores ya nacidos en Guatemala, pero que aún escribían desde un prisma español, uno de cuyos principales exponentes fue Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán (que escribió “Recordación Florida”, una crónica de la conquista española).

En siglos posteriores, dejaron sus aportaciones Isidor Prenafeta (con “Guatemala, senda maya”), Artur Isal y Ruth Estellers (con “Guatemala, el corazón de los mayas”) o Juan Maestre Alfonso (con “Guatemala, entre volcanes y poetas”), entre otros. También han escrito sobre Guatemala, en sus más amplios libros sobre América, Paul Theroux en “El viejo expreso de la Patagonia” y Antonio Picazo en “Un viaje lleno de mundos”.

Lecturas propuestas

Viernes de Dolores (Miguel Ángel Asturias)

En esta obra del Nobel guatemalteco, se recrean los acontecimientos de la festividad del Viernes de Dolores –el anterior al Domingo de Ramos- en una ciudad guatemalteca cualquiera, donde las celebraciones de ese día vienen acompañadas de un carnaval y de una huelga de estudiantes. La obra comienza recreando el ambiente de un cementerio, para después ir ampliando su radio de acción y llegar a toda la ciudad, a muchos de sus pobladores, y a las peripecias y casi aventuras que estos viven, siempre debatiéndose en la frontera entre lo cómico y lo dramático, entre lo gracioso y lo trágico, para que el lector termine sin querer perderse el final de la historia.

Tiempos recios (Mario Vargas Llosa)

Es este otro fantástico libro del genial escritor peruano, que recupera esa modalidad tan atractiva que consiste en contar la historia de forma novelada. En este caso, aborda la historia de Guatemala, en concreto en el período de mediados del siglo XX, cuando el país estaba inmerso en una convulsa etapa en la que se sucedieron los gobiernos y los golpes de estado. Saltando entre los puntos de vista de diversos personajes, el autor cuenta de forma verídica y asombrosamente detallada los principales acontecimientos de la época, en los que también se vieron implicados los vecinos países centroamericanos y Estados Unidos.

Guatemala. Entre volcanes y poetas (Juan Maestre Alfonso)

Se trata de un libro de literatura de viajes, o casi se podría decir, literatura de estancia, porque el autor cuenta sus vivencias y experiencias en el país centroamericano durante el período en el que estuvo en él trabajando. El libro cuenta además con la ventaja de que está escrito pasado un tiempo considerable desde esa estancia, con lo que el autor enriquece el relato con otros sucesos y experiencias vitales posteriores. En el libro, Maestre Alfonso nos habla de los guatemaltecos, de la fantástica naturaleza en la que selvas y volcanes se erigen como protagonistas o de las cordiales relaciones que mantuvo con algunos intelecturales -especialmente poetas- del país, aunque también, por desgracia, de otros aspectos menos alegres como la pobreza allí reinante.

El aroma del copal (Javier Reverte)

En esta novela del habitual escritor de literatura de viajes mariñeo, se recrea la historia de Manuel Márquez, un español que de la mano de una empresa que le envía a trabajar a Guatemala, se instala en el pueblo de El Naranjo, en la región del Petén, muy cerca de la frontera con México. Las interacciones con el resto de trabajadores extranjeros de la explotación petrolífera que es el verdadero motivo de su presencia allí, pero sobre todo con los locales, e incluso las historias más cercanas que vive con algunos de estos últimos, constituyen la esencia y el hilo conductor y marcan el devenir de la narración.

Un viaje lleno de mundos (Antonio Picazo)

En este libro sobre diversos países de América –del que ya se ha hablado en los artículos de algún otro país del continente-, el autor dedica un espacio a Guatemala, un país en el que entra en contacto con ese sello religioso-fantasmagórico que tan bien representa al país, con santos a cuyos restos los guatemaltecos más creyentes les piden milagros, brujas a las que se les solicita consejo, sentidos funerales religiosos y festivas procesiones. Fuera de ese ambiente y de esa temática principal, al autor le da tiempo a visitar mercados, describir ciudades y hablar sobre los volcanes del país.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Guatemala es un pequeño estado centroamericano que se sitúa justo al sur de México y que comparte con ese país la herencia de la cultura maya. Como ocurre con casi todos los países centroamericanos, Guatemala se asoma tanto al Océano Atlántico como al Pacífico, y cuenta con diversos tipos de ecosistema, aunque entre ellos predomina la selva. Uno de los elementos geográficos característicos del país son su accidentado relieve y sus volcanes.

Pueblos indígenas de cultura maya poblaban el territorio que hoy es Guatemala antes de la llegada de unos españoles que, de la mano de Pedro de Alvarado, iban a conquistar el territorio. El país iba a estar bajo control español hasta la independencia, obtenida en 1821, a partir de la cual iba a emprender un nada sencillo camino, inicialmente oscilando entre el ansiado alejamiento del control español y los intentos por ejercerlo de los cercanos Estados Unidos -que desde su constitución ha tenido intereses en la región-, y después pasando por episodios tan traumáticos como un genocidio y una guerra civil.

La cultura maya tiene una importante presencia en la Guatemala de hoy en día, con mucha población descendiente de esa civilización, o al menos mestiza. En cualquier caso, la variedad dentro de la cultura maya es relevante, y en el país se identifican hasta veintidós idiomas, siempre pertenecientes a esa familia maya. No menos relevante es el sello del Cristianismo que llevaron los españoles, ya que aunque el país es oficialmente laico, hay una alta proporción de cristianos tanto católicos como evangélicos y una fuerte raigambre de sus ideas en las creencias y costumbres de la sociedad.



Comparte el artículo en las redes sociales