La literatura de Italia


País: 
Italia

La literatura de Italia

La primera literatura del territorio hoy italiano fue probablemente la etrusca, de la que apenas sobreviven algunos fragmentos religiosos, funerarios, históricos y jurídicos que datan aproximadamente del siglo VI a.C., y que parece que formaron parte de obras más amplias, muchas de ellas transmitidas por el héroe Tages-. También hay constancia de canciones y poemas populares y folclóricos, e incluso de algún texto teatral (se ha identificado al dramaturgo Volnio). En cualquier caso, quede lo que quede de ello en la actualidad, se ha investigado y dicho que el literario fue uno de los principales logros de esa civilización.

En lo que concierne a la literatura del Imperio Romano, puede hablarse de un primer período con obras incompletas de poco nivel literario (principalmente axamenta –cantos de sacerdotes-, fesceninos –diálogos con cierta apariencia dramática-, textos históricos y códigos de leyes); un segundo período con nuevos géneros, bien llegados desde Grecia como el drama la épica y la comedia (destacaron los autores Livio Andrónico, Nevio, Ennio, Plauto o Terencio), bien más autóctonos como la retórica (Cicerón hacía resúmenes de los discursos de los emperadores, aparte de otra actividad literaria), aunque también con continuación de los géneros presentes anteriormente (por ejemplo en textos históricos destacaron Tito Livio y Catón el Viejo); un tercer período en el que cobraron fuerza el género épico (con mucha influencia de lo griego y papel destacado para Ovidio –poeta muy centrado en relatos mitológicos- y Virgilio –autor de obras míticas como la “Eneida”-), la poesía lírica y satírica (con aportaciones de Horacio –autor de los famosos tópicos- y de Catulo –autor de una vasta obra-) y las lecturas públicas (con protagonismo de Cayo Asinio Polión) y continuó la producción literaria en tragedia, retórica o textos históricos; un cuarto período con relevancia de la poesía dramática (en ella destacó el filósofo y escritor Séneca), la sátira (a cargo de Persio, Juvenal o Marcial), la prosa histórica (por parte de Tácito o Veleyo Patérculo, entre otros) y la prosa de índole naturalista (donde destacó Plinio el Viejo); y un quinto período ya con cierto decaimiento literario, y con producción de poesía (de la mano de Sidonio Apolinar o Claudiano), retórica (con Ausonio) o prosa histórica (con Sexto Aurelio Víctor).

Tras la caída del Imperio Romano, y tras una etapa de literatura religiosa a cargo de varios monjes y ermitaños, en el siglo XIV va a llegar la siguiente etapa de esplendor, en la parte final de la Edad Media, que reunió a varios de los grandes escritores de la historia de la literatura italiana, como Dante (considerado el poeta más importante de Italia, con su mítica obra “Divina Comedia”), Petrarca (dedicado a la poesía lírica ) o Boccaccio (como Petrarca, apasionado de los clásicos de la Antigüedad, y famoso por el  “Decamerón”).  También hubo producción de obras de temática popular, obras políticas, crónica y teatro. Iba a llegar el turno después para el fenómeno del Renacimiento, con papel protagonista en lo literario para Maquiavelo (que se prodigó en diversos géneros, aunque destacó en lo histórico), Torquato Tasso (para algunos uno de los grandes poetas de Italia) y Poliziano (poeta que reúne lo antiguo y lo moderno) y con producción literaria de poemas cantados llamados cantari, de églogas (muy populares desde que las introdujeran Dante y Petrarca), teatro (que tuvo un desarrollo importante en estos siglos con el género de la Comedia dell’Arte, que incluía disfraces y acrobacias) y obras didácticas –en géneros como la poesía lírica, la comedia o la tragedia, no hubo en cambio gran actividad ni brillantez-. También merece la pena destacar la aparición en la época de "Orlando furioso", considerada una de las grandes epopeyas de la literatura universal, de la mano de Ludovico Ariosto.

El siglo XVIII iba a traer un renovado interés por lo histórico y lo veraz (con aportaciones de los autores Apostolo Zeno y Metastasio), aunque también una continuación de la tradición lírica y satírica, esto último sobre todo de la mano de Giuseppe Parini, y de lo dramático, con protagonismo de Carlo Goldoni. También comenzaba a despuntar una literatura nacionalista de la mano de Vittorio Alfieri, Ugo Foscolo o Vincenzo Monti. El siglo XIX llegó con las corrientes del Romanticismo y el Realismo –este de nuevo con un toque nacionalista- y con las figuras de Giacomo Leopardi en el primero (el gran poeta de la época) y de Giuseppe Giusti y Francesco Guerrazzi en el segundo, de la misma forma que el siglo XX iba a traer las vanguardias (destacan Gabriele D’ Annunzio en el Simbolismo y Filippo Marinetti en el Futurismo)    –en este siglo, además, hubo grandes nombres no tan ligados a movimientos como los de los Nobel de Literatura Giosue Carducci, Grazia Deledda o Luigi Pirandello-. Por último, son autores destacados de la segunda parte de ese siglo XX y del XXI Giuseppe T. di Lampedusa (autor del famoso “El gatopardo”, su única obra), Leonardo Sciascia (novelista y dramaturgo de reconocido prestigio), Italo Calvino (periodista y autor de novelas y cuentos), Pier Paolo Pasolini (uno de los autores más reconocidos de su generación), Claudio Magris (ensayista, cuentista y dramaturgo de relevancia en la sociedad italiana), Umberto Saba (poeta que inauguró una línea poética innovadora), Salvatore Quasimodo (Nobel en 1959), Umberto Eco (autor de novelas y ensayos de renombre mundial), Alberto Moravia (que se prodigó en varios géneros), Eugenio Montale (Nobel en 1975), Antonio Tabucchi (enamorado de Portugal, que escribió mucho sobre ese país), Darío Fo (Nobel en 1997) y Alessandro Baricco (novelista y dramaturgo de éxito internacional).

La literatura sobre Italia

Los primeros viajeros por territorio italiano que dejaron testimonio de sus peripecias fueron los griegos, entre los que destacan Heródoto, Estrabón y Pausanias, aunque también destacan las llegadas y escritos del peregrino británico Willibald. En época algo posterior, también pasaron por territorio italiano y lo contaron célebres viajeros medievales como Benjamín de Tudela o Ibn Battuta –aunque en el caso del segundo solamente por Cerdeña). Relevante ha sido, claro, la literatura de viajes inversa, de italianos en otros territorios, como la hecha por el romano César –no confundir con Julio César- o por Marco Polo.

De momento posterior son las muy relevantes aportaciones de Johann W. Goethe (”Viaje a Italia”), Stefan Zweig (“De viaje”), Henri Beyle Stendhal (con “Paseos por Roma”) o Laurence Sterne (“Viaje sentimental”), en unos siglos en los que el viaje a Italia estaba muy de moda, como parte del Gran Tour, o viaje con carácter formativo que hacían jóvenes acomodados europeos y que tenía como destino estrella Italia. De época aún más reciente son “Cartas de Italia” de Josep Pla, “El espíritu de Roma. Fragmentos de un diario” de Vernon Lee, “Paisajes italianos” de Edith Wharton o “Un otoño romano” de Javier Reverte. Numerosas novelas han sido ambientadas en Italia, en especial en las ciudades de Roma, Florencia y Venecia.

Lecturas propuestas

La soledad de los números primos (Paolo Giordano)

En este libro Giordano cuenta la desgarradora historia de dos niños con características especiales (uno de ellos es superdotado y tiene una hermana discapacitada y la otra tuvo un accidente y un trauma infantil) que, por culpa de ese complicado bagaje, van a desarrollar una personalidad considerada extraña por los demás, con un aparente gusto por la soledad. Cuando ambos coinciden en el instituto, desarrollan una relación especial, propia de los seres extraordinarios que ambos son, que les va a llevar a encontrar el verdadero valor de la amistad.

Muerte accidental de un anarquista (Darío Fo)

Esta obra de teatro del Nobel de Literatura italiano se basa, según el propio autor, en hechos reales acaecidos en Estados Unidos. Todo transcurre en una comisaría en la que está teniendo lugar un interrogatorio a una persona que padece un trastorno mental, antes de que se desencadenen una serie de acontecimientos que van a terminar deparando una situación de lo más absurda e hilarante que se pueda imaginar. Sin embargo, detrás de esa historia hay un trasfondo de crítica social que el lector debe encargarse de interpretar.

La sonrisa etrusca (José Luis Sampedro)

En este libro del escritor español, se recrea la historia de una familia italiana compuesta por un matrimonio, su hijo, y el abuelo del pequeño, que viven en Milán. Las circunstancias de la vida moderna obligan a que el abuelo deba asumir ciertas responsabilidades en lo que concierne a la crianza y la educación del niño, lo cual acepta y trata de abordar de la mejor manera que puede, que no es otra que con el fondo de experiencia y conocimiento que su larga y agitada vida le ha ofrecido (fue luchador partisano en la Segunda Guerra Mundial y está interesado en la cultura etrusca).

Historias de Roma (Enric González)

En la línea de otros libros en los que también escribe sobre ciudades en las que ha trabajado como corresponsal (como Londres o Nueva York), el periodista catalán dedica este libro a Roma. Dedicados por igual a la antigua Roma y a la actualidad de la capital italiana, los textos hablan sobre los vetustos edificios de la ciudad, la sociedad italiana del momento, el inigualable arte italiano o la gastronomía del país, y sobre todo, consiguen plasmar el difícilmente igualable conocimiento de la ciudad que el autor ha llegado a tener por su larga estancia y su capacidad de observación.

Etiquetas (Evelyn Waugh)

Se trata de un libro de viajes del escritor británico, que en este caso desarrolla por el Mediterráneo a bordo de un crucero, una forma de viaje algo denostada en la actualidad pero que se percibía como muy interesante en la época del escritor. Venecia, Nápoles o Catania y Messina en Sicilia son los principales lugares de Italia que visita, y sobre ellos escribe con sus habituales sentido del humor y estilo afilado con los que divaga no solo sobre esos lugares que visita, sino también sobre los viajeros que le acompañan o las situaciones que va encontrando.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Italia ocupa principalmente el territorio de una península del sur de Europa rodeada por el Mar Mediterráneo, así como por las islas de Sicilia y Cerdeña. Los Alpes en el norte o los Apeninos son algunos de los principales accidentes geográficos que presenta. Las excelentes condiciones del medio (temperatura, fertilidad, etc) hicieron posible que el territorio pronto fuera cuna de grandes civilizaciones, y en la actualidad es uno de los países más desarrollados del mundo.

El Imperio Romano se levantó en la tierra en la que anteriormente habían habitado principalmente los etruscos, para después compartir territorio hoy italiano con otros pueblos como los ostrogodos o los longobardos. La caída del imperio dio paso a la relevancia del Vaticano, como ente político que representaba al Papa y a la Iglesia pero que iba mucho más allá de lo religioso, conviviendo con relevantes ciudades-estado como Génova o Venecia, antes de que llegase la creación del estado italiano tal y como lo conocemos hoy, a finales del siglo XIX, con la que se unificaron esos y otros territorios, para pasar a abordar una convulsa y agitada primera parte del siglo XX con las dos Guerras Mundiales.

La población italiana, como en el caso de casi todos los pueblos mediterráneos, representa una buena mezcla étnica de todas las civilizaciones que se fueron destacando en la región, como los llegados del centro de Europa, los árabes, o los fenicios, por solo mencionar algunos. La religión cristiana católica es la que prepondera, como no podía ser de otra forma en el país que creció a partir de Roma



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