La literatura de la República Checa


País: 
República Checa

La literatura de República Checa

Antes de que en el siglo VIII surgiese el primer lenguaje eslavo escrito, tenía lugar en territorio checo una literatura oral consistente en la transmisión de mitos y leyendas, entre las que destaca la que protagoniza Cech, el considerado padre de la nación checa, que cuenta que en el pasado remoto este vivía en Croacia –considerada la cuna de las naciones eslavas- con su hermano Lech, hasta que ambos tuvieron que marcharse como consecuencia de una guerra civil que comenzó a asolar la región, caminando durante muchos días y decidiendo Cech quedarse en una llanura fértil que a la postre terminaría siendo el  origen de la tierra que hoy forma la República Checa. Hay muchas otras leyendas ambientadas en Praga o en los bosques checos, en su mayoría protagonizadas por fantasmas, duendes o difuntos. A pesar de la llegada de la lengua eslava escrita, predominó en Bohemia –una de las regiones que forman el país- en los siglos XII y XIII una literatura desarrollada en latín, consistente principalmente en crónicas históricas (destaca la “Crónica bohemia”, escrita por Cosmas de Praga) y hagiografías sobre todo de santos locales como San Wenceslao, Santa Ludmila, San Procopio o San Adalberto (aunque también sobre los más internacionales San Cirilo y San Metodio, los creadores del alfabeto cirílico que hoy da soporte a varias lenguas eslavas).

En el siglo XIII, la dinastía de los Premyslidas inició un período de intercambio cultural con otros estados europeos gracias al cual apareció en tierras checas una poesía cortesana procedente de Alemania, aunque con la muerte de Wenceslao llegaría una nueva etapa de aislamiento en la que surgió otra literatura consistente en poesía épica de leyenda o caballeresca, extensas crónicas (entre las que destacan la “Crónica de Dalimil” y la “Crónica Zbraslav”) y textos administrativos (también se recuperó el género hagiográfico de momentos anteriores). En el siglo XV tuvo lugar la conocida como revolución husita, que provocó un cambio notable en la literatura, ya que el fin principal de esta pasó a ser el de comunicar -y convencer de- una doctrina religiosa, y esto se hacía mediante escritos teológicos en prosa que al principio se hacían en latín y después en checo y en alemán (el propio Hus, líder del movimiento, dejó sermones teológicos). Se conservan también fragmentos de obras literarias de radicales taboritas, pertenecientes a una variante del movimiento husita y caracterizados por una menor orientación a lo social.

En un momento posterior, volvieron las influencias del resto de Europa, en la forma de distintos movimientos como el Humanismo (con vuelta a la antigüedad clásica, introducción de nuevas herramientas literarias y coexistencia de escritores católicos escribiendo en latín y escritores protestantes escribiendo en checo; tuvieron papel destacado Jan Dubravius y Vaclav Hajek, entre otros), el Barroco (con cierto estancamiento de la literatura del país, producción de poesía religiosa, prosa religiosa y relatos históricos y con la figura de Comenio) y de la Ilustración (que intentó la aplicación de los principios racionales de la ciencia a la literatura, trajo un renacido interés por las novelas en prosa –en ellas destacó Matej Vaclav Kramerius- y se enfocó en la cultura checa). Ya en el siglo XIX, sería el turno para el desarrollo de una corriente local conocida como Beidermeier, cuyo objetivo era animar a los lectores a ser leales al Imperio Austro-húngaro (en él destacaron Karel Erben y Bozena Nemcova), aunque la influencia exterior iba a estar también presente de la mano del Romanticismo (con protagonismo para Karel Hynek Macha) y del Realismo (en el que fueron especialmente notorios Karel Vaclav Rais y Alois Mrstik). También hubo autores relevantes pertenecientes a corrientes de menos relevancia o no adscritos a ninguna, como Jan Neruda (poeta, cuentista y dramaturgo que inspiró al poeta chileno Pablo Neruda a la hora de elegir sobrenombre), Vitezslav Halek (adscrito a la llamada Escuela de Mayo, también con bagaje en distintos géneros) y Karolina Svetla (considerada una de las fundadoras de la novela en checo).

Por último, el siglo XX, iba a suponer la liberación de la literatura nacional –se comenzó a hacer como un arte-, la llegada de una literatura marcada por las circunstancias históricas (como las guerras o el comunismo) y el surgimiento de alguna tendencia local (como el poetismo, que abogaba por llevar la poesía a la vida cotidiana), pero sobre todo, la aparición de grandes nombres de la literatura mundial como los de Franz Kafka (uno de los escritores más geniales de la historia de la literatura universal, autor de obras que pasaron a la posteridad e inspirador de innumerables escritores posteriores de todo el planeta), Milan Kundera (también con relevancia mundial, con trabajo en todos los géneros), Bohumil Hrabal (novelista influido por las vanguardias), Jaroslav Hasek (autor de uno de los personajes más conocidos de la literatura checa, el soldado Svejk), Jaroslav Seifert (poeta que recibió el Nobel de Literatura en 1984) o Karel Capek (personalidad destacada de la literatura del país), entre otros.

La literatura sobre República Checa

En un primer momento se desplazaron por el centro de Europa los pueblos llamados bárbaros, que no se caracterizaron por una amplia producción literaria, y en un segundo momento en el que el país checo quedó cerca de las zonas de influencia de grandes y más sofisticados imperios, el centroeuropeo no era un territorio que interesase en demasía, puesto que los ojos estaban puestos en lugares más exóticos y rentables desde el punto de vista comercial. Por ello, en lo que a literatura de viajes sobre el país se refiere, se pone el foco directamente en el siglo XX, en cuya primera parte destaca la aportación de Patrick Leigh Fermor, quien pasó por Praga y por otros lugares del país en el periplo entre Londres y Estambul que narra en “El tiempo de los regalos”, y en cuya etapa final aparecen “Praga mágica”, de Angelo María Ripellino, “Imágenes de Praga”, de John Bainville, o “El viajero de Praga”, de Javier Vascónez.

Más allá de la literatura de viajes, Praga es una ciudad que lleva fascinando al mundo desde su fundación, y diversos autores de amplio reconocimiento internacional han ambientado novelas en ella; son los casos de Jorge Luis Borges (“El milagro secreto”), Phillip Roth (“La orgía de Praga”), Umberto Eco (“El cementerio de Praga”), Laurent Binet (“HHhH”), Michael Crane (“El violinista de Praga”), Winfried Sebald (“Austerlitz”) o Gustav Meyrink (“El golem”).

Lecturas propuestas

El proceso (Franz Kafka)

En esta obra maestra de la literatura universal, el genio checo cuenta la historia de un joven que, sin motivo aparente, y ante su sorpresa, es arrestado en su propio domicilio una mañana cualquiera. Tras cumplir con las inmediatas obligaciones derivadas del arresto, intenta arreglar su situación, aunque el tiempo va pasando sin que consiga siquiera averiguar el motivo de la detención. Paradójicamente, su vida tampoco experimenta grandes cambios a pesar del nuevo estatus, y todo llega a convertirse en una situación que no podría tener más que el apelativo de… ¡kafkiano!.

El castillo (Franz Kafka)

Se trata de la historia de un agrimensor que llega a la ciudad en la que ha de desarrollar su nuevo proyecto. Tras las primeras horas que le sirven para asentarse en su nueva ciudad, el protagonista intenta dar los primeros pasos para comenzar a trabajar; sin embargo, le va a resultar más difícil de lo que inicialmente había imaginado poder progresar en ese cometido. Con la más que dudosa ayuda de los vecinos del pequeño pueblo, el personaje intenta abordar la visita al castillo en el que en teoría podrá obtener más información sobre su situación, pero todo se va complicando hasta que protagonista y lector se ven encerrados en un laberinto sin salida.

La broma (Milan Kundera)

Se trata de la historia de Ludvik Jahn, un joven que pertenece al Partido Comunista  que ve cómo, por culpa de una mísera broma que le intenta gastar a su novia en una carta, se precipitan una serie de acontecimientos en las que va a despertar sospechas de traición al partido, va a ser perseguido, y finalmente se va a ver obligado a exiliarse y a trabajar en unas minas. La historia, que es en realidad contada con puntos de vista alternos de los distintos personajes, es en realidad una crítica al totalitarismo que caracterizó al período comunista del país.

HHhH (Laurent Binet)

Este libro de carácter histórico trata de contar de la forma más fidedigna posible lo sucedido en la Praga ocupada por los nazis en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El acrónimo que forma el título resume la frase “Himmlers Hirn heiss Heydrich” (“El cerebro de Himmler se llama Heydrich”), y es que es la llegada a la ciudad de Heydrich la que marca el inicio de los acontecimientos que se narran. El autor introduce en el libro una curiosa y original forma de interacción directa con el lector, a través de la cual le va informando de los problemas que surgen en el proceso de documentación y escritura.

El tiempo de los regalos (Patrick Leigh Fermor)

Tras su paso por la convulsa Alemania de los años 30 del siglo XX, Leigh Fermor llega a Praga. Aunque no tenía inicialmente previsto detenerse en su camino a Estambul, se ve obligado a hacerlo por las circunstancias, ya que no cuenta con dinero suficiente para seguir adelante. La experiencia le servirá para admirar el arte de la capital checa, para empaparse de la historia del país, para conocer algo de la literatura local, y para sufrir los rigores del invierno centroeuropeo.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

República Checa es un pequeño estado centroeuropeo que a lo largo de la historia ha estado influido por los grandes imperios que lo rodean, como el alemán, el austro-húngaro o el ruso. El país se extiende actualmente por las regiones de Bohemia y Moravia, además de por una pequeña parte de Silesia, e históricamente se ha beneficiado de las excelentes condiciones geográficas que para el desarrollo presenta el continente europeo.

Tras un largo período inicial en el que pasaron por tierras checas varios pueblos, en el siglo IX se formó un ducado que perteneció primero al Imperio de la Gran Moravia y después al Sacro Imperio Romano Germánico. Cuando en el siglo XIII el ducado alcanzó la categoría de reino, tuvieron lugar las guerras husitas, en las que los partidarios del teólogo y filósofo Jan Hus se enfrentaron a la coalición formada por el Sacro Imperio Romano Germánico, el Reino de Hungría y el Papado. En siglos siguientes iban a seguir la pertenencia al Imperio Austro-húngaro, la creación del estado de Checoslovaquia al fin de la Primera Guerra Mundial y la separación de República Checa y Eslovaquia en 1993.

La población eslava es clara mayoría (80%) en República Checa, y hay minorías procedentes de los países vecinos. Aunque el país se caracteriza por su elevado grado de agnosticismo, el cristianismo católico es la religión que más adeptos tiene.



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