La literatura de Malí


País: 
Mali

La literatura de Malí

El territorio ocupado por el actual estado de Malí se ha caracterizado históricamente por su diversidad étnica, con cada una de las etnias produciendo una literatura diferente aunque con ciertos rasgos o elementos en común. En la primera parte de este artículo se va a optar por exponer las características principales de las que actualmente son las etnias más presentes en el país: la bambara y la fulani o peul. Como suele ser habitual en los primeros estadios del desarrollo de una cultura, las literaturas de ambas etnias comenzaron siendo de carácter eminentemente oral.

En lo que se refiere a la literatura oral bambara, merece la pena destacar que ha sido por lo general transmitida por los griot o narradores de historia (una figura de gran relevancia también en otros países de África Occidental), que ha venido contando historias de reyes y de héroes principalmente, que también versaba sobre aspectos religiosos (en concreto sobre las creencias animistas que los bambara tenían) y que se plasmaba principalmente en canciones, algunas de las cuales son tan antiguas que se dice que pueden datar de la época del Imperio de Malí, sin duda uno de los grandes imperios de la historia de todo África. En lo que concierne a  la literatura oral fulani o peul, se puede exponer que la temática está más centrada en lo cotidiano y lo mundano (los traslados propios de un pueblo nómada como el peul, o el ganado, son algunos de los temas más tratados), que su propósito principal era la iniciación o la formación de las personas que escuchaban las historias , que eran transmitidas por una figura relativamente parecida a la del griot conocida como silatigi, y que las historias estaban protagonizadas principalmente por dioses y por animales. Más allá de lo que han producido las distintas etnias, la literatura oral ha circulado historias concretas -que bien se pueden considerar obras literarias- que se podrían ver como comunes al conjunto del país y de las etnias, ya que datan de momentos en los que todo el territorio estaba unificado bajo la forma del Imperio Malí; un ejemplo de ello lo constituye la conocida como “Epopeya de Sundiata”, un poema épico que relata las peripecias del héroe Sundiata Keita, fundador del imperio. También merece la pena destacar que, más allá de los rasgos de la literatura oral tradicional del país, la figura del contador de historias (también conocido como djeli, que recita o canta historias que se sabe de memoria), está tan arraigada que incluso se viene intentando recuperar para la sociedad moderna desde finales del siglo XX.

La literatura escrita comenzó en el país mucho antes que en la mayoría de los territorios y países africanos, ya que en el caso de Malí se desarrolló antes de la llegada de los colonizadores europeos, algo que solo fue posible gracias al esplendor que la ciudad de Tombuctú alcanzó entre los siglos XIV a XVI y también a la labor del mecenazgo de la literatura -así como de otras artes- que algunos de los reyes del Imperio Songhai -que sucedió al Imperio Malí- llevaron a cabo (destacó especialmente la labor de Askia Muhammad I). Un excelente ejemplo de esa riqueza cultural y literaria en época tan temprana lo constituyen los conocidos como ”Manuscritos de Tombuctú”, un extenso conjunto de manuscritos (se cree que podría haber unos 400.000) de temática principalmente astronómica (los manuscritos han llegado hasta nuestros días -e incluso están siendo digitalizados-, aunque lo han hecho de una forma casi milagrosa, ya que fue necesario rescatarlos para que el integrismo islámico de tiempos recientes no terminase con ellos).

En lo que respecta a la literatura que podemos denominar moderna, merece la pena destacar que, a diferencia de lo que ocurrió en otros países africanos, la literatura colonial no presenta tanta relevancia, sin duda como consecuencia del hecho de que el período de ocupación por una potencia europea fue de menor duración, en concreto de menos de un siglo, y de que se trató más de una situación de control que de una verdadera colonia. Una vez que se obtuvo la independencia, destacaron escritores como Amadou Hampate Ba (autor muy orientado a lo histórico, de gran influencia en la literatura de todo el continente africano), Massa Makan Diabate (novelista y dramaturgo descendiente de una familia de griots y volcado en el género del realismo), Moussa Konate (autor principalmente de novelas y cuentos, aunque también con presencia en teatro y en literatura juvenil), Fily Dabo Sissoko (poeta y ensayista que compaginó su trayectoria como escritor con la actividad política), Yambo Ouologuem (novelista que ganó premios internacionales, en concreto de literatura en idioma francés), Ismael Diadie Haidara (autor orientado a la poesía, además de heredero de un relevante fondo bibliográfico histórico de la ciudad de Tombuctú), Aminata Traore (escritora y política de notable prestigio) o Manthia Diawara (que ha escrito ensayos sobre el cine africano y que a través de su obra ha difundido la cultura negra y la negritud).

La literatura sobre Malí

Desde tiempos medievales, Tombuctú, tal vez la ciudad más conocida del actual territorio malí, ha ejercido una fascinación difícilmente igualable en Europa, erigiéndose en un mito, así como en el sueño que numerosos viajeros y exploradores medievales anhelaban alcanzar, entre otros motivos por tratarse de la ciudad santa de los musulmanes de África y por haber estado el acceso durante mucho tiempo prohibido a quienes no profesaban la fe islámica. Se cree que fue León el Africano, un musulmán granadino, quien en el siglo XVI consiguió llegar por primera vez a Tombuctú desde Europa, así como contarlo. También en el siglo XVI llegaría a Tombuctú, y fundaría una colonia allí, el también morisco Yuder Pacha. Y en el siglo XIX, haría su aparición en la mítica ciudad el explorador francés Rene Caillie, cumpliendo así el que había sido el sueño de su vida, dejando sus vivencias por escrito.

De tiempos más modernos son las obras (algunas de ellas hablando también de otros países vecinos además de Malí) “Memorias del Río Níger” (de Irene López de Castro), “África en silencio” (de Manuel Villar Raso), “Djoliba. La curva del Níger en Malí” (de Gemma Freixas), “Malí Blues” (de la escritora belga Lieve Joris), “Los reinos perdidos de África” (de Jeffrey Tayler) o “Mauritania y Malí. Viaje por los imperios del oro” (de Tomeu Martí Perellada). También destaca la obra “De Córdoba a Timbuktú”, de Vicente Millán y Adelina Cano Fernández, que, aunque moderna, relata las peripecias de un viajero cordobés del siglo XVI, Sulayman del Pozo.

Lecturas propuestas

Kuty. Memoria de sangre (Aida Mady Diallo)

Se trata de una cruel y desgarradora historia, la de una mujer que durante toda su vida debe soportar la pesada carga de haber presenciado apenas siendo una niña el asesinato de toda su familia a manos de unos saqueadores tuaregs. La vida no se le hace más sencilla después, pero a pesar de todos los obstáculos e impedimentos, la joven consigue rehacerse y trazar un plan, en concreto aquel que le va a permitir hacer justicia y cumplir la que, tras la tragedia, pasó a ser la misión de su vida. En una de esas historias en las que los conceptos de lo bueno y lo malo se relativizan, el lector no dejará además de conocer múltiples aspectos de la vida en Malí.

Historias de salacot y fortasec (Enrique Vaquerizo)

Libro que trata sobre las aventuras del autor en una serie de países de África Occidental, entre los que se encuentra Malí. Vaquerizo narra todas las peripecias que le van aconteciendo en su viaje, siempre pasándolas por el prisma de un original sentido del humor que no abandona en prácticamente ninguna página del libro. La ciudad de Djenne, la pequeña aldea de Dafra o el País Dogón (una falla en la que vive un pueblo, el dogón, que permaneció desconocido para los europeos hasta el siglo XX) son algunos de los lugares de visita, aunque también cuenta peripecias “del camino”, es decir, de los transportes que utiliza en el país.

África en silencio (Manuel Villar Raso)

Aunque en el libro, el autor, habla de un buen número de países africanos, es a Malí a uno de los que más extensión dedica, en concreto casi 100 páginas. En ellas, Villar Raso le cuenta al lector cuáles fueron sus sensaciones y sus impresiones en multitud de momentos de sus diversos viajes al país, algunos de ellos como miembro de expediciones que tenían como objetivo investigar ciertos aspectos de la cultura local. Esa Tombuctú que ha fascinado a tantos viajeros -y a Villar Raso también-, y Bamako, son algunos de los lugares en los que más se detiene, y en cuanto a los temas, Villar Raso habla tanto de las personas locales a las que va conociendo -y los ritos y celebraciones que estos llevan a cabo- como de los viajeros extranjeros a los que encuentra, los a veces sórdidos hoteles en los que se aloja, etc.

Historias del África perdida (Luis Reyes Blanc)

Se trata de un libro de literatura de viajes en el que predomina la crónica de lo que fueron una serie de viajes por distintas zonas de África. Las peripecias vividas en Malí se encuentran en el primer bloque del libro, que transcurre en África Occidental. A pesar de que se puede decir que Reyes Blanc está en Malí de paso, pues el Alto Volta (actual Burkina Faso) es su verdadero destino final, en realidad no deja de contar historias interesantes de su paso por el territorio malí, como las dificultades que tiene para entrar en el país, las aventuras que vive en sus carreteras y caminos, o lo que conversa con algunas de las personas a las que va encontrando a su paso. El resultado es una interesante fotografía de la época en la que el país aún era conocido como Sudán Occidental.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Malí es un país de tamaño notable incluso para el estándar de un continente, el africano, que se caracteriza por un tamaño medio de los países claramente superior al europeo (Malí es, de hecho, el 24º país más grande del mundo). Aproximadamente la mitad del territorio está dominado por el Desierto del Sahara, mientras que la otra parte, la meridional, pertenece a la región geográfica conocida como Sahel. Como no podía ser de otra forma ocupando la latitud que ocupa, se trata de uno de los países más cálidos del planeta, y cuenta con una notable cantidad y variedad de recursos naturales que han sido objeto de anhelo por parte de potencias extranjeras.

El territorio del actual Malí fue sede de los tres grandes imperios africanos que se desarrollaron gracias a la riqueza obtenida mediante el comercio entre el norte de África y la zona subsahariana; el Imperio de Ghana, el Imperio Malí y el Imperio Songhai se sucedieron en el tiempo, aunque siempre con el denominador común de controlar todo el África Occidental y de contarse entre los imperios más avanzados de todo el continente. El país cayó bajo control francés a finales del siglo XIX (pasó a llamarse Sudán francés), una situación que se extendió hasta la obtención de la independencia primero en unión con Senegal (1959) y después en solitario (1960), para comenzar un período moderno en el que han concurrido dictaduras, revoluciones, conflictos internos y , para configurar un panorama en el que el país está navegando como puede.

En lo que concierne a los ámbitos cultural y social, merece la pena destacar que Malí destaca por su diversidad étnica, con una mayoritaria presencia de los bambara (representan algo más de un tercio de la población total), a los que siguen en orden de importancia los peul o fulani (con un 15%), los soninké, los senufo, los dogón, los mandinga, los bobo, los songhai o los tuaregs, entre otros. En lo religioso, el 95% de la población es musulmana, aunque también hay presencia del cristianismo y de las creencias animistas originarias del territorio.



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