La literatura de Marruecos
La literatura de Marruecos
Antes de que llegaran los árabes, poblaban el territorio hoy marroquí los bereberes o amazigh, por lo que fueron ellos quienes desarrollaron las primeras formas de literatura, principalmente fábulas, adivinanzas y refranes. Se trata de una literatura oral caracterizada por su dureza y su dramatismo, tal vez debido al rigor de las características de gran parte del territorio que ocupaban, con narraciones que reflejaban lo delicado de las relaciones tanto en el seno de una familia como entre distintos grupos sociales. La utilidad de los cuentos y las leyendas radicaba en conservar los viejos mitos y en ofrecer enseñanzas y reflexiones, y las historias solían ser protagonizadas por héroes y heroínas que tenían unos rasgos marcados. Por lo general habían tenido una infancia humilde y nada sencilla, que les llevaba a tener un carácter austero, pícaro, e incluso un tanto cruel, e incluso a desconfiar de todo (no dudaban en reaccionar ante lo negativo, romper vínculos, castigar, etc). Esos protagonistas solían compartir historias con personajes-modelo bastante presentes en muchos de los relatos, como “el estudiante”, “la vieja” o “el judío”, entre otros. Por lo demás, merece la pena destacar que no era extraño que en ellas apareciesen seres o fuerzas sobrenaturales, como los ogros, los djinns o genios, los demonios o los ángeles.
Después de esa literatura oral, ya bajo la influencia del Islam, tuvo lugar una primera época de esplendor bajo la dinastía almorávide (siglo XI), con grandes poetas que trabajaron en antologías y biografías como Ayyad ben Moussa o Avempace (que se prodigó en Filosofía además de en poesía), para que después tomase el testigo la dinastía almohade (siglos XII y XIII) de la mano de autores como Averroes (con numerosos tratados en diversas disciplinas), Ibn Tufail (precisamente el mentor de Averroes) o Ibn Durh, entre otros, que se prodigaron en poesía y en textos filosóficos principalmente. Más adelante, extendiéndose hasta el siglo XV, podemos hablar de los escritores que sobresalieron de la dinastía mariní, como los dos principales poetas del período, Abdelaziz al-Malzuzi y Malik ibn al-Murahhal, y de la aparición de la epopeya Mal’abat Al Katif ez-Zarhouni, de relevancia en el panorama marroquí. Merece la pena resaltar que, en estos primeros siglos desde la llegada del Islam, hubo algunos escritores que vivieron en Andalucía e incluso en otras partes de la actual España que pertenecieron a los territorios de las dinastías, mientras que otros vivieron en Marruecos pero tenían esa procedencia española –están en esa situación varios de los escritores mencionados hasta ahora-; en cualquier caso, estaban indiscutiblemente bajo el ámbito de influencia del poder imperante en Marruecos.
Avanzando aún más en la historia de la literatura marroquí, vuelve a haber autores notorios en el siglo XVIII, ya bajo el poder de la dinastía alaouita –que es la que llega hasta nuestros días-; es el caso de las figuras de Mohammed Awzal (tal vez el autor más relevante de la tradición literaria bereber), Sulayman al-Hawwat (principalmente biógrafo), Abdallah ibn Azzuz (orientado a la mística) y de Mohammed al-Ifrani (volcado en el texto histórico). Aunque en el siglo XIX sobresalió Ahmad ibn Hamdun ibn al-Hajj (novelista y poeta que además escribió una historia de la dinastía alaouita), iba a ser el siglo XX el que iba a traer una avalancha de nombres relevantes en el panorama literario. En una primera etapa, en la época en la que Marruecos era un protectorado español, destacaron principalmente Mohammed ibn al-Abbas al-Qabb (quien de alguna manera abrió la literatura moderna), Mohammed ben Brahim (el poeta más relevante del primer tercio de siglo, que compuso poemas tanto para el rey como para sus oponentes) y Abdallah Gennoun (que reaccionó contra el colonialismo); en un segundo momento, aún anterior a la independencia del país, son relevantes los nombres de Abdelkrim Ghallab (novelista de extensa obra), Ahmed Sefriou (que sitúa la mayor parte de su obra en la ciudad de Fez), Allal al-Fassi (escritor y teórico del Islam político), Malika al-Fassi (activista además de escritora), Mohammed al-Habib al-Fourkani (novelista y poeta) y Mohammed al-Mokhtar Soussi (con obra en varios géneros) –todos ellos estuvieron activos en el ámbito político y trabajaron por la independencia-. En un tercer período del siglo XX, llega el momento de Mohammed Choukri (autor de novelas de realismo social y de cuentos), Abdellatif Laabi (poeta nominado a premios internacionales), Fatema Mernissi (que escribió sobre la situación de la condición femenina en las sociedades musulmanas), Tahar ben Jelloun (ganador de varios premios literarios), Driss Chraibi (considerado uno de los fundadores de la literatura magrebí en lengua francesa) y Mohammed Zafzaf (conocido novelista y poeta).
La literatura sobre Marruecos
No fueron las tierras de Marruecos unas de las que más llamaron la atención tanto en la Antigüedad como en la Edad Media, ya que los principales viajeros de esas épocas centraban sus empresas en avanzar hacia Oriente y, por Egipto, hacia el lado oriental de África. Las primeras expediciones a América hacían escala en las Islas Canarias, pero de nuevo solían pasar de largo por las costas marroquís. Los primeros escritos sobre la región fueron probablemente los registros romanos de la que se convirtió en una provincia del imperio, para que después apareciese lo que escribieron sobre su propio país marroquíes que hicieron y contaron la rihla –la peregrinación a La Meca-, como Ibn Battuta o Ahmed ibn Nasir.
En el siglo XIX, sin embargo, iba a surgir una corriente por la que viajeros españoles y franceses iban a tener un interés en el país; son dignas de mención la obra de Domingo Badía, también conocido como Alí Bey (con “Viajes por Marruecos”) y los textos de José María de Murga y Cristóbal Benítez, entre otros, más allá de aportaciones de españoles que fueron a Marruecos por su profesión de diplomático, militar, periodista, etc. Merece la pena destacar el fenómeno de los escritores que, amparados por el carácter de zona franca de varias ciudades marroquíes durante la Segunda Guerra Mundial, llegaron a ellas para vivir y producir parte de su obra (alguna de la cual, se refiere a Marruecos). Algunos de estos escritores, por lo general pertenecientes a la conocida como Generación Beat, que escribieron sobre Marruecos fueron Paul Bowles (con varios libros sobre el país) y William S. Burroughs. También merece la pena destacar las aportaciones de Elias Canetti (“Las voces de Marrakech”) o Lorenzo Silva (“Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos”).
Lecturas propuestas
Una vida llena de agujeros (Driss ben Hamed Charhadi)
Es este un libro transcrito por Paul Bowles a partir de las narraciones orales de su amigo Driss ben Hamed Charhadi, quien apenas sabía escribir. En él se narran las peripecias del marroquí, quien desde un primer momento se ve obligado a enfrentar una vida que le presenta todas las dificultades que a uno se le puedan ocurrir. Sin embargo, él las afronta con tanta espontaneidad como valor, y poco a poco, trabajando de lo que haga falta, y saliendo de cada atolladero como mejor puede, se va abriendo camino y va acumulando experiencias. El resultado de la obra es una curiosa mezcla entre la narración de uno y la transcripción –supuestamente aséptica- del otro.
El cielo protector (Paul Bowles)
Se trata, sin duda, de un clásico que contribuyó a idealizar la imagen de Marruecos en el imaginario occidental. Tres jóvenes estadounidenses, una pareja de novios y un amigo, comienzan un viaje por Marruecos bastante cercano a la experiencia hippy. Comienzan en Tánger con una vida relativamente ordenada, pero las personas a las que van conociendo y las vivencias que van acumulando les van a llevar, no solo a separarse, sino también a experimentar aventuras en ciudades del Marruecos profundo y en pleno desierto que ni siquiera sus especialmente soñadoras mentes les hubieran podido anticipar.
Búscame donde nacen los dragos (Emma Lira)
Escrita por una auténtica experta en la cultura bereber, se trata de una novela ambientada principalmente en Marruecos y en las Islas Canarias, en la que la aventura vivida por una joven madrileña con motivo de un sorprendente hallazgo arqueológico va a servir como excusa para profundizar en el conocimiento tanto de la cultura guanche de las Canarias como de la cultura bereber de Marruecos. En la ciudad de Agadir y en sus alrededores es, dentro de Marruecos, donde se desarrollan los hechos y aventuras de un libro que tiene como hilo conductor a ese árbol tan hermoso como enigmático que es el drago.
Sin noticias de Ítaca (Enrique Vaquerizo)
En este libro de literatura de viajes que transcurre por Marruecos, Sáhara Occidental y Mauritania, y que es el segundo libro del autor dentro del género, se practica una narrativa espontánea y desenfadada con la que el lector no tardará en encariñarse. En la parte que transcurre en Marruecos, el autor cuenta sus vivencias en ciudades como Tánger, Marrakech, Sidi Ifni o Tarfaya, entre otros lugares, y lo hace aportando testimonios de lo que habla con las personas a las que va conociendo por el camino y de lo que sus sentidos van captando de los lugares que recorre. Y lo hace riéndose cuanto puede de su yo viajero, y esto está muy poco visto en literatura de viajes. Además, introduce fragmentos específicos para transmitir su estado físico y anímico según el viaje avanza, y lo que le va deparando la lectura del libro que le acompaña, que no es otro que "El cielo protector".
Sáhara (Josto Maffeo)
Es el libro en el que el periodista italiano, acompañado de su compañera de profesión Ángeles Blanco, cuenta sus experiencias en un fascinante viaje por uno de los territorios más inhóspitos y misteriosos del planeta: el Desierto del Sáhara. La principal motivación del viaje es la de aprender sobre unas gentes a las que admira, y con las que ambos conviven durante un tiempo para conocer cuando pueden de sus costumbres y modo de vida, que juzgan en muchos aspectos superior a la occidental, por cuanto necesita de menos cosas para alcanzar la felicidad y debido a que permite sobrevivir con éxito en un entorno muy hostil.
Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura
Marruecos es un país que se sitúa en la esquina noroccidental del continente africano, con una geografía marcada por la presencia del Océano Atlántico y por la cercanía de Europa. El norte del país es fértil, pero más al sur, gran parte del territorio está absorbido por el Desierto del Sáhara. En la actualidad el país sostiene litigios por territorios del Sáhara tanto con Argelia como con el estado de Sáhara Occidental.
Tribus nómadas bereberes recibieron a los fenicios y a los romanos –fueron una provincia del imperio-, antes de que los árabes llegasen para implantar el Islam, por más que esa tarea no les resultase sencilla por la resistencia de los locales. Después iba a venir una época de esplendor, de la mano sobre todo de las dinastías almorávides y almohades que ejercieron una notable influencia en los territorios de alrededor. Después llegaría la dinastía alaouita, que llegó a un siglo XX en el que el país fue protectorado español y francés antes de conseguir la independencia en 1956.
La población en Marruecos es hoy en día una mezcla de raíces bereberes y árabes, aunque la cultura bereber está mucho más implantada de lo que con frecuencia se piensa (especialmente en algunas ciudades como Agadir o Al Hoceima), y está siendo, además, fomentada y potenciada. La práctica mayoría del país profesa la religión musulmana.