La literatura de Mozambique


País: 
Mozambique

La literatura de Mozambique

Mozambique es un país que se caracteriza por su amplia variedad étnica, con la presencia de una serie de etnias –prácticamente todas ellas de origen bantú- que conviven sin que ninguna de ellas supere el 50% de la población –la que más presencia tiene, la makua, supone el 42%-. Es posible hablar de una serie de rasgos comunes a las literaturas orales producidas por esos pueblos antes de la llegada de los europeos, por lo que se procederá a la exposición de unas características generales de todas ellas.

Se puede decir que hubo una actividad literaria tanto intensa como variada, con presencia de diversas manifestaciones como cuentos, proverbios y poemas. Más concretamente, se generaban poemas cantados que eran acompañados por instrumentos musicales como caracolas, timbilas o marimbas, cuyos temas principales eran las alabanzas y las críticas de determinados aspectos de la realidad en la que esas comunidades vivían inmersas (se trata de una tradición que se ha mantenido hasta la actualidad). Más allá de esa forma literaria general, y también por contar algunas de las especificidades de las distintas etnias, merece la pena destacar, por ejemplo, que los mitos y leyendas de los makua, la etnia mayoritaria en el país, transmitían historias que ayudaban a obtener interpretaciones de cómo los seres humanos, así como otros agentes y elementos de la naturaleza, habían sido creados. Así, por ejemplo, en una de sus principales leyendas, protagonizada por la deidad conocida como Mukulu, una serie de accidentes y de casualidades provocan la creación del primer hombre y de la primera mujer, así como de los espíritus que provocan fenómenos como las malas cosechas y otras desgracias. Precisamente esos espíritus, así como los antepasados, son junto a las mencionadas deidades los protagonistas de otra buena parte de las historias. Bastantes similitudes presentaba la literatura oral de los tsong, la segunda etnia más presente en el país, ya que cuentan prácticamente con los mismos tipos de protagonistas, y si acaso puede destacarse una mayor benevolencia en el contenido de las historias (por ejemplo, los espíritus traían noticias y sucesos positivos con mayor frecuencia de lo que lo hacían en las historias de los makua).

Aunque los contactos con europeos comenzaron a finales del siglo XV, durante varios siglos la literatura mozambiqueña propiamente dicha, siempre más allá de las tradiciones orales expuestas en el párrafo anterior, iba a confundirse con la literatura portuguesa que se generaba en el territorio de la colonia africana, no siendo hasta el siglo XX cuando iba a surgir, ya sí, una literatura generada en el país por autores locales. Las primeras manifestaciones literarias se generaron en el campo de la poesía, sobre todo de la mano de Noemia de Sousa –poetisa además de periodista y traductora, considerada la madre de los poetas mozambiqueños- y de Virgilio de Lemos –intelectual destacado de la aún colonia portuguesa-. Más tardía incluso iba a ser la aparición de la prosa (puede destacarse como nombre propio el de Rui Knopfli), aunque curiosamente el papel que esta segunda ha conseguido llegar a tener en el conjunto de la literatura lusófona (la de todos los países que tienen como lengua materna el portugués) es mayor que la que presenta la poesía.

Con posterioridad a ese primer momento de aparición de ambos ámbitos de la literatura, han destacado una serie de autores entre los que merece la pena destacar a Mia Couto (seguramente el escritor mozambiqueño más conocido fuera del país, con una amplia obra repartida entre novelas, cuentos y crónicas), Paulina Chiziane (que se prodigó en los cuentos y en el género del romance), José Joao Craveirinha (poeta que figura en todas las antologías poéticas africanas o de lengua portuguesa), Orlando Mendes (autor de una obra amplia, principalmente novela y ensayo, de tendencias neorrealistas), Ungulani Ba Ka Khosa (que ha trabajado sobre todo el cuento), Amélia Margarida Matavele (escritora que ha peleado por difundir las tradiciones mozambiqueñas), Morgado Mbalate (poeta que ha participado en antologías y recibido premios), Luis Carlos Patraquim (poeta y dramaturgo además de periodista), Joao Paulo Borges Coelho (que principalmente se ha prodigado en la novela y ha tratado temas históricos), Sara Pinto Coelho (autora de novelas, cuentos, literatura infantil y piezas de teatro radiofónico), Teodomiro Leite de Vasconcelos (periodista además de escritor, también centrado sobre todo en el género novelístico), Celina Sheila Macome (poetisa de intensa actividad cultural en el país), Obedes Lobadias (autor de poesía, prosa, crónica, cuentos y romance), Hirondina Joshua (poetisa que ha sido traducida al español), Eduardo White (de ascendencia inglesa, que ha trabajado en varios géneros) y Nelson Saúte (autor de varias antologías de poesía del país)

La literatura sobre Mozambique

Algunas crónicas árabes –como la del geógrafo Al Idrisi- y chinas podrían haber sido los primeros testimonios emitidos por extranjeros sobre Mozambique, antes de que el también viajero chino Zheng He llegase hasta allí y dejase constancia de ello –se cree que llegó hasta el Canal de Mozambique, que separa a la ex colonia portuguesa de Madagascar-. De lo que no parece haber duda es de que los primeros europeos en llegar a aquellas tierras, y en dejar testimonio de lo que experimentaron, fueron los portugueses que formaban parte de la expedición de Vasco da Gama, en su camino hacia la India. Después se sucederían no pocos textos y crónicas portuguesas del largo período de ocupación.

En época moderna, no es Mozambique uno de los países africanos de los que más literatura de viajes se ha hecho, aunque sí pueden destacarse las aportaciones de Paul Theroux (en “El safari de la estrella negra”) y de Antonio Picazo (con “Latidos de África) –en ambos casos el libro trata sobre más países africanos, además de Mozambique-. También se puede mencionar el libro “Álex y Gandhi en Mozambique”, de Anna Manso y Emilio Urberuaga, así como, ya fuera de la literatura de viajes, “Los cuentos del conejo y otros cuentos de la gente albina de Mozambique”, de la española Ana Cristina Herreros.

Lecturas propuestas

Tierra sonámbula (Mia Couto)

En este libro del que tal vez es el escritor mozambiqueño más universal, se presentan las historias paralelas de un niño y su tío, que tratan de escapar y de sobrevivir en un horrendo panorama de guerra en el país, y del niño que es autor y protagonista de unos diarios que tío y sobrino encuentran en una maleta perdida junto al autobús quemado que les sirve de refugio en su deambular por el desolado territorio. Las historias de Kindzu, que así se llama el autor de los diarios, llegan a las vidas de ambos para animarles y, casi, ser el único estímulo y aliciente que tienen en su día a día, por más que cuanto se cuenta en esos diarios, conforme se avanza por sus páginas, se va pareciendo más y más al horrible entorno en el que ellos han de desenvolverse.

Latidos de África (Antonio Picazo)

Es este un libro de viajes en el que el autor plasma sus experiencias en el continente africano –tiene libros similares sobre sus viajes por Asia y América-, parte de las cuales transcurren en Mozambique. A lo largo y ancho de sus páginas, y siempre con ese estilo que le hace pasar del humor a la crítica feroz sin que el lector apenas se haya dado cuenta, Picazo le habla de las calles de la capital, Maputo, del reciente pasado de guerras que el país había atravesado, de fiestas y celebraciones locales que encuentra en su camino, de algunos de los fantásticos lagos que forman parte de la naturaleza del país, y de tediosos desplazamientos por carretera a lo largo de su territorio, entre otros aspectos.

El chino (Henning Mankell)

En esta novela perteneciente al subgénero negro o policiaco, de claro carácter políglota (transcurre en varios países de distintos continentes), la parte final transcurre en Mozambique. El seguimiento de la pista de un asesinato masivo en un tranquilo pueblo sueco va a llevar a la protagonista de la historia, primero a China, y después a Mozambique. En el país africano, podrá maravillarse con algunos de los más atractivos atributos de la naturaleza del continente, así como comprender la nueva forma de colonialismo de China en África. El autor sueco Mankell, conoce de primera mano el país africano, pues vive una parte del año en Maputo, donde es director un teatro.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Mozambique es un país que se sitúa en la parte sudoriental del continente africano, en un lugar con un elevado componente estratégico por haber sido durante mucho tiempo lugar de paso en los viajes en barco entre Europa y Asia (el país se encuentra a la altura del conocido como Canal de Mozambique, que le separa de los países africanos isleños del Índico). El oeste del país es montañoso, casi todo el territorio se rige bajo un clima tropical, y el Río Zambeze divide al país en dos territorios diferenciados.

La colonización europea que se desarrolló desde el siglo XV en adelante iba a llegar para cambiarlo todo en un territorio al que antes apenas se habían aventurado algunos viajeros árabes y chinos de manera ocasional. Así, lo que en un primer momento eran meros puestos comerciales, pronto se convirtieron en asentamientos permanentes, para ejercer un dominio que se extendió hasta el último tercio del siglo XX (la independencia se consiguió entre 1964 y 1975, cuando fue culminada en el momento de la Revolución de los Claveles portuguesa). Una guerra civil desarrollada entre 1977 y 1992 extiende sus secuelas hasta la actualidad.

En Mozambique están presentes 23 etnias que tienen el denominador común de la ascendencia bantú, aunque ninguna de ellas ejerce una posición de dominio sobre las demás (las principales etnias, ordenadas de mayor a menor presencia, son la makua, la tsong, la malawi, la shona, y la yao. En el país son mayoría los cristianos –eso sí, repartidos en distintas confesiones-, aunque musulmanes y animistas mantienen porcentajes relevantes de la población.

 



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