La literatura de Polonia


País: 
Polonia

La literatura de Polonia

En el territorio que hoy conforma la nación de Polonia, se asentaron desde un momento temprano de la historia, en concreto desde hace más de 1.500 años, los eslavos, por lo que fue la literatura oral de estos pueblos la que en un primer lugar se practicó en el país. Parte de esa tradición oral, así como de las creencias que con ella se transmitían, son compartidas con el resto de pueblos eslavos, que se asentaban en otras partes del territorio europeo (desde las actuales Rusia y Ucrania, hasta territorios tan occidentales como los de Eslovenia y Eslovaquia). De acuerdo a esas creencias comúnmente aceptadas entre la comunidad eslava, Polonia fue fundada por Lech, uno de los tres hermanos paganos originarios de tierras hoy croatas que de hecho se dedicaron a fundar las distintas naciones eslavas. Más allá de ese mito fundacional, la mitología eslava del territorio polaco tiene también un mito de la creación de la Tierra y del hombre, ya que ambos habrían sido creados por el dios Svetovid, a quien después se le atribuirían poderes en relación a la guerra, la fertilidad y la abundancia, entre otros aspectos -con frecuencia es considerado una variante local del dios proto-eslavo Perún-. También protagonizaban las historias que se transmitían oralmente (que adoptaban la forma de leyendas o de canciones) otros personajes, como otros dioses (como Jarowit el dios guerrero o Jarylo el dios de la vegetación), héroes (un ejemplo es Janosik, una especie de Robin Hood polaco) o seres sobrenaturales (por ejemplo, los banniks, una suerte de duende capaz de predecir el futuro, o las boginki, ancianas maléficas que se dedicaban a robar bebés, entre otros cuantos).

Se puede decir que la literatura de lo que hoy es el moderno estado de Polonia comienza en la Baja Edad Media, un momento de la historia en el que se comenzaron a componer cantos religiosos tanto en latín como en polaco (aunque incluso los escritos en polaco estaban muy influenciados por el latín). La obra más antigua que se conserva data del siglo XIII y consiste en una oración a la Virgen María que incluso terminó siendo utilizada como himno nacional, mientras que de los siglos posteriores, el XIV y el XV, son diversos himnos religiosos, sermones o traducciones de la Biblia. Fuera del terreno religioso, también con alternancia del latín y el polaco, se generaron crónicas históricas, poemas de amor y obras satíricas. Fue con la llegada de eventos de tanta resonancia en el continente europeo como el Renacimiento, el Humanismo y la Reforma y la Contrarreforma cuando el polaco comenzó a tomar hegemonía sobre el latín, y así, el primer libro escrito íntegramente en polaco fue un libro de oraciones obra de Biernat de Lublin. Otros autores relevantes de los siglos XV y XVI fueron Jan Kochanowski (poeta que estableció modelos poéticos que llevaron al lenguaje literario polaco a su plenitud), Klemens Janicki (que aún escribió en latín, siendo uno de los principales poetas latinos de su época), Andrzej Krzycki (poeta y humanista cuya obra de temática político-religiosa fue polémica), Maciek Kazimierz Sarbiewski (poeta y teórico de la poética que llegó a ser comparado con Horacio), Mikolaj Rej (primer autor en escribir exclusivamente en polaco) o Jan Dlugosz (considerado el primer historiador polaco). El predominio de la poesía continuó vigente en el Barroco, de la mano de Jan Andrzej Morsztyn (que con sofisticados poemas ensalzó las delicias terrenales) o Waclaw Potocki (tal vez el escritor más productivo del período). En los siglos XVIII y XIX, ya en el seno de los movimientos literarios de la Ilustración y del Romanticismo, destacarían en el primer movimiento, Ignacy Krasicki (uno de los principales poetas del período, que no obstante también escribió la primera novela polaca) y Jan Potocki (conocido por sus novelas y por su literatura de viajes), mientras que en el Romanticismo los principales nombres son los de Adam Mickiewicz, Juliusz Slowacki y Zygmunt Krasinski (los tres fueron considerados “los tres bardos de la literatura polaca”).

El siglo XX daría la bienvenida a nuevas tendencias literarias, y también a varios Premios Nobel de Literatura polacos; a principios de siglo destacaron varios autores de corte nacionalista, como Henryk Sienkiewicz (Premio Nobel de Literatura en 1905 gracias a su trilogía patriótica), Wladyslaw Reymont (ganador del mismo galardón en 1924, cuya obra se centró en la crítica social) o Stefan Zeromski (prosista que trató de transmitir cuál debía de ser la misión personal de un polaco). No se abandonó esa temática nacionalista y patriótica una vez obtenida la independencia de Rusia en 1918, aunque se pasó a abordarla en mayor medida desde el lado de la poesía (uno de los autores destacados en ello fue Boleslaw Lesmian). Y ya en la segunda parte del siglo, sería el turno de la irrupción de otro buen puñado de nombres destacados, como los de  Czeslaw Milosz (novelista, ensayista y poeta de vasta obra que ganó el Nobel en 1980), Isaac Bashevis Singer (autor de origen judío dedicado a la novela y el cuento, ganador del mismo premio en 1978), Wislawa Szymborska (poetisa y ensayista que ganó el Nobel en 1996), Olga Tokarczuk (que completa el cuadro de ganadores del Nobel polacos después de haber obtenido el galardón en 2018), Joseph Conrad (que escribió en inglés y alcanzó gran éxito internacional), Witold Gombrowicz (nominado en varias ocasiones al Nobel) o Ryszard Kapuscinski (autor de ensayos y literatura de viajes principalmente).

La literatura sobre Polonia

No estuvo Polonia en las principales rutas de los viajeros antiguos y medievales más destacados, puesto que se situaba en una posición demasiado septentrional como para ser lugar de paso en las rutas de viajeros europeos hacia Asia. Parece que el primer extranjero que escribió sobre Polonia fue un francés que se hacía llamar “El Galo Anónimo”, que escribió una “Crónicas y gestas de los duques o príncipes de los polacos”. Algo después, otro viajero reconocido que viajó por territorio polaco y dejó constancia escrita de ello fue el misionero nacido en la península itálica, Giovanni da Pian del Carpine, que se reunió con el franciscano Benedicto de Polonia y fue acompañado por este en su viaje del siglo XIII.

De época moderna son las obras de literatura de viajes “Últimos días en la vieja Europa”, de Richard Bassett, “Del Mar Negro al Báltico”, de Luis Pancorbo, o “La frontera”, de Erika Fatland (las tres relatan partes de viaje por otros países, además de la dedicada a Polonia). Por otro lado, abunda la literatura dedicada a exponer lo sucedido en los campos de concentración polacos de Auschwitz y Birkenau, con títulos muy conocidos como “La bibliotecaria de Auschwitz”, del español Antonio Iturbe, o “El niño con el pijama de rayas”, del irlandés John Boyne, así como varias obras de Primo Levi, sobreviviente del genocidio nazi en el principal campo de concentración en territorio polaco. También hay obra sobre otro campo de concentración polaco, el de Treblinka, destacando “El infierno de Treblinka”, de Vasili Grossman.

Lecturas propuestas

El pájaro pintado (Jerzy Kosinski)

En esta desgarradora novela de probables tintes autobiográficos (esto fue primero confirmado pero después desmentido por el autor), se describen una serie de pasajes y vivencias acaecidos en la época de la Segunda Guerra Mundial en ciertos pueblos y aldeas de nombre desconocido (seguramente porque podrían ser cualquiera) de la Europa del Este. La historia es contada en primera persona por el protagonista, un niño posiblemente judío o gitano, que por desgracia se ve obligado a enfrentarse a experiencias y situaciones que van ganando en crueldad según la historia avanza. El título de la obra responde a la acertada metáfora de que, los pájaros, como los seres humanos, tienden a discriminar, perseguir y maltratar al que presenta la más mínima diferencia con respecto a la mayoría del grupo dominante.

El Valle del Issa (Czeslaw Milosz)

Se trata de una novela obra de un Premio Nobel, que está ambientada en el mundo rural, en concreto en un territorio que hoy pertenece a Lituania pero que en el pasado -en concreto en la época de la niñez del autor- pertenecía a Polonia. La historia gira en torno a lo que sucede alrededor de una familia, los Surkont, y como en el caso de la obra anterior, es contada desde la perspectiva de un niño, Tomás. Poco a poco, y según la historia avanza, el lector va descubriendo un mundo fantástico y fantasmagórico, poblado por la abuela del niño, por las personas que trabajan para la familia, por los vecinos, y por diversos animales que fascinan al pequeño protagonista, para conformar una atmósfera de esas que la literatura convierte en inolvidables.

Cracovia (Elzbieta Bortkiewicz)

Libro de una autora polaca consagrado a una ciudad que, aunque ella es de Varsovia, le tiene enamorada, como ella misma manifiesta. El conocimiento de la ciudad durante décadas se plasma en esta obra en la que Bortkiewicz traslada al lector multitud de características, aspectos y curiosidades de Cracovia como los barrios, edificios, parques, plazas o cementerios que más le gustan, los artistas e intelectuales que, como ella, se enamoraron de la ciudad (entre ellos el Nobel Czeslaw Milosz, quien pasó sus últimos años en ella), las huellas que dejó el nazismo -aunque, por suerte, la ciudad no fue destruida, como Varsovia-, o la historia de los judíos en la ciudad.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Polonia es un país que está a caballo entre Europa Central y Europa del Este, de tamaño relativamente grande para los estándares europeos y situado entre dos fuerzas que han sido dominantes a lo largo de la historia: la alemana o germanófila y la rusa o soviética. El territorio está mayoritariamente formado por una llanura -aunque también hay montañas en el sur-, el norte del país es bañado por las aguas del Mar Báltico, y los principales ríos son el Vístula y el Oder. Pertenecen al país algunos territorios que históricamente han sido objeto de disputa entre estados europeos, como Pomerania.

Polonia aparece como nación en el siglo X, coincidiendo con la conversión general al Cristianismo, y pronto se erigió en un actor importante en el tablero europeo, incluso logrando imponerse a los poderosos teutones (en colaboración, eso sí, con Lituania). Ello dio paso a un período en el que ambos estados fueron uno, lo que sirvió para hacer frente a otro vecino poderoso como Rusia. Después, ya en el siglo XVIII, el estado llegó incluso a desaparecer, cuando fue repartido entre varias potencias y cuando apareció en su territorio el estado de Prusia, una suerte de segunda potencia alemana. Pero en el XX nacería la segunda república polaca, para afrontar una historia contemporánea desgraciadamente marcada por la Segunda Guerra Mundial, y un período posterior en el que Polonia pelea por situarse a la vanguardia de Europa.

En cuanto a lo cultural, merece la pena destacar que la práctica totalidad de la población del país es de etnia eslava, compartiendo así lazos históricos y culturales con países como Rusia, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia, o los de la Antigua Yugoslavia. En lo que concierne a la religión, la religión mayoritaria en el país es el Cristianismo Católico, aunque también hay presencia de cristianos ortodoxos y de judíos.



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