La literatura de Portugal


País: 
Portugal

La literatura de Portugal

La primera forma de literatura de la que cabe hablar cuando se hace referencia al actual territorio de Portugal es la que tuvo lugar bajo el pueblo lusitano, una comunidad prerromana de origen indoeuropeo, y más concretamente celta, que pobló el área en un primer momento. Los lusitanos contaban con una serie de mitos y leyendas a través de los que principalmente narraban las historias de las divinidades en las que creían. Estas no eran otras que las que heredaron y adoptaron del pueblo celta, con protagonismo especial de divinidades como Ataecina (diosa de la naturaleza, la fertilidad y la medicina) o Navia (la divinidad del agua y los ríos). Pero la literatura portuguesa propiamente dicha hace acto de aparición en el momento en el que surge el idioma del que se deriva el portugués actual: el galaico-portugués. Esta literatura galaico-portuguesa se desarrolló entre los siglos XII y XIV, y consistió principalmente en canciones o cantigas breves reproducida por trovadores (en ellas tuvo una notable influencia la poesía trovadoresca que se desarrollaba en la región de Provenza). Algo más tarde que la poesía se desarrolló la prosa, ya que apareció en el siglo XIII, adoptando la forma de crónicas, tratados de genealogía y hagiografías, así como de unos primeros libros de caballerías entre los que destaca “Demanda do Santo Graal”. De finales del siglo XIV, y del siglo XV, son obras tradicionales y relevantes en la literatura del país, como el “Libro de caza” del rey Juan I o la “Chronica do Condestavel” (anónimo) en el campo de la prosa, o el “Cancioneiro Geral” en el ámbito de la poesía.

Pero la aparición en Europa del movimiento renacentista, iba a traer nuevos horizontes a la literatura del país (se habla del siglo XVI como el Siglo de Oro de la literatura portuguesa), sin ir más lejos con la introducción de nuevos géneros y tendencias, como la poesía pastoril (un ámbito en el que destacaron las églogas de Christovao Falcao), la poesía de la escuela italianizante (que fue introducida por Sá de Miranda), una nueva poesía épica (trabajada sobre todo por Luis de Camoes, que creó esa épica culta nacional cuyo mejor exponente es la obra “Os Lusíadas”) o el teatro (se considera a Gil Vicente el padre de un drama portugués que albergó en su seno obras tan variadas como los autos sacramentales, las obras devocionales, las tragicomedias, las farsas o la comedia pura, entre otras). Más allá de estos géneros y corrientes nuevos, merece la pena destacar que en el ámbito de la prosa la continuidad literaria se dio principalmente en la forma de obras históricas y de crónicas de viajes. No tan brillante como el Renacimiento fue el Barroco, un período que, de hecho, se considera de un nivel literario inferior, sin duda como consecuencia del declive generalizado del país en el siglo XVII. Fruto de ese descenso de nivel, se dejó notar la influencia extranjera, con corrientes en poesía como el gongorismo (con influencia del español Luis de Góngora) y el marinismo (en este caso influidos por el italiano Giambattista Marino), y con varios dramaturgos escribiendo en castellano. Aun así, del período se pueden salvar la poesía pastoril de Francisco Rodrigues Lobo o una prosa en la que hubo espacio para la historia, la biografía, la hagiografía o las epístolas, entre otras formas literarias. Por su parte, en el Neoclasicismo, de nuevo iba a apreciarse un cambio en este caso liderado por las Arcadias (una suerte de Academias), con protagonismo de varios escritores como Pedro Antonio da Serra Garçao en el campo de la poesía, Nicolau Luiz en el del teatro y Antonio Ribeiro Sanches en el de la prosa.

El siglo XIX iba a traer el protagonismo de un Romanticismo y un Realismo que estuvieron emparentados con las corrientes homónimas de otros países europeos y que llegaron de la mano de autores como Almeida Garrett (que se prodigó en varios géneros y dejó una extensa obra romántica), Alejandro Herculano (que escribió tanto poemas patrióticos y religiosos como novelas históricas), Antero de Quental (quien destacó por sus sonetos), Camilo Castelo Branco (quien introdujo la novela de costumbres), y sobre todo, de Eça de Queiroz (el mayor exponente del Realismo portugués, y el fundador del Naturalismo). El comienzo del siglo XX traería la aparición de otro gran nombre como Fernando Pessoa (considerado el mejor poeta portugués de todos los tiempos a pesar de que apenas tuvo éxito en vida). Junto a él, merece la pena destacar tanto en ese siglo, como en el siguiente, a Teixeira de Pascoaes (poeta que dejó una extensa obra), Mario de Sá Carneiro (también poeta y adscrito a la corriente del Modernismo), José Regio (poeta y dramaturgo), Julio Dantas (dramaturgo que tuvo notable éxito), Sophia de Mello Breyner (una de las poetisas más importantes del siglo XX), Antonio Lobo Antunes (novelista que ha ganado varios premios y galardones), y sobre todo, José Saramago (Premio Nobel de Literatura en 1998 y autor de algunas de las más célebres obras de la literatura del país). En la actualidad destacan por encima de los de otros autores los nombres de José Luis Peixoto y de Gonçalo M. Tavares.

La literatura sobre Portugal

Fue probablemente el viajero y explorador griego Piteas el primero en llegar desde fuera a la Península Ibérica -y más concretamente a las costas portuguesas- y en dejar constancia de ello. Pronto seguiría sus pasos uno de los más célebres cronistas del mundo griego antiguo, Estrabón, quien curiosamente describió el territorio ibérico sin siquiera pisar la Península. Y después, serían los cronistas romanos quienes dejasen constancia escrita de las impresiones que se llevaron al conocer el hoy territorio portugués, y sobre todo de la intensa resistencia que ejerció el lusitano Viriato.

Durante la Edad Media y el Renacimiento no fue, ni mucho menos, Portugal uno de los destinos que más visitantes recibía; antes, al contrario, en el Renacimiento fue el origen de múltiples expediciones que ayudaron a descubrir el mundo, y eran los portugueses quienes hacían crónicas y relatos de viajes por otras tierras. En el siglo XVIII, hubo una corriente de viajeros españoles por Portugal que dejaron obras de literatura de viajes (entre ellos destacan principalmente Francisco Pérez-Bayer y José Cornide), mientras que algunos hispanistas han volcado su interés también en Portugal (es el caso de Peter Russell). De finales del siglo XIX es “Una visita a Portugal”, de Hans Christian Andersen, y de principios del siglo XX, “Por tierras de España y Portugal”, de Miguel de Unamuno, y “Diario de Sintra”, de tres autores ingleses. Mucho más reciente, tenemos “Un viaje por la raya”, en el que José Ramón Alonso de la Torre recorre toda la frontera hispano-portuguesa.

Lecturas propuestas

La ciudad y las sierras (Eça de Queiros)

Es esta una novela de uno de los más célebres escritores portugueses, en la que aborda el conflicto -siempre tan presente en nuestra vida y en nuestra sociedad- que se dirime entre la tradición y la modernidad, o si se prefiere, entre la naturaleza y la técnica. Un joven noble de origen portugués vive en París con todas las comodidades que se puede permitir en su época (el siglo XIX) dadas su cómoda posición social y su interés en todos los avances de la tecnología y la mecánica. Pero un obligado viaje a su Portugal natal para solucionar unos asuntos familiares le hace entrar en contacto con otra realidad, otros paisajes, otra naturaleza y otras gentes. Y ante lo que inicialmente parece ser uno de los más fuertes choques que se podían producir, todo termina derivando en un gran descubrimiento que le va a cambiar por completo la vida.

Ensayo sobre la ceguera (José Saramago)

Todo transcurre en la más absoluta normalidad en la vida de una serie de personas que viven en una ciudad hasta que, de forma repentina y sorpresiva, una de ellas se convierte en ciega. Lo que parecía un problema puntual pasa a afectar a otra serie de personas de su entorno de forma progresiva, hasta que lo que tiene lugar es una auténtica epidemia. Dado el elevado número de personas afectadas, las condiciones de vida de todas ellas van recrudeciéndose según la historia avanza, hasta que todo llega a reducirse a una cruel lucha por la supervivencia en la que prácticamente todo vale y en la que los instintos humanos consiguen predominar sobre la razón. El final inesperado propuesto por Saramago no dejará de sorprender al lector.

Las intermitencias de la muerte (José Saramago)

De forma similar a como ocurre en "Ensayo sobre la ceguera", en este libro también comienza repentinamente a ocurrir algo, no solo irreal, sino también surrealista, como es el hecho de que de repente, en un país y en un momento determinado, deja de morir gente. A pesar de que parece que se ha llegado a una situación largamente deseada, los problemas no dejan de sucederse, poniendo a prueba la capacidad de gestión del gobierno y de las instituciones del país en cuestión (son muchos, de hecho, los agentes de la sociedad afectados, e incluso se puede decir que perjudicados, por el nuevo fenómeno). La historia continúa, con algunos vaivenes y puntos de giro que sin duda sorprenderán al lector, terminando de mostrarle una de esas historias que no le será sencillo olvidar.

Sostiene Pereira (Antonio Tabucchi)

Aunque escrita por un autor italiano, esta novela recrea como pocas la esencia de Lisboa, ya que es en esa ciudad (y en concreto en la Lisboa de la época de la dictadura de Salazar) donde transcurren las vivencias de su protagonista: el periodista Pereira, sin duda un personaje entrañable. Pereira lleva una vida tranquila en Lisboa, dedicándose al periodismo cultural y a disfrutar de los atractivos que la ciudad le ofrece. Pero, poco a poco, las condiciones del régimen dictatorial se van haciendo más y más opresivas, y el encuentro con un médico en un balneario al que acude a relajarse y rehabilitarse, le lleva a asimilar nuevas ideas y a actuar con cada vez más atrevimiento, hasta que, al final del libro, llega a sorprender a los lectores con su inesperada actuación.

Confesiones del estafador Félix Krull (Thomas Mann)

Se trata de una de las obras de referencia en los géneros de la picaresca y de las novelas de formación, en las que por lo general un joven se busca la vida valiéndose de su astucia y de su inteligencia para enfrentarse con éxito a todas las dificultades que le van sobreviniendo. Aunque Félix Krull, el protagonista, deambula por varios países europeos, sus andanzas le llevan hacia el final del libro a una Lisboa en la que seguirá mintiendo a diestro y siniestro para conseguir mantener el lujoso estilo de vida al que ya se ha acostumbrado. Se muestra en el libro una Lisboa de alto standing y moderna para la época, seguramente muy diferente a la que el lector encontrará en otros libros que hablen sobre la Portugal de ese momento (mediados del siglo XX).

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Portugal es un pequeño país situado en el extremo suroccidental de Europa, donde convive y comparte espacio en la Península Ibérica con España. A lo largo de las distintas etapas de su historia se ha beneficiado de su estratégica posición asomada al Océano Atlántico, lo que le permitió tanto recibir influencias como ejercerlas por no pocas partes del planeta. En la actualidad, a pesar de su pequeño tamaño, tiene un papel destacado en la Unión Europea y sigue siendo una importante referencia para las naciones que una vez pertenecieron a su esfera de influencia tanto en África como en América y en Asia. Los ríos Duero y Tajo son, junto al océano, los elementos geográficos más importantes del país.

Fueron pueblos celtíberos los primeros en poblar el hoy territorio portugués, y más concretamente era el lusitano el encargado de ocupar ese espacio antes de que llegasen los romanos. Luego de una ferviente resistencia encabezada por Viriato, los lusitanos terminaron claudicando e integrándose en la esfera romana, para a partir de ahí atravesar la general decadencia de la europea medieval y liderar al continente en un siglo XVI en el que no parecían existir límites ni fronteras para el país. La decadencia del siglo XVIII vino seguida del paso a un papel discreto dentro de Europa que aún pervive hoy, por más que en el ínterin el país haya atravesado distintos momentos relevantes entre los que se cuentan la llegada de la democracia, la dictadura de Salazar durante toda la parte central del siglo XX o la entrada en la Unión Europea.

Portugal cuenta hoy en día con una sociedad variopinta, en la que, a la cuestión de la mezcla de influencias de las que los lusitanos eran hijos (los celtas se fueron mezclando con otros pueblos presentes en la Península), se ha ido sumando la llegada de inmigrantes de todos los países que una vez fueron colonia portuguesa (se trata, por tanto, de una sociedad multirracial y multicultural). En lo que se refiere a la religión, algo más del 85% de la población del país es cristiana.

 



Comparte el artículo en las redes sociales