La literatura de República Dominicana


País: 
República Dominicana

La literatura de República Dominicana

El pueblo indígena que habitaba en la Isla de la Española -que República Dominicana se reparte con Haití en la actualidad- cuando los europeos desembarcaron en ella por primera vez era el taíno arawak (este pueblo, de hecho, ocupaba todas las Antillas Mayores), por lo que será a su literatura a la que nos refiramos en primer lugar. Es ampliamente sabido que esa literatura era de carácter oral y que giraba en torno a la figura literaria del areíto, una expresión cultural que aunaba literatura propiamente dicha, música y bailes (la música era producida con instrumentos como la tambora, las maracas, las pandoras y las flautas). El areíto solía formar parte de celebraciones o conmemoraciones que tenían lugar en el batey o plaza ceremonial, y tenía como principal finalidad la de transmitir las costumbres y tradiciones de la comunidad de unas generaciones a otras (en las celebraciones participaban todos los miembros de un grupo, ya fuera como danzantes o como observadores).

Tras la conquista del hoy territorio dominicano por parte de los españoles, dio comienzo el período de la literatura colonial o criolla, que se extendería hasta mediados del siglo XIX, cuando el país consiguió la independencia. Los nombres más destacados de ese período colonial son los de Cristóbal de Llerena (que criticó la vida pública de la colonia), Fray Alonso de Espinosa (dedicado principalmente a la literatura religiosa), Elvira de Mendoza y Leonor de Ovando -ambas son consideradas las primeras poetisas de América- en el siglo XVI, Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y Luis Jerónimo de Alcocer en el siglo XVII (ambos se dedicaron principalmente a la crónica histórica desde su posición de religiosos), y Antonio Sánchez Valverde (que en sus escritos defiende a la colonia ante la metrópoli) y Jacobo de Villaurrutia (que se preocupó por las cuestiones humanas) en el siglo XVIII.

Ya en el siglo XIX, el año en el que llegó la independencia -y, por tanto, se debe de dejar de hablar de una literatura colonial para hacerlo de una literatura nacional- se dio una poesía por un lado más local con varias temáticas (patriótica, indigenista, psicológica, etc) en la que destacaron Salomé Ureña, José Joaquín Pérez y Gastón Fernando Deligne, y por otro lado con influencias de los movimientos literarios europeos como el Romanticismo y el Modernismo (uno de los autores que más destacó en la adopción de los mismos fue Manuel María Valencia). También aparecieron las primeras novelas (se disputan el honor de haber publicado la primera novela del país Pedro Francisco Bonó con “El montero” y Alejandro Angulo Guridi con “Los amores de los indios”, siendo su labor continuada por otros autores como Francisco Angulo Guridi -hermano de Alejandro- o Manuel de Jesús Galván), y conoció un primer desarrollo el cuento, en concreto con un carácter costumbrista, principalmente de la mano de César Nicolás Penson. Y después de que en el siglo XIX se hubieran sentado las bases de lo que iba a ser la literatura nacional, llegó el XX, sin duda el de mayor relevancia en la historia de las letras nacionales. Las principales figuras literarias del período son Juan Bosch (considerado un escritor relevante a nivel de toda Latinoamérica que se prodigó sobre todo en el género del cuento), Marcio Veloz Maggiolo (que está entre los escritores dominicanos con mayor proyección internacional, se prodigó en varios géneros y es junto con Aida Cartagena Portalatín confundador de la novela experimental), Virgil Díaz (poeta que introdujo el verso libre y lideró el movimiento de tintes vanguardistas conocido como vedrunismo), Domingo Moreno Jimenes (también abanderado de un movimiento local llamado postumismo, que también abogaba por revolucionar la poesía), Pedro Henríquez Ureña (poeta y ensayista, hijo de Salomé Ureña), Virgilio Díaz Grullón (considerado uno de los mejores cuentistas que ha dado el país), Pedro Mir (poeta de temática político-social, considerado el poeta nacional), Tulio Manuel Cestero Leiva (uno de los mejores novelistas dominicanos, maestro también de la crítica literaria), Pedro Vergés (que ha ganado premios en el ámbito de la narrativa en castellano), Manuel del Cabral (poeta de temática amplia, como la política, la amorosa o la metafísica, aunque sobre todo de la poesía negroide), Héctor Incháustegui Cabral (que destacó en poesía social), Francisco Gregorio Billini (que destacó en novela costumbrista), Carlos Esteban Deive (novelista y dramaturgo de amplia obra), Franklin Mieses Burgos (poeta de clara orientación lírica), Andrés Requena (que destacó en novela propagandística) o Fabio Fiallo (autor de cuentos modernistas influidos por Rubén Darío).

Ya en el siglo XXI, merecería la pena destacar la aportación de algunos autores como Junot Díaz (que vive en Estados Unidos, escribe en inglés, y ha ganado varios premios de prestigio a nivel internacional), Frank Báez (poeta y cronista que ha sido incluido en listas de los mejores escritores americanos jóvenes), Chiqui Vicioso (dramaturga que ha ganado premios a nivel nacional o Víctor Manuel Ramos (novelista que ha publicado varias obras que han tenido éxito y que además ejerce como periodista).

La literatura sobre República Dominicana

La Isla de la Española fue uno de los primeros lugares a los que Cristóbal Colón llegó en la primera de sus expediciones al continente americano, y pronto cronistas, escritores y misioneros comenzaron a producir literatura sobre la isla recién descubierta (además del propio Colón con sus diarios, Fray Ramón Pané, Fray Antón de Montesinos o Fray Pedro de Córdoba fueron algunos de los primeros en dejar sus obras sobre el nuevo territorio y sus pobladores).

Son de época moderna los libros “Más allá del resort”, de Santiago Tejedor, “Bebida para señoritas”, de Arantza Prádanos (en este libro la autora habla de otros países del Caribe además de República Dominicana) y “Crónicas de República Dominicana” (aunque incluye textos de autores locales, también los hay de observadores extranjeros como Virginia Mendoza o Santiago Tejedor). También es posible encontrar novelas ambientadas en el país, como “La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa, “El manuscrito del aire”, de Luis García Jambrina, “En el tiempo de las mariposas”, de Julia Álvarez, o “El siglo de los indomables”, de Juan Carlos Padilla.

Lecturas propuestas

La fiesta del chivo (Mario Vargas Llosa)

El afamado escritor peruano escribió este libro sobre República Dominicana, en concreto sobre el período en el que se desarrolló la dictadura de Rafael Trujillo (años 50 del siglo XX). A través de la plasmación de lo que fueron las excentricidades y los caprichos del detestable personaje, especialmente en sus últimos años de vida (la obra se centra en el asesinato del dictador, y en los hechos posteriores), Vargas Llosa consigue transmitirle al lector los perniciosos efectos y consecuencias que cualquier dictadura tiene en una sociedad y en una población. En cualquier caso, conviene tener presente que, aunque el libro tiene por lo general un notable rigor histórico, no deja de ser una novela en la que el autor introdujo elementos de ficción.

Más allá del resort (Santiago Tejedor)

Se trata de un libro de literatura de viajes en el que el autor, como el propio título de la obra indica, trata de ir un poco -o bastante- más allá de la imagen que se tiene de República Dominicana como país receptor de turismo de sol, playa y fiesta, en esos complejos hoteleros en los que te dan todo hecho. Para ello, se aleja de esos tradicionales resorts y explora las ciudades y paisajes de la Isla de la Española, y lo hace persiguiendo las huellas de la historia, indagando acerca de la esencia taína y africana que el país tiene y muestra y curioseando acerca de las que son unas arraigadas costumbres y tradiciones locales. Barahona, Puerto Plata, el Lago Enriquillo, y por supuesto, Santo Domingo, son solo algunos de los lugares que Tejedor visita, y describe al lector.

Bebida para señoritas (Arantza Prádanos)

Se trata de un libro también del género de la literatura de viajes, en el que la autora viaja por varios países e islas del Caribe con el hilo temático de la historia de esa bebida que tantas alegrías y penas ha dado desde que fue elaborado por primera vez que es el ron. Durante su viaje, y según le cuenta al lector, Prádanos no duda en patearse las ciudades de arriba abajo (Santo Domingo, Santiago de los Caballeros o San Pedro de Macorís son algunas de las que visita), charlar amigablemente con los locales e indagar sobre cuantas cuestiones le interesan (la lamentable etapa de Trujillo es, de nuevo, una de ellas), más allá de, por supuesto, y con el fin de cumplir con el propósito principal del libro, visitar las instalaciones de Barceló y de Brugal.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

República Dominicana es un estado caribeño que extiende su territorio por alrededor de casi dos tercios de la Isla de la Española y por una serie de islas, islotes y cayos que se ubican cerca de esa isla principal. Se trata de uno de los países más grandes del Caribe (y Santo Domingo también es la ciudad más grande de la región), pero el tamaño es pequeño si se tiene en cuenta el estándar americano. La isla presenta un notable relieve, y en ella predomina el clima tropical, siendo frecuente que en temporada se desarrollen episodios naturales catastróficos como los protagonizados por huracanes.

Como se ha comentado con anterioridad, eran los indios taínos (también conocidos como arawak) los que poblaban la isla a la llegada de los españoles. Y fue la Isla de la Española uno de los primeros territorios americanos en los que puso pie la primera expedición de Cristóbal Colón (allí fundó de hecho, el primer asentamiento permanente). Tras la etapa colonial, en la que el territorio era gestionado desde Guatemala y México, la llegada de la independencia en 1844 trajo, además de un breve regreso de la dominación española, el asesinato de varios presidentes, la ocupación del país por parte de Estados Unidos, y el período de la dictadura de Rafael Trujillo, antes de llegar a la etapa que ha conducido al momento actual, en la que el país lucha por obtener un progreso y desarrollo mayores.

En cuanto a lo cultura, merece la pena destacar que se trata de una sociedad eminentemente mestiza, con mezcla de orígenes europeos, africanos, taínos e incluso guanches, ello además de la presencia de inmigrantes procedentes de otras islas del Caribe y de otros rincones del mundo, que por lo general se instalaron en la isla en el siglo XX. En lo que concierne a la religión, algo más de la mitad de la población es cristiana católica, siendo el resto principalmente seguidores de otras variantes del cristianismo.



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