La literatura de Samoa


País: 
Samoa

La literatura de Samoa

La literatura oral samoana que generaban los pueblos que habitaban el conjunto de islas que componen el país, es una variante de la más amplia y genérica literatura oral polinesia, que se extendía por una enorme superficie del Océano Pacífico. Además, en este caso lo específico –lo samoano- tiene gran influencia en lo genérico –lo polinesio-, puesto que fueron los samoanos, junto a los tonganos, quienes gracias a su gran capacidad para la navegación terminaron poblando gran parte de la superficie por la que se extiende la región de la Polinesia.

En concreto, los mitos y leyendas de Samoa transmitían historias protagonizadas por las distintas deidades que componían la cosmogonía de aquellos pueblos, que, como suele ser habitual, representaban a los distintos agentes, elementos y fenómenos de la naturaleza (el mar –tan importante en cualquier civilización isleña, más aún cuando las distancias entre unos conjuntos de islas y otros son tan grandes como en Polinesia-, la lluvia, el bosque, etc). La deidad más importante para aquellos pueblos recibía el nombre de Tagaloa, que era el creador de las personas y de las islas en las que estas vivían. También había espacio, en cualquier caso, para contar cosas sobre asuntos cotidianos como las cosechas o las guerras. Muchas de las leyendas, de hecho, tienen como planteamiento y argumento principales la sucesión de una serie de alianzas y traiciones que hacían pasar de estados de guerra a estados de paz a las diferentes tribus y etnias que habitaban en las distintas islas. En cuanto al formato que esa literatura oral adoptaba, se puede decir que se componían poemas, genealogías, historias, mitologías y canciones, aunque también se practicaba una variante local de teatro conocida como faleaitu. Por último, merece la pena destacar que muchas de las historias y leyendas orales fueron recopiladas y transcritas por europeos que, según iban llegando al país, se dedicaron a conocerlas a través de contadores de historias locales.

A pesar de que ya a finales del siglo XIX se generaron los primeros libros en idioma samoano (traducciones de la Biblia principalmente), se puede hablar del surgimiento de una literatura samoana moderna y escrita –con independencia del idioma en el que se hiciese- en los años 60 del siglo XX, que es cuando aparece “Regreso a casa”, una de las primeras novelas escrita por un samoano nativo, Albert Wendt (se trata de un autor que escribió novelas, poemas y obras de teatro y recopiló la primera antología de textos del Pacífico Sur, con trabajos de más de cincuenta autores). A partir de ese primer momento, fueron apareciendo otros autores que iban a ir configurando un panorama literario más que interesante, sobre todo teniendo en cuenta el pequeño tamaño del país y la elevada distancia que existe respecto a cualquier foco cultural que hubiera podido servir de apoyo o de referencia. Algunos de los nombres que destacaron en las primeras décadas (las de los 60, los 70 y los 80) son los de Savea Sano Malita (poeta principalmente, aunque algunas de sus novelas han alcanzado notoriedad), Sapa’u Ruperake Petaia (poeta que se ha centrado en lamentar la pérdida de la Samoa tradicional), Eti Sa’aga (samoano de nacimiento, aunque después desarrolló su labor literaria en el país vecino de Samoa Americana), Tuiatua Tupua Tamasese (escritor que buscaba transmitir la cultura y las tradiciones del país, que escribió tanto en inglés como en samoano), Daniel Pouesi (conocido por su novela “Akua: una novela de Samoa”), Emma Kruse Va’ai (poetisa y cuentista que ha sido traducida a otros idiomas del Pacífico), Teo Tuvale (autor de relevantes textos sobre la historia del país), Aiono Fanaafi Le Tagaloa (autora que destacó sobre todo en el campo del ensayo, con varios trabajos que describían la cultura del Pacífico en  general y de Samoa en particular) y Momoe Malietoa Von Reiche (autora de una poesía lírica e individualista novedosa en los estándares del país).

De una época más reciente (de los 90 en adelante) son Sia Figiel (novelista y poeta con mucha influencia de Albert Wendt), Caroline Sinavaiana-Gabbard (poetisa que desarrolla su carrera en Hawaii) o Savea Sano Malifa (escritor y periodista que ha ganado diversos premios). También hay una serie de autoras de origen samoano que, no obstante, han hecho carrera literaria en Nueva Zelanda y obtenido la nacionalidad de aquél país (es el caso de las poetisas Tusiata Avia y Selina Tusitala Marsh y de la novelista Lani Wendt Young).

La literatura sobre Samoa

Fue a finales del siglo XVIII cuando los primeros europeos llegaron a las islas samoanas, y es por tanto de ese momento el primer testimonio extranjero sobre ellas. En concreto, fue el explorador francés Louis Antoine de Bougainville quien, dentro de su viaje de circunnavegación del globo visitó las islas y escribió sobre ellas en su “Viaje alrededor del mundo por la fragata del rey La Bordeuse y la fusta La Estrella en 1767, 1768 y 1769”. De la misma época aproximadamente son los testimonios de las expediciones de James Cook, quien descubrió un buen puñado de archipiélagos polinesios.

En el siglo XIX aparecieron testimonios sobre la isla de dos viajeros y escritores europeos notorios, como es el caso de las obras “Viaje a Samoa”, del alemán Marcel Schwob, y “Ocho años de problemas en Samoa”, de Robert Louis Stevenson –el escritor escocés incluso vivió, murió y está enterrado en Appia, la capital-. Más reciente es la aportación de Paul Theroux, quien en su “Las islas felices de Oceanía”, habló sobre Samoa, así como sobre otros cuanto países oceánicos. También ha habido narrativa de ficción ambientada en el país, entre la que destaca el libro de relatos “El temblar de una hoja”, del británico William Somerset Maugham.

Lecturas propuestas

El temblar de una hoja (William Somerset Maugham)

Es este un libro de relatos cortos del genial escritor británico, que tienen como elemento en común que transcurren en países y archipiélagos del Pacífico (son mayoría, en cualquier caso, los que transcurren en Samoa). En ellos se plasman de manera excelente los paisajes y elementos de la naturaleza de  las islas, las relaciones entre los colonos británicos (militares, misioneros o médicos principalmente) y los nativos, así como una buena muestra de los hábitos, creencias y tradiciones de estos últimos, que tanto choque cultural ocasionaban para todos los que por allí se aventuraban.

Ocho años de problemas en Samoa (Robert Louis Stevenson)

En este libro a caballo entre la literatura de viajes y el ensayo, el escritor escocés tiene el objetivo principal de describir las tensiones geopolíticas que, con motivo del control de Samoa, a finales del siglo XIX experimentaron tres potencias mundiales como Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido. Manejando a su antojo a los líderes y jefes locales, cada uno de los países miraba por sus intereses económicos y políticos, sin atender demasiado a lo que habían sido, y aún eran, la cultura y las tradiciones del país, sobre las que también se detiene a hablar Stevenson. Sin duda, lo que en aquellos años ocurrió, fue determinante para que Samoa sea lo que es –y como es- hoy.

Las islas felices de Oceanía (Paul Theroux)

En este peculiar viaje, utilizando su propio kayak para moverse entre unas islas y otras, que este contrastado autor de literatura de viajes hizo a través de las distintas regiones en las que Oceanía se divide, dedicó un tiempo, como no podía ser de otra forma, a Samoa. En los días que pasa en el país, Theroux accedió a algunas de las leyendas locales, gozó con el maravilloso cielo del que se puede disfrutar en las islas o charló con algunos europeos afincados en ellas, aunque también sufrió por lo difícil que es hacer o conseguir cualquier cosa un domingo –día en el que todo el mundo descansa, sin excepción- o por la hostilidad que encontró en algunos de los lugareños.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Samoa es un país constituido por un archipiélago de origen volcánico que se sitúa en la amplia región geográfica –y sociocultural- de la Polinesia. El 96% de la población se concentra en las dos islas de mayor tamaño, Upolu y Savai´i, y todo el archipiélago cuenta con un clima tropical. El huso horario en el que el país se encuentra hace que sea –junto a Kiribati- el primero en recibir a cada nuevo día (algo novedoso, después de que hace no muchos años el gobierno del país decidiera ponerlo en esa situación al suprimir un día del calendario, ya que antes ocurría justo al contrario y estaba en el último de los husos horarios).

Las islas samoanas fueron pobladas por primera vez cuando a ellas llegaron emigrantes desde Fiji, y los primeros contactos con los europeos se produjeron en el siglo XVIII, aunque sería en el siglo XIX cuando las relaciones iban a intensificarse por la llegada de comerciantes y misioneros británicos. Británicos, alemanes y estadounidenses tuvieron intereses –y conflictos- en las islas del país a finales del siglo XIX, antes de que estas pasaran a ser la Samoa Alemana –en contraposición a la Samoa Americana, en una división entre territorios que pervive hoy-. Después iban a venir la dependencia de Nueva Zelanda, y por fin, la independencia, obtenida en 1962.

Los nativos de Samoa constituyen el 92% de la población del país, y se da la circunstancia de que aproximadamente la mitad de los samoanos vive y trabaja en el exterior. Prácticamente la totalidad de la población es cristiana, dividiéndose, eso sí, los habitantes entre un buen puñado de iglesias dentro de esa religión (la congregacional y la católica son, en cualquier caso, las que más adeptos tienen).

 



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