La literatura de Siria


País: 
Siria

La literatura de Siria

El territorio de Siria constituye, junto al iraquí, la región conocida como Mesopotamia, el preciso lugar del mundo del que son originarias las primeras civilizaciones humanas de las que se tiene noticia, y es por ello que desde fecha temprana comenzaron a desarrollarse en el hoy territorio de ambos países manifestaciones literarias incluso de forma escrita. Más concretamente, dentro de los límites que hoy conforman Siria estuvieron los reinos de Ugarit o de Mari. Fue significativa e incluso sofisticada para su época la literatura del primero de esos reinos (que tuvo su esplendor entre los siglos XV y XII a.C.), consistente en una serie de tablillas poéticas de las que los mejores exponentes de los que ha llegado constancia hasta nuestros días son la “Leyenda de Aqhat”, el “Mito de Baal Aliyan” o la “Muerte de Baal”. Siglos después, en concreto a partir del siglo II d.C. y tras la llegada del Cristianismo, una literatura muy diferente iba a abrirse camino; era la literatura de los pueblos siríacos, que aunque no estaban asentados solamente en el actual territorio sirio, sí tuvieron un notable foco cultural dentro de él. Esa literatura, escrita en el idioma clásico arameo, tenía un carácter eminentemente religioso, siendo precisamente la primera obra conocida en esa lengua una traducción de la Biblia. Algunos de los más destacados autores de ese período de la literatura del país fueron Afraates (que escribió sermones para la Iglesia), Efraín de Nísibe (que se dedicó principalmente a los himnos, aunque también escribió en prosa y en verso), Filoxeno de Mabbug (notable prosista y defensor de ciertas corrientes cristianas) o Jacobo de Edesa (prolífico en textos en prosa, trabajos bíblicos, comentarios, liturgia, etc), entre otros.

Tras ese período que, de alguna manera, inauguraba la nueva era, iba a llegar la época en la que Damasco se iba a erigir en centro neurálgico y sede del poder del califato omeya (y prácticamente, en capital del mundo), y en la que iba a proliferar la literatura de carácter científico, estando como estaba la civilización árabe a la vanguardia en campos como la Medicina, la Astronomía o la Filosofía, con unos efectos que se prolongaron varios siglos; algunos autores destacados del prolongado período fueron Juan Damasceno (que se prodigó en las mencionadas disciplinas, aunque con una orientación hacia la Teología), Cosmas de Maiuma (un poeta que puso el verso al servicio de las biografías de algunos de los principales santos cristianos), Al Rumi (geógrafo y biógrafo que destacó por sus textos enciclopédicos sobre el territorio que ocupaban los musulmanes) y Abu al Fida (historiador y geógrafo, que escribió tanto sobre la historia de la humanidad como sobre las características del mundo que se conocía en la época) –los dos primeros autores mencionados son cristianos, lo que solo se explica a través del carácter multicultural y multiétnico que era rasgo indiscutible de Damasco, y más en concreto de la importancia que la población cristiana aún tenía en las primeras décadas del esplendor omeya-. También merece la pena destacar que algunas de las obras literarias que mejor han permitido conocer la época omeya, fueron producidas en los primeros tiempos del esplendor abbasí (ya con centro de poder en Baghdad), precisamente en una literatura de negación que puede denominarse anti-omeya.

Y el siguiente período al que merece la pena hacer referencia es el que podría considerarse como literatura moderna del país, que comenzaría en el siglo XIX para extenderse hasta nuestros días. En el siglo XIX tuvo protagonismo en las letras nacionales el movimiento literario conocido como Nahda o del Despertar Árabe, que apareció gracias a la influencia de Occidente y que pretendía abandonar el pasado, pues era considerado restrictivo de la imaginación (con frecuencia, fue practicado por sirios exiliados en Egipto); a él se adhirieron autores como Qustaki Al Himsi (que reformó la poesía árabe tradicional) y los hermanos Abdallah, Francis y Maryana Marrash (el primero fue un intelectual que hizo varias publicaciones, el segundo se dedicó a la poesía y la tercera fue la primera mujer en publicar una colección de poemas) –también destacó, fuera del movimiento, Abu Khalil Qabbani, considerado creador del teatro árabe-. En los siglos XX y XXI han destacado nombres como los de Mamdouh Adwan (que se dedicó a la poesía y a la dramaturgia), Zaki Al Arsuzi (escritor adscrito al nacionalismo árabe), Ali Ahmad Said Esber (que utiliza el pseudónimo de Adonis y se ha dedicado principalmente a la poesía), Abd al Salam al Uyayli (autor de una prolífica obra en varios géneros), Haidar Haidar (novelista y cuentista), Riad Ismat (que se prodigó en varios géneros), Constantin Zureiq (ensayista que ha exaltado el nacionalismo árabe), Hanna Mina (alineado con el movimiento del realismo social y considerado uno de los máximos exponentes de la novela siria), Nizar Qabbani (que escribió poesía de temática amorosa e incluso sexual), Ghada Al Samman (periodista además de poetisa), Rafik Schami (principalmente novelista), Zakariya Tamer (destacado cuentista en la literatura árabe actual) o Samar Yazbek (novelista traducida a diversos idiomas).

La literatura sobre Siria

El carácter estratégico del lugar del planeta en el que Siria se encuentra hace inevitable que su territorio haya sido cruce de caminos desde tiempos inmemoriales. Así, ya viajaron a Siria y describieron lo que vieron algunos de los más célebres autores de la Antigüedad (siendo notables los ejemplos de los griegos Heródoto y Estrabón) o medievales (destacando los casos del franco Arculfo, del español Benjamín de Tudela y del marroquí Ibn Battuta. En los siglos XVIII y XIX, otros célebres autores de literatura de viajes, como Domingo Badía (más conocido como Alí Bey) o Richard Francis Burton, iban a dejar testimonios sobre el país.

En época moderna, pueden destacarse las obras de Rosa Regás (con “Viaje a la luz del Cham”) o de Mario Cuesta Hernando (con “Por encima de mi cadáver”), así como las numerosas obras dedicadas al terrible conflicto en el que el país está inmerso desde 2011, como las de Antonio Pampliega (“En la oscuridad. Diez meses secuestrado por Al Qaeda en Siria”) y Pío Cabanillas (“Siria”) –también han aparecido libros similares a cargo de varios autores, como “Cartas sirias desde Grecia” o “Siria. La primavera marchita”.

Lecturas propuestas

El secreto del calígrafo (Rafik Schami)

En esta entrañable e inolvidable novela, Schami retrata de forma maestra la virtuosa y avanzada Damasco de mitad del siglo XX, en la que la vida se desarrolla con un ritmo tan ajetreado como entretenido. Y es dentro de esa vorágine cotidiana donde precisamente van a comenzar a surgir lazos y relaciones entre varios de los personajes a los que el autor presenta de forma separada en un momento inicial. Además del indiscutible atractivo literario que esas historias presentan, Schami aprovecha para presentarle al lector una excelente fotografía de algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, así como de diversas prácticas y tradiciones de la cultura árabe, entre las que cobra especial protagonismo la caligrafía.

Viaje a la luz del Cham (Rosa Regás)

En este libro de literatura de viajes, una joven Rosa Regás viaja a Siria para descubrir un mundo nuevo, en el que disfrutará de todas y cada una de las sensaciones que va viviendo y del que dejará constancia plasmando el lógico choque cultural provocado por el viaje a la Siria de hace unas décadas. A lo largo de ese viaje, Regás visitará tanto casas de locales como zocos, interactuará con drusos y beduinos, y viajará a algunos de los más relevantes escenarios de la brillante historia siria para así evocar los tiempos de la Antigua Mesopotamia y de la Antigua Roma. Y entre vivencias y experiencias, no se olvida de compartir con el lector algunas de sus opiniones y visiones sobre la sociedad árabe e incluso sobre el mundo en general.

Cautiva en Arabia (Cristina Morató)

Se trata en realidad de la biografía de la aventurera y espía francesa Marga D`Andurain, que no obstante esa nacionalidad pasó gran parte de su vida en el mundo árabe, debido a la fascinación que desde un temprano momento este le produjo. Y más concretamente es Palmira, en Siria, el lugar que más le marcó y en el que decidió establecerse junto a su marido para regentar un hotel. A pesar de esa en apariencia apacible y ya satisfactoria vida, D`Andurain no deja de viajar con frecuencia a Damasco, y más adelante, de tener un segundo matrimonio con un beduino, principalmente con el fin de cumplir su sueño de poder acceder a La Meca. Pero las cosas raras veces salen como se planean, y esas decisiones no iban a ser sino el principio de todas las complicaciones que iban a llegar a la vida de  la aventurera francesa.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Siria es un país situado en la parte norte de la Península Arábiga, un lugar tan destacado –allí floreció la civilización- como convulso a lo largo de la historia debido a su situación a camino entre Europa y Asia (por no hablar también de la cercanía de África) y a la cercanía de algunos de los imperios que más poder han ostentado a lo largo de la historia. El territorio del país alberga paisajes tan variados como las llanuras, las montañas, los fértiles valles y el desierto, aunque en cualquier caso la mayoría población se concentra en la parte occidental del mismo.

Después del ya mencionado impulso inicial de la civilización que tuvo lugar en reinos como los de Ugarit y Mari, el territorio sirio iba a vivir su segundo momento de esplendor tras la llegada del Islam, y más concretamente en la etapa de dominio de la dinastía omeya, en la que Damasco era el centro neurálgico además de la ciudad más avanzada del mundo antes de que ese estatus pasase a la casi vecina Baghdad. Después, selyúcidas y otomanos iban a ejercer su dominio antes de que Francia interviniese en la región y de que se obtuviese la independencia ya en el siglo XX; desde entonces, el país ha visto períodos de mayor y menor estabilidad hasta llegar al horrible conflicto que lo asola desde 2011.

La amplia mayoría de la población siria actual es de etnia árabe, a pesar de lo cual en el país también viven minorías con rasgos étnicos, culturales y religiosos propios entre las que destacan las de los kurdos, los drusos, los arameos y los ismailitas, entre otras. La mayoría de la población se adhiere a la corriente islámica es suní, aunque se da la paradoja de que la dinastía que lleva en el poder varias décadas, la alauita, es chií, con los lógicos problemas que esa situación supone.



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