La literatura de Somalia


País: 
Somalia

La literatura de Somalia

La literatura más antigua que se empezó a crear en el territorio hoy considerado somalí era una literatura oral que constaba principalmente de cuentos que eran transmitidos de generación en generación. Los temas principales que esos cuentos trataban eran la vida y el trabajo a los que los antiguos somalíes se enfrentaban día tras día, y algunos ejemplos de historias significativas que incluso han llegado a nuestros días son “Dhegdeer la mujer caníbal” (que era utilizada para utilizada para inculcar disciplina bajo la amenaza de visita del ser que da título al cuento) o “Coldiid el guerrero sabio” (que en este caso tiene el mensaje positivo que transmite un protagonista que trataba de evitar por todos los medios la violencia). Además de esa literatura que podríamos llamar autóctona, a partir del siglo XIV iba a empezar a desarrollarse una literatura islámica que iba a consistir principalmente en la escritura de manuscritos de orientación religiosa y en la que destacó principalmente el autor Utman bin Ali Zayla’i.

Pero por encima de esas primeras formas de literatura, y sin duda superándolas claramente en presencia y en protagonismo, sería la poesía el género literario por excelencia del pueblo somalí (aunque en realidad ya en el seno de la literatura islámica se habían dado formas poéticas como la qasida, una especie de oda), y llegaría a serlo gracias a un amplio y rico panorama de formas poéticas (no en vano, diversos estudiosos de la literatura somalí han calificado al país como “nación de poetas” o “nación de bardos”). Aunque la etnia eidagale ha sido vista como la más experta en la composición  de poemas, otras cuantas también los han producido, y en función de las sílabas y de la métrica se pueden distinguir un buen puñado de formas poéticas específicas (el halaanhal, el gabay, el geeraar o el jiift son solo algunas de ellas, repartiéndose funciones como las de acompañar los trabajos agrícolas o ganaderos, servir para el baile, ir destinadas a los niños, etc). No obstante esa variedad, de forma genérica se pueden establecer ciertos rasgos de la poesía somalí como los de que utiliza el recurso conocido como hikaad (una especie de aliteración o repetición conspicua de sonidos que también se utiliza poéticamente en otros idiomas del mundo), que suele utilizar elementos argumentativos y persuasivos que sirven para defender el honor y el prestigio de los distintos clanes, que también se utiliza para hacer oposición política y que los distintos poemas deben ser considerados dentro de sus contextos históricos para una correcta interpretación).

Y vistos los rasgos principales y la variedad de géneros, estilos y formas, y ya entrando en el terreno de los nombres propios, no sería hasta la segunda parte del siglo XIX y los inicios del siglo XX cuando estos iban a comenzar a aparecer; algunos de los más destacados fueron Mohammed Abdullah Hassan (que destacó en el arte de componer poemas tanto como en asuntos políticos, ya que fue un líder religioso y patriótico y estableció el movimiento derviche somalí; en lo literario destaca su poema “Derrota de los infieles”), Ali Bu’ul (un famoso poeta que destacó en los poemas de líneas cortas que después se generalizarían; muchas de sus composiciones son conocidas y utilizadas en la actualidad), Elmi Boodhari (que se centró en el tema del amor y compuso todos sus poemas para la mujer a la que amaba -separándose así del tema habitual de las guerras tribales- y que ha tenido una notable influencia en la música somalí posterior a su tiempo) o Abdi Gahayr (que en cambio sí se encuadró en ese grupo de poetas que utilizó la poesía para atacar a otros clanes). También en ese momento de la historia de la transición entre los dos penúltimos siglos iban a destacar las figuras de Shaykh Abdullah al-Qalanqooli y de Shaykh Abd Al-Rahman bin Ahmad al Zayla’i, en ese caso enmarcados dentro de esa corriente de literatura islámica que había comenzado en el siglo XIV y de la que ya se ha hablado.

Por último, en lo que puede considerarse literatura somalí moderna, desarrollada en la segunda parte del siglo XX y en el siglo XXI, las principales figuras literarias han sido las de Nuruddin Farah (sin duda es el escritor somalí más reconocido en la actualidad, con novelas traducidas a diversos idiomas y ganando premios y con su nombre apareciendo con frecuencia entre los candidatos al Nobel de Literatura), Maxamed Xaashi Dhamac Gaarriye (poeta que ha obtenido un gran reconocimiento), Mohamed Ibrahim Warsame (conocido más como Hadraawi, sin duda uno de los poetas de mayor prestigio en la actualidad), Ayaan Hirsi Ali (que ha escrito sobre asuntos polémicos y se ha mostrado crítica con el Islam), Mohamed Jama Awl (que ha destacado por una novela que trata sobre los derviches), Warsan Shire (poetisa que ha ganado diversos premios), Yasmeen Maxamuud (que principalmente cuenta historias de la comunidad somalí que vive en la diáspora), Diriye Osman (que también ha tratado asuntos complicados en el país, como el de la homosexualidad) o Cristina Ali Farah (escritora italo-somalí que se ha prodigado en novela y poesía).

La literatura sobre Somalia

Pudieron haber sido viajeros del Antiguo Egipto quienes, mediante jeroglíficos, dejaran constancia de las primeras visitas de extranjeros a territorio hoy somalí, al menos si el mítico y legendario Reino de Punt, cuya localización exacta se desconoce a ciencia cierta, se encontró en la zona que hoy ocupa Somalia. Y exactamente en la misma situación están las aportaciones de Heródoto, pues el célebre viajero griego también dejó constancia de haber viajado a Punt. Menos dudas existen sobre la presencia de otro gran viajero ya medieval, Ibn Battuta, en el país, pues el tangerino sí aporta nombres concretos de ciudades y lugares hoy reconocidos.

Son de época moderna, en cambio, los libros sobre Somalia “Rendición o hambre. Viajes por Etiopía, Somalia y Eritrea”, de Robert D. Kaplan, “Al sur del Mar Rojo”, de Luis Pancorbo (que viaja por la región de Somalilandia, en Somalia, además de visitar Eritrea y Djibouti) o “Billete de ida”, de José Cendón. No exactamente dentro de la literatura de viajes, pero también ofreciendo testimonios de extranjero acerca del país, se pueden mencionar los libros “Una casa en el cielo. El extraordinario testimonio de un secuestro en Somalia”, de Amanda Lindhout, y “Mi deuda con el paraíso. Vida e ilusión del Duque de los Abruzos”, de Ricardo Martínez Llorca.

Lecturas propuestas

Flor del desierto (Waris Dirie)

En este libro de la polivalente autora somalí (es modelo, activista y embajadora de la ONU además de escritora), se trata de transmitir el horror de la aún hoy vigente práctica de la mutilación genital femenina en Somalia –y en otro buen puñado de lugares de África-. Con la obra, de carácter biográfico, Dirie cuenta su vida desde que era apenas una niña que pertenecía a una familia nómada hasta que consigue consolidarse en Europa, pasando por la etapa en la que, tras complicarse su vida familiar, debe viajar por su país y abrirse paso en los distintos lugares de este a los que va llegando. Más allá de la historia y el tema principal, el libro es un buen documento costumbrista sobre el modo de vida en el país africano.

Al sur del Mar Rojo (Luis Pancorbo)

El prestigioso antropólogo español cuenta en este libro sus vivencias durante tres viajes realizados a la zona del Cuerno de África, dándose uno de ellos en la región autónoma somalí conocida como Somalilandia (la antigua Somalia británica). Pancorbo describe ciudades como Hargeisa o Berbera, conoce mezquitas y librerías locales, visita las interesantes pinturas rupestres de Las Geel, toma alimentos tan exóticos como la leche de camella, explica el papel que el qat –una hierba cuyos efectos ayudan a sobrellevar las duras condiciones de vida en el país- tiene para los somalís, y por supuesto, cuenta algunos pormenores de las etnias que pueblan el país y de las que él es experto conocedor, en lo que termina siendo un excelente documento sobre una región de la que se conoce muy poco en Occidente.

Ébano (Ryszard Kapuscinski)

En este clásico de la literatura de viajes en general y de la africana en particular, Kapuscinski deja testimonios de sus viajes por el largo y el ancho del que sin duda es el continente que más le impactó, y por supuesto no deja de dedicar un espacio a Somalia. En esas páginas, el autor cuenta cosas que conoció en algunos de los lugares del país que visitó (como Ogadén, Berbera o Las Anod), explica algunos de los pormenores de la etnia somalí y de los múltiples clanes que la conforman y desvela interesantes cuestiones del modo de vida de la población local (por lo general caracterizada, como por ningún otro rasgo, por el nomadismo), sin olvidar hacer una mención a la poesía tradicional somalí.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Somalia es un país que se sitúa en la costa oriental africana, en concreto en el característico saliente que el continente tiene justo por debajo del lugar que ocupa, ya en Asia, la Península Arábiga, que es comúnmente conocido como el Cuerno de África. Situado en un lugar estratégico desde el punto de vista geográfico por la cercanía al continente asiático y del Canal de Suez, las cosas no han sido nunca fáciles en el país, aunque la peor situación está probablemente siendo vivido en la actualidad, en la que Somalia es considerado un estado fallido que cuenta con un buen número de problemas políticos, sociales y económicos. La región de Somalilandia proclamó su independencia de hecho, aunque no ha obtenido el reconocimiento internacional que esperaba.

Somalia fue parte del Reino de Axum, uno de los principales imperios africanos anteriores a la llegada de los europeos que tenía su centro de poder en el norte de Etiopía, y posteriormente comenzó a recibir influencias árabes e islámicas principalmente de la mano de chiítas llegados desde Irán. Desde finales del siglo XV, en cambio, iba a ser el Imperio Portugués el que iba a extender sus tentáculos hasta el territorio del país (que incluso llegó a pertenecer a la colonia portuguesa de Mozambique). Y en los siglos XIX y XX iban a ser británicos, franceses e italianos quienes iban a llegar a la región, dividendo el actual territorio somalí entre una parte británica (la actual Somalilandia), otra francesa (la actual Djibouti) y otra italiana (básicamente el resto de Somalia) antes de que la independencia diese paso a un país pésimamente gestionado.

Somalia es un país de gran homogeneidad étnica para los estándares africanos, con un 85% de la población perteneciendo a la que se conoce como etnia somalí, pero eso no es óbice para que dentro de esa etnia principal se pueda distinguir a numerosos clanes (los issa, los dir, los darod y los hawiye son los más relevantes), y para que en el país también tengan cabida minorías como las de los bantús, los etíopes, los yemenís, los indios o los persas, entre otros. En lo que concierne a la religión, el dominio del Islam es abrumador, con al menos un 99% de la población que lo profesa.

 



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