La literatura de Venezuela


País: 
Venezuela

La literatura de Venezuela

No hay otra forma de abordar la literatura venezolana que evaluando en un primer lugar la literatura oral que producían los pueblos indígenas que habitaban en el hoy territorio venezolano antes de que los colonos españoles llegasen allí cuando ya el siglo XV expiraba. Dentro del amplio y variado grupo de comunidades indígenas objeto de referencia, se destacan entre las demás, por su mayor presencia y relevancia en aquel momento, las comunidades arawak y caribe, y son sus literaturas las que se repasarán en este artículo (había, en cualquier caso, presencia de otros grupos, como los pertenecientes a las familias chibcha y tupí-guaraní).

En el caso de los arawak, la literatura consistía principalmente en historias que eran protagonizadas tanto por espíritus del bien como por espíritus del mal -quienes podían habitar dentro de los seres humanos y de otros agentes de la naturaleza- y que dejaban enseñanzas sobre lo que eran considerados comportamientos adecuados (también servían para explicar el origen de elementos de la naturaleza, como por ejemplo el sol y la luna). Las historias eran transmitidas casi siempre por los bohiques, que cumplían la función de chamanes. En el caso del pueblo caribe, los dioses que formaban su panteón eran los principales personajes de los mitos y de las leyendas que transmitían, adquiriendo especial protagonismo el dios Amalivaca, capaz de hazañas tales como crear el Río Orinoco y el viento, dotar a su pueblo del rasgo de la inmortalidad (aunque solo de forma temporal) o solucionar los desastres de una gran inundación (otro dios relevante era Chia, que representaba a la luna). En cualquier caso, como en el caso de la literatura arawak, las historias también contaban con la presencia de espíritus que llevaban a cabo buenos y malos comportamientos. Completando el folclore local, también tienen un claro origen en las comunidades aborígenes, aunque ya también con presencia de lo aportado por los europeos, los llamados espectros venezolanos, unos personajes que protagonizan historias legendarias que aún llegan hasta nuestros días y que, teniendo nombres propios  (como “El silbón”, “La sayona”, “La llorona” o “Bolefuego”), supuestamente campan a sus anchas por regiones del territorio venezolano como por ejemplo la de Los Llanos (merece la pena destacar que algunos de esos personajes son comunes a otros países latinoamericanos).

Desde finales del siglo XV en adelante, se iba a desarrollar la literatura colonial, dentro de la cual iban a destacar por un lado los textos históricos (entre los que sobresale la “Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela”, de José de Oviedo y Baños”), por otro la prosa (merece la pena destacar la obra de Francisco de Miranda, considerada precursora del deseo de emancipación venezolano) y por otro la poesía (con Sor María de los Ángeles a la cabeza), sin olvidar los textos religiosos, filosóficos y enciclopédicos de Fray Juan Antonio Navarrete. Con el siglo XIX, la oratoria se iba a erigir como protagonista por su papel en la propagación de las ideas independentistas, un campo en el que destacaron autores como Andrés Bello (poeta que propuso la adopción de un nuevo tipo de expresión) o Simón Rodríguez, en cuya obra es posible apreciar preocupación sociológica (también pueden considerarse como textos puramente venezolanos y pertenecientes a este ámbito los de Simón Bolívar). También en el siglo XIX, nace la novela venezolana de la mano de Fermín Toro y aparecen autores de corte romántico como Manuel Vicente Romero García, Juan Vicente González, Cecilio Acosta o Eduardo Blanco.

Ya en el siglo XX, la novela continúa desarrollándose, principalmente de la mano de autores como Manuel Díaz Rodríguez (de estilo modernista), José Rafael Pocaterra (con un toque realista) o Teresa de la Parra (que escribió sobre la posición de la mujer en la sociedad), pero sobre todo de Rómulo Gallegos, autor de diez novelas desarrolladas en distintos ambientes de la geografía del país. En ese primer siglo XX también destacaron el cuentista Julio Garmendia, el ensayista Mario Briceño Iragorry y el poeta Francisco Lazo Martí. A mediados de siglo aparecen otros nombres relevantes de las letras nacionales, como Arturo Uslar Pietri (novelista y ensayista de amplia obra y notable reconocimiento) o Miguel Otero Silva (que se prodigó en varios géneros), y también los considerados precursores de la novela contemporánea, Guillermo Meneses -quien también escribió cuento- y Enrique Bernardo Nuñez. Y ya en la segunda mitad del siglo iban a sobresalir nombres como los de José Vicente Abreu (autor de novelas conocidas como de la violencia), Carlos Noguera (ganador de premios a nivel nacional), Adriano González León (que destacó en el cuento tanto como en la novela), Renato Rodríguez (autor de una obra de corte humorístico), Francisco Herrera Luque (que trató de estudiar el origen de la personalidad hispanoamericana), Orlando Chirinos (ganador de múltiples premios literarios) o Ana Teresa Torres (especializada en ficción).

La literatura sobre Venezuela

Fue en la tercera expedición de Colón cuando los españoles arribaron a territorio sudamericano (en los dos viajes anteriores solo se había desembarcado en islas), y en concreto lo hicieron en suelo hoy venezolano, en la desembocadura del río Orinoco, con la correspondiente generación de crónicas y epístolas sobre la nueva tierra por parte de los cronistas de la expedición e incluso el propio Colón. Tras esos textos iniciales, fueron relevantes también las crónicas de Juan de Castellanos, así como las generadas en el seno de las expediciones de Alonso de Ojeda, conquistador de Venezuela. Más adelante, en el siglo XVIII, iban a destacar los textos científicos de Alexander von Humboldt y de Charles Darwin.

Y, aunque no abundan los libros de literatura de viajes centrados en Venezuela, sí es posible encontrar obras que, al menos en parte, transcurren por el territorio del país, siendo buenos ejemplos “La frontera que habla. Del Orinoco al Amazonas” (de José Antonio Morán Varela), “El viejo expreso de la Patagonia” (de Paul Theroux), “Viaje a los ínferos americanos. Por tierras de México, Cuba y Venezuela” (de Agapito Maestre) o “Un viaje lleno de mundos” (de Antonio Picazo). También es posible encontrar novelas ambientadas en el país, especialmente en el Orinoco, y es posible mencionar “El Orinoco y yo. La asombrosa aventura de una joven española en la selva venezolana”, de María Luisa Mestres Fernández.

Lecturas propuestas

Doña Bárbara (Rómulo Gallegos)

Se trata de una de las novelas más conocidas de la literatura venezolana, y tiene lugar en esa región tan mítica como misteriosa que son Los Llanos. Cuenta la historia de un terrateniente que vuelve a su lugar de origen con la intención de retomar los asuntos y los negocios de su familia, tras un largo período alejado de ellos haciendo una exitosa carrera como abogado en la ciudad. Sin embargo, encontrará varios obstáculos en su nueva vida, destacando entre ellos la hostilidad del medio natural llanero, la aspereza de las gentes que allí habitan, y sobre todo, la figura de Doña Bárbara, la mujer que lleva mucho tiempo moviendo a su antojo las riendas de la vida en la región, pero que ahora también tendrá que enfrentarse a situaciones para ella desconocidas.

Estación de máscaras (Arturo Uslar Pietri)

En esta novela, se cuenta la historia de Álvaro Collado, un venezolano que vuelve a su país después de una década de destierro en Europa. Durante su ausencia, han tenido lugar en Venezuela una serie de sucesos y acontecimientos que han hecho que las cosas sean muy diferentes a como él las dejó. Los reencuentros con viejos conocidos, así como las sensaciones que el protagonista va experimentando según estos van teniendo lugar, van a vertebrar una novela en cuyo trasfondo está el profundo cambio social que Venezuela experimentó en pocas décadas tras el descubrimiento de petróleo. Y sin duda, esos cambios en lo social son clave para entender los que iban a tener lugar en el terreno político unas décadas después.

Un viaje lleno de mundos (Antonio Picazo)

En este libro de viajes dedicado a varios países de América pero que tiene a Venezuela como uno de los países protagonistas, el autor recorre la zona natural del Orinoco, así como también ciudades como Tucupita o Cumaná, y mientras lo hace, cuenta con todo lujo de detalles lo que va encontrando a su paso. Pero lo natural y lo rural es lo que prevalece, y por ello, gran parte del tiempo Picazo lo pasa a bordo de una lancha conducida por un lanchero local, desde la que descubre y describe paisajes, pequeños pueblos, gentes y platos de la gastronomía local de allá por donde pasa. Aunque, sin duda, los momentos estrella son aquellos en los que visita en su cueva a un animal tan peculiar como el guaracho o avista la formidable cascada conocida como Salto de Ángel.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Venezuela se sitúa en la parte norte de Sudamérica y está enclavado entre Colombia y las Guayanas del Noreste del continente. Tiene una privilegiada situación estratégica, asomándose al Mar Caribe y por ello siendo punto estratégico entre América, Europa y África. El país cuenta con abundantes y ricos recursos naturales, desde espléndidas selvas como las del Amazonas y el Orinoco hasta yacimientos petrolíferos que le hacen jugar un papel relevante en la geopolítica de la región.

La historia de Venezuela, como la de todos los países del continente, cambió con la llegada de los conquistadores españoles. Desde ese hito, se iban a suceder distintas etapas como la colonial pura (con pertenencia al reino de Nueva Granada), la independencia obtenida a principios del siglo XIX, el breve período en el que el país perteneció a la Gran Colombia, y por fin, una andadura en solitario que se ha caracterizado por la alternancia de etapas, con el país llegando a ser de los más y de los menos desarrollados de Sudamérica tanto a nivel político como económico (un hecho que significó un punto de inflexión fue, en cualquier caso, el descubrimiento de petróleo).

Venezuela es un país con una notable diversidad étnica, ya que a la importante diversidad étnica presente en el territorio antes de la llegada de los europeos, hay que sumar la variedad de procedencias que esos colonizadores tienen (los hay españoles, italianos, portugueses, etc). Pero centrándonos en lo indígena, merece la pena destacar que si bien solo el 3% de la población del país es aborigen, se cree que prácticamente un 25% tiene contribución amerindia en su composición genética. Los pueblos indígenas más relevantes eran los pertenecientes a las familias arawak, caribe o tupí-guaraní, entre otros. En cuanto a la religión, en torno al 70% de la población es cristiana católica.

 



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