La literatura de Yemen


País: 
Yemen

La literatura de Yemen

La tradición oral ha sido, y sigue siendo, muy relevante en la zona del sur de la Península Arábiga que ocupa Yemen, ya que ha sido y es a través de ella como gran parte de la historia y de la cultura del país se transmite de generación en generación. Esos relatos e historias suponen, de hecho, una buena parte del conocimiento histórico que existe sobre el país, a veces con mitos y leyendas que se superponen y confunden. Más concretamente, el núcleo de esa tradición oral con esencia árabe pero también con un componente tribal, está constituido por lo que se conoce como “leyendas de los antiguos”, un conjunto de formas literarias orales consistentes principalmente en mitos sobre la fundación, sagas heroicas y poemas épicos.

Un primer momento en esa larga tradición a lo largo de los siglos está marcado por las leyendas en torno a la figura de la legendaria reina de Saba, un personaje mítico que aparecía en la Biblia y que supuestamente entabló relaciones con el rey Salomón del reino de Israel. Su figura fue ensalzada por narradores, poetas y exegetas, quienes contaban de ella que había nacido en un mundo sobrenatural o que tuvo un hijo con el mencionado rey hebreo, entre otras cosas (estos y otros hechos presentan a su vez una buena diversidad de versiones; tal es la cantidad de leyendas que sobre la figura se han generado, que incluso se han ido reelaborando ya en tiempos del Islam). Además de sobre la figura de la mítica reina, las leyendas de esa primera época hablan del reino que ella misma levantó y que alcanzó notable prosperidad, y de algunos aspectos de la vida cotidiana de los sabeos.

Más allá de lo que se generó en –y lo que se cuenta de- ese reino, merece la pena destacar que es probable que historias y leyendas locales dieran origen a las menciones que en la Biblia se hacen sobre el territorio yemení (por ejemplo, se habla de una fundación de Saná –la capital del país- vinculada al Diluvio Universal y al Arca de Noé- y que la tradición oral del territorio contribuyese a la generación de historias que han formado parte de algunos de los más célebres compendios de literatura épica árabe (una parte de las historias que componen el ciclo épico de los Banu Hilal se desarrollaron en actual territorio yemení, de la misma forma que muchos de los relatos de “Las mil y una noches” podrían haber transcurrido en el país). En cualquier caso, lo que une a ese pasado tan remoto con la época actual es una tradición oral que se ha mantenido en el tiempo asentada sobre dos claros pilares en forma de géneros literarios: de un lado, el lírico o qasida (con variedad de estilos, rimas y métricas y temas principales como la virilidad, la pertenencia tribal, el amor o la política) y el narrativo o hazawwiya (por lo general cuentos fantásticos o proverbios protagonizados por seres sobrenaturales, que buscan generar una atmósfera de misterio y tensión, y que tratan temas variados, entre los que destacan los mitológicos).

Conforme el tiempo avanzaba, y ya  bajo la influencia del Islam, fueron apareciendo los primeros nombres propios de la literatura yemení. Algunos de los primeros que se pueden destacar son los de Waddah al-Yaman (poeta que generó su obra de temática erótica en los siglos VII y VIII), Abu Muhammad al-Hasan al-Hamdani (autor de poemas y genealogías en el siglo X, que además estuvo muy interesado en la historia y la geografía de la Península Arábiga) y Shalom Shabazi (poeta judío del siglo XVII considerado “el poeta de Yemen”, autor de poemas y canciones que tenían como temática principal la del Judaísmo). Son de una época más moderna, en cambio, los autores que configuran el panorama literario actual del país, entre los que merece la pena destacar a Mohammad Abdul-Wali (uno de los primeros en afrontar la escritura con fines artísticos en el Yemen moderno), Zayd Mutee Dammaj (autor sobre todo de relatos cortos, aunque también de novela, que fue incluido en la lista de los cien mejores autores árabes del siglo XX), Ali al-Muqri (novelista que ha sido traducido a otros idiomas), Ramziya al-Iryani (novelista de clara orientación feminista), Shatha al-Khatib (novelista principalmente, aunque también ha trabajado el género del cuento, que  escribe sobre la sociedad yemení), Wajdi al-Ahdal (novelista, cuentista y dramaturgo cuya obra estuvo envuelta en la polémica –se vio obligado a abandonar el país a principios del siglo XXI-), Nadia al-Kokabany también novelista y autora de relatos cortos), Shawqi Shafiq (poeta cuya obra ha sido traducida a diversos idiomas), Zahra Rahmat Allah (cuentista que ha ganado premios dentro de ese género) y Ahmad Zein (escritor y periodista que vive en Arabia Saudí).

La literatura sobre Yemen

El Oriente fue sin duda la zona del mundo que más llamaba la atención en las civilizaciones de la Antigua Grecia y la Antigua Roma, y hay testimonios de presencia en lo que se conoce ampliamente como “Arabia” –tal vez, por tanto, también en Yemen, aunque con frecuencia no se puede precisar- ya del célebre viajero e historiador griego Heródoto. También visitaron el país el viajero medieval español Benjamín de Tudela (de ello deja constancia en su “Libro de Viajes”), el tangerino Ibn Battuta y el veneciano Marco Polo.

Son de época más moderna las aportaciones de Andre Malraux (con “La reina de Saba. Una aventura por el desierto de Yemen”), Norman Lewis (con “Viaje en dhow. La tribu que crucificó a Jesucristo y otros relatos”), J.C. Mardrus (con “La reina de Saba”), Jordi Esteva (con varios libros dedicados al país, como “Los árabes del mar” o “La isla de Socotra”), Carmen Rohrbach (con “Al país de la reina de Saba”) o Mark Aguirre (con “Yemen. Viaje a la Arabia profunda en tiempos turbulentos”). También hablan sobre Yemen, entre otros países, Mikel Ayestarán en su “Oriente Medio, Oriente roto”, James Weird en su “En busca del Edén” y Francesca Carrari en su “El paraíso está a los pies de las mujeres”.

Lecturas propuestas

El monje de Moka (Dave Eggers)

En esta novela del escritor estadounidense, el protagonista es un joven estadounidense de origen yemení que trata de abrirse camino en ese teórico filón de oportunidades que es el país norteamericano. Y lo intenta en el ámbito del café, que le va a llevar inevitablemente a sus orígenes, pues fue en Yemen donde el mundialmente conocido y consumido producto fue elaborado por primera vez –aunque no descubierto-. La puesta en marcha y el desarrollo de lo que es tanto su negocio como su sueño le va a llevar al país árabe, donde sin embargo no todo va a resultar ser como él esperaba, ya que el estallido de un conflicto local le va a llevar a vivir experiencias que no le resultarán sencillas de olvidar.

Los árabes del mar (Jordi Esteva)

Es este libro, el autor español de literatura de viajes cuenta sus peripecias por distintos países africanos y asiáticos persiguiendo las huellas de aquellos pueblos árabes que en el pasado se sirvieron del conocimiento que tenían del monzón para conseguir desplazarse por el Océano Índico y hacer riqueza con el comercio. El escritor tiene un peculiar estilo viajero que le hace ir buscando la hospitalidad de las gentes de los lugares que visita, lo que le lleva a alojarse en casas particulares que le hacen alcanzar una intimidad y un conocimiento que serían difíciles de obtener de otra forma. Entre otros aspectos, el lector aprenderá de elementos tan árabes y tan yemenís como el café, el qat –una droga muy consumida en el país y los djinns o duendes que pueblan las historias tradicionales de la región.

La isla de Socotra (Jordi Esteva)

En este otro libro del autor catalán, que conoce los países árabes como pocos otros españoles, la narración se centra en un viaje a la isla de Socotra, que a medio camino entre Asia y África –está, de hecho, más cerca de Somalia que de Yemen- ha permanecido tan inalterable como enigmática para quienes se han sentido atraídos por ella. Acompañado por el nieto del último sultán del país y por varios camelleros, el autor se adentra en el montañoso interior de la isla para compartir con los lugareños momentos inolvidables, aprender sobre las peculiares especies animales y vegetales de la isla y escuchar historias dignas de formar parte de mundos tan maravillosos como el de Simbad el Marino

Dios, el diablo y la aventura (Javier Reverte)

Es esta una biografía del español Pedro Páez (misionero, viajero y escritor, entre otras facetas), y aunque gran parte de su vida transcurrió en Etiopía, país protagonista del libro, los avatares del destino dieron con sus huesos en Yemen, donde llegó después de ser secuestrado por piratas árabes en el Océano Índico cuando trataba de ir desde la India al mencionado país africano. El libro describe cómo Páez fue a parar a la desangelada prisión de una ciudad ubicada en la inhóspita región del Hadramaut, y ofrece descripciones de los desiertos y de las gentes del lugar. Se trata, sin duda, de una valiosa aportación, ya que se cree que Páez fue el primer europeo en recorrer los territorios del sur de Yemen.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Yemen ocupa la parte suroccidental de la Península Arábiga, asomándose al Mar Rojo y al Océano Índico y a escasas millas del continente africano, en concreto de los países que se sitúan en el conocido como cuerno de África. Se trata de un territorio eminentemente montañoso que, aunque contiene una parte del Desierto de Rub al-Khali, es por lo general más fértil que otras zonas de la Península Arábiga –pertenece a la zona que se conoce como Arabia Felix, en contraposición a la Arabia Pétrea y a la Arabia Deserta-. La región en la que se asienta es considerada una de las cunas de la humanidad, y a su territorio también pertenece la enigmática Isla de Socotra.

Yemen, como el Oriente Próximo en general, es uno de los lugares del planeta en el que la civilización se desarrolló antes, y en ese sentido, ya en tiempos antiguos se hablaba de un supuesto reino que se habría erigido en el actual territorio yemení, el de Saba, con tres civilizaciones sucesivas como las de los mineos, los sabeos y los himyaritas. En el siglo XV llegaron los portugueses con fines eminentemente comerciales, y en el siglo XVIII el territorio del país fue anexionado por la dinastía saudita, antes de que los británicos se instalasen en la ciudad de Adén. El siglo XX iba a traer una historia interminable de conflictos internos, enfrentamientos entre Yemen del Norte y Yemen del Sur –que según la época eran países independientes y apoyados por potencias extranjeras o se unificaban- y guerras.

El pueblo yemení es de origen árabe, aunque la cercanía de África se deja notar y el color de piel de sus pobladores es más oscuro que el de otros pueblos árabes del interior de la Península Arábiga. Además, el fuerte componente tribal aún presente entre los yemeníes hace que pueda hablarse de unas cuatrocientas etnias o castas diferenciadas. Prácticamente toda la población profesa el Islam, aunque hay bastante división entre suníes –el 53%- y chiíes –el 47%-.

 



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