La literatura de Zimbabwe


País: 
Zimbabwe

La literatura de Zimbabwe

Los shona, un grupo étnico nativo del Sur de África –aunque hay algunas corrientes de pensamiento que dicen que proceden del este del continente, de la zona de la actual Tanzania-, son la amplia mayoría de la población de Zimbabwe, por lo que es la primera literatura que ellos tuvieron la que este artículo va a explorar en primer lugar. La literatura tradicional shona estaba compuesta por cuentos populares, leyendas, canciones y enigmas, que con frecuencia se veían acompañados de juegos y formas teatrales, y que en todo caso eran transmitidos de forma oral. Como ha sucedido en el caso de tantos otros pueblos, los mitos shona se dividían principalmente entre mitos de la creación –del universo y de la humanidad-, y mitos etiológicos –los que buscan encontrar las causas de los fenómenos que se van encontrando, tanto los físicos como los socioculturales-. Las principales características de los mitos y leyendas eran las de la presencia de un componente narrativo relevante que buscaba atrapar la atención de las personas que escuchaban y alentar su imaginación, el protagonismo de héroes que eran ejemplo de una alta integridad moral, la concurrencia de personajes en forma de animales personificados (el león, el elefante, el chacal, la liebre o la tortuga eran los más frecuentes), la existencia de una intención moralista y de una justicia poética (el “bueno” solía imponerse sobre el “malo”) y, con frecuencia, la presencia de un componente humorístico.

Muchas de las historias refieren un tiempo en el que en el actual territorio del país –y más allá- se asentaba el Imperio Monomotapa, uno de los más desarrollados del África Negra en tiempos anteriores a la llegada de los europeos, e incluso en algunos casos a un tiempo posterior. Algunas de las leyendas más conocidas fueron las de Chaminuka (uno de los ancestros de los shona, de los que se considera que descienden todos los miembros de la etnia y que se reencarnan en los médiums), Nehanda (una heroína de tempranas tendencias nacionalistas y feministas) y Nehoreka (un héroe que protagonizó grandes victorias y consiguió tiempos de paz). Merece la pena destacar el hecho de que, precisamente por ese sostenimiento en el tiempo antes comentado, los mitos y leyendas tradicionales de los shona han llegado a la actualidad teniendo, en el Zimbabwe de hoy en día, una importancia capital, especialmente en los niños, pues las historias se potencian y utilizan como herramienta para el conocimiento de los principales aspectos de la identidad shona.

Como sucedió en tantos otros países africanos, el panorama literario dio un vuelco radical con la llegada del período colonialista (siglo XIX), en el que los colonos británicos comenzaron a crear una literatura en la que describían y justificaban su ocupación del país y defendían tanto su modo de vida como su ideología. Algunos de los autores que practicaron esa literatura no nacieron en Zimbabwe, pero escribieron como ciudadanos zimbabuenses, motivo por el cual sus aportaciones han sido incluidas en esta sección y no en la siguiente. Algunos de los principales nombres  del momento son los de John Gordon Davies (autor de novelas de aventuras y de títulos de no ficción) y Gertrude Pay (novelista autora de obras best-seller y llevadas al teatro). Después iba a surgir lo que puede denominarse literatura zimbabuense moderna, con aportaciones de escritores de origen europeo y de origen africano (los primeros más en el período de Rodesia, los segundos más desde que es Zimbabwe). Entre los de origen europeo destacan John Eppel (que se ha prodigado en varios géneros), Lauren Liebenberg (novelista ganadora de varios premios), Alexander McCall Smith (autor de novelas de detectives, literatura juvenil y relatos), Daniel Carney (novelista autor de varias obras de éxito), Patricia Shonstein (que ha escrito sobre la guerra del país y el apartheid) o George Makana Clark (que actualmente vive en Estados Unidos y ha escrito novelas que gran aceptación). Entre los de origen africano, sobresalen Dambudzo Marechera (novelista y poeta de gran influencia posterior), Yvonne Vera (que se apoya en la tradición oral shona), Chenjerai Hove (escritor que tuvo que exiliarse por sus críticas a Mugabe), Charles Mungoshi (autor de novela, relato corto y poesía), Tendai Huchu (novelista cuyas obras han sido traducidas a diversas lenguas), Petina Gappah (ganadora de varios premios, algunos internacionales), Tsitsi Dangarembga (referente del feminismo africano), Noviolet Bulawayo (escritora que está desarrollando su carrera literaria en Estados Unidos) y Panashe Chigumadzi (joven novelista y ensayista), entre otros.

La literatura sobre Zimbabwe

Gran parte del interior de África ha permanecido inexplorado incluso hasta el siglo XIX, y en esa línea, Zimbabwe recibió los primeros asentamientos europeos en el siglo XVII –de la mano de los portugueses- y en el siglo XIX –con los ingleses-, pero, en cualquier caso, esos dos pubelos europeos conocían principalmente los países de la costa, y por tanto es de ellos de los que en mayor medida emitían sus testimonios. Sí se generaron en el imaginario europeo y árabe, en cambio, una serie de leyendas sobre la supuesta existencia de inagotables fuentes de oro en lo que una vez fue el Imperio Monomotapa, que tenía su centro de poder en el actual Zimbabwe.

En literatura de viajes contemporánea destacan las aportaciones de la neozelandesa Sheila Mac Donald con “Sally en Rodesia), y aunque el libro trata de más países africanos además de Zimbabwe, del español Javier Reverte con “Vagabundo en África”. Por lo demás, merece la pena destacar la vinculación con Zimbabwe de la escritora Doris Lessing, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007, quien vivió en el país casi 25 años y escribió sobre él, de la también escritora Alexandra Fuller y del misionero Arhur Shearly Cripps, que también escribió cuentos y poemas sobre el país en el que desarrolló gran parte de su vida (los tres eran de nacionalidad británica).

Lecturas propuestas

Necesitamos nombres nuevos (Noviolet Bulawayo)

En este libro de la escritora zimbabuense, que seguramente cuenta con un importante componente autobiográfico, se narran la infancia en Zimbabwe y la juventud en Estados Unidos de una joven africana. Sin duda, la astucia y la picardía que el personaje consiguió adquirir como consecuencia de las privaciones y escaseces que sufrió en el primero de esos períodos, le ayudaron a sobrevivir mejor en el segundo, sin que al lector le sea sencillo discernir en cuál de los momentos las cosas fueron más complicadas. Pero más allá de eso, son componentes relevantes en la obra tanto el forjamiento de una identidad como el desarraigo que se deriva de que esa identidad no pueda desarrollarse en el medio que le es propio.

Sally en Rodesia (Sheila Mc Donald)

En este divertido libro, la protagonista, una neozelandesa de alta alcurnia, se va a vivir a Rodesia –el nombre con el que se conoció a Zimbabwe desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX- junto a su marido, con el que se acaba de casar. El siempre difícil asentamiento en un nuevo país, tiene en este caso el añadido del enorme choque cultural que Sally debió acometer, así como de las carencias y deficiencias propias de la época –principios del siglo XX-, en la que todo distaba mucho de ser como es en tiempos modernos. Todas sus vivencias y experiencias son transmitidas en forma de cartas a su madre, quien desde Nueva Zelanda debió enfrentar innumerables momentos en los que le costaría dar crédito a lo que su hija le contaba.

Vagabundo en África (Javier Reverte)

Este libro, que pertenece a su trilogía de África, le sirve al autor para relatar sus vivencias en algunos países del sur y del centro de África, entre los que se encuentra Zimbabwe. Dado que en las partes del libro dedicadas a los otros países se habla de asuntos tan crueles como guerras, genocidios y segregaciones raciales, la que habla de Zimbabwe casi es un oasis de paz, sin que eso suponga, por supuesto, que allí las cosas hayan sido sencillas. Junto a lo que cuenta de su propio viaje, Reverte escribe sobre la historia del país y sobre algunos de sus protagonistas, como el empresario británico Cecil Rhodes o algunos de los dirigentes del país actual desde que se constituyó como tal en 1980.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Zimbabwe es un país de tamaño no demasiado grande para lo que son los estándares africanos, que se sitúa en el sur del continente. El país no tiene salida al mar, está recorrido por una cordillera que se extiende desde el sudoeste hasta el noreste, y se sitúa en el territorio que se extiende entre los grandes ríos Zambeze y Limpopo, que lo separan de Zambia y de Sudáfrica. Masasonalandia y Matabelalandia son los dos territorios principales, y están ocupados por las etnias shona y ndebele respectivamente.

El Imperio Monomotapa, o los distintos componentes de él que se fueron sucediendo en el tiempo, han constituido uno de los imperios africanos que más desarrollo alcanzó antes de la llegada de los europeos. Después, a finales del siglo XIX, el rey Lobengula autorizó al británico Cecil Rhodes a que buscara y explotara la riqueza mineral del país, dando el primer paso hacia lo que iba a ser la constitución de la colonia británica conocida como Rhodesia, de eminente carácter comercial. El final del siglo XX iba a traer la independencia, en la que comenzaría el largo período de gobierno de Robert Mugabe, en el que el país iba a adolecer de un amplio y variado abanico de problemas.

Cerca de un 70% de la población zimbabuense es de origen shona, destacando como segundo grupo en importancia el ndebele, asentado en el sur del país (ambos, en cualquier caso, se dividen en otros subgrupos étnicos). Los shona se sienten orgullosos del pasado de la época del Imperio Monomotapa y del legado que ha quedado de esa época, sobre todo las ruinas de sus antiguas ciudades en Gran Zimbabwe o en Khami. Algo más del 80% de la población del país profesa la fe cristiana.



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