Rosa Montero y Maruja Torres
Los cuatro autores elegidos para esta entrada, son tan prolíficos y derivan en tantas ramificaciones que sólo citaré libros y artículos leídos, y que tengo en mi biblioteca / hemeroteca, porque todo lo investigado ocuparía una extensión excesiva.
En mi memoria lectora Rosa Montero (Madrid, 1951) y Maruja Torres -María Dolores Torres Manzanera- (Barcelona, 1943), se hallan asociadas en el mismo estrato, los primeros libros de ambas leídos a la par: “Crónica del desamor” (1979), “La función delta” (1981), “Te trataré como a una reina” (1983), “Amado amo” (1988), “Temblor” (1990) y “Bella y oscura” (1993) de Montero y de Torres “¡Oh, es él! Viaje fantástico hacia Julio Iglesias” (1986) y “Ceguera de amor. Culebrón del V centenario” (1991). Torres, en 1993, publicó “Amor América. Un viaje sentimental por América Latin”a -viajó en tren desde Puerto Moritt, en el sur de Chile, la estación más meridional del mundo, hasta México-; en 1997, “Un calor tan cercano”: "La definí como deseobiográfica poque la escribí para darme -darnos- la parte buena que se le olvidó a la vida" y en 1999, “Mujer en guerra. Más masters da la vida”, crónica de 35 años de vivencias personales y profesionales.
Montero ganó, en 1997, el Premio Primavera por “La hija del caníbal” y, en 2020, el Premio Nacional de las letras españolas con La buena suerte. En ese intervalo publicó entre otras “La loca de la casa” (2003) que combina narración, ensayo y autobiografía: -“La imaginación es la loca de la casa”, cita de Santa Teresa de Jesús-; “Lágrimas en la lluvia” (2011) -primer libro de Bruna Husky, ciencia ficción- y en 2013, “La ridícula idea de no volver a verte” -mezcla de novela íntima y biografía novelada de Marie Curie—, el que más me ha emocionado / conmocionado por similitud de vivencias en la pérdida. En el año 2000, Torres ganó el Premio Planeta con “Mientras vivimos” y, en 2009, el Premio Nadal por “Esperadme en el cielo”, lo compramos en una librería de Dubrovnik, conservo el tique. En 2011, publicó su primera novela negra, “Fácil de matar” -ambientada en Beirut, donde residió dos años, su protagonista es Diana Dial, personaje secundario de ¡Oh, es él!-, a la que siguió una segunda, “Sin entrañas” (2013). Fiel al lema: "Cada siete años me reinvento" publicó, en 2014, “Diez veces siete. Una chica de barrio nunca se rinde”.
La última obra publicada por Montero, después de “El peligro de estar cuerda” (2022), es “La desconocida” (2023) -novela negra, escrita a cuatro manos, con Olivier Truc, el ganador del premio Quais du polar. Montero escribió el primer capítulo y el resto de impares y Truc, los pares y el último. Nadie pensaría, de no saberlo, que estuviera escrita por dos narradores. Montero y Torres son tremendamente versátiles: escritoras y periodistas, autoras de libros, artículos, entrevistas, reportajes, series por entregas, libros de viajes… y sus vidas se entrecruzan y solapan en algún medio como cuenta Torres: “La primera mano para colaborar en El País me la tendió Rosa Montero (…)".
Cuando compré -y leí- “El peligro de estar cuerda” (2022), descubrí un nuevo vínculo entre Montero y Torres: ambas han extractado el título de uno de sus libros de un poema de Emily Dickinson, eso sí, con una diferencia de 25 años, ya que el de Torres es “Un calor tan cercano” (1997) en el que, después de la dedicatoria a su hermana, "el lujo de mi vida", lo incluye: Verla es un cuadro / oírla es una melodía / conocerla una intemperancia / inocente como junio / no conocerla -una aflicción- / tenerla de amiga / un calor tan cercano como si el sol / brillara en la mano. Imposible de olvidar. Montero lo incluye en el capítulo que dedica a la poetisa estadounidense: Yo creo que fui encantada / cuando por primera vez / niña sombría / leí a aquella dama extranjera / lo oscuro-sentí hermoso (…) fue una divina insania / si el peligro de estar cuerda / volviera yo a experimentar / es antídoto el volverse- / hacia tomos de sólida brujería.
En “El peligro de estar cuerda” encuentro más hallazgos felices: la mención del relato de la escritora Charlotte Perkins Gilman: “El papel de pared amarillo” que encontré -los libros de mi biblioteca hablan entre sí- en “Locuras”, adquirido precisamente porque incluía una selección de poemas de Dickinson -entre los que está, completo, “Yo creo que fui encantada”, el que contiene el verso del título de Montero- y la alusión al libro de Simon Worrall: “La poeta y el asesino”, que ya me había conquistado por su título y su portada -con el famoso retrato de Dickinson-, y que es una espectacular crónica sobre una falsificación literaria: la aparición, en 1997, de un poema desconocido de Emily en una subasta de Sotheby´s. El poema fue devuelto porque era una falsificación, obra de Mark Hormann, uno de los más grandes falsificadores del siglo XX que pasó a convertirse en un despiadado asesino.
Terenci Moix y Vázquez Montalbán
Torres dice que “Esperadme en el cielo” -por el que le dieron el Premio Nadal- lo escribió "por absoluta necesidad de explicarme un cuento que me ayudara a tolerar la pérdida de un par de imprescindibles seres queridos", que son los que la flanquean en el precioso dibujo de la portada: Terenci Moix, al que conoció con 15 años: "sobre todo amigo, prácticamente hermano" y Manuel Vázquez Montalbán que la propuso colaborar en la revista Por Favor.
Terenci Moix -Ramon Moix Messeguer- (Barcelona, 1943-2003), como su querida amiga Maruja, consiguió en 1986 el Premio Planeta con “No digas que fue un sueño (Marco Antonio y Cleopatra)” cuyo título, asimismo, extrajo de un poema, en este caso de C. P. Cavafis: El dios abandona a Antonio: Cuando a medianoche se escuche / pasar una invisible comparsa / con música maravillosa y grandes voces, / tu suerte que declina, tus obras fracasadas / los planes de tu vida que resultaron errados / no llores vanamente. / Como hombre preparado desde tiempo atrás, / como un valiente / di tu adiós a Alejandría, que se aleja. / No te engañes /no digas que fue un sueño, que tu oído te engañó; / no te acojas a tan vanas esperanzas. / Como hombre preparado desde tiempo atrás, / como un valiente / como corresponde a quien de tal ciudad fue digno / acércate con paso firme a la ventana, / y escucha con emoción -no con lamentos / ni ruegos de débiles- como último placer, / los sones, los maravillosos instrumentos de la comparsa misteriosa / y di tu adiós a esa Alejandría / que pierdes para siempre.
Moix escribe novelas: “Olas sobre una roca desierta” -Premio Josep Pla 1968- , “El día en que murió Marilyn” -Premio de la Crítica “Serra d´Or” a la mejor novela del año 1978-, “La herida de la esfinge” (1991); libros de viajes: “Terenci del Nilo. Viaje sentimental a Egipto” (1970) -condensa su experiencia de más de veinte viajes-, tengo la preciosa edición de Planeta 1999; ensayos: “Crónicas italianas” (1971) por las que desfilan, entre otros, Masaccio, Piero della Francesca, Caravaggio, Tiépolo, el Marqués de Sade, Keats, Shelley, Byron, Eliot, Mª Teresa León y Rafael Alberti, Pasolini, Fellini, Casanova, Marcuse, Cohn Bendit, Josep Pla…; y artículos, muchos -al igual que sus libros- versan sobre el antiguo Egipto, uno de sus temas favoritos. Tengo la Revista Siete Leguas de mayo 2000, en sus páginas centrales, con una edición preciosista, encuentro las lujosas acuarelas de David Roberts que ilustran los textos de Terenci Moix bajo el título “Sueños Egipciacos”, acompañado en sus primeras páginas -no daba crédito cuando lo vi-, por un espléndido reportaje de Vázquez Montalbán, “La Habana. Posibles e Imposibles”, al que sirve de pórtico la poesía de Mario Benedetti, Habanera, de famosísimo estribillo: " (…) / Y hay mulatas en todos los puntos cardinales".
Vázquez Montalbán (Barcelona 1939 - Bangkok 2003). Escritor y periodista tan versátil y prolífico que es prácticamente inabarcable. Poeta –“Memoria y deseo” 1ª recopilación (1986) y “Poesía completa Memoria y deseo” (1963-2003)-; cronista de una época –“Crónica sentimental de España” (1971): escrito a partir de una serie de cinco reportajes publicados en la revista Triunfo, entre septiembre-octubre de 1969, que abarca desde "los años cuarenta" a "los felices sesenta"- y creador del detective Pepe Carvalho -ciclo de 16 novelas policíacas o 17 si se incluye “Yo maté a Kennedy. Impresiones, observaciones y memorias de un guardaespaldas” (1972)-. Algunas de ellas, “Tatuaje” (1974) -considerada el título fundador de la novela negra española-, así se llamaba la canción de Rafael de León -letra- y Manuel Quiroga -música-, muy popular en España: “Era hermoso y rubio como la cerveza / el pecho tatuado con un corazón / en su voz amarga había la tristeza / doliente y cansada del acordeón”; “Los mares del sur” -Premio Planeta 1979 y Gran Premio de novela policiaca-; “La soledad del manager” (1978); “Los pájaros de Bangkok” (1983); “La rosa de Alejandría” (1984); “El balneario” (1986) -Premio de la Crítica de la RFA 1989- y “Quinteto de Buenos Aires” (1997) (“¿Qué sabes tú de Buenos Aires?” “Desaparecidos, Maradona y tango”).
Entre sus novelas no policíacas: “El pianista”: narra el tiempo al revés -marzo 1983, verano 1946, julio 1936-; “El estrangulador” (1994); “Erec y Enide” (2002); “Galíndez” (1991) -Premio Nacional de Narrativa y Premio Literario Europeo-; “O César o nada” -investigación sobre el poder, saga de la familia Borgia. Cita de Pío Baroja de un libro de 1910 que tiene el mismo título-. Muchos de sus relatos están recopilados en “Cuentos blancos. Brevedades Montalbanianas” -los publicados entre 1982 y 2000- y “Cuentos negros. Brevedades Carvalhianas” que incluye la novela corta “La muchacha que pudo ser Enmanuelle”, cinco relatos y dos ensayos: “Barcelona: la ciudad de Pepe Carvalho” y “Poética carvalhiana”. Su relato “El matarife” -impactante- se publicó como primer título de la colección Textos tímidos (1986). Acaba de publicarse “Los papeles de Admunsen” -primer alter ego del autor- un personaje que aspiraba a ser escritor, pero estaba condicionado por el contexto político, social y económico de su país. Se trataría de su primera novela, escrita a principios de los 60, hallada por un investigador hace un año y que habría sido presentada, en su momento, al Premio Biblioteca Breve y después olvidada.
En el libro “Un mes con Montalbano” del escritor italiano Andrea Camilleri (1925-2019), autor del personaje de Salvo Montalbano –comisario de policía del imaginario pueblo siciliano de Vigàta- cuyo nombre eligió, en palabras del propio Camilleri, "como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán”, éste escribe en su Prólogo: “Treinta miradas del comisario Montalbano”: "Un muestrario de todas las pinceladas que componen el efecto Montalbano y una magnífica manera de abrir boca para las restantes novelas de Camilleri". He leído también, “La luna de papel”, “La muerte de Amalia Sacerdote” -II Premio internacional de novela negra RBA 2008- y “Riccardino” -publicada póstumamente, en 2020, despedida del comisario Salvo Montalbano. En el libro “Conversaciones sobre la escritura”, los creadores de Pepe Carvalho -MVM- y Salvo Montalbano -AC- reflexionan sobre el oficio de escribir. AC opina que la novela “El pianista” es uno de los mejores libros de Vázquez Montalbán y también habla de “O César o nada”. Lo que une a Montalbano y Carvalho, es según AC: "la desencantada búsqueda de la verdad" mientras que MVM opina que es: "la actitud melancólica ante el trabajo y ante la sociedad es muy parecida".
Concluyo volviendo a Emily Dickinson. Cuenta Simon Worrall, en "La poeta y el asesino", que es posible que estuviera enamorada de Samuel Bowles, que iba a visitarla una vez al año y con quien mantuvo correspondencia durante veinte años. En una de esas cartas le escribió: "resulta extraño que lo más intangible sea lo más permanente"; yo lo suscribo.