El mito de las islas del Pacífico en la literatura


Una región que ha llamado la atención desde que los europeos la descubrieron

Si en dos entradas anteriores de esta misma sección de la web se había analizado el papel que han jugado tanto Oriente como el interior de África en el imaginario europeo, y por ende, en la literatura que históricamente se ha producido en este continente, es ahora el turno de un territorio que, si bien fue abordado en un momento posterior por la literatura (lógico, pues se trata de los territorios que los europeos descubrieron en último lugar), no ha merecido menor atención ni interés. Se trata de las idílicas y sugerentes islas del Océano Pacífico.

Desde que llegaran a ellas las primeras expediciones europeas que trataban de conocer el Océano Pacífico o de dar las que fueron las primeras vueltas al mundo, esas islas y archipiélagos no han dejado de estar presentes en las crónicas, la correspondencia, las novelas y la literatura de viajes que se ha generado en Occidente, y lo han hecho por lo general cubiertos por un halo de fascinación que los ha convertido en algunos de los lugares más apetecibles de visitar de todo el planeta.

Las crónicas de las primeras expediciones por el Pacífico

Fueron las crónicas de las expediciones que navegaron las primeras veces a través del Océano Pacífico -la mayoría de las cuales buscaban circunnavegar la Tierra- los primeros textos que aparecieron referidos a las múltiples islas y archipiélagos que allí se encuentran. Las primeras expediciones fueron llevadas a cabo por españoles como Juan Sebastián Elcano, Álvaro de Mendaña o Luis Váez de Torres (aunque en ellas también participaron portugueses como Fernando de Magallanes o Pedro Fernández de Quirós), y no tardarían en seguirles las de neerlandeses como Abel Tasman, británicos como James Cook o franceses como Louis Antoine de Bougainville. Algunos de esos cronistas llegaron a ser casi tan célebres como los capitanes de las expediciones, como en el caso de Antonio Pigafetta, cronista de la expedición de Magallanes y Elcano, y en los casos de Cook o Bougainville, fueron ellos mismos quienes dejaron escritos relatando lo que veían y hacían en sus largos viajes.

Fueron ellos los primeros en dar a conocer en Europa las bondades que iban conociendo a su paso por los archipiélagos, entre las que se cuentan las playas paradisiacas, los paisajes idílicos, las tierras fértiles, la hospitalidad de los lugareños o las costumbres sexuales relajadas, entre otras. Esas bondades se reflejan como en ningún otro aspecto en una toponimia que por ejemplo llevó a James Cook a llamar al archipiélago que hoy constituye el Reino de Tonga “Friendly Islands”, o lo que es lo mismo, “Islas Amigables”, o “Islas Amistosas” (aunque merece la pena destacar que también hubo experiencias negativas y toponimia que las reflejaba; por ejemplo las actuales Islas Marianas fueron inicialmente llamadas “Islas de los Ladrones”).

Novelas y ensayos de europeos afincados en la región

Pasada esa fase inicial, iba a llegar otra etapa en la que lo que se plasmaba por escrito en relación a esas islas no eran ya tanto expediciones para conocer la región, sino viajes reiterados o estancias prolongadas de escritores europeos de prestigio en algunas de esas islas. Tal vez el mejor ejemplo es el del célebre escritor escocés Robert Louis Stevenson, quien se afincó en Samoa, donde vivió la última etapa de su vida, llegó a ser una celebridad (era conocido como ”Tusitala”, que significa “el contador de historias” en idioma local) y escribió libros, entre los que se destacan “En los mares del sur” (en el que cuenta sus peripecias en Hawái, las Islas Marquesas o Samoa entre otros lugares), “Ocho años de problemas en Samoa” o ”Cartas de Vailima” (que también transcurre en Samoa).

Tal vez el otro gran exponente de autor destacado que se fascinó con el Pacífico fue el inglés William Somerset Maugham, quien también viajó en repetidas ocasiones por la región y dejó para la posteridad una obra maestra como “El temblar de una hoja”, un conjunto de relatos que transcurren en diversos lugares del Pacífico como Samoa, Tahití o Hawái. Y aunque fue más conocido por su faceta de pintor, también dejó obra escrita Paul Gauguin, quien vivió en Tahití y dejó sus memorias de la experiencia.

Literatura de viajes moderna por las islas y archipiélagos

Y aún más cerca de nuestra época, podemos destacar otra etapa en la que el Pacífico ya ha formado parte, junto a todas las demás regiones del planeta, de lo que podría considerarse una literatura de viajes moderna, en la que ya obviamente los medios y las opciones son otros.

Aunque, como no puede ser de otra forma, son múltiples los autores que han viajado por la región y han dejado testimonio, se quería dejar aquí el título del que se considera el libro de referencia de  la literatura de viajes oceánica, tanto por su extensión como por su calidad, y este no es otro que “Las islas felices de Oceanía”, del célebre autor de viajes estadounidense Paul Theroux, quien una vez más refleja en el título la buena imagen y consideración que la región ha tenido en el imaginario occidental.

 



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