El papel de los indígenas norteamericanos en la literatura de sus países


Una presencia en la cultura del país menor de la habitual

En todos los países que experimentaron (o mejor dicho, sufrieron) procesos de colonización, la literatura que se ha forjado es inevitablemente el resultado de una mezcla de diversas tradiciones y herencias: la de los pueblos nativos que poblaban inicialmente los territorios conquistados y la de los colonizadores –por lo general europeos- que llegaron desde lejanos territorios para cambiarlo todo (a veces, también, la nueva cultura que iba surgiendo bebió de la influencia de un tercer actor, como es el caso de los pueblos africanos que fueron desplazados a muchos países de América y que sin duda también aportaron elementos en la conformación de la cultura y las tradiciones de los nuevos países).

Sin embargo, existen algunos casos en los que la aportación de los pueblos que originariamente poblaban el territorio a la cultura de sus actuales países ha sido especialmente baja, como consecuencia del esfuerzo asimilador llevado a cabo por los colonizadores y de las propias características que tenían como comunidad cuando recibieron a estos (si bien los europeos se encontraron a veces con sólidos imperios, en otras ocasiones a lo que se tenían que enfrentar era a comunidades muy fragmentadas que apenas eran capaces de imponer su influencia y su sello). Y este fue el caso de las comunidades indígenas que poblaban Norteamérica. En cualquier caso, aunque menor, sí han existido aportaciones a la cultura, y en especial a la literatura, por parte de esas comunidades, y es a ese bagaje a lo que se dedica este artículo. En particular, se analizará el papel de los escritores indígenas norteamericanos a las literaturas de Estados Unidos y de Canadá, aunque con especial foco a lo que han aportado a la literatura escrita (todos esos pueblos contaban con una rica tradición oral anterior que no es objeto de análisis aquí).

Estados Unidos, notable interés a partir de inicios del siglo XX y renacimiento en los años setenta

Los primeros escritores indígenas norteamericanos, que aparecieron ya en un temprano siglo XVIII, apostaron por una literatura orientada a lo político y a lo autobiográfico, siempre con el fin de dar a conocer los rasgos principales de sus comunidades y a mejorar la imagen que el resto de la sociedad tenía de ellas (es el caso de autores como Samson Occom, William Apess o Sarah Winnemucca, de las comunidades mohicana, pequot y paiute respectivamente).

Pero iba a ser en las primeras décadas del siglo XX cuando, en realidad, un mayor interés iba a despertar lo que los escritores indígenas –o de ascendencia indígena- tenían que aportar en lo literario. Inicialmente hubo cierta continuidad de los temas mencionados (son ejemplos de ello el “Viejos tiempos indios” del sioux Charles Eastman y el “Cuentos coyotes” del okanogan Mourning Dove), aunque los autores no tardaron en publicar también obras de ficción (es el caso del osage John Joseph Mathews y del cherokee John Milton Oskison, entre otros). Y en los años setenta de ese mismo siglo iba a llegar lo que se ha dado en llamar “Renacimiento de la literatura nativa”, con aportaciones como las del kiowa N. Scott Momaday (ganador de un premio Pulitzer), del pies negros James Welch (novelista y poeta considerado fundador de ese movimiento de renacimiento), la muscogee Joy Harjo (poetisa y dramaturga), la navajo Luci Tapahonso (la primera poetisa de su comunidad), el spokane Sherman Alexie (novelista y cuentista), la chickasaw Linda Hogan (que se ha prodigado en varios géneros y fue finalista del premio Pulitzer) y el cheyenne Tommy Orange (que también fue finalista del prestigioso premio).

Canadá, amplia variedad de géneros y temas tratados en la actualidad

En Canadá la evolución del rol de los escritores pertenecientes a las primeras naciones (que así escomo se denomina a las comunidades indígenas en el país) es bastante similar a la que tuvo lugar en Estados Unidos. Si bien la aparición de las primeras figuras literarias procedentes de esas comunidades fue algo posterior en el tiempo (siglo XIX), no difiere demasiado el propósito inicial de proyectar hacia el exterior los rasgos principales que definían a sus pueblos, y con ese cometido se pueden señalas las aportaciones de autores como el ojibwa George Copway (que defendió los derechos de su comunidad y escribió unas memorias), la mohawk Emily Pauline Johnson (poetisa que proyectó la fusión de las culturas indígena y anglosajona) y el abenaki Joseph Laurent (que legó un diccionario de su lengua al inglés y unos diálogos entre ambas culturas).

En el siglo XX, la aportación iba a ser mayor, e iba a haber incluso una irrupción colectiva de autores que se iban a hacer un hueco en las letras del país ya tratando temas más amplios, actualizados y parecidos a los que tocaban el resto de los escritores del país; destacan las figuras de la miqmaq Rita Joe (poetisa que dedicó parte de su obra a temas autobiográficos), el ojibwa Richard Wagamese (novelista cuyos libros han ganado premios) la mohawk Beth Brant (ensayista que ha tratado temas como la colonización y el racismo), Drew Hayden Taylor (también ojibwa, principalmente dramaturgo), el anishinaabe Waubgeshig Rice (cuentista y bovelista que ha escrito sobre sus experiencias en Europa), la cree Rosanna Deerchild (que ha plasmado en poesía historias reales de niñas de su comunidad obligadas a como internas a escuelas con residencia) o la metis Katherena Vermette (poetisa que es además activista por los derechos de su comunidad).



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