Guerras y genocidios, el horror en la literatura universal


Un tema presente en la literatura desde tiempos antiguos

La literatura siempre ha servido, entre otros propósitos, para plasmar lo que los grupos humanos viven en sus quehaceres y dinámicas cotidianos, y por desgracia, la guerra ha estado presente dentro de esas actividades y acontecimientos en mucha mayor medida de lo que hubiera sido deseable. Los tiempos han cambiado, claro, y eso ha hecho que al menos en el tiempo presente, por lo general esos sucesos no constituyan la normalidad –y digo por lo general porque por desgracia sí hay zonas del planeta en la que la guerra es la realidad del día a día-. Uno de los primeros escritores reconocidos como tales, que además es considerado el primer historiador, fue Heródoto, y él ya se encargó de escribir sobre una de las primeras guerras cuyo desarrollo e incluso detalles han podido llegar –precisamente gracias a él- hasta nuestro tiempo (fueron en realidad un conjunto de guerras, las Guerras Médicas, que enfrentaron a la civilización helénica con el imperio persa). También han estado presentes en la literatura, de una u otra forma, narradas en forma de crónica o como telón de fondo de una historia de ficción, innumerables guerras, como las que en la Edad Media enfrentaron a distintos imperios, las que en la Edad moderna protagonizaron los principales países europeos, o las que se libraron en otros continentes como consecuencia de la conquista y colonización de nuevos territorios por parte de las potencias del viejo continente, por solo mencionar algunas tipologías de conflicto.

El siglo XX, distintas posibilidades y mayor protagonismo

Como no podía ser de otra forma, los avances y el progreso han ido, con el paso del tiempo, permitiendo más fáciles desplazamientos, mejor seguimiento de lo que acontece en las guerras y tragedias similares y mayores posibilidades de comunicación. A lo anterior hay que añadirle que el siglo XX ha sido, por desgracia, prolífico en guerras y genocidios, que además han sido relevantes comparados con los de siglos anteriores, pues estamos hablando nada más y nada menos que de dos Guerras Mundiales, otra serie de guerras de carácter local o internacional de no poca importancia y varios de los peores genocidios de la historia, entre los que se cuentan principalmente el que los nazis infringieron a los judíos, el de los armenios a manos de los turcos, el de Ruanda y el de Camboya. Obviamente, esas tragedias han tenido una presencia elevada en las literaturas de los países y regiones afectados, cuando no en la literatura universal en general.

Los casos de la literatura contemporánea de Bosnia, Ruanda y Afganistán

Sin duda, los países que han tenido la desgracia de sufrir guerras y genocidios de relevancia, han tenido un claro impacto en los temas tratados, en el tono y en el enfoque de sus literaturas. Así, tantos los autores locales como los llegados de fuera, y tanto en unos géneros literarios como en otros, esas tragedias han tenido gran protagonismo, cuando no sencillamente omnipresencia.

En la literatura de Bosnia, la presencia de la guerra de los Balcanes en general y del asedio de la ciudad de Sarajevo en particular ha sido, y sigue siendo, muy alta, también porque parece significativo el hecho de que este tipo de acontecimientos, a veces se van comprendiendo y asumiendo mejor con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo. Algunos de los autores que componen el panorama literario actual incluso llegaron a participar en la guerra, como ocurre en el caso de Nihad Hasanovic. También los escritores extranjeros han escrito mucho sobre el tema, a veces tras haber sido corresponsales de medios de comunicación en el lugar, y a veces como simples escritores de ficción interesados en el asunto. Tal vez los libros más escalofriantes son los que recogen los testimonios o las situaciones personales de aquellos que vivieron la guerra en primera persona.

En Ruanda, el genocidio cometido por el pueblo hutu sobre el pueblo tutsi también ha colmado la literatura, que ha llegado además tanto del lado hutu como del lado tutsi, cada uno aportando sus puntos de vista y sus propias experiencias, que obviamente fueron totalmente antagónicas para unos y para otros. Algunos de esos testimonios han llegado desde el exilio, o al menos desde la residencia en un país europeo o norteamericano donde al menos pudieron alcanzar una tranquilidad y un nivel de vida que difícilmente podrían haber alcanzado en su propio país. Como en el caso de Bosnia, no han sido pocos, tampoco, los libros escritos por autores extranjeros llegados tanto de Europa como de otros países de África, tanto en forma de literatura de viajes persiguiendo los orígenes y algunos escenarios del conflicto, o reuniendo testimonios de personas de uno y otro bando.

Y no menos presente han estado la situación y las desgracias que se han vivido en las últimas décadas en Afganistán. Si en los años setenta del siglo XX el país era un lugar que poco tenía que envidiar a los países con mayor calidad de vida del mundo, todo empezó a torcerse con la ocupación soviética, la llegada del fundamentalismo talibán, la guerra que se libra en el país y otros problemas ya casi permanentes como la corrupción o el narcotráfico. El que sin duda es el autor afgano más reconocido internacionalmente Khaled Hosseini, retrata perfectamente esa transición, pues alguna de sus novelas comienza en la época de bonanza para ir poco a poco mostrando la llegada de los problemas. Actualmente la denuncia social está muy presente en la literatura, y, como en el caso de Ruanda, algunos escritores han tenido que recurrir al exilio.

 



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