La literatura de dos pequeños -y peculiares- países africanos
Dos países con una peculiaridad territorial marcada
África es un continente que se caracteriza por el tamaño mediano tirando a grande de la mayoría de sus países. Hay, por supuesto, también, países pequeños; generalmente los insulares (de hecho, los cinco más pequeños no son continentales: Seychelles, Santo Tomé y Príncipe, Mauricio, Comoras y Cabo Verde), mientras que el más pequeño de los continentales es Gambia. Pero, más al sur, existen dos países que, no solo se caracterizan por su pequeño tamaño en relación al estándar del continente, sino que además lo hacen por estar su territorio ubicado dentro del de un país de gran tamaño, y relevante a todos los niveles en el continente, como es Sudáfrica. Hablamos de Suazilandia y Lesoto.
Aunque eclipsada por la literatura de los países más grandes que son sus vecinos continentales (no solo Sudáfrica, sino también Mozambique), las literaturas de Suazilandia y Lesoto también (cada una con sus particularidades) tienen autores y obras interesantes que ofrecer al mundo, y por tanto, a esas dos literaturas está dedicada esta nueva entrada.
Suazilandia, dos autoras principales dedicadas a la novela general, policíaca y juvenil
Suazilandia (Swazilandia en inglés, también conocido como Eswatini -es la denominación del país en idioma siswati-) es el séptimo país más pequeño de África (solo tienen menor tamaño los seis países enumerados en el epígrafe anterior). Como decíamos anteriormente, se sitúa dentro de territorio sudafricano, aunque en su caso también comparte frontera con Mozambique. Se trata de un reino establecido a mediados del siglo XVIII que se consolidó y se expandió en el XIX, antes de -a finales de ese siglo-, pasar a ser un protectorado británico y finalmente obtener la independencia en el año 1968.
¿Qué se puede saber de la literatura del país? Para empezar, que como ocurre en tantos otros países africanos -prácticamente todos, menos los que cuentan con un idioma con una larga tradición escrita como ocurre con el árabe o el suajili), inicialmente se dio una literatura oral que era transmitida por las personas de más edad de las respectivas comunidades (a pesar de que no se trataba de personas que se dedicasen formalmente a narrar historias, como sí ocurre en África Occidental -por ejemplo con la figura de los griots-). En tiempos modernos, la principal figura literaria del país es Sarah Mkhonza, quien además de ser escritora se ha dedicado al periodismo (ha trabajado en los principales periódicos suazis) y a la enseñanza (dio clases en la universidad del país); es autora de varias novelas y libros de relatos -algunos de ellos orientados al público juvenil- con los que ejerció la crítica a las autoridades del país, motivo por el cual, desde 2005, reside en Estados Unidos como exiliada política al haberse negado a dejar de escribir, que era lo que le solicitaron las autoridades suazis. También destaca la autora Malla Nunn, nacida en el país (aunque también tiene la nacionalidad australiana) y autora principalmente de novela negra, en concreto con una serie protagonizada por el detective Emmanuel Cooper, aunque, como Mkhonza, también ha escrito literatura juvenil. Otros escritores del país son Modison Salayedvwa Magagula o Gladys Lomafu Pato.
Lesoto, un autor pionero y una expresión de la identidad de las distintas etnias
Por su parte, Lesoto es el duodécimo país más pequeño del continente africano, caracterizándose por ser eminentemente montañoso y por, como Swazilandia, no tener salida al mar (en este caso sí, la totalidad del territorio está rodeado por territorio sudafricano). Fue colonizado por el Reino Unido, constituyendo el protectorado conocido como Basutolandia entre 1868 y 1966.
En lo que concierne a su literatura, merece la pena destacar que solo una pequeña parte de la misma ha sido producida en inglés, ya que, en gran medida, los principales autores se han dedicado a expresar la identidad de las distintas comunicades étnicas a las que pertenecen. Se considera que el más grande autor nacional fue Thomas Mofolo, que escribió principalmente en idioma sesotho, aunque su principal obra, “Chaka” -que cuenta el ascenso y la caída de un rey zulú y que en alguna ocasión ha sido incluida en relaciones de las mejores obras de la literatura africana-, fue traducida el inglés (también escribió otras novelas, aunque, más allá de obras aportadas, lo relevante de su figura es que fue pionero en la literatura nacional durante la primera mitad del siglo XX, impulsando después a otros autores que tuvieron protagonismo en la segunda mitad de siglo). Algunas de esas autoras con protagonismo posterior al de Mofolo son Mpho Matsepo Nthunya (que se dio a conocer mediante la escritura de su propia biografía “Cantando contra el hambre. La autobiografía de una mujer africana”, a través de la cual proyecta muchas de las costumbres y tradiciones de la etnia basotho, a la que ella misma pertenece) o Caroline Ntseliseng Khaketla (principalmente dramaturga, aunque también poetisa, en su caso representante de la etnia mosotho). Y otros escritores a los que merece la pena nombrar son Moroesi Akhionbare o Mzamane Nhlapo.