La literatura en las primeras civilizaciones de Mesopotamia


Cuna de la civilización y de la literatura

Mesopotamia, ese territorio ubicado entre los ríos Tigris y Éufrates (el propio nombre de la región significa “tierra entre ríos”) que hoy se ubicaría dentro de las fronteras de Irak y de Siria, fue la primera región del planeta en la que se desarrolló lo que hoy se puede conocer como una civilización, al menos teniendo en cuenta los datos e informaciones de los que se tiene constancia. Ayudados por la fertilidad de unas tierras que apenas eran una isla en medio de los desiertos que las rodeaban, los pueblos neolíticos que las habitaban en torno a año 6.000-5.000 a.C. fueron capaces de desarrollar la agricultura y la ganadería, antes de que aproximadamente en el año 3.000 a.C., ya de la mano de un pueblo con nombre propio como los sumerios, surgiera la escritura y comenzasen a desarrollarse ciudades. Tras los sumerios, fueron los acadios, los babilonios y los asirios quienes constituyeron civilizaciones que se iban a suceder en el tiempo en el dominio, no solo de la región, sino también de territorios de los alrededores (algunos llegaron a tener control o influencia en territorios de las actuales Irán o Turquía). Como no podía ser de otra forma, esas primeras culturas también albergaron en su seno las primeras formas de literatura de las que se tiene constancia.

Los sumerios, himnos reales, poemas y literatura sapiencial

La sumeria es considerada la primera civilización del mundo. Su origen es incierto, aunque parecen claros los vínculos con los pueblos neolíticos que anteriormente habían poblado la región –con los que, de hecho, se considera que no hubo ruptura-. Los sumerios contaban con un rey que articulaba una sociedad en la que ya había elementos sofisticados como templos religiosos, divisiones de tierras, operaciones de compra-venta o agrupaciones de la población por profesiones.

En lo literario, en la primera civilización de la historia que contó con un sistema de escritura (las formas literarias se plasmaban en inscripciones que han sido encontradas en investigaciones arqueológicas), tuvieron protagonismo los himnos reales, algunos mitos (destaca el de la Creación y el Diluvio –de indudable influencia en todas las civilizaciones posteriores-), leyendas que narraban épicas batallas de reyes (como Enmerkar o Lugalbanda), poemas consagrados a diosas o que recuerdan acontecimientos históricos (sobresale el conocido como “Lamentaciones de Ur”, que describe la caída de la ciudad de Ur en manos de la civilización contemporánea de los elamitas) y una suerte de literatura sapiencial que trataba de transmitir conocimiento (merece la pena destacar las “Instrucciones de Shurupak” a su hijo).

Los acadios, un género dedicado a los reyes y la primera obra literaria

Los acadios, un pueblo de origen semítico que se fue infiltrando en la sociedad sumeria, sucedieron en el tiempo a esa civilización (su período comenzaría en torno a año 2.300 a.C.), sofisticaron la sociedad que en ella se había desarrollado (especialmente en términos administrativos y comerciales) y ampliaron el área de influencia gracias a una más compleja organización militar.

En lo que concierne a la literatura, es especialmente digna de mención la conocida como literatura naru, consistente en leyendas de reyes inscritas en piedra (entre esos reyes destaca, sin duda, Sargón, quien con sus conquistas dio origen a la creación y consagración de lo que llegó a ser un imperio). Como obra, sin duda asoma por su importancia la “Epopeya de Gilgamesh”, la primera obra literaria propiamente dicha de la que se tiene constancia (es un poema épico que narra las peripecias del héroe que aparece en el título). Más allá de ese género y esa obra principales, merece la pena destacar la presencia de colecciones de leyes, los anales y crónicas, los presagios y textos de adivinación, una literatura didáctica vinculada a la sapiencial de los asirios, y una suerte de literatura humorística compuesta principalmente por poemas y acertijos.

Babilonios, variedad literaria y una obra que refleja todo un modo de vida

Babilonia, que fue realmente el nombre de una ciudad, es también el término con el que se conoce a la civilización que dio continuidad a la acadia (aunque hubo también un período de renacimiento sumerio y de protagonismo del conocido como Reino de Mari). Babilonia se caracterizó por una vuelta al control centralizado que de alguna manera se había perdido con los acadios, por un notable desarrollo comercial y por una mayor preocupación por la justicia social.

Sobre su literatura, se puede decir que Babilonia ganó en riqueza y variedad a las civilizaciones anteriores –en las que, en cualquier caso, se apoyó-, ya que en ella proliferaron la narrativa mitológica, los textos legales, las obras científicas y las cartas, entre otras formas literarias. También se hizo un notable trabajo de traducción de textos sumerios y de compilación de vocabularios y gramáticas. Sin duda, la obra más conocida del período babilónico fue el “Código de Hammurabi”, un conjunto de leyes y prescripciones que es reminiscencia de los himnos de reyes de períodos anteriores y cuyo contenido da buena cuenta de elementos característicos de la civilización babilónica como el papel del rey en la sociedad, los conflictos entre el rey y ciertos organismos de carácter local, las ceremonias y ritos que se llevaban a cabo, los distintos grupos sociales que existían o el rol destinado a los esclavos.

Asiria, importancia de los himnos, las epístolas y las listas de reyes.

Finalmente, serían los asirios quienes iban a tomar el testigo de la hegemonía en la región. Con base en la ciudad de Assur, la asiria fue una civilización que vivía de la agricultura, que vio crecer a sus ciudades hasta límites antes insospechados, que contó con notables desigualdades entre los distintos grupos sociales que la componían y que se preocupó por hacer crecer un ejército a través del cual se quería aumentar el área de influencia.

En lo que respecta a la literatura, la asiria estuvo muy influida por su predecesora, la babilónica, y fue por lo general elaborada en honor a los dioses y reyes que guiaban los designios del pueblo que conformaban. Destacaron los himnos dedicados a dioses (los elaboraban los reyes, como en el caso del de Assur-nasirpal I a la diosa Ishtar o el de Assurbanipal a Marduk), los textos adivinatorios, los conjuros y exorcismos, las cartas  –generalmente enviadas por los reyes a sus hijos- o las crónicas y anales que detallaban las hazañas llevadas a cabo por los reyes. Por el contrario, apenas tuvo protagonismo el género épico. Los asirios también llevaron a cabo una importante labor de transmisión de obras literarias de civilizaciones anteriores, como hicieron en el caso de “Gilgamesh”. Seguramente es la “Lista real asiria” la obra de mayor repercusión de este pueblo, aunque no fue más que una de las diversas listas reales que tuvieron relevancia.

 



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