Literatura bajo los regímenes fascistas europeos del siglo XX


Las dictaduras, malos tiempos para la literatura

Todas las artes, pero tal vez más que ninguna otra, la literatura, viven tiempos difíciles bajo cualquier régimen dictatorial y absolutista, sea este de la tendencia política que sea. Censura, ausencia de libertad en los temas sobre los que se escriben y en los estilos que se adoptan, y exilios forzosos son solo algunas de las consecuencias que los escritores se ven abocados a vivir bajo ese tipo de regímenes políticos, salvo que tomen claramente la postura de adherirse al programa ideológico del líder o partido en cuestión, en cuyo caso su actividad creativa queda indiscutiblemente mermada, cuando no anulada por completo. Si ya en una entrada anterior se exploraban las consecuencias de los regímenes comunistas de China y de la URSS en sus respectivas literaturas, en esta ocasión se analizará cual fue el impacto que sobre la literatura y los escritores tuvieron los principales regímenes fascistas europeos de en torno a mediados del siglo XX: el de Adolf Hitler en Alemania, el de Benito Mussolini en Italia y el de Francisco Franco en España.

El nazismo alemán, una variedad de posturas y actuaciones

En el caso del nazismo, que para generar su ideario bebió menos que otros regímenes dictatoriales de fuentes literarias, y que no vio el nacimiento de movimientos relevantes de reacción a sus planteamientos, la relación con la literatura se articuló más en la actitud y en las acciones que adoptaba con los escritores de la época. En ese sentido, puede que haya sido uno de los regímenes que tuvieron una serie de posturas y actitudes más variopintas con respecto a los escritores que en aquel momento ostentaban el protagonismo literario en el país.  Así, podemos encontrar escritores que fueron perseguidos e incluso internados en campos de concentración, otros que fueron prohibidos sin que se tomasen más medidas contra ellos, mientras que otros fueron festejados, tanto si mostraban abiertamente su adhesión a la ideología del partido, como si se mantenían en un plano más discreto, de simple proximidad al régimen (también hubo, como suele ser habitual, una serie de autores que mostraron una actitud un tanto ambigua con respecto a su posicionamiento).

Algunos escritores notables que fueron perseguidos por el régimen fueron los alemanes Thomas Mann y Bertolt Brecht, los austriacos Zweig y Joseph Roth, el húngaro Imre Kertesz y la polaca Rosa Luxemburgo, dentro de lo que era el ámbito de influencia del régimen. Más amplia fue la esfera de los escritores prohibidos, ya que incluía a escritores extranjeros (como Franz Kafka, Ernest Hemingway o Jack London, por solo mencionar a algunos). En cuanto a los autores que mostraron su conformidad con el ideario y con las políticas del partido (al menos en algún momento de sus vidas, ya que algunos cambiaron de postura conforme los acontecimientos se desarrollaban), merece la pena destacar a Gunter Grass, a Hanns Heinz Ewers, a Agnes Miegel o a Otto Rahn.

El fascismo italiano, un papel más activo de los escritores

En el caso del régimen fascista que se desarrolló en Italia, los escritores del momento adoptaron una postura más activa –y, podría decirse también que más rebelde-, como puede comprobarse con el hecho de que apareciesen algunos movimientos de reacción tanto al poder recién establecido como a los parámetros que este trataba de implantar. Uno de esos movimientos fue el del neorrealismo, cuyos miembros decidieron dejar de lado los adornos y los matices con los que el régimen pretendía difundir la supuesta realidad, para en cambio poner más de relieve los problemas y la crudeza que ellos creían que estaban presentes en la actualidad del país. El otro movimiento fue el del hermetismo, que también abandonaba la grandilocuencia que venía dominando el panorama de la poesía hasta ese momento, para pasar a aspirar a simples destellos dentro de la deplorable situación general en la que el país se iba sumergiendo poco a poco. Ninguno de los dos movimientos atacaron de forma directa al régimen, pero ambos buscaron su espacio para desafiar lo que trataba de imponerse desde el poder.

Por poner algunos nombres propios sobre la mesa, Alberto Moravia, Ignacio Silone y Guido Piovene destacaron en la primera de las corrientes, mientras que Giuseppe Ungaretti, Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo lo hicieron en la segunda. También hubo, como no podía ser de otra forma, escritores favorables al régimen, o que al menos no mostraron su oposición al mismo, y entre ellos merece la pena destacar a Gabriele D’ Annunzio, a Luigi Pirandello, a Giovanni Gentile o a Filippo Tommaso Marinetti, todos ellos con motivaciones diversas para manifestar tal postura (algunos incluso participaron en la elaboración del “Manifiesto de los intelectuales fascistas”, el principal documento ideológico del régimen).

El fascismo español, clima de terror y represión

En España, el régimen franquista trajo un clima de terror, represión y tortura para todos aquellos que se separasen de las directrices marcadas desde el poder central, y en esa dirección, no se dudó en intentar aniquilar cualquier manifestación cultural o literaria contraria al régimen o que simplemente datase de la época republicana. Todo ello se articuló mediante un potente mecanismo de censura que tenía una larga lista de aspectos o componentes dignos de ser eliminados o no publicados, y que alcanzaba tanto a autores de forma genérica, como a obras literarias concretas. Tal vez hubo, por tanto, al menos dentro del país –otra cosa es lo que los escritores españoles hacían fuera- una menor variedad de situaciones que en los casos de Alemania y de Italia, en gran parte porque el régimen dictatorial dejaba un menor margen de maniobra que el que caracterizaba a sus homónimos europeos.

De nuevo por entrar en el terreno de los nombres propios, uno de los escritores que fue censurado durante el período en el que el dictador gallego se encontraba en el poder, fue Ramón J. Sender, así como ciertas obras de autores de gran prestigio tanto en España (Leopoldo Alas Clarín) como en Europa (Albert Camus o George Orwell). Entre los escritores que se mostraron claramente contrarios al régimen –debiendo, en la mayoría de los casos, exiliarse debido a ese motivo- se encuentran, en lo que seguramente es una lista más larga de lo habitual, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Francisco Ayala o Luis Cernuda, por solo mencionar a algunos (esos autores por lo general generaron una literatura que aludía a los problemas experimentados en España y plasmaba la nostalgia del país abandonado, sin por ello dejar de avanzar sin ataduras en lo estilístico). Por último, se considera que fueron escritores afines al régimen los hermanos Álvarez Quintero o Carlos Arniches, mientras que autores como Enrique Jardiel Poncela o Miguel Mihura producían una literatura cómo para quienes se encontraban en el poder.

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