Literatura en las distintas etapas dinásticas del Imperio Persa


Un gran imperio que ha dominado Asia Central

El Imperio Persa ha sido, sin duda, uno de los grandes protagonistas en la historia de la humanidad, dándose la circunstancia de que es uno de los pocos que han tenido un gran poder e influencia en diversos momentos de la historia, en concreto en las épocas en las que algunas de las dinastías más conocidas se situaron en el poder (otras grandes civilizaciones, en cambio, como la egipcia, la griega o la romana solamente han tenido una época de esplendor, por gloriosa y floreciente que esta pueda haber sido, pero sin recuperar en ningún caso al menos parte del protagonismo perdido). También se trata de uno de los pocos imperios que ha llegado a tener influencia en más de uno de los cinco continentes que actualmente se conocen, ya que en determinados momentos, en especial en la Antigüedad, fue notable el poder que ejerció sobre Europa y sobre África además de sobre Asia.

Aunque han sido muchas las dinastías que han alcanzado notoriedad y éxito en la gestión del estado persa, se pueden destacar como principales la aqueménida (en el siglo VI a.C.), la sasánida (en el siglo III d.C.) y la samánida (a partir del siglo IX de nuestra era), y a la literatura de esos tres momentos de la civilización persa se dedica este artículo. La literatura de la época de estas tres dinastías se desarrolló antes de la irrupción de los que son considerados los grandes maestros de la literatura persa, por lo general poetas como Rumi o Hafiz, pero sin duda fue clave para todo el desarrollo literario posterior del país.

Imperio Aqueménida, inscripciones de las gestas de los emperadores

La dinastía aqueménida fue la primera en conseguir elevar al estado persa a la categoría de imperio, y lo hizo de la mano de conocidos emperadores como Ciro II, Darío I, Jerjes o Artajerjes, entre otros. Los territorios que se llegaron a controlar alcanzaban a las actuales Turquía, Grecia, Egipto, Israel, Líbano y Rusia además de, por supuesto, todos los estados de Asia Central.

Obviamente, no es sencillo que queden para la posteridad demasiados vestigios de una literatura desarrollada en un momento tan temprano como el siglo VI a.C, pero sí se conoce que esa literatura existió y que adoptó principalmente la forma de inscripciones llevadas a cabo por los reyes (o al menos hechas por iniciativa de estos). Esas inscripciones se hacían sobre piedra o sobre materiales como el papiro, por lo general se plasmaban en varios idiomas (en persa, babilonio y elamita, ello debido a la tremenda influencia que las distintas civilizaciones se habían ejercido mutuamente) y con frecuencia se enviaban copias de ellas a diferentes lugares con el fin de llevar ciertos mensajes a los distintos rincones del imperio. Los temas principales tratados en esas inscripciones eran las campañas llevadas a cabo por los emperadores, el apoyo que distintos estamentos de la sociedad persa profesaban al monarca, la supuesta relación entre los emperadores y las divinidades en las que creían y el dominio que se ejercía sobre los distintos pueblos vasallos. Las inscripciones de Behistún, promovidas por Darío II, son tal vez las más conocidas.

Dinastía sasánida, predominio de la literatura religiosa

La dinastía sasánida es la que estaba en el poder en el conocido como segundo Imperio Persa, también con algunos emperadores muy conocidos como Ardashir I y Cosroes II y con un dominio territorial amplio sobre las actuales Irak, Siria, Arabia, Turquía, los estados caucásicos y Afganistán, entre otros territorios (en cualquier caso, la extensión alcanzada era algo menor que la de la dinastía aqueménida).

En lo que concierne a la literatura, merece la pena destacar que se trataba de unas formas y manifestaciones literarias obviamente más amplias y evolucionadas que las aqueménidas, destacando sobre todo la presencia de numerosos textos de naturaleza tanto secular como religiosa (del Zoroastrismo, la antigua religión de los persas, puesto que el Islam aún no había siquiera aparecido). Entre los textos seculares tuvieron protagonismo los que trataban sobre geografía y sobre literatura –una suerte de críticas literarias-, mientras que en los religiosos sobresalieron por encima de todos el Avesta (una colección de textos sagrados que incluían cantos e himnos y que componían un total de veintiún libros –los textos databan de época anterior pero  fueron compilados en época sasánida-) –también merece la pena destacar el Zend, unos comentarios a los textos del Avesta-. En cualquier caso, en relación a la literatura religiosa habría que señalar que, aunque la zoroástrica era predominante, también hubo alguna de las religiones maniqueísta y nestoriana –una variante del Cristianismo que llegó a estar presente en prácticamente toda Asia-.

Dinastía samánida, impulso de la poesía que es seña de identidad del país

La dinastía samánida, que supuestamente descendía de la sasánida y que estuvo en el poder ya después de la conquista árabe, tal vez tuvo una importancia política menor que las dos anteriores, pero aun así llegó a ocupar territorios de Asia Central y de Afganistán y a controlar una región más amplia.

En cualquier caso, no obstante esa relevancia política más atenuada, se trató de una de las dinastías más destacadas en el ámbito literario, ya que unos y otros monarcas ejercieron una importante labor de mecenazgo de esa literatura post-islámica también conocida como neopersa (la dinastía acogió, de hecho, a numerosos literatos y filósofos en su territorio, y además de por la literatura apostó por el desarrollo de otras ciencias y artes, así como por el impulso de la cultura y de la lengua persa). Entre esa literatura destacó, por encima de otros géneros la poesía, que en realidad ya había estado presente dentro de la cultura persa pero que en época samánida alcanzó otra dimensión que iba a ser la base para el incluso mayor desarrollo posterior. Son de época samánida los maestros Rudaki (considerado el padre de la poesía persa) o Ferdousi (otro de los poetas más reconocidos en el país).

 



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