Modalidades clásicas de teatro en Japón, China e India


Formas teatrales muy diferentes a las que son más comunes en Europa

En Europa, la amplia mayoría del teatro que se ha escrito y representado desde la Antigüedad está muy identificado con las bases que se sentaron para ese género literario en la época de la Antigua Grecia, en la que precisamente se perfilaron los tres subgéneros que han dominado el panorama teatral del continente hasta nuestros días (el drama, la comedia y la tragedia) y en la que comenzaron a acompañar a los textos y a la interpretación otros elementos artísticos como la recitación, el canto o la danza. Sería injusto decir que no se ha innovado en los siglos siguientes, ya que sí han aparecido iniciativas que han tratado de renovar el género y de introducir novedades (no hace falta irse lejos para encontrar ejemplos, ya que en España aparecieron formas teatrales como el entremés, la tramoya o el sainete, y también ha habido iniciativas similares en otros países europeos), pero en cualquier caso ha habido cierta continuidad en esas bases sentadas inicialmente.

Sin embargo, en el Lejano Oriente, donde obviamente el influjo del helenismo no llegó (si acaso lo hizo a India, pero muy mitigado, ya que allí Alejandro Magno ni mucho menos consiguió alcanzar los propósitos que se había planteado), la concepción del teatro ha sido muy diferente, y en esa parte del mundo sí, se han desarrollado formas y manifestaciones teatrales muy diferentes a las europeas tanto en formato y estructura como en temas y estilos. A conocer algunas de ellas es a lo que está dedicada esta nueva entrada de la web, con especial foco sobre todo en Japón, aunque dando a conocer formas teatrales de China y de la India también.

Japón, subgéneros de formación tardía y consolidación como grandes exponentes de la cultura nacional

El teatro japonés aparece en el siglo XIV, y lo hace tomando impulso a partir de ciertos espectáculos de entretenimiento que se habían estado practicando hasta ese momento; a partir de ese momento inicial, los subgéneros se iban a ir sucediendo a lo largo de los siglos y de las etapas históricas que el país atraviesa, como el aislamiento de la época Tokugawa o la llegada de la apertura al exterior propia del período Meiji.

Por ejemplo, el teatro noh es una representación dramática acompañada por canto, danza y una música generada con instrumentos, articulándose todos esos elementos artísticos en torno al eje principal que supone el concepto del yugen (que se podría traducir como elegancia, belleza o misterio) y siendo la temática esencialmente lírica -aunque estando frecuentemente acompañada por pinceladas religiosas o mitológicas-. Otros rasgos son la concurrencia de dos actores principales, la utilización de máscaras y de exuberantes vestidos o la ausencia de telón de fondo. Por su parte, el teatro bunraku reúne recitación, música y sobre todo espectáculo de marionetas, que se erigen en las auténticas protagonistas de las obras (están clasificadas en función de los roles que cumplen en la historia, y en el manejo de algunas de ellas -sobre todo de las de los personajes principales- intervienen hasta tres personas-. Y por último, el teatro kabuki es otra forma teatral clásica en la que, aunque el componente dramático y el uso de sofisticados maquillajes son los elementos principales, también intervienen otros como la extensión del escenario hasta la zona que ocupan los espectadores, los escenarios giratorios y los cambios de escenografía en mitad de las escenas (además, el kabuki se puede subclasificar en función de la temática, que puede ser histórica, de danza, etc).

China, un antiguo precedente y un subgénero que se ha erigido en protagonista

Aunque existían algún precedente del que ahora se hablará, el teatro chino propiamente dicho también surge en el siglo XIV, y lo hace con unas convenciones muy estrictas que dejaban poco espacio para la improvisación y con una gran relevancia del componente estrictamente literario; sin embargo, el género fue evolucionando y se fueron introduciendo novedades a la vez que el texto fue perdiendo importancia.

El precedente antes mencionado, que se estima que estaba presente en China desde un temprano siglo VII, es el teatro de sombras que apareció en época de la dinastía Tang y se expandió con la dinastía Song, que consistía en la proyección de una serie de siluetas hechas con pieles de animales que iba acompañada de un simbólico código de colores y de un sofisticado repertorio de gestos y de movimientos (las historias que se representaban eran o bien fantásticas o bien legendarias). Más adelante, desde el siglo XIX se abrió paso     e incluso pronto llegó a ser el principal el subgénero de la ópera china, en el que la interpretación, el canto, la danza e incluso las acrobacias superan ampliamente al texto literario en importancia dentro de la representación (también son comunes elementos como los maquillajes grotescos, la utilización de colores simbólicos o la codificación de papeles, entre otros), y en la que, aunque la temática ha cambiado debido a la llegada del sistema comunista, ha habido bastante continuidad en el estilo.

India, origen ancestral y aparición de numerosos subgéneros a partir de  la época medieval

Muy anterior en el tiempo es la aparición del teatro en la India, ya que hay testimonios de modalidades teatrales desde el siglo IV a.C. y es comúnmente aceptado que su importancia dentro del engranaje cultural indio fue muy elevada.

Desde ese temprano momento destacó la modalidad del natyasastra, que combinaba canto, danza y mímica para proyectar una temática mitológica en la que los dioses y los héroes eran los auténticos protagonistas y en la que apenas se contaba con decorado, siendo el vestuario y el maquillaje los únicos elementos que acompañaban a la propia interpretación (a su vez, existían varias submodalidades dentro del natyasastra que se diferenciaban por el número de actos del que constaban). Más adelante, en concreto desde la época medieval en adelante, fueron apareciendo otras modalidades como el mahanataka (con representaciones a partir de las grandes epopeyas indias), el dutangada (con un actor que recita el texto principal acompañado por otros que lo secundan con mímica y danza) o el kathakali (que confería gran importancia a la música y a elementos gestuales como el lenguaje de las manos, el movimiento de los ojos o la expresión del rostro).



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