La literatura de la India


País: 
India

La literatura de la India

La literatura india es una de las más antiguas y que más continuidad ha tenido a lo largo de la historia, y se ha desarrollado en las distintas culturas y lenguas que existen en el país, con una serie de corrientes que ni mucho menos se han sucedido de manera consecutiva, mezclándose y conviviendo varias de ellas en la mayor parte de los momentos. Todo comenzó con la literatura védica, que es la base de la religión hinduista. Entre los años 1600 y 700 a.C surgieron libros míticos, líricos y épicos a cargo de familias o escuelas de poetas que pueden agruparse en cuatro grupos: el Rig-veda (alabanzas a los dioses arios), el Sama-veda (textos que facilitaban los sacrificios del fuego de los sacerdotes), el Iáyur-veda (ritos, fórmulas mágicas y nombres sagrados relativos al culto religioso) y el Atarva-veda (cantos y conjuros domésticos, litúrgicos y rimados). Más adelante, llega el período brahmanista, en el que destaca la mítica obra “Las Leyes de Manu", perteneciente al grupo de los Dharma-sastras o libros de leyes, en el que se señalan las principales normas de conducta, el karma y los castigos, y aún después se entra en la época de religión hinduista, en la que aparecen los "Upanishads", que son exposiciones de doctrinas secretas y de principios de filosofía natural, y los sutras, aforismos aprendidos de memoria sobre diversas ciencias o disciplinas. De un momento aún posterior son la literatura budista, a partir del siglo V a.C. y escrita principalmente en idioma pali y en prosa (es el origen de la novela india), en la que destacan las colecciones denominadas “Jataka”-cuentos, leyendas y fábulas de Buda- y “Panchatantra” –cuentos de carácter doctrinal y moralizante-, y el drama indio, caracterizado por la presencia de un personaje cómico y de una nota jocosa, que recoge leyendas, epopeyas y mitos, y que se extiende durante muchos siglos, y en el que destaca el autor Kalidasa. En torno al siglo III a.C, llegaría el turno de la literatura sánscrita, en la que destacan sobre otras obras el “Ramayana”, de Valmiki, una epopeya que relata las luchas del príncipe-dios Rama, y el “Majabhárata”, la segunda obra más extensa de la literatura universal y atribuida a Viasa, que relata una guerra entre los grupos denominados Pándavas y Kurus.

Ya en la era posterior a Cristo, además de la continuidad de los períodos anteriores, llegan las etapas de la literatura Adi-kal –con poesía religiosa y relatos heroicos-, de la literatura Bhakti-kal –entre los siglos XIV y XVII, con poemas épicos e influencia de la religión islámica-, de la literatura Riti-kal –del siglo XVII al XIX, con poemas basados en el amor y en otras emociones- y de la literatura Adhunik-kal –a partir del siglo XIX, con diferentes estilos y géneros literarios-. De forma paralela, merece la pena destacar, en esta etapa medieval, el nacimiento y desarrollo de la literatura en lengua urdu desde el siglo XIV, que floreció gracias a la invasión islámica de la India, en la que destacan los géneros tazkira o colecciones de poesía, dastaan, largas historias en prosa de carácter épico, y afsanah o historia corta, entre otros. Y en una de las etapas en las que mayor esplendor ha conocido el país, aquella en la que ocupó el poder la dinastía mogol en la Edad Moderna, destacaron sobre todo manifestaciones literarias como las autobiografías -destaca la del emperador Babur-, las formas literarias procedentes del mundo persa -como los rubaiyat- y la poesía -con una variante cortesana también muy influida por lo persa y con protagonismo de Urfí-.

Ya en una última etapa que se puede considerar más contemporánea y con clara influencia de la presencia británica en el subcontinente, son inevitables las menciones a los Premios Nobel de Literatura Rudyard Kipling, angloindio y autor de una extensa obra que profundiza en la idiosincrasia del subcontinente, y Rabindranath Tagore, bengalí convertido al hinduismo que cultivó diversos géneros siempre impregnados de belleza, religiosidad y amor por la tierra. También destacan las figuras de Dhanpat Rai Srivastav (quien destaca en novelas, relatos cortos y ensayos), Rasipuram Krishnaswami (autor de libros de ficción y no ficción), Salman Rushdie (novelista y ensayista con un estilo qu ha sido comparado con el realismo mágico), Amrita Pritam (quien trabajó varios géneros en la literatura punyabí) y Arundhati Toy (escritora de novelas de denuncia social). También relevantes en cuanto a su obra literaria, aunque más enfocados más específicos que el puramente literario, habría que destacar las aportaciones del dirigente Mahatma Gandhi, del médico Deepak Chopra o de los yoguis Swami Sivananda y Paramahansa Yogananda.

La literatura sobre la India

Las primeras alusiones de viajeros a la India llegan con los primeros viajes por el continente asiático de los que se tiene constancia, como son los que llevaron a cabo Heródoto (siglo V a.C.), el chino Fa Hian (siglo IV), Benjamín de Tudela (siglo XII), Marco Polo (siglo XIII), Ibn Battuta (siglo XIV) o Vasco da Gama (siglo XV). Todos ellos, o en su defecto, los cronistas que formaban parte de sus expediciones, relataron y describieron cuanto hallaron, cuanto vivieron y cuanto aprendieron.

En una época más reciente, han destacado en sus narraciones y descripciones de la India Mark Twain (quien pasó por la India en su vuelta al mundo), Alberto Moravia (que visitó el país en 1961 y dejó la obra “Una idea de la India”), Alexandra David-Néel (que escribió "La India en que viví"), Ryszard Kapuscinski (quien conoció la cultura india en los períodos pasados en el país como reportero, dejando constancia en “Viajes con Heródoto)) o Paul Theroux (quien atravesó el subcontinente de norte a sur en su célebre viaje en tren desde Londres hasta Tokio que narra en “El gran bazar del ferrocarril”). Numerosas novelas han sido ambientadas en la India, por parte de autores de diversos países tan variados -y de tanto nivel- como Jules Verne, E.M. Forster, Paul Theroux, Catherine Clement, Dominique Lapierre o Javier Moro.

Lecturas propuestas

Kim (Rudyard Kipling)

En esta novela, Kipling cuenta la historia de un niño que es huérfano de un soldado del regimiento británico. Tras salir del modesto entorno en el que creció, en el que apenas pudo sobrevivir mendigando y haciendo recados, y siguiendo a un lama tibetano que persigue las fuentes de un río místico, Kim comienza un viaje en el que ha de utilizar toda la picaresca que es capaz de poner en juego y que le abrirá la puerta por la que accederá a un complejo entramado de influencias y maniobras en el que se decidirá buena parte del destino de las potencias europeas que están presentes en el tablero de juego asiático.

Mi India (Jim Corbett)

Se narran las expediciones y vivencias del autor, hijo de un administrador local, en una India de otro tiempo. Con el propósito de dar a conocer el país, y desde una perspectiva claramente colonialista, se describen y explican partidas de caza en la selva, excitantes encuentros con ejemplares de esa formidable bestia que es el tigre, trabajos de las compañías británicas que pretendían levantar las infraestructuras del subcontinente indio, escaramuzas con bandas de dacoits -es como se conoce en el país a los bandidos armados-, resoluciones de conflictos y disputas de las comunidades locales y costumbres y creencias de esos grupos humanos que encuentra en el país.

Chowringhee (Mani Shankar Mukherjee)

Es una novela que narra las infinitas vivencias y anécdotas que transcurren en un hotel de la Calcuta de mediados del siglo XX. Empleados del hotel y viajeros de paso en la ciudad con las más inimaginables profesiones y caracteres, protagonizan un número ilimitado de conflictos, fiestas, accesos de amor, momentos originales e intentos de profundizar en el pasado del país o de uno mismo. Todo se narra desde un punto de vista original y ciertamente cómico: el que aporta uno de los empleados del hotel, que empieza a trabajar en él siendo apenas un adolescente, para dejar que la vida -y los personajes del hotel- le vayan sorprendiendo.

India, vagón 14-24 (Ignacio Carrión)

Se trata de un excelente libro que narra un viaje, cuanto menos, peculiar, como el que realizó el autor en compañía de una serie de personajes que apenas dejan indiferente a nadie, en un vagón que se enganchaba a trenes que circulaban entre algunas de las más importantes ciudades de la India. El autor, que vivía en Inglaterra en el momento en el que el viaje tuvo lugar, accedió en ese país a un anuncio en el que solicitaban voluntarios para formar parte de esa curiosa expedición, y el relato del viaje no puede ser más surrealista ni hilarante, ni tampoco más interesante para un lector que podrá acceder al conocimiento de múltiples aspectos de la realidad de la India de finales de los años 70.

El gran bazar del ferrocarril (Paul Theroux)

Lugares de toda la geografía india, como Amritsar, Nueva Delhi, Gujarat, Calcuta o Madrás, son descritos por el autor en este clásico de la literatura de viajes, que muestra la perspectiva del viajero humilde que viaja en los vagones de segunda clase de los trenes locales, en los que trata de conocer lo máximo posible del país a través de su herramienta preferida: la conversación, mantenida a través de preguntas ambiciosas e incisivas. Aunque, claro, no todo va a ser tiempo pasado en los trenes, y también se describen calles, estaciones, hoteles, clubes sociales y templos, entre otros lugares, de las distintas ciudades que visita.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

La India se ubica en un subcontinente que, debido al eterno movimiento de las placas tectónicas, se incrustó en la parte inferior del continente asiático. Se trata de uno de los países más grandes y poblados del mundo, y se encuentra en el paso de diferentes rutas que llevan siglos conectando las civilizaciones de Europa y del Lejano Oriente. Los biomas que se pueden encontrar oscilan entre las altas montañas del Himalaya en el norte y las selvas y junglas tropicales del sur, pasando por los desiertos de la zona del Rajasthan y las llanuras de la zona de los ríos Indo y Ganges. Por lo demás merece la pena destacar al Océano Índico -que precisamente toma su nombre del país- lo baña en el Oeste, el Sur y el Este.

El período védico sentó las bases de la sociedad india temprana, constituida por numerosos y fragmentados reinos con dominio de diversas dinastías, antes de la llegada de los musulmanes, un acontecimiento que dio comienzo al esplendoroso período mogol. Desde el siglo XVI, las potencias europeas se dejaron notar en la región, con claro predominio de portugueses y británicos. El país llego a estar sometido a la Corona Británica en el siglo XIX, y de ese período colonial solo iba a poder salir tras la encarnizada lucha por la independencia que tuvo lugar en el siglo XX, para llegar a una situación en la que representa el papel de una de las potencias emergentes del planeta.

La cultura india es el inevitable resultado de las numerosas aportaciones e influencias recibidas, con un papel destacado para las distintas religiones que conviven en el país, que son mucho más que meras religiones, para configurarse también como sistemas filosóficos e incluso como auténticos manuales de vida. De hecho, han nacido en la India algunas de las principales religiones del país y del mundo, como el Budismo, el Hinduismo, el Jainismo o la tradición Sij). Por lo demás, merece la pena destacar que el tradicional sistema de castas que ha estado vigente durante muchos siglos, está perdiendo relevancia en la actualidad.

 

 

 



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