La literatura de Hungría


País: 
Hungría

La literatura de Hungría

El idioma húngaro nace alrededor del año 1000 a.C., cuando se separó del resto de lenguas de la familia úgrica, y poco después aparecen los primeros testimonios escritos, unas anotaciones en un fuero de la Abadía de Tihany del año 1055. Pero ese texto contenía fragmentos en latín, por lo que habría que esperar hasta 1192-1195 para que llegase la primera obra escrita únicamente en húngaro: el “Sermón funerario y oración” (que aun así es la traducción de un texto anteriormente escrito en latín). Antes había habido una literatura oral, principalmente compuesta de poemas (de los que se sabe poco), canciones (utilizadas para despedir a los fallecidos o con fines chamánicos) y leyendas (que buscaban explorar en el origen del pueblo húngaro, siendo una de las más conocidas y relevantes la del Ciervo Mágico, que narra la llegada al territorio actual y el nacimiento de una estirpe). Toda esa producción deja patentes los rasgos nómadas y paganos de los antiguos húngaros.

La literatura escrita continuó progresando, con la llegada del primer poema (“Lamentaciones de María”, del siglo XIII), pero numerosos textos seguían siendo escritos en latín (por ejemplo, un buen número de crónicas de la historia del país. Ya en el siglo XV llegaron a Hungría movimientos literarios procedentes de la Europa Occidental, como el Renacimiento o el Barroco, un contexto en el que destaca la figura de Janus Pannonius, uno de los principales nombres de la literatura húngara, bien acompañado por otros poetas relevantes como Balint Balassi o Nikola Zrinski, aún con una fuerte presencia del latín. El siglo XVII trajo la influencia de Viena, y con ella, la aparición de la Ilustración y de nombres de notable interés como los de Gyorgi Bessenyei (con gran influjo de Voltaire), Janos Batsanyi (poeta que escribió sobre asuntos patrióticos y políticos), Mihaly Csokonai Vitez (también poeta, en este caso centrado en temática amorosa y social),  Daniel Berzsenyi (que compuso principalmente odas) y Lorinc Orczy (quien defendió los valores tradicionales húngaros).

El siglo XIX lleva aparejada la llegada de otro movimiento procedente de Europa Occidental, el Romanticismo, al que se adscribieron escritores de notable éxito como Mihaly Vorosmarty (el encargado de escribir una épica nacional húngara) o Sandor Petofi (el considerado poeta nacional de Hungría, quien adopta distintas voces y puntos de vista para tratar asuntos populares y folclóricos). Es este también el momento en el que la novela va a experimentar un destacado crecimiento (con papel relevante para Jozsef Eotvos, autor de varias obras consideradas clásicas) y el teatro va a dar sus primeros pasos, al menos desde un punto de vista artístico. La segunda parte del siglo viene marcada por el desencanto derivado del fracaso de la Revolución Húngara de 1848, algo de lo que se resiente la literatura, con apenas algunas obras destacadas del poeta Janos Arany, y de los novelistas Zsigmond Kemeny y Mor Jokai.

Las primeras décadas del siglo XX constituyen un tiempo de círculos de escritores y revistas, con protagonismo de la literatura ensayística por encima de la narrativa o la poética, y con nombres destacados como los del escritor y filósofo Georg Lukacs, el dramaturgo Bela Balazs y los poetas Jozsef Kiss y Attila Jozsef. Pero iba a ser más adelante, con la llegada de las dos grandes guerras y en el período posterior a ellas, cuando iban a aparecer los escritores que han terminado de dar esplendor a la literatura húngara, un grupo a cuya cabeza se sitúan Sandor Marai (novelista, ensayista y autor de diarios y memorias que se vio obligado a exiliarse), Antal Szerb (autor de biografías y de ensayos sobre literatura de origen judío –murió en un campo de concentración-), Magda Szabo (considerada una de las mejores novelistas en la historia del país, aunque también escribió en otros géneros) e Imre Kertesz (novelista galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2002), si bien han estado bien acompañados por otras figuras como las de Tibor Dery, Laszlo Nagy, Peter Esterhazy o Sandor Weores.

La literatura sobre Hungría

Uno de los primeros textos escritos por viajeros a Hungría fue “La expedición de Maestre de Campo de Aldana a Hungría en 1548”, que narra el periplo de un tercio español. Después vinieron los siglos en los que los viajeros europeos ponían su atención en América, en África y en Oriente y se viajaba poco por Europa, pero Patrick Leigh Fermor pasó por Hungría en el viaje que dio pie a “El tiempo de los regalos” y a “Entre los bosques y el agua”, cuando se llegaba al primer tercio del siglo XX. Es curiosa la aportación de Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, “Comiendo en Hungría” (década de los 70), que describe con todo lujo de detalles la gastronomía del país.  Y de un momento posterior, en concreto de finales del siglo XX, es la aportación de Fernando Martínez Laínez: “Viena, Praga Budapest. El imperio enterrado”.

Lecturas propuestas

Claus y Lucas (Agota Kristoff)

El libro, estructurado a través de una trilogía, cuenta las crueldades a las que se enfrentan dos niños obligados a salir de su ciudad y, por supuesto, de su zona de confort, con motivo del estallido de la guerra. Bajo la tutela de la abuela, los dos pequeños aprenden las leyes de una vida que se esfuerza por mostrarles su cara más cruel. Pero el tiempo pasa, y llega el momento de la separación, del punto en el que los dos hermanos deben buscarse la vida, y del período en el que ambos deberán comprobar cuánto hay de verdad en lo que aprendieron en los horribles años de la infancia.

El último encuentro (Sándor Marai)

Es la narración del encuentro de dos amigos inseparables de la adolescencia, cuando ambos se encuentran cerca de la muerte debido a su avanzada edad. Uno de ellos ha viajado por el mundo, el otro apenas se ha movido del lugar en el que los dos crecieron. Muchas cosas les unieron hace mucho tiempo, solo una les separó después. Ahora es momento de hacer repaso y balance de todo cuanto aconteció, así como de mostrar la visión que cada uno tiene de cómo la vida debe ser vivida. Un imponente castillo hace de escenario para los tres únicos personajes de la historia.

La impaciencia del corazón (Stefan Zweig)

El autor austriaco hace transcurrir esta novela en el confín del imperio austro-húngaro, en territorio de la actual Hungría. Son los prolegómenos de la Gran Guerra, y un inexperto teniente destinado lejos de su ciudad de origen es invitado a la mansión de un poderoso cacique local. A partir de ahí el joven comienza una nueva vida que oscilará entre su férrea disciplina del cuartel y el esparcimiento que le provocan las ahora frecuentes visitas al castillo, donde siempre le recibe encantada la hija del magnate. Sin embargo, las cosas comienzan a complicarse y no dejan de hacerlo, de tal manera que llega un punto del que al protagonista no le va a resultar fácil salir.

Variaciones sobre Budapest (Sergi Bellver)

El escritor catalán habla sobre dos estancias en la ciudad de Budapest que surgieron de forma tan deseada como improvisada. En la primera llega para unos pocos días y se queda mucho más tiempo, cautivado por la belleza y por las historias que le depara la capital del país húngaro. La segunda, transcurrido un tiempo que a él le parece minúsculo, llega para que pueda asentar, consolidar y ampliar lo descubierto la primera vez. Barrios, calles, plazas, edificios, puentes, monumentos, tranvías o cafés son solo algunos de los muchos elementos que el autor describe con una minuciosidad extrema.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Hungría es un pequeño país centro-europeo que carece de litoral –lo que le hace sufrir un marcado clima continental- y que se asienta sobre la llanura panónica. El país pertenece a la Unión Europea, y en él, a falta de otros accidentes geográficos destacados, tiene mucho protagonismo el mítico río Danubio. La diferencia de tamaño entre Budapest y el resto de ciudades es abismal.

Desde su fundación, el país ha pasado por distintas etapas histórico-políticas tales como principados, reinos y bulas. Por su pequeño tamaño y su ubicación, los húngaros siempre han vivido a merced de imperios más poderosos. En el siglo XVI el país cayó bajo dominación otomana, a finales del XVII pasó a formar parte del Imperio Austro-Húngaro, y ya en el siglo XX vivió bajo la influencia del gigante soviético y del comunismo. Entre esos períodos, merece la pena destacar la relevancia de algunos movimientos revolucionarios, en especial la Revolución de los Crisantemos en 1918 (que consigue instaurar una república) y la Revolución Húngara de 1956 (con la que se busca la “desestalinización” y el acercamiento al socialismo).

El origen de los húngaros es aún objeto de discusión, aunque las hipótesis más aceptadas son las que sitúan su lugar de procedencia cerca de los Urales o del Volga o incluso en Asia Central. Su lengua pertenece a la familia finougria, a las que también pertenecen el finés y el estonio. Actualmente la etnia original se encuentra en buena medida mezclada con los pueblos originarios de Europa, y hay una importante proporción de población de ascendencia judía. Como ocurre en otros países de la Europa del Este, es relevante la presencia de la minoría étnica gitana.



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