La literatura de Uruguay


País: 
Uruguay

La literatura de Uruguay

El pueblo indígena charrúa era, no solo el más numeroso en el territorio hoy uruguayo cuando los europeos llegaron a él por primera vez, sino también el primero con el que estos se encontraron, con lo que eso ha significado después en cuanto a identificación del país con ese pueblo. Es por esos dos motivos por los que en este artículo se tratará su literatura oral, por más que no fuera la única comunidad indígena que se encontraba en el país (les acompañaban otras como la de los guenoas, la de los minuanes, la de los yaros y la de los bohanes, por solo mencionar algunas –hay cierto consenso, en cualquier caso, en señalar que todas estaban estrechamente emparentadas, e incluso hay quien considera que se trataba de sub-etnias de una misma etnia-.

Se trataba, la de los charrúas, de una literatura oral que plasmaba la cosmogonía que configuraba su sistema de creencias y de tradiciones, basadas en la presencia de un ser supremo y de una serie de espíritus guardianes encargados de velar por la seguridad de cada hombre, en concreto defendiéndoles de las diversas fuerzas malignas que existían. También, con frecuencia, concurrían en las historias, o directamente las protagonizaban, algunos de los animales –especialmente aves- que estaban presentes en el territorio o indios que suponían un modelo en lo que se refería a comportamiento y adopción de los valores de la comunidad. Una de las leyendas más conocidas, que además ilustra la mencionada caracterización de las historias, es la conocida como “El tero azul”, en la que un joven dotado de habilidades especiales emprende la misión de buscar al pájaro que da título a la leyenda. Según fue avanzando el proceso de colonización por parte de los españoles, esos seres extraños venidos de lejos también comenzaron a protagonizar algunos de los mitos y leyendas.

La literatura uruguaya propiamente dicha, al menos con un cuerpo y con una solidez que permitan considerarla como tal, comienza a principios del siglo XIX, que es cuando comienzan a aparecer los primeros escritores autóctonos, y además cuando comienzan a llegar los ecos de los movimientos y corrientes literarias que estaban teniendo éxito en Europa. La primera corriente de relevancia fue la de los clasicistas, quienes tomaron como modelo el Clasicismo europeo (destacan autores como Francisco Acuña de Figueroa, Petrona Rosende, Bernardo Prudencio Berro o Manuel Araucho), siendo contemporánea de una tendencia local como la de las poesías gaucha y gauchesca, consistente principalmente en poemas sobre los enfrentamientos bélicos de la época (los poemas eran recitados de memoria y la corriente ha llegado hasta la actualidad después de que fuese iniciada por Bartolomé Hidalgo) . Posteriormente, en torno a mediados del siglo XIX, iba a llegar el Romanticismo, principalmente de la mano del poeta Adolfo Berro –cuya poesía tenía un cariz social y político-, aunque también por parte de Melchor Pacheco, Juan Carlos Gómez, Alejandro Magariños Cervantes o Ramón de Santiago. Y de finales de siglo iba a ser propio el Realismo, que trataba de relatar con minucioso detalle cuanto acontecía en la época, destacando el novelista Eduardo Acevedo Díaz, los poetas Joaquín de Salterain y Ricardo Sánchez, y el dramaturgo Samuel Blixen, además de Juan Zorrilla de San Martín, que cultivó varios géneros.

El siglo XX iba a comenzar con la aparición de varias generaciones de relevancia, como la del 900 (con influencia del Modernismo y grandes exponentes de la poesía, los relatos cortos, el teatro y el ensayo, como Julio Herrera y Reissig, Horacio Quiroga, Florencio Sánchez o Carlos Vaz Ferreira respectivamente), la del Centenario (con presencia del Criollismo, en el que tuvieron protagonismo Francisco Espínola, Juan José Morosoli o Serafín J. García, con una poesía que abandonaba el Modernismo y se acercaba a las Vanguardias y con la aparición de una narrativa fantástica) o la del 45, que alumbró a grandes nombres de las letras uruguayas como Juan Carlos Onetti -escritor de referencia en Latinoamérica que destacó en narrativa-, Mario Benedetti -novelista, poeta y dramaturgo de amplia y difundida obra-, Ida Vitale –poetisa y ensayista orientada al esencialismo-, Idea Vilariño –también poetisa y ensayista-, Ángel Rama –ensayista de renombre en todo el continente-, Emir Rodríguez Monegal –que se dedicó principalmente al ensayo- o Armonía Somers –novelista y cuentista de orientación feminista-. Con posterioridad a lo que fueron las generaciones, han destacado escritores como Eduardo Galeano –también con impacto en todo el continente-, Mario Levrero –que cultivó la narrativa fantástica-, Cristina Peri Rossi –escritora que se vio obligada a exiliarse-, Carlos Liscano –novelista y dramaturgo de amplia obra-  o Carlos Rehermann -también novelista y dramaturgo-, por solo mencionar a algunos.

La literatura sobre Uruguay

Los primeros testimonios de extranjeros sobre Uruguay fueron los que dejaron los europeos que llegaron a aquél territorio en el primer tercio del siglo XVI. En concreto, se cree que el primero pudo ser la carta que escribió a su padre Luis Ramírez, uno de los integrantes de la expedición del italiano –aunque al servicio de la corona española- Sebastián Caboto, y poco después le seguirían los relatos de Alonso Santa Cruz, otro miembro de la expedición que plasmó los descubrimientos geográficos que iban haciendo.

No ha abundado en los últimos siglos la literatura de viajes sobre Uruguay, siendo como son sus gigantescos países vecinos poderosos focos de atracción de viajeros, pero algunos testimonios más modernos sobre el país son los libros “La tierra púrpura”, del argentino W.H. Hudson en el siglo  XIX, y ya en el siglo XX, “Mi diario de viaje de Uruguay”, de la alemana Sabine Koertig, o “Uruguay. El gaucho oriental”, que aunque escrito por un uruguayo –Pablo Pirroco- ofrece una visión del país como si de la de un extranjero se tratase.

Lecturas propuestas

La tregua (Mario Benedetti)

En este libro se cuenta la historia de Martín Santomé, un hombre que está a punto de cumplir los cincuenta años, y de jubilarse. Está escrito en forma de diario, y en las distintas entradas el personaje va contando lo que le deparan los que van a ser sus últimos días de trabajo, las relaciones con sus hijos y con algunos amigos, los recuerdos de su mujer –es viudo-, y sobre todo, la irrupción de una nueva persona en su vida que le va a servir para seguramente vivir sus días más inolvidables, antes de que se llegue a un final que, sin duda, no dejará indiferente al lector.

Pedro y el Capitán (Mario Benedetti)

Se trata de un texto que estaba destinado a ser una novela –se hubiera titulado “El cepo”- pero que terminó siendo un drama teatral. En cualquier caso, cuenta con dos personajes, el preso político Pedro y el Capitán que tiene como misión custodiarle e interrogarle. La relación entre ambos va cambiando paulatinamente a medida que la historia avanza, y mientras atraviesa por momentos o pasajes ciertamente desgarradores, en lo que termina siendo tanto una dura crítica contra la represión militar como un alegato por valores y virtudes universales como la libertad o la dignidad de las personas.

Vagamundo y otros relatos (Eduardo Galeano)

Se trata, como el propio título indica, de un libro de cuentos o relatos cortos del genial escritor uruguayo. Los relatos están agrupados en distintas secciones, a las que dan nombre algunas palabras propias de la tradición y de la sociedad uruguaya, como gurises –chicos-, metejones –amores- o andares –viajes-, aunque también hay espacio para una serie de relatos no clasificados, seguramente porque son inclasificables. Todos ellos muestran, en cualquier caso, el tan genial como complejo estilo literario del escritor, mientras que la mayoría de ellos presentan además la característica de que hacen pensar y reflexionar al lector de una forma que pocos escritores consiguen.

Un tercer lugar (Denise Despeyroux)

En este texto teatral, la autora uruguaya pone frente al espectador o lector a seis personajes que, aunque tienen el objetivo común de intentar introducir en sus vidas el siempre anhelado componente del amor, no pueden presentar más diferencias en cuanto a los objetivos más concretos que tienen y a las estrategias que plantean y ponen en práctica para conseguirlos. En el desarrollo del texto, las intenciones y miedos de cada uno de los personajes, y las relaciones y enredos que van surgiendo entre ellos, van entrelazando y configurando una historia de lo más rocambolesca que se puede imaginar.

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Uruguay es un pequeño estado que se sitúa en el cono sur del continente americano, frente al enorme territorio de Argentina, del que le separa el Río de la Plata, aunque también se ve encajonado por ese otro gigante sudamericano que es Brasil. Un interior verde y boscoso y unas atractivas playas son algunas de las señas de identidad geográficas del país. Por otro lado, la estabilidad que ha venido teniendo ha supuesto que en algunas ocasiones se le haya conocido como “la Suiza de América”. También merece la pena destacar el hecho de que se trata de un país demográficamente muy estable, que apenas presenta crecimiento sobre la cantidad de 3 millones de personas que lleva décadas poblando el país.

Después de que los europeos llegaran al territorio, los asentamientos portugueses y españoles se fueron sucediendo hasta que en 1723 fue fundada la hoy capital Montevideo. El país consiguió la independencia en 1828, momento en el que iba a comenzar un complicado período en el que iba a reinar la inestabilidad política y en el que iban a tener lugar varias guerras civiles y una campaña de exterminio de los indígenas originarios del territorio, dificultades que tendrían continuidad con la dictadura y las diversas crisis económicas del siglo XX.

Debido al mencionado exterminio, Uruguay es probablemente uno de los países latinoamericanos en el que menor presencia existe de habitantes descendientes de los pueblos indígenas que poblaban el territorio antes de que llegasen los europeos. Así, la mayoría de los uruguayos actuales descienden de españoles o de italianos, y en menor medida de otros pueblos europeos. Uruguay es un país esencialmente laico, aunque un 47% de la población se declara cristiana católica.

 



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