La literatura de Suecia


País: 
Suecia

La literatura de Suecia

Los primeros seres humanos que habitaron el territorio que hoy conforma el estado de Suecia fueron pueblos como los suiones, los gotlandeses y los gautas, todas ellos tribus germánicas que llegaron a esas latitudes desde territorios más meridionales, pero se ha conseguido saber muy poco acerca de su cultura y de sus posibles tradiciones orales. Los primeros indicios de literatura se encuentran por tanto ya en la época vikinga, y en concreto del año 800 es la considerada primera obra literaria del país, la Piedra de Rok, una estela de granito con casi 300 inscripciones en la parte frontal y más de 400 en la cara posterior que trataban de honrar a alguien que había fallecido, con un tono poético y enigmático (las inscripciones se hicieron en alfabeto rúnico, es decir, a través de símbolos conocidos como runas). Aunque la mayoría de los textos rúnicos tenían un propósito más práctico que literario (pretendían sobre todo provocar efectos mágicos), la Piedra de Rok es una excepción porque narra pasajes de historias que se querían contar y transmitir (incluso hay partes del texto escritas en verso, lo que también denota la intención estética que se tenía). Y por supuesto, más allá de manifestaciones escritas, merece la pena destacar que en la Suecia vikinga se desarrolló una amplia y rica tradición oral que se caracterizaba por contar historias protagonizadas por seres sobrenaturales como trolls, hadas o fantasmas (además de por animales) y por tener la intención de transmitir la cosmogonía vikinga y de explicar los misterios y enigmas que el mundo en el que vivían les presentaba.

Con la conversión del país al cristianismo, proliferaron los textos escritos por monjes en latín, antes de que se fuese configurando el idioma que hoy conocemos como sueco, que precisamente fue unificado y estandarizado cuando se hizo la primera traducción de la Biblia a ese idioma (fue la conocida como Biblia de Gustav Vasa, ya que fue emprendida por el rey Gustav I, a quien también se conocía con ese nombre; la obra fue traducida a partir de la versión alemana de Martín Lutero -ya se había declarado la independencia religiosa con respecto a Roma, y la obra se caracterizó por el uso de una ortografía propia que, como se decía, sirvió para homogeneizar el idioma sueco). Ya con esas bases puestas, el siglo XVII vio desarrollarse a varios autores en idioma sueco, entre los que merece la pena destacar a Georg Stiernhielm (considerado padre de la poesía sueca, ya que fue el primero en escribirla). Ya en el siglo XVIII, siguieron sus pasos como protagonistas en las letras nacionales Hedvig Charlotta Nordenflycht (poetisa que pudo ser la primera mujer en vivir de las letras), Gustaf Fredrik Gyllenborg (también poeta principalmente, aunque también escribió teatro), Olof von Dalin (quien dio los primeros pasos de la literatura del país en el ámbito de la prosa), Johan Henric Kellgren (de alguna manera continuador de la labor de Dalin, pues consiguió dotar de mayor fluidez a esa prosa) o Carl Michael Bellman (poeta que tuvo una gran influencia en época posterior), entre otros. El siglo XIX llegó montado a lomos del movimiento del Romanticismo, cuyos principales representantes fueron Erik Gustaf Geijer (muy orientado a la historia, y autor de cuentos populares), Erik Johan Stagnelius (poeta y dramaturgo), Esaias Tegner (considerado el padre de la poesía sueca moderna) o Per Daniel Amadeus Atterbom (quien se dedicó principalmente, también, a la poesía).

Aunque fue en los movimientos posteriores al romántico, y ya cerca del siglo XX o incluso en los primeros años de este, cuando sobresaliendo los que terminaron siendo los autores más destacados de la historia de las letras del país, como Carl Jonas Love Almqvist (poeta de pensamiento con rasgos de una época posterior a la que vivió), August Strindberg (dramaturgo que renovó el teatro sueco y ha alcanzado repercusión internacional), Selma Lagerlof (escritora también de fama internacional, y ganadora del Premio Nobel de Literatura -fue el primer premio para el país, y también fue la primera mujer en obtenerlo-) o Victoria Benedictsson (novelista que, junto a Strindberg, lideró el movimiento realista sueco). Tomaron el testigo, aún en las primeras décadas de ese siglo XX, plumas como las de Hjalmar Soderberg (autor de gran popularidad que se dedicó a varios géneros), Ivar Lo-Johansson (abanderado del movimiento conocido como de la literatura proletaria, que describía los problemas a los que se enfrentaban trabajadores y sindicatos -también iba a destacar dentro de ese género, décadas después, Vilhelm Moberg-) o Astrid Lindgren (dedicada principalmente a la literatura infantil, un ámbito en el que creó al mundialmente conocido personaje de Pipi Calzaslargas). Ya en la segunda parte del siglo XX, la literatura sueca ha destacado principalmente en dos ámbitos: la novela negra y la poesía. En el primero de ellos, ha llegado a surgir incluso una corriente con rasgos perfectamente marcados e identificables, de la mano de autores mundialmente conocidos como Stieg Larsson, Henning Mankell, Asa Larsson, Liza Marklund, o las parejas formadas por Maj Sjowall y Per Wahloo y por Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril (esta última escribiendo con el pseudónimo “Lars Kepler”). En poesía ha habido experimentación y mezcla de estilos, principalmente de la mano de Tomas Transtomer o Harry Martinson.  

La literatura sobre Suecia

El viajero de la Antigua Grecia Piteas pudo ser el primero en viajar a territorio de la actual Suecia y en contarlo, pues dejó testimonios de viaje por latitudes en las que vio el sol de medianoche, la aurora boreal o la banquisa ártica, aunque se piensa que sobre lo que habló fue sobre una isla y eso resta posibilidades al territorio sueco. Más certeza existe de que autores de la Antigua Roma como Tácito ya escribieron sobre los suiones, quienes poblaban la actual Suecia en aquel momento. En los siglos que vendrían después, los intereses de las exploraciones se dirigieron a otras regiones, en las que los europeos esperaban encontrar más riquezas naturales y materiales que las que podían encontrar en Suecia.

En época moderna, aunque ni mucho menos ha sido Suecia uno de los destinos más reflejados en literatura de viajes, se pueden destacar los títulos “Auroras de medianoche” (de Luis Pancorbo), “Mis viajes por Europa. Suiza, Dinamarca, Suecia y Noruega” (de Carmen de Burgos) o “60 grados norte” (de Malachy Tallack) -en todos ellos, los autores hablan de otros países además de Suecia-.

Lecturas propuestas

La señorita Julia (August Strindberg)

En esta obra de uno de los autores más relevantes de la historia de las letras suecas, se cuenta la historia de una joven noble que decide saltarse todas las barreras que puedan existir entre las distintas clases sociales de su época (finales del siglo XIX) para asistir a una fiesta de los sirvientes de la casa en la que vive y terminar seduciendo a uno de los criados. A partir de ese suceso, se desarrollan una serie de juegos de relaciones entre ambos, y también entre las personas que les rodean (sobre todo el padre de la chica y la novia del sirviente), con varias fuerzas entrando en juego porque, aunque Julia es una noble, el criado es un hombre, algo también muy importante en sociedad de la época.

La leyenda de la casa solariega (Selma Lagerlof)

Es esta una novela de toda una Premio Nobel de Literatura en la que se cuenta la historia de dos personajes -cada uno de un género-, cuanto menos peculiares tanto por los rasgos que configuran su carácter como por la historia vital que les ha tocado en suerte vivir. Se puede decir que ambos viven su vida con trayectorias opuestas (uno pasa de la estabilidad y la felicidad a un periodo enormemente complicado, la otra pasa de una existencia difícilmente llevadera a una situación casi de ensueño) y que unen sus experiencias -y sus vidas- en dos momentos del libro que resultan tan inesperados como fascinantes. A partir de esos dos momentos, se desarrolla entre ellos una relación que les va a cambiar la vida y que les va a unir, siempre con el nexo en común de la música producida por un violín. 

Los hombres que no amaban a las mujeres (Stieg Larsson)

Se trata de una de las obras más conocidas de la pujante novela negra sueca, por parte de un autor que ganó mucha relevancia hace unos años, poco antes de su muerte. Y lo hizo con una trilogía que tuvo notable éxito y de la que este libro es la primera entrega. Los ya mundialmente célebres personajes Michael Blomqvist y Lisbeth Salander (que han sido incluso llevados al cine) son quienes protagonizan una historia de emoción e intriga, en la que el primero de los personajes, periodista, es encomendado con el trabajo de investigación de ciertos aspectos del presente y del pasado de una poderosa familia del norte del país. Es en este primer título en el que queda perfectamente esbozado el carácter de estos dos personajes principales, así como algunos hechos y situaciones que marcarán las siguientes entregas de la trilogía.

Aurora boreal (Asa Larsson)

Es este otro buen exponente de esa novela negra que tan popular se ha hecho en el país (y que tan popular ha hecho a la literatura del país), que en este caso transcurre en el lejano norte, en concreto en la ciudad lapona de Kiruna (que no es sino la ciudad de la que es originaria la autora). El hallazgo del cuerpo sin vida de un pastor religioso es el desencadenante de una historia que lleva a la abogada Rebecka Martinsson a la ciudad de Kiruna (la protagonista, como la autora, también es de esa ciudad), donde ella y la policía que le ayuda a llevar a cabo la investigación no encontrarán un clima precisamente colaborativo entre los vecinos de la pequeña ciudad. Pero la tenacidad de ambas les llevará a avanzar en su propósito para llegar a un final que, como es habitual en este género literario, no dejará al lector indiferente.  

Unos apuntes geográficos, históricos y culturales que ayudan a entender la literatura

Suecia es un país europeo de notable tamaño para los estándares del continente, que se sitúa en la Península de Escandinavia, lo que le hace asomarse al Mar Báltico y al enorme Golfo de Botnia. Como no podía ser de otra forma en latitudes tan elevadas, el país presenta unas duras condiciones climatológicas, en especial en la remota Laponia, la región geográfica y cultural que el país comparte con Finlandia, Noruega y Rusia y que se sitúa más allá del Círculo Polar Ártico.

Fueron pueblos germánicos venidos del sur los primeros en poblar el hoy territorio sueco. Los romanos no consiguieron controlar y dominar un territorio que les quedaba ciertamente lejos, pero sí consiguieron hacerlo los vikingos, cuya época abarca desde el siglo VIII hasta el XI. Ya en la época del conocido como Reino de Suecia, el país iba a alternar períodos de independencia con otros en los que estuvo unido a Dinamarca y a Noruega, hasta que en el siglo XVII ya se puede hablar de imperio sueco, ya que se conquistaron territorios de Rusia, de Polonia y de Lituania y hubo enfrentamiento directo con el Sacro Imperio Romano Germánico. Del siglo XIX en adelante, Suecia comenzó a configurarse como el país que hoy es, y en el XX merece la pena destacar su al menos teórica neutralidad en las dos guerras mundiales.

Suecia no es un país que se caracterice por su diversidad étnica, aunque en el norte del país habitan los sami o lapones y en las últimas décadas la llegada de inmigrantes ha configurado una sociedad multicultural. En lo religioso, en el país predomina el cristianismo evangélico y luterano, y por lo demás, merece la pena destacar que Suecia, junto a sus vecinos nórdicos, está a la vanguardia del mundo en bienestar y en condiciones socio-económicas de la población, con modelos que son admirados y con frecuencia tratan de ser imitados por otros países y regiones del planeta.



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