Olmecas y mochicas, literaturas previas a las de los grandes imperios americanos


Avanzadas civilizaciones anteriores a las que terminaron siendo más conocidas

Cuando pensamos en la historia de América anterior a la llegada de los europeos, lo primero que viene a la mente son, por un lado, los grandes imperios que se extendían por parte del territorio del continente (seguramente los de los incas, los mayas y los aztecas son los más relevantes), y por otro, en pueblos que, sin haber alcanzado ese status de imperio, quedaron muy presentes en el imaginario europeo aunque solo sea por haber sido las primeras comunidades que los colonizadores encontraron a su llegada al llamado nuevo mundo (los indios norteamericanos, los del Amazonas o los de Tierra del Fuego son algunos claros ejemplos). Pero, con frecuencia, no se tiene tan presente en una primera instancia que, como ocurrió en el resto de continentes, la existencia de esa situación de finales del siglo XV no fue sino el resultado de una serie de procesos y dinámicas históricas que atravesaron por distintas fases en las que las cosas habían sido diferentes a como las encontraron los europeos.

Así, sin duda, antes de que los mencionados imperios y pueblos dominasen sus respectivos territorios, también habían existido comunidades que habían alcanzado un notorio de desarrollo para su época, y que de hecho contribuyeron de forma decisiva a que la situación progresase después de la forma en que lo hizo. Dos claros ejemplos de ese tipo de civilizaciones relevantes lo constituyen los olmecas en el territorio del actual México y los mochicas en Perú, ya que se trató de grupos humanos que precedieron en el tiempo a los imperios azteca e inca y que ayudaron sobremanera a la conformación de la identidad de estos. A la literatura de esos dos pueblos es a lo que se dedica esta entrada, ya que, como podrá comprobar el lector, para nada estuvieron exentas de complejidad y de originalidad a pesar del temprano momento de la historia en el que se desarrollaron.

Olmecas, mitos orales y un sistema de escritura jeroglífica

La cultura olmeca fue tal vez la primera de gran relevancia que se desarrolló en Mesoamérica, apareciendo aproximadamente en el año 3.000 a.C. y no llegando su ocaso antes del año 400 d.C. Aunque poblaron gran parte del territorio mexicano, se ha comprobado una mayor presencia en territorios cercanos a los actuales estados de Veracruz y de Tabasco.

En lo que concierne a su literatura, merece la pena en primer lugar mencionar que existe constancia de que contaban tanto con una literatura oral como con otra escrita; en el ámbito de la oralidad, los olmecas contaban con una amplia variedad de mitos y leyendas que eran transmitidos de generación en generación y que se caracterizaban principalmente por la caracterización como seres vivos de todos los elementos que les rodeaban en su vida cotidiana (incluidas las montañas –que, de hecho, eran el vínculo entre tierra, cielo e inframundo-, las cuevas, los manantiales, etc) y por el protagonismo que adquirían seres considerados dioses por la comunidad (que con frecuencia eran seres híbridos, como por el ejemplo el dragón olmeca, en realidad formado por la conjunción de rasgos de otros animales como serpientes aves o jaguares). En el ámbito de la literatura escrita, los olmecas contaban con un sistema de escritura jeroglífica de la que no quedaron para la posteridad demasiados testimonios, pero que cuenta con un claro exponente en el conocido como Bloque de Cascajal, una piedra con inscripciones olmecas de al menos 3.000 años de antigüedad.

Mochicas, leyendas orales y cerámica literaria

El pueblo mochica, o moche, fue una cultura que se desarrolló en el territorio del actual Perú (en concreto en el valle del río Moche, en la provincia de Trujillo) entre los siglos II y V d.C. De la misma forma que la civilización que les iba a suceder, la inca, se caracterizaron sobre todo por su gran habilidad para la ingeniería.

La literatura mochica contaba con algunos elementos en común con su predecesora olmeca, ya que en ella también predominaba la oralidad sin perjuicio de que existiesen testimonios escritos. Mediante su literatura oral, los mochicas eran capaces transmitir una concepción de la vida que se basaba en el hecho de que la muerte no constituía el final de la existencia, siendo en cambio simplemente el paso a otra esfera con otra serie diferente de privilegios y de obligaciones. Como en el caso de los olmecas, los dioses mochicas también eran protagonistas de las historias que se contaban (en particular la relevante divinidad suprema conocida como Ai apaec, aunque también otras deidades de menor importancia) y se rendía tributo a elementos de la naturaleza, en especial al mar. Los testimonios escritos se encontraban en una excelente comunión con el arte de la comunidad, ya que lo que en realidad existían eran cerámicas que, más allá de cumplir con su funciones estética –decorar- y práctica –servir como recipiente-, eran auténticos transmisores de mensajes y de historias que se podían leer como libros para así acceder a algunas de las principales narrativas que explicaban la cosmogonía que tenían como pueblo.

 

 



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