Relación entre comunismo y literatura, los casos de la URSS y China


Un fuerte vínculo desde los inicios

No son pocos, ni livianos, los vínculos entre la literatura y el que seguramente es el más relevante fenómeno socioeconómico que el mundo conoció en el siglo XX: el comunismo. En primer lugar, fue en el ámbito de la literatura donde sin duda se forjó la ideología que iba a servir de base al movimiento, con las primeras obras que constituyeron las fuentes de las que bebía todo aquél que quería impregnarse de la doctrina, entendiendo esto en sentido amplio y llegando a considerar un precedente tan lejano en el tiempo como la “Utopía” de Tomás Moro (fue publicada en 1516 y se considera que ya de alguna forma establece las ideas de colectivización en las que se iba a asentar el comunismo) y, por supuesto, el “Manifiesto del partido Comunista”, de Karl Marx y Friedrich Engels, de 1848,  y “El capital” de Karl Marx, publicado en 1867. Después, tuvieron un crucial protagonismo en el desarrollo del fenómeno escritores rusos como Maxim Gorki o Vladimir Mayakovski. Con esas bases, pues, ya se iba a hacer difícil desvincular libros y comunismo en el futuro, durante todo el período de vida del fenómeno socio-económico, que aún llega hasta nuestros días en países como Cuba, y la relación se iba a intensificar cuando quedó patente que desde la dirección de las distintas revoluciones comunistas del mundo se iba a tener un especial celo en lo que a la creación literaria concernía.

Exilio y período creativo en la URSS

La mayoría de los escritores que formaban el panorama literario ruso a principios del siglo XX no aprobó el régimen bolchevique instaurado luego de la Revolución de 1917, teniendo que exiliarse en lo que finalmente resultaron siendo varias oleadas de salidas del país, y pasando a producir lo que se conoce como literatura rusa en el exilio. Curiosamente, en un primer momento –con Lenin en el poder-, a pesar de la pérdida de libertades que todo régimen totalitario –y el comunismo lo es- conlleva, iba a tener lugar en la URSS un desarrollo creativo y un abanico de nuevos movimientos que no hubieran sido sencillos de predecir dadas las circunstancias del sistema. Algunos de esos movimientos fueron autóctonos rusos, como el imaginismo (que dio lugar a una poesía basada en secuencias de imágenes impactantes, por poco comunes) o el acmeísmo (que se decantó por la claridad y la sobriedad). Otros movimientos fueron, en cambio, importados, como el dadaísmo, llegado de Suiza (consistía en mostrarse en contra de las convenciones literarias y de lo burgués), o al menos estaban emparentados con movimientos extranjeros, como en el caso del futurismo –vinculado al movimiento italiano del mismo nombre- (sus miembros estaban fascinados con el ritmo y el dinamismo de la vida urbana y buscaban llamar la atención e incluso causar escándalos con sus obras). En esa primera etapa, incluso las corrientes vanguardistas eran vistas como un buen complemento a las políticas revolucionarias. Las cosas iban a ser diferentes en el período de Stalin, cuando ya sí iba a existir una mayor represión y cuando prácticamente toda creación literaria debía adscribirse a los parámetros del Realismo Socialista, que perseguía la difusión de los problemas sociales y la creación de una conciencia de clase. Para conseguir esos objetivos se creó la Unión de Escritores Soviéticos, que trataba de imponer los criterios a toda creación literaria. En los años finales del experimento soviético la situación se iba a reblandecer, con el surgimiento de la conocida como literatura del deshielo, que precisamente comenzó a experimentar ciertos grados de libertad.

Freno a la influencia occidental en China

En China, el período de la dinastía Qing había supuesto un grado de apertura a las influencia de Occidente que el país no había conocido antes, una trayectoria que se iba a ver frenada en seco por la llegada del siglo XX en general y del período comunista en particular. Poco después del nacimiento del Partido Comunista de China, iba a surgir la Liga de Escritores de Izquierda, una organización de índole similar a la de la Unión de Escritores Soviéticos, afín al partido y propagadora de la ideología de este. La organización atacó a la cultura tradicional china y defendió la necesidad de acometer profundas reformas culturales (los escritores que más destacaron en la época formaban irremediablemente parte de ella). Como en el caso de la URSS en el período de Stalin, fue creciendo en importancia la corriente del Realismo Socialista. La versión china de la corriente se centró en el ensalzamiento de la revolución y de los trabajadores como figura social. No se vivió, en cualquier caso, un florecimiento de nuevas corrientes literarias como sucedió en la URSS en la primera etapa, seguramente con motivo de que precisamente ya se había aprendido de la experiencia soviética. De acuerdo a las ideas de Mao, no debía existir el arte por el arte, ni el arte debía en ningún caso situarse por encima de las clases sociales, sino que cualquier creación debía ceñirse a una línea política, como engranaje de la revolución que para él era.



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