Tres periodistas y escritores españoles y un Nobel portugués, por Teresa Castells

Un Premio Nobel portugués recomienda a dos periodistas y escritores españoles

Revisando correos de Luis, mi marido y compañero de vida hasta que, desgraciadamente, la suya concluyó en octubre de 2017, encontré uno de ocho años atrás, octubre de 2009, en el que figura en copia, Sergio, nuestro amigo, en cuya web podréis leer esto. Lo transcribo porque es la idea y el hilo conductor de esta colaboración y porque el blog de Saramago, como él, ya ha desaparecido por lo que si no lo hubiera reseñado no sabríamos lo que el escritor portugués, Premio Nobel de literatura 1998, opinaba de estos dos periodistas y escritores españoles.

Luis escribió: “¿Te acuerdas que te dije que había un corresponsal en El País que se llamaba Ramón Lobo que me encantaba? Esto es lo que ha escrito José Saramago en su blog.”:

“Dos escritores: Se llaman Ramón Lobo y Enric González. Ejercen de periodistas y lo son de hecho, de lo mejor que se puede encontrar en las páginas de un periódico, aunque yo prefiero verlos como escritores, no porque establezca una jerarquía entre las dos profesiones, sino porque en la lectura de lo que escriben percibo emociones y defino sentimientos que, al menos en principio, son más naturalmente mostrables en una obra literaria de calidad. A Ramón Lobo ya llevo algunos años leyéndolo, Enric González es un descubrimiento reciente. Como corresponsal de guerra, Ramón tiene la superior cualidad de colocar cada palabra, en su exacta medida expresiva, sin retórica ni deslizamientos sensacionalistas, al servicio de lo que ve, oye y siente. Parece obvio, pero no lo es tanto, sólo es posible hacerlo con un dominio excepcionalmente seguro del idioma que se utiliza, y él lo tiene. De Enric González no era lector. Veía sus columnas en “El País”, pero mi curiosidad no era lo bastante fuerte para hacerme integrar sus escritos en mi lectura habitual. Hasta el día en que me llegó a las manos su libro “Historias de Nueva York”. La palabra deslumbramiento no es exagerada. Libros sobre ciudades son casi tantos como las estrellas en el cielo, pero, por lo que conozco, ninguno es como éste. Creía que conocía satisfactoriamente Manhattan y sus alrededores, pero la dimensión de mi equivocación se manifestó clara en las primeras páginas del libro. Pocas lecturas me han dado tanto placer en estos últimos años. Tómese este breve texto como un homenaje y una manifestación de gratitud para con dos excepcionales periodistas que son, al mismo tiempo, dos notables escritores.”

José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998

Comencé a leer a Saramago hace mucho tiempo. Me encanta su forma de escribir y las magníficas digresiones que pueblan sus textos. Aunque aún me quedan pendientes, he leído -y tengo- bastantes de sus libros:  "Ensayo sobre la ceguera" -el que más me impactó, me dejó literalmente noqueada durante bastante tiempo-, "Todos los nombres", "La Caverna", "El hombre duplicado", "Ensayo sobre la lucidez", "Las intermitencias de la muerte", "Levantado del suelo", "Las pequeñas memorias", "Caín", "El evangelio según Jesucristo", "Somos cuentos de cuentos" -un Crisolín, salían en Navidad y los coleccionábamos-; "Casi un objeto" -relatos cortos, como el anterior-; "Claraboya"; "El viaje del elefante" -que recomendaría para empezar a leer a Saramago, a alguien que desconociera su obra-, ambientado en el siglo XVI, en un hecho sucedido en 1551: Juan III, rey de Portugal, regaló a su primo el archiduque Maximiliano de Austria, un elefante asiático, que fue conducido desde Lisboa hasta Viena por un CORNACA: el hombre que va encima del elefante; los pensamientos y sentimientos de este personaje a lo largo del viaje me parecen espléndidamente expuestos; "Viaje a Portugal" -el último libro que Luis me regaló, comprado el 8 de junio de 2017, conservo el tique- y "El lagarto", un cuento publicado en febrero de 2018, ilustrado con xilografías de José Francisco Borges y que fue presentado en Madrid, por su viuda y traductora, Pilar del Río en la Librería Alberti.

Ramón Lobo y Enric González, periodistas y escritores, admirados por Saramago

Ramón Lobo trabajó en el diario EL PAÍS, entre 1992 y 2012, como redactor de su sección de Internacional, cubriendo numerosos conflictos: Croacia, Serbia y Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Afganistán, Albania, Chechenia, Irak, Líbano, Argentina, Haití, Ruanda, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Sierra Leona, Uganda, Congo, Zimbabue, Namibia y Filipinas. En su obra literaria plasma alguna de esas experiencias: "Isla África", 2001, -sobre la guerra de Sierra Leona y los niños-soldado-; "Cuadernos de Kabul", 2010, -historias de mujeres, hombres y niños atrapados en una guerra-. He leído recientemente "Todos náufragos", 2015, -muy recomendable, una disección de su familia y la relación con su padre-; los últimos: "El día que murió Kapuściński", 2019, y "Las ciudades evanescentes. Miedos, soledades y pandemias en un mundo globalizado", 2020; y Enric González, cuyas columnas Luis me enviaba habitualmente en correos electrónicos que conservo, fue corresponsal de EL PAÍS en Londres, Nueva York, Roma e Israel. Saramago le descubre por "Historias de Nueva York", 2006,  que fueron precedidas por "Historias de Londres", 1999, y seguidas por mis preferidas: "Historias de Roma", 2010; recopiladas posteriormente en "Todas las historias y un epílogo". A Luis le gustaban tanto que, aunque teníamos los tres libros, no se pudo resistir a comprar el recopilatorio para tener el Epílogo, escrito ya desde Jerusalén -en el que dice que ya no va a hacer más "Historias"-. Sus columnas sobre el fútbol italiano publicadas en EL PAÍS entre 2003 y 2007, las editó en otro libro: "Historias del calcio. Una crónica de Italia a través del fútbol": “Los italianos se consideran los inventores del fútbol al que llaman calcio -patada-, como las batallas campales con balón nacidas en la Florencia medieval”.

Unidos por el fútbol. González (Espanyol), Lobo y Jabois (Real Madrid)

Los tres han publicado en Libros del K.O. en la colección 'Hooligans Ilustrados" la cual "es el alimento espiritual de tuercebotas y fajadores"; el fútbol hecho literatura. Son pequeños volúmenes de contenido no sólo deportivo, sino sociológico y hasta filosófico. El de Enric González: "Una cuestión de fe" es un recorrido por la historia del Espanyol y el proceso a través del cual se construyó la identidad del club.

En "El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol y guerra", Ramón Lobo escribe que "saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es sólo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo". Explica que a él, el fútbol le ha permitido "penetrar en el alma de las personas" sobre las que luego ha escrito en sus reportajes de guerra. Personas como 'K', un hombre al que conoció en una carretera casi borrada por las bombas durante la Primera Guerra Chechena en 1995. Pág. 13: "(…) el hombre al que llamé K en homenaje a Kafka y Kapuściński, se subió de un salto en la parte trasera (…). No me saludó, sólo emitió un ronroneo mientras sonreía como el gato de Cheshire de “Alicia en el país de las maravillas”. 'K' era del Barça, Ramón Lobo madridista. "El fútbol inicia conversaciones y las concluye, crea amistades súbitas y las rompe, agiliza trámites y los empantana", afirma. Incluso en plena guerra, ya sea en Grozni, Sarajevo, Sierra Leona o Irak, "el fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales".

Manuel Jabois en "Grupo salvaje", cuenta el madridismo de un niño gallego que quería detener en el tiempo los goles de Hugo Sánchez como quien intenta "congelar la felicidad". También periodista y escritor, tengo y he leído: sus dos novelas, "Malaherba" y "Miss Marte", su recopilación "Irse a Madrid y otras columnas", selección de las escritas entre 2009 y 2011; el escalofriante "Nos vemos en esta vida o en la otra". "Una historia real de traición y violencia". Vida de Gabriel Montoya Vidal, Baby, primer condenado por los atentados del 11-M y único menor implicado en el asesinato de 191 personas y "Manu" sobre el nacimiento de su hijo -con dedicatoria para Luis-, hablamos con él una Noche de los Libros de Madrid en la librería Tipos infames.

El valor del deporte. Nelson Mandela. John Carlin: “El factor humano. Invictus”

Al leer las reflexiones de Ramón Lobo sobre el fútbol recordé a Nelson Mandela, premio Nobel de la paz en 1993, que llevó el más emocionante caso práctico en que el deporte sirvió para unir a una nación dividida. Tras veintisiete años en prisión, obtuvo su libertad y consiguió convertirse en presidente de Sudáfrica. John Carlin cuenta en su novela "El factor humano" cómo Mandela supo aprovechar el mundial de rugby de 1995 para sellar la paz después de tantos años de apartheid. La final del mundial culminó con la victoria sudafricana en el último minuto, y fundió en un abrazo a negros y blancos. Sobre el libro se hizo la película, dirigida por Clint Eastwood, "Invictus", título tomado de un poema de William Ernest Henley, que sirvió a Nelson Mandela de sustento mental durante los largos años de cárcel: "En la noche que me envuelve, / negra, como un pozo insondable, / doy gracias al Dios que fuere / por mi alma inconquistable. / En las garras de las circunstancias / no he gemido, ni llorado. / Ante las puñaladas del azar, / si bien he sangrado, jamás me he postrado. / Más allá de este lugar de ira y llantos /acecha la oscuridad con su horror. / No obstante, la amenaza de los años me halla, y me hallará, sin temor. / Ya no importa cuán recto haya sido el camino, ni cuantos castigos lleve a la espalda: / Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma".

Saramago poeta

Leyendo poemas de Saramago he encontrado éste titulado "Signo de escorpión", que me lleva de nuevo a nombrar a Luis porque era su signo del zodiaco. Dice así: "Sabrás que para ti no habrá descanso, / la paz no está contigo, / tampoco la fortuna: / el signo así lo ordena. / Te pagan bien los astros esta guerra: /por más breve que sea la cuenta de tu vida, / pequeña no será".