El teatro de España, Francia e Inglaterra en la Edad Moderna


Presencia de un teatro clásico en los tres países

Tras su nacimiento en la Antigua Grecia y su consolidación en la Antigua Roma, seguramente el teatro europeo no volvió a contar con tanto protagonismo y esplendor como sí volvería a tener en la Edad Moderna, de la mano de tres países que desarrollaron un teatro novedoso para la época, rico en cantidad y en calidad de obras y que terminaría siendo -aún hoy lo es- el teatro clásico de cada uno de los tres países. Hablamos, como no podía ser de otra forma, del teatro de la Edad Moderna de España, de Francia y de Inglaterra, que fueron, son y serán referencia, no solo en su propio país, sino en el conjunto del continente europeo, y por supuesto, en el mundo.

Esta entrada está dedicada a conocer un poco más sobre cada uno de esos tres teatros, para comprender sus similitudes, sus diferencias, pero sobre todo sus particularidades y los rasgos que los han hecho grandes y únicos. Antes de entrar en cada uno de los tres teatros, merece la pena destacar que en los tres tuvo una influencia notable el teatro de otro país, Italia, ya que varios autores relevantes de España, Francia e Inglaterra tomaron elementos de la temprana Commedia dell’Arte de aquel país (era un teatro popular basado en la improvisación y en el humor y apoyado en máscaras y otros complementos y en habilidades como la mímica o la acrobacia).

El Siglo de Oro Español, rasgos novedosos y autores prolíficos

Aunque se trata de un concepto más amplio, pues abarca muchas más manifestaciones culturales además del teatro, y aunque en realidad duró más de un siglo (se extendió por el XVI y el XVII), el concepto de Siglo de Oro español ha quedado en gran medida asociado al inigualable teatro producido durante el período. Se trató de un teatro novedoso, ya que trató de romper con los conocidos como cánones aristotélicos, que pretendían dotar a cada obra de teatro de unidad de acción (una sola historia), de unidad de tiempo (no más de 24 horas) y de unidad de lugar (espacio físico único). Otros rasgos que presenta el teatro del Siglo de Oro español son los de estar escrito principalmente en verso, representarse en espacios conocidos como corrales de comedias, profundizar en los conflictos humanos, ser capaz de crear mundos cómicos de naturaleza perfecta y potenciar formatos teatrales propios como el de los entremeses, piezas breves de un solo acto. En cuanto a los principales nombres que destacaron, merece la pena destacar principalmente los de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes, Juan Ruiz de Alarcón o Agustín Moreto, entre otros.

El teatro clásico francés, vuelta a lo clásico y apuesta por la profundidad

De aparición algo más tardía, ya en el siglo XVII, es el teatro clásico francés, aunque es indudable que se trata de un fenómeno que había comenzado a gestarse antes, a partir de diversas influencias. Las principales características que este teatro presenta son las de intentar una vuelta a los patrones y cánones de la Antigüedad (por ejemplo, se adoptaron los preceptos y reglas neoclásicos o se regresó al ritmo de los cinco actos del latino Horacio), abandonar las historias de capa y espada o de enredos amorosos para abordar temáticas más profundas y complejas, la huida de los excesos (como la muerte, o la sangre), la adopción -a diferencia de España- de los conceptos aristotélicos de unidad, la presencia de puestas en escena gloriosas y extravagantes, la apuesta por la concentración temática y la intensidad dramática o la estricta separación entre estilos y géneros. En lo que concierne a los principales autores, se puede decir, sin ningún género de dudas, que lo más relevantes fueron Molière, Jean Racine, Pierre Corneille o Pierre de Marivaux.

El teatro isabelino inglés, diferenciación de los vecinos continentales

El teatro clásico inglés, como el español, hace su aparición en el siglo XVI, y ha dado en llamarse teatro isabelino, aunque ha habido cierta confusión terminológica y también se ha usado el término de teatro renacentista inglés para referirse a una especie de segunda parte del período del teatro isabelino, desde la Reforma Anglicana hasta el final del mencionado período de esplendor teatral, a mediados del siglo XVII. Como en el caso francés, hay un interés por volver a lo clásico, aunque también por diferenciarse de los vecinos continentales. Con todo ello, los principales rasgos del teatro clásico inglés son los de apostar por las emociones violentas y los efectos escénicos, utilizar la mezcla de géneros, la utilización del llamado verso blanco (que imitaba el verso latino de Séneca para liberar los diálogos de la artificiosidad de la rima y hacerlos más espontáneos y naturales), la reelaboración innovadora de textos de la Antigüedad para adaptarlos a la época o la utilización del recurso del metateatro (teatro dentro del teatro). Aunque, al hablar de autores, se erige como protagonista indiscutible William Shakespeare, hubo algunos nombres más, como los de Christopher Marlowe o Ben Jonson.



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